martes, 13 de marzo de 2018

MÁRTIRES DE HUMBOLDT 7: ¿UN CASO CRIMINAL DE CELOS POR DESPECHO? (I)

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Tarja conmemorativa en el edificio de Humboldt 7


No es -aunque lo parezca-, un titular carnicero para atraer la curiosidad calenturienta de quienes me visitan por morbo, aunque reconozco que si lo hubiera titulado “Condicionantes sociopolíticas en el caso de los Mártires de Humboldt 7”, esta entrada habría sido soberanamente ignorada por la mayoría de ustedes.

Pero lo importante es no mentir, y en el siglo XXI, mi estatus de inmigrante cubano raso -no político- habitante de un país libre, y con una condición sexual asumida y reconocida públicamente, me autorizan a hablar con total libertad de algo que se ha escondido durante décadas, ya sea por prurito moral, conveniencias, o connivencias políticas en ambas orillas. A mí ya nada de eso me condiciona.
El ser humano tiende siempre a endiosar o denostar a sus semejantes de forma parcial y subjetiva, movido por causas políticas, morales o simples simpatías. Lo hacemos constantemente, de modo absoluto, sin tener en cuenta que somos animales imperfectos y polivalentes en nuestra más pura definición antropológica.
Si se nos considera “buenos”, hemos de serlo en todo: inteligentes, amigos perfectos, moralmente impolutos y brillantes en nuestras acciones. Y si somos "malos", también seremos tontos, pobres de espíritu, poco amigos y deleznables en nuestro proceder. Y esa idea imposible y parcial contamina cualquier juicio cuando se trata de calificar a otras personas y asumir sus realidades existenciales y humanas.
Se puede ser homosexual y valiente, del mismo modo que heterosexual y pendejo. Ser mujeriego no implica ser asesino, y ser sanguinario no es óbice para amar a las flores.
Los protagonistas de esta historia han sido ejemplos claros de esta ley no escrita del comportamiento humano. En mi investigación, he tropezado varias veces con ese escollo cuando indagué sobre la veracidad de los hechos que cuento, y sus actores. Las frases “seguramente era capaz de mentir, porque era mala persona” o “él era bueno, no podía ser maricón”, las he encontrado una y otra vez cuando he preguntado sobre alguien, tanto en Cuba como fuera de allí.
En realidad mi crónica plantea un conflicto tan cierto y verdadero como que el sol sale todos los días. Ha estado a la sombra desde los días de la muerte de “Manzanita”, y ha sido encubierto por Fidel Castro y su combo durante más de medio siglo. Con esta serie, pretendo poner los focos sobre el asunto, que tiene plumas y balas en igual medida.
La complejidad y extensión de la leyenda de astracán verdeolivo tejida en torno a este segmento de nuestra historia, me ha obligado dividirla en partes para no aburrir. Intentaré pues, facilitar la comprensión de lo ocurrido para desentrañar una de las más misteriosas y escondidas páginas rosa del masculino bregar de nuestra idiosincrasia. A los que pasan de la media rueda, mucho de lo que cuento no les resultará del todo ajeno.
