martes, 3 de julio de 2018

MÁRTIRES DE HUMBOLDT 7 ¿UN CASO CRIMINAL DE CELOS POR DESPECHO? (V)

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Marcos Rodríguez declarando en el juicio por delación en el caso Humboldt 7
 (Foto: Deena Stryker, cortesía de Duke University Colection)

LA CAUSA 72/1964


El número que identifica el proceso penal para juzgar a Marcos Alejandro Rodríguez Alfonso por delación, es significativo. Estamos en el quinto año de la revolución y ya se han celebrado más de 70 juicios “revolucionarios”, -si bien no todos para juzgar delitos como este-, pero que han servido de entrenamiento a Fidel Castro para aplicar la ley a su manera.
El Dictador ya es un experto manipulando hechos, inventando pruebas, quitando jueces imparciales, colocando magistrados serviles, y silenciando a los que ejercían defensas incómodas para sus intereses.
Ha pasado un quinquenio de aquella primera causa “revolucionaria” contra los pilotos batistianos, y el sátrapa ha aprendido de los errores que cometió entonces, cuando tuvo que repetir el juicio para obtener la sentencia que buscaba.
En este, como en otros procesos judiciales, el pueblo ha estado al margen de lo que se cuece en los despachos gubernamentales, hasta que sale publicada una nota en la prensa sobre el asunto, y el anuncio público de la causa.
Entonces comenzó la representación.

EL JUICIO

No quiero hacer muy larga la descripción del juicio, porque la transcripción completa de la primera vista y de la posterior apelación de la defensa, pueden encontrarla en PDF, publicada por la revista Bohemia en este enlace o en este, y también por el portal Yumpu, aquí. En este capítulo de la serie, solo haré un resumen de los testimonios que considero más importantes.
Se escogió, en principio, el 13 de marzo de 1964 para abrir la causa. La fecha fue escogida con toda intención, para poner más dramatismo al tema y “tocar” la fibra sensible del pueblo llano: se conmemoraba el séptimo aniversario de aquel ataque a Radio Reloj y al Palacio Presidencial, eventos que desencadenaron la matanza de Humboldt 7. Era el escenario perfecto para "hacer justicia" con el supuesto traidor.
Sin embargo, la primera vista se debe posponer al día siguiente. Me cuenta Eladio Rivas, y también otras personas que siguieron el caso en su día, que se dijo que el cambio de fecha se debió a "una indisposición" del acusado. El juicio entonces tiene lugar el 14 de marzo de 1964.
Recorte de prensa de la revista Bohemia  anunciando el inicio de la causa contra Marcos Rodríguez.
El 27 de marzo aparece esta nota en Bohemia junto a la transcripción del juicio:
"Por falta de tiempo, BOHEMIA sólo puede ofrecer a sus lectores la información de la primera parte del juicio efectuado en el Tribunal Supremo contra Marcos Rodríguez, delator de los Mártires de Humboldt 7. En su próximo número acogerá el desarrollo ulterior del proceso que tanto interés ha despertado en la opinión pública.”
La “falta de tiempo” se debía a que el Consejo de Estado –en realidad, el propio Fidel–, aún no había terminado su labor de censura para dar el visto bueno a la versión taquigráfica que debía publicarse, y de la que debían ser eliminadas las palabras soeces de los testigos contrarios al acusado, así como las partes de los testimonios que Fidel encontrara peligrosos para la credibilidad del juicio. Así lo explica 20 años después María Elena Requejo, editora de la publicación después exiliada en Venezuela, a un periodista del diario español El País.
Aun así, Bohemia incurre en un error garrafal, publicando parte del texto del recurso de apelación, en lugar de la transcripción de la primera vista, un fallo editorial del que se percata demasiado tarde, cuando ya se ha vendido íntegramente el número de la revista.
Debo aclarar también que, en los años posteriores, se sacaron de circulación todas las fotografías del juicio que hizo el fotógrafo de Bohemia Antonio Martín (que podrán ver con poca nitidez en los PDF del juicio que adjunto), y también todas las fotos de Marcos Rodríguez hechas públicas antes y después del proceso en la prensa cubana, de ahí que sea tan difícil encontrar imágenes suyas en la red. 
Sin embargo, gracias a la fotógrafa norteamericana Deena Stryker, que asistió como personal de prensa acreditado en la sala, hoy es posible ver otras fotos del juicio de gran calidad, que forman parte de la Duke University Colection, y que son las que muestro en esta crónica.
La colección de las fotografías de Deena Stryker (conocida durante la época como Deena Boyer) contiene material hecho entre julio de 1963 a julio de 1964, no solo del juicio, sino de los dos viajes que hizo Stryker a Cuba, en otras circunstancias. 
Pero volvamos al juicio, que fue un circo de varias pistas transmitido por televisión, tan burdamente montado “para la galería”, que en Cuba a pocos les quedaron dudas de la descarada intromisión del comandante en el proceso. 
Pero eso no importaba, empezábamos a “dejarnos mentir” con total impudicia, y a aceptar las mentiras como verdades, sin paliativos. 
Así que, si bien el pueblo, contagiado por la “euforia de la libertad” que se había instalado en la sociedad cubana desde 1959, apoyó el veredicto sin cuestionar demasiadas cosas, era innegable para todo el mundo que antes de comenzar, ya Marquitos traía escrita en la frente su condena.
Marcos Rodríguez durante el juicio. Foto:  Deena Stryker
Duke University Colection
El acusado fue sentado en el banquillo bajo los efectos de varias dosis de pentotal sódico, totalmente desposeído de voluntad propia, para juzgarlo después de siete años de ocurridos los hechos, y tres de torturas físicas y psicológicas durante los prolongados y crueles interrogatorios a que fue sometido por varios oficiales de la CI. 
Aunque Raúl Castro relevó a Camilo Cienfuegos al frente de este caso por órdenes expresas de su hermano, fue el propio Fidel quien en todo momento estuvo al mando y tomó las decisiones.