LA HISTORIA OFICIAL
La interrogante que planteo en el titular, sobrevuela desde hace 60 años los hechos posteriores al intento de asalto al Palacio Presidencial y la toma simultánea de Radio Reloj el 13 de marzo de 1957 en La Habana. Fueron éstas, acciones planeadas y ejecutadas por el Directorio Revolucionario (DR), que pretendía “ajusticiar” a Batista y después convocar al pueblo en la Universidad de La Habana, para entregarle armas y derrocar al régimen.
Aprovecho para tachar aquí otro renglón falso de la historia políticamente correcta, pero sibilinamente impresa:
La idea de atacar el Palacio no fue de José Antonio Echeverría, ni de Faure Chomón ni de Gutiérrez Menoyo. Fue de Menelao Mora, que era un tipo callado y hermético si bien también inteligente y osado, y que, consciente de la fractura interna que había en el Directorio, no confiaba en Chomón ni en Gutiérrez, e ideó, organizó y planificó hasta el último detalle el “ajusticiamiento” de Batista casi en solitario. Quizás por eso su recuerdo murió allí junto a él para la Revolución, por sus malas relaciones con el resto del grupo. Consideraba que sería una acción suicida, y así fue, al menos para él.
Todos sabemos cómo terminó aquello; la cosa se fue al traste, algunos atacantes murieron, otros resultaron heridos o fueron apresados, y el resto se dispersó por la ciudad para esconderse hasta que pasara el temporal.
Entre estos últimos, estaban cuatro implicados en la operación: José Machado Rodríguez “Machadito”, Juan Pedro Carbó Serviá, Fructuoso Rodríguez Pérez y José “Joe” Westbrook Rosales.
Los cuatro se ocultaron en un edificio cerca del Malecón, en el número 7 de la calle Humboldt, un enclave muy cercano a mi casa, que visité casi diariamente durante muchos años de mi vida, y que conozco como la palma de mi mano, porque allí vivía y vive aun un viejo amigo de la infancia. Los sobrevivientes de aquella operación se ocultaron en el apartamento 201, que también tuve la oportunidad de conocer y husmear hasta la cocina.
Machadito, con camisa estampada y chaqueta gris, a la derecha de Manzanita, y Joe Westbrook a su izquierda
A partir de aquí, abundan las cábalas populares, las mentiras institucionales y las manipulaciones de Fidel Castro, que cambió a su conveniencia el color y la forma de los hechos, para trasladarlos a los libros de texto “revolucionarios”, que la mayoría de nosotros seguramente ha leído.
La historia oficial cuenta que Marcos Armando Rodríguez Alfonso, “Marquitos”, conocido erróneamente como activista del Directorio Revolucionario y devenido después “miserable traidor” para el combo verdeolivo, denunció el paradero de los cuatro miembros de la facción escondidos en Humboldt 7, al capitán de la policía de Batista, Esteban Ventura Novo.
Marcos Rodríguez

Es imprescindible analizar con detalle lo que ocurrió en esos día de la todavía hoy “supuesta” delación de Marquitos a Ventura, un siniestro y celebérrimo personaje con ganada fama de torturador experto y asesino despiadado, mal que nos pese reconocerlo. Como digo siempre, la credibilidad que avala a los que odiamos la tiranía de Castro, pasa por contar toda la verdad, aunque parte de ella no nos guste demasiado.
Dice la historia “revolucionaria” que Marquitos, un personaje anodino que nunca antes había tenido contacto alguno con la policía ni con el gobierno batistiano, hizo una llamada telefónica voluntaria, pidiendo un encuentro con Ventura, pero con la condición de que ésta tuviera lugar fuera de la Quinta Estación de policía que Ventura dirigía. Quería contarle dónde estaban escondidos cuatro de los participantes en los sucesos del 13 de marzo del 57. Siempre según el sumario oficial, la delación se consumó en una casa de seguridad que tenía Esteban Ventura en Carlos III y Espada.
El jefe de Policía Esteban Ventura Novo
Sin embargo debo mencionar aquí, para no pecar de parcial, que según Ventura en su autobiografía y otros jefes policiales involucrados en la sangrienta anécdota, el responsable de la delación fue su beneficiario directo, Faure Chomón Mediavilla, que a partir de la masacre se convertiría en el jefe máximo del Directorio Revolucionario. Ventura afirmó que Chomón fue quien personalmente acudió a la Quinta Estación de Policía a delatar a sus compañeros, afirmación que, como he dicho, está escrita en sus memorias publicadas en enero de 1961 y reiterada luego en varias entrevistas.
Pero dada la escasa credibilidad que tenía Ventura por su comprensible animadversión al régimen de Castro, y su más que probable intención de ocultar la verdad, iré primero por el camino que abrió la versión oficial, que fue en definitiva la que terminó acusando, juzgando y fusilando a Marcos Rodríguez.
Tengan en cuenta, sin embargo, que Ventura no tenía ningún motivo para proteger a Marquitos, a quien no conocía y menospreciaba por su inclinación sexual, y sí le daba rédito político inculpar a Chomón, un modo de desmoralizar a la revolución en la persona de uno de sus líderes más importantes.
En cualquier caso y siguiendo el discurso “revolucionario”, dicen que aunque al principio desconfió de su propuesta, Ventura comprobó que Marcos Rodríguez hablaba en serio. Ante el jefe policial, Marquitos se identificó como estudiante universitario y supuesto ex compañero de los combatientes del Directorio Revolucionario. También se cuenta que se autopropuso como agente clandestino doble. Justificaba su traición alegando un repentino cambio en su ideología, y una supuesta “comprensión” de la inutilidad de la lucha estudiantil.
Dicen que en realidad todo se reducía a la envidia, el odio y el resentimiento de Marquitos contra sus antiguos compañeros de armas, por motivos que ahora contaré, pero es una teoría que ha ido perdiendo consistencia con el tiempo, y cuya aceptación por parte de Marcos en el juicio, no significa nada. Marcos fue inducido y obligado a declarar en contra de sí mismo.
Sin embargo, sí he podido contrastar que, por aquellos días previos a la tragedia, Marquitos estaba emocionalmente abatido. Si delató o no al cuarteto de Humboldt, es algo de lo que hasta ahora no existía una prueba fidedigna, pero la realidad es que en el momento de los hechos, Marquitos era presa de unos celos casi patológicos, porque Joe cortó su relación con él para -en la creencia del propio Marquitos-, comenzar otra con el tercer miembro de este triángulo amoroso mortal: José Machado Rodríguez “Machadito”, otro de los mártires de Humbold 7.
Comprendo que el párrafo anterior cause sorpresa e incredulidad y quizás rechazo en alguno de mis lectores. Lo asumo. Es una verdad demasiado fuerte y descarnada como para aceptarla sin anestesia como parte de un drama histórico de machos con pistola. Lo tenemos grabado a fuego en nuestra memoria histórica, si mácula moral ni ruidos de connotación sexual alguna, prácticamente desde que aprendimos a leer. Pero YO SÉ, que lo que he investigado es cierto en rigor.
Me avalan testimonios contrastados por personas directamente implicadas en los hechos, algunas que hoy pasan de los 80 y ya no tienen motivos para mentir, y todas conscientes y sabedoras de la homosexualidad oculta de las tres personas que he mencionado.