LA EDAD DEL ACUSADO

Para empezar, Marquitos declaró -y se comprobó durante la instrucción, aunque jamás se dijo- que tenía 17 años de edad el día de la matanza de Humboldt 7, o sea, que el 20 de abril de 1957, todavía era menor de edad. Ajustándonos a la ley vigente entonces, a Marcos no podía aplicársele la pena capital.
Marcos Rodríguez es conducido al banquillo (Foto: Deena Stryker DU Colection)
Sin embargo, posteriormente, en la primera vista, respondiendo a una repregunta de la defensa sobre su edad el día de autos, y ya bajo los efectos de la “medicación” que había recibido previamente, Marquitos cambió su testimonio y declaró una fecha de nacimiento de la que se infería que, a efectos penales, ya era mayor de edad en el 57, y por tanto, susceptible de ser condenado a muerte.
¿Por qué lo hizo, sabiendo que eso lo mandaba directamente al paredón?
Porque se le prometió indulgencia a cambio de declararse culpable. Marcos Rodríguez se sentó en el banquillo con la convicción de que pasaría muchos años en la cárcel, pero conservaría la vida. De todas formas, su letrado de oficio aprovechó su tímido alegato final, para hacer referencia a su juventud, como atenuante de la pena de muerte. Estaba claro que su petición de clemencia iba a ser ignorada.
Una breve consideración sobre este "abogado defensor", el Dr. José Antonio Grillo Longoria. Si no fuera por el dramatismo del caso, la defensa de oficio de Grillo Longoria podría considerarse risible, porque tuvo tintes tan patéticos que rozaron la comedia.
Hasta donde sé, Grillo Longoria nunca quiso contestar a las preguntas que se le hicieron sobre el juicio después. El letrado -entre otras maravillas- dijo al tribunal: "Ha quedado plenamente demostrada la culpabilidad de mi defendido, pero apelo a su corta edad en el momento de los hechos, y solicito clemencia de este tribunal...". Una defensa en esa tesitura, no podía augurar nada bueno al reo. El ejercicio de defensa de José Antonio Grillo Longoria ha sido durante décadas, objeto de burlas y críticas -por supuesto, solapadas- entre los magistrados cubanos.


José Antonio Grillo Narona y Marcos Rodríguez
De modo que de pronto, Marquitos, con 20 años aún no cumplidos en la fecha antes indicada (si aceptamos que nació en 1937), ya era mayor de edad para ser fusilado en 1964. El propio Fidel Castro, actuando de fiscal, había pedido la pena capital públicamente, sentenciándolo antes del proceso.
Por si fuera poco, se da la circunstancia de que la pena de muerte como sanción en Cuba, ya no estaba vigente en abril de 1957. A Marquitos se la aplicaron de forma retroactiva, como lo hicieron con las penas carcelarias a los pilotos batistianos en 1959. La sanción ya no existía en la fecha del presunto delito, porque la Constitución cubana de 1940 había abolido la pena máxima en su artículo 25, “excepto para casos de delitos de carácter militar y personas culpables de traición o de espionaje en favor del enemigo en tiempo de guerra con nación extranjera". La excepción no aplicaba en este caso.
Además, suponiendo que “in extremis”, Fidel hubiera desechado la Constitución del 40 como marco legal, acogiéndose a la legislatura que él mismo se inventó en la Sierra Maestra, antes del triunfo de la revolución, la supuesta delación habría ocurrido en un momento anterior a la Ley de Pena de Muerte, promulgada por el 26-J el 21 de febrero de 1958, y aprobada en el Reglamento No. 1 del Ejército Rebelde.