EL PRINCIPIO

Marcos Rodríguez había conocido a José Westbrook en la Biblioteca de la Universidad de La Habana dos años antes, en 1955, cuando él no había cumplido aun los 16 años y Joe apenas tenía 18.
Por esos días, Joe había sido nombrado flamante miembro del ejecutivo nacional del Directorio Revolucionario (DR), que presidía José Antonio Echeverría y Fructuoso Rodríguez Pérez, como secretario general y vice, Faure Chomón, el jefe de acción, y René Anillo, encargado del frente estudiantil. Joe ocupaba el puesto de enlace con la segunda enseñanza.
Joe Westbrook, al centro con la corbata sobre los hombros, en sus tiempos de dirigente estudiantil en el Instituto de La Habana 
Me cuenta Eladio Rivas, sobrino político de Juan Pedro Carbó Serviá, muerto en esa contienda, y de quien tengo autorización para revelar su identidad y los pormenores de su testimonio, que aun siendo Marcos un jovencito feo y contrahecho, Joe se enamoró de su embrujo poético, la dulzura de sus maneras, y sobre todo de su apego y conocimiento de la obra lírica martiana, de la que Westbrook era un fanático irredento. Pero esta relación estaba condenada al anonimato más absoluto, una condición que le había puesto Joe a Marquitos desde el principio, por razones más que obvias.
Marcos por su parte cayó rendido a los pies del hombre que significaba todo lo que él hubiera querido ser; un líder carismático viril, valiente y con un irresistible punto intelectual.
Me dice Eladio, que cuando Joe Westbrook se fue a México a reunirse con Fidel para firmar en tierra azteca el documento que se conocería como “Carta de México” el 29 de agosto de 1956, Marquitos lloró desconsoladamente su partida delante de todos los miembros del Directorio. Y ese fue el principio del final de su relación con él.
De izquierda a derecha Fructuoso Rodriguez, Joe Westbrook, Faure Chomon y Juan Nuity en Ciudad Mexico 1956 
Joe se cuidaba mucho de evidenciar su homosexualidad en público. Tenía novia, no era afectado en su gestualidad ni en sus maneras, e incluso se permitía chascarrillos homófobos delante de sus compañeros para despejar cualquier duda sobre su inclinación “non sancta”. De hecho había sugerido a Marquitos que también se echara novia, aprovechando que era muy bien recibido por las mujeres, por el halo poético y dulce que destilaba su interesante personalidad intelectual.
Incluso lo instó a cortejar a Dora Romeo, una amiga de la hermana de Jorge Valls Arango, a su vez amigo íntimo de Marcos, con quien entonces éste vivía en La Habana, y que fue la única persona que defendió su inocencia cuando las cosas se complicaron para él. Pero aunque Marcos intentó obedecer a Joe, su fuerte naturaleza sexual lo condenaba, y fue incapaz de llegar a mayores con Dora.
Este testimonio de Eladio me cuadra perfectamente con otro del propio Jorge Valls en entrevista hecha en Miami muchos años después, a pesar de negar la homosexualidad de su amigo:
“Marcos estuvo enamorado de una amiga de mi hermana aunque nunca llegó a nada con ella. No era homosexual. Prácticamente vivía en casa. Yo sabía de su vida y él de la mía. Después llegó la leyenda de embarrarlo, de convertirlo en homosexual...”
Es evidente que a las palabras de Jorge las lastraban la simpatía, la amistad y ese absolutismo moral conmiserativo al que me he referido al principio de esta crónica. La homosexualidad de Marquitos era visible desde Marte, y no necesito pruebas para asegurar que era más que improbable que Valls "supiera toda su vida" como afirma. Lo sabemos bien quienes alguna vez hemos disimulado nuestra sexualidad ante nuestros amigos más cercanos e incluso ante nuestros padres.
Pero sigamos, porque las cosas se complican.
A su regreso de México, Joe deja a Marquitos, aduciendo una repentina toma de conciencia de su verdadera naturaleza sexual. Era heterosexual y esto solo había sido un desliz motivado por la confusión que causaron en él las maneras cariñosas y oníricas de su joven amigo. Y hasta aquí las clases.
Marcos entra en crisis. Le insiste a Joe, pero Joe lo rechaza, ya de malos modos. Aunque apenas ha cumplido 17 años, para Marcos la vida ya no tiene sentido sin Joe.
Entonces lo vigila y lo sigue a escondidas una noche cuando cree que va a visitar a su novia. Se equivoca. Joe no va al Vedado donde vive con sus padres la muchacha que él piensa que le ha robado el amor de Joe. Joe se va al puerto y toma una lancha.
Confundido y temeroso de ser descubierto, Marquitos regresa a su casa con su amigo Jorge Valls. No sabe que Joe se ha ido a Guanabacoa, donde vive escondido ya en la clandestinidad, en una cuartería de la calle Palo Blanco, el revolucionario mulato José Machado.
MACHADITO, EL LADRÓN DE AMOR

Solo tres personas estaban al corriente del refugio secreto del manzanillero José Machado además de Westbrook, desde que éste había pasado a la clandestinidad: José Antonio Echeverría, su mejor amigo Juan Pedro Carbó Serviá y Fructuoso Rodríguez.
Marcos Rodríguez tuvo conocimiento de él por Carbó Serviá, cuando fue necesario enviarle alimentos y una pistola a Machadito poco días antes del asalto al Palacio Presidencial.
Manzanita, Fructuoso y el propio Serviá estaban inmersos en otras encomiendas necesarias en los preparativos del asalto. Se había decidido días antes, que el valioso Westbrook no debía exponerse a ser apresado antes de la acción programada para el 13 de marzo, y se trasladara a pernoctar “acuartelado” junto Machado en su cuartico de Guanabacoa.
De allí debían salir ambos en la madrugada del 13 hacia una vivienda cercana al Palacio Presidencial, cuyo asalto debían comenzar a las 3:15 de la tarde integrando el grupo que comandaría Gutiérrez Menoyo, NO Faure Chomón, como el propio Faure se ha encargado de instalar después en los libros de historia de la revolución. Faure fue solo un "tercero al mando" de uno de los pequeños grupos de los 150 atacantes, y esa es otra de las historias falsas que habrá que desempolvar alguna vez.
Los detalles que me narra Eladio Rivas son muy reveladores, y los transcribo tal y como me los dijo en conversación telefónica que tengo grabada:
Calle Palo Blanco en Guanabacoa, La Habana
“Marquitos llega al cuartico de Palo Blanco con Maceo, y le abre Machado en calzoncillos. Marquitos entra y encuentra a Joe poniéndose los pantalones y aun sin camisa. Estaba claro que ambos habían estado acostados en la pequeña cama personal de Machado, aun destendida. Había música en la radio. Marcos estaba incómodo y nervioso, saludó a Joe con pocas ganas, intercambió algunas palabras con Machado deseándoles suerte en la acción armada, dejó la comida, el arma y una cajita de municiones sobre una mesa y se fue. Pero no se fue. Cuando Machadito cerró la puerta y también una reja que había con un candado, Marquitos dio la vuelta a la cuartería por un patio trasero y puso una piedra en el suelo para subirse y mirar por una ventana estrecha que había casi pegada al techo. Y entonces vio que Machado se había quitado los calzoncillos, se había quedado encueros y estaba cargando la pistola con las balas y sopesándola con la mano, mientras Joe volvía a quitarse los pantalones y se tumbaba en la cama totalmente desnudo... Machadito trajo la pistola y se la dio a Joe para que la viera, pero éste la dejó a un lado y atrajo hacia sí al mulato..”.
Me dice Rivas que los detalles los supo su tío Juan Pedro por el propio Marquitos, varios días después, cuando le rindió cuentas de su misión de avituallamiento:
“Se lo contó fríamente, sin ninguna emoción y con una evidente intención de joder a Joe y a Machado. Pero tío nunca dijo nada a nadie del Directorio; se lo contó solo a mi mamá, por la que años después lo he sabido yo. Pocos días más tarde ocurrió el asalto a Palacio, y más tarde la muerte de mi tío junto a Westbrook, Machado y Fructuoso. Yo le tengo y le tendré un gran agradecimiento a Pepe (Jose Machado) porque en el asalto a Palacio, mi tío Juan Pedro quedó rezagado en la huida y Pepe regresó a buscarlo. Por eso lo hirieron en un muslo y estuvo escondido toda esa madrugada en un solar yermo perdiendo sangre y sin atención médica, hasta que pudo trasladarse con los otros al apartamento de Humboldt. Allí los mataron a los cuatro”.
He encontrado por ahí algún que otro rumor publicado que confirma la relación de Joe Westbrook con José Machado, pero Eladio cree que en realidad no era una relación sentimental estable sino un “alivio”, una especie de “descanso del guerrero” circunstancial. Joe y Machado estaban allí juntos por orden de Manzanita, y probablemente nunca hubieran intimado de no haber sido por la casualidad. No fue una relación amorosa duradera en el tiempo, pero estoy seguro de que Marquitos se lo tomó como tal”.
Tras el ataque a Palacio, Joe Westbrook pasó varios días escondido en casa de su novia oficial, Dysis Guira, hasta que la noche del 19 de abril, su futura suegra, Ciana Valdés-Roig  le exigió que se marchara, sin tener en cuenta la situación en que se encontraba. Llegó al edificio de Humboldt 7, en El Vedado, alrededor de la 1:00 p.m. donde ya se encontraba su amante Machadito junto a Juan Pedro y Fructuoso.
Algo se ha contado ya extraoficialmente sobre este asunto de modo tangencial, pero hasta donde me consta, nunca se han dado los detalles que hoy yo estoy revelando aquí, pésele a Fidel y a los amigos y familiares de los implicados que aun viven.