José Antonio Grillo Narona, "abogado defensor"
y Marcos Rodríguez, su "defendido"
El castigo a Marquitos sólo habría encontrado cobertura legal en las rígidas leyes penales de la República en Armas, que se dictaron durante la Segunda Guerra de Independencia. De modo que se le aplicó retroactivamente una sanción que se basaba en la legislación procesal mambisa de 1896, amén de que el uso retroactivo de esta ley, procedía solo “en caso de que favoreciera al reo, y nunca si lo perjudicaba”.
Como quiera que se viera, la condena a muerte fue clamorosamente ilegal, incluso si el acusado hubiera sido culpable.
Ya se ha hablado demasiado del juicio, y es posible leer sus actas y las declaraciones de los implicados, jueces y testigos, palabras por palabra en la red, y en abundante literatura escrita. Aporto esos documentos en esta crónica para quien tenga tiempo de leerlos, pero eso fue solo el circo. La verdad nunca pisó la sala del juzgado.

LOS PERSONAJES DEL JUICIO

Por el estrado desfiló casi toda la plana mayor de la cúpula castrista, pero yo solo me referiré muy brevemente a los que tuvieron una relevancia especial como manipuladores del proceso, y a los que fueron silenciados -o desoídos- por el tribunal.
Fidel Castro durante la vista y detrás, la plana mayor de la revolución al completo. 
(Foto: Deena Stryker, DU Colection)
Si se me permite hacer un paralelo sarcástico de lo que fue aquel juicio, en lo que a invitados ilustres se refiere, diría que fue una versión cubana sesentera de la Superbowl, una alfombra roja sangrienta de la revolución cubana, o una gala cinematográfica de los premios Oscar, devenida gala judicial de los premios Castro. No es solo una manera de hablar, porque gran parte de los testigos que declararon contra Marcos, fueron “premiados” después gracias a sus testimonios serviles.
Estaba todo lo que valía y brillaba de la cúpula de la revolución cubana, concentrado en 200 metros cuadrados. Nunca antes ni después -ni siquiera en el juicio contra Ochoa-, hubo tal concentración de miembros del poder cubano, en la sala de vistas de un tribunal de la Isla.
Vista de la sala del juicio (Foto: Deena Stryker, DU Colection)
De hecho, hubo hasta “red carpet”, porque los periodistas nacionales y extranjeros convocados para cubrir el show, se concentraron a los lados del “caminito” que debían recorrer los participantes e invitados a la “fiesta”. Hay constancia gráfica de ello en el reportaje que hizo Bohemia de la segunda vista, donde se publicó toda la transcripción de ambas sesiones judiciales. Ahí podemos ver también -entre otras-, una foto de la estrella principal del espectáculo entrando a los juzgados; no me refiero a Marquitos, sino a Fidel Castro.
Recordemos que hemos llegado a este juicio gracias a la “instrucción” llevada a cabo por Camilo Cienfuegos -más tarde relevado por Raúl-, acelerado por las pesquisas “por cuenta propia” de Marta Jiménez, viuda de Fructuoso Rodríguez, que contó con el valioso apoyo en la sombra de Faure Chomón, que le proporcionó las “pruebas”. 
Desde el minuto siguiente a los asesinatos, Faure había mostrado un gran interés en que se encontrara un chivo expiatorio para el proceso, una obsesión que convirtió en “tarea de la revolución” a partir del 1 de enero del 59. Y lo encontró.
Vista de la sala del juicio (Foto: Deena Stryker, DU Colection)
Camilo fue auxiliado en la instrucción por el capitán de la Seguridad del Estado Reinier Díaz y otro oficial de la CI, Vicente Gutiérrez Martínez, en el proceso de “obtener” pruebas inculpatorias contra Marquitos. Además, contó con la ayuda inestimable del torturador de la CI, Lorenzo Hernández Caldeiro, conocido por el sobrenombre de “Piñazo”. Hernández Caldeiro llegó a ser jefe de investigaciones de la Seguridad del Estado y de Relaciones Internacionales del MININT. Es conocida la anécdota que lo había hecho famoso dos años antes, en 1962, cuando recibió una pistola "Stinkin" como obsequio de Fidel