También debo decir que Marquitos nunca antes había tenido un comportamiento tan pasional en su vida privada, y que se arrepintió casi inmediatamente de su arranque. Pero ya era demasiado tarde. No obstante, se imponen dos preguntas clave:
¿Quién era Marquitos Rodríguez en realidad? ¿Fueron los celos el motivo de su delación?
Marcos Rodríguez
Aunque los estudiantes del Directorio implicados en aquellas acciones, eran vistos como “tipos duros y machotes”, Marquitos era todo lo contrario. Era un muchacho flaco y desgarbado, de impronta delicada, extremadamente amanerado y con aires lánguidos de intelectual. No muy agraciado en lo físico, Marcos Rodríguez usaba invariablemente sandalias sin medias y siempre llevaba un libro como complemento a su imagen “soft”, porque también era amante de la Filosofía.
Marcos Rodríguez durante el juicio por el caso Humboldt 7
(Foto: Deena Stryker, Duke University Colection)
Era además “muy querido” -que no deseado-, por el sexo femenino, y de hecho durante los meses posteriores a las muertes de sus compañeros de armas, muchas de sus amistades mujeres le apoyaron, entre ellas alguna especialmente cercana a alguien que aprecio, y que también me ha aportado en fechas recientes, varios datos para redondear este relato. Por su avanzada edad y su vínculo directo con protagonistas de esta historia, no debo ni puedo identificar en esta crónica.
He comprobado a posteriori en alguna publicación digital -puesto que antes de Internet, no era tan fácil contrastar con otra fuente la historia de Eladio Rivas-, que Marquitos es descrito repetidamente en la red como “un tipo débil de carácter, de apariencia amanerada y modales afectados”.
En realidad Marquitos no era en un principio estudiante de nada, ni miembro activo del DR, como cuenta la historia revolucionaria oficial, y sí lo eran el resto de sus “amigos”, a los que presuntamente delató.
Marcos Rodríguez era un simple mozo de limpieza en la Universidad de La Habana, miembro del PSP, (¿quién lo reclutó para esa formación?) cuya dirección le había conseguido ese trabajo en la Colina Universitaria. Tengan en cuenta que PSP y el DR, no eran precisamente organizaciones “amigas”.
Blas Roca en la sede habanera del PSP en el Paseo del Prado
Marquitos conocía de cerca todo lo feo y execrable del viejo Partido Comunista (PSP), su espionaje transversal y su infiltración en las demás organizaciones revolucionarias de la época. Por eso al final le aplicaron la vieja máxima pirata: "Dead men tell no tale": (Los muertos no cuentan cuentos) y terminó en un paredón de fusilamiento de Agapito.
Todos los que tenemos ya una edad, sabemos que el Partido Socialista Popular de Blas Roca (PSP) espiaba al Directorio Revolucionario de Jose Antonio Echeverria, "Manzanita", y que ambas organizaciones se pedían la cabeza mutuamente.
Manifestación del Directorio Estudiantil liderada por José Antonio Echeverría y Fructuoso Rodríguez en la Colina
Mientras el Directorio lo integraban en gran parte anticomunistas convencidos, el PSP nadaba entre dos aguas evitando enseñar su lado claramente rojo. Además el PSP estaba internamente fracturado en sí mismo en varias facciones, con ideas diametralmente opuestas sobre el tipo de lucha que debía librarse contra Batista.
Tanta desunión de la resistencia revolucionaria urbana, fue oportunamente aprovechada por Castro desde su mando en la Sierra, que incluso se permitió a disentir y criticar las acciones del Directorio en Radio Reloj y Palacio, calificándolas de inadecuadas y sanguinarias. La historia posterior demostró que ni se le acercaban a él en lo que a terrorismo y masacres se refiere.
Los jóvenes del Directorio eran en su mayoría católicos. Rechazaban a los comunistas dentro de sus organizaciones, razón de más para que no miraran con muy buenos ojos a Marquitos, que por ser comunista no era considerado un miembro de pleno derecho en ella.
El Directorio era, además, igual de machista que la sociedad cubana de entonces. Marquitos era muy afeminado y entre sus compañeros no había dudas sobre su homosexualidad. El grupo lo trataba de ‘mariconcito’, se burlaba de él, era objeto de chistes malsonantes y muchas veces le daban nalgadas y lo trataban en femenino. Era en consecuencia el hazmerreír del grupo, que lo repudiaba doblemente por homosexual y comunista. Además, el DR era un movimiento estudiantil, y un mozo de limpieza no era precisamente bienvenido allí.
Otras fuentes me sugieren que Marquitos había delatado al grupo de Humbolt 7 como venganza personal por la manera en que lo trataban y lo despreciaban, pero si bien esto ocurría realmente, no creo que haya sido la “venganza social” la causa de su supuesto chivatazo. Lo fue un conjunto de motivos bastante complejos de explicar, así que lean con cuidado y atiendan los detalles.

LOS HECHOS

Según la historia oficial, el Coronel Ventura grabó en su memoria la dirección que le proporcionó Marcos Rodríguez: Humboldt 7, apartamento 202, (después se supo que era el 201), y los nombres de quienes se encontraban escondidos en ese lugar: Fructuoso Rodríguez, Joe Westbrook, Juan Pedro Carbó Serviá y José Machado, todos con expediente abierto en anteriores casos policiales, entre ellos el caso del asesinato del Coronel Blanco Ríos en el Montmartre, perpetrado por Carbó Serviá y Cubela.
Vista aérea del Edificio de Himboldt 7
Ventura valoró la cuestión y dio órdenes concretas: Rodear la manzana del inmueble, allanar el apartamento y matar a todos los implicados, sin más. A las 5:50 de la tarde del sábado santo del 20 de abril de 1957, el comando de Ventura entró en el edificio, y 30 soldados entraron en tropel armados de ametralladoras Thompson con la orden de no hacer preguntas ni prisioneros, solo eliminar a los prófugos de los cuales ya tenían fotos.
Policías interrogando a la dueña del apartamento en que intentaron ocultarse los miembros del Directorio asesinados
Al percatarse del movimiento policial en la calle, Westbrook, el ex amante de Marcos Rodríguez y el más joven de los cuatro prófugos, baja del segundo piso al primero y llama a un apartamento rogándole a la inquilina lo deje esconderse allí. La señora accede, pero cuando la policía sube revisando uno a uno los apartamentos, tocan al timbre del domicilio donde se esconde Westbrook.
El hijo del portero observa la sangre de Juan Pedro Carbó Serviá derramada en la escalera
El joven cambia de idea y abre la puerta a la policía para entregarse y evitarle represalias a la señora, a quien intenta calmar diciéndole que no se preocupe. Apenas da un paso fuera, es acribillado a balazos por la espalda en el pasillo, mientras la dueña de la casa grita presa del terror.


Cadáver de Joe Wesbrook
Años más tarde, la revolución premiaría la memoria de Westbrook por su amor a las prédicas de José Martí y su “conducta revolucionaria” con el ridículo título póstumo de "El Apóstol Adolescente", dado que había muerto con apenas 20 años.
Fructuoso, Juan Pedro y Machado, alertados en el piso de arriba por los disparos, huyen por el extractor de aire de la cocina del apartamento, que daba a la casa de los bajos, ante la mirada asustada de la dueña de la casa. "No se alarme, señora, que somos buenos", le dijo Fructuoso, según contaría una vez aquella mujer a la prensa. Los tres salen corriendo hacia la puerta de la calle para dispersarse en direcciones diferentes.
Juan Pedro corre hacia el elevador, pero apenas llega lo ametrallan a bocajarro; Machadito y Fructuoso se lanzan por una ventana y caen en un pasillo de una agencia de automóviles, cerrada con una reja al final cuyo candado les cierra el paso. Fructuoso yace inconsciente en el suelo, mientras Machadito intenta levantarse sin conseguirlo, porque se ha fracturado ambos tobillos en la caída.
Uno de los empleados del lugar les hace señas y va a buscar la llave de la verja, pero tres policías se le adelantan y los fulminan a tiros a través de las rejas, apagando la voz de Machadito que les pide: "¡No nos maten, vamos desarmados!". Ruego inútil.
Cadáver de Fructuoso Rodríguez
Después los tres cadáveres son arrastrados por los pelos hacia la acera, sobre los charcos de sangre en la escalera del edificio. Los guardias disparan algunas ráfagas más a las fachadas de los edificios contiguos, como respuesta a los gritos de “¡asesinos!” de los vecinos desde los balcones. Habían transcurrido solo tres horas de la supuesta delación de Marquitos. Cuando me fui de Cuba, aun existían las huellas de aquellos impactos de bala en las fachadas.
Dos años más tarde, muchos de estos policías, abandonados en su fuga por Ventura, fueron apresados por Castro, que dio paredón sin juicio tanto a los responsables directos de las muertes como a los que no lo eran. Ventura nunca llegaría a cumplir su sueño de ser general. Escapó junto a Batista el 31 de diciembre de 1958 y se estableció en Miami, sin que tuviera efecto la extradición solicitada por las autoridades cubanas a los EE.UU, donde murió de viejo a los 87 años en 1990.
Pero, ¿qué fue lo que sucedió en realidad con Marquitos después de los sucesos de la calle Humboldt y más tarde, cuando triunfó la revolución?
Su historia posterior resulta tan alucinante e increíble, que prefiero poner aquí un punto y aparte momentáneo, para contarla después de tomar aliento. Merece ser masticada y digerida con calma y mucha atención, porque podría ser parte del guión de la mejor película de espionaje facturada de Hollywood.



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Author: verified_user

Cubano de nacimiento y catalán de adopción

11 comentarios:

  1. Me seduce tu escritura tanto que aunque lo haya leído un millón de veces, siempre lo haré una vez más. Recuerdo como si fuera hoy ese día 13 de Marzo por una indiscreción de mi madre que un fía re contaré

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    1. Ya me tienes sin cutículas... TIENES QUE CONTARME ESO MIRTA

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  2. Ah no! Estoy realmente impresionada.Una historia detras de la historia. Me ha encantado. Vaya Carlos Ferrara, mis amigos se quedaron cortos al hablarme de ti. Gracias pir aceptarme como amiga. Me has ganado con este artículo. Ahora no puedo parar de leer. A seguir buscando la continuación. Nos leemos!¡

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  3. Finalmente pude leer ambas partes. Gracias Carlos Ferrera, muy interesante y revelador todo. Gracias

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    1. Gracias a ti Yuriem, pero te faltan tres partes más por leer

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  4. No importa cuantas veces lo lea,siempre descubrí un detalle nuevo.muy interesante,una historia que no quieres que se acabe.muy bueno Carlos.como siempre.

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  5. Interesante y esclarecedora historia de Humbolt 7. Hacia algún tiempo me había acercado a ella a través del libro de Pellicer que leí hace algunos años,como también a la relacionada con el Moncada y otras,pero sin dudas esta que acabo de leer de un tirón da una cantidad de detalles que permiten conocer la verdadera historia,no la contada a medias o mal contada que fuimos víctimas durante muchos años y que aún otros permanecen con esa venda en los ojos pero que a la larga ayudará a ser mas hábiles en la oscuridad.
    Empezaré a seguir tu blogs amigo Carlos y ayudaré a otros a que también tengas la posibilidad de descubrirlo compartiendo tus escritos en fb.
    Gracias hermano.Un abrazo.

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  6. Mu amigo eso está tan real y tanta veracidad no dudaría que alguien quiera llevarla al celuloude he llorado tocando lo profundo de mi ser con tu permiso lo público en mi página de FACEBOOK eres un talento espero estés recuperado un abrazo y cariño

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  7. Me quedo sin palabras,en verdad he conocido la Historia de Cuba,desde que vivo en el exterior,esta y muchas más.En lo adelante,seguiré tu block,esta debo dejarla inconclusa ,son las 3.00 am y trabajo mañana,me voy avida de continuar,pero Morfeo se apodera d mi.Escribes precioso! Bendiciones!

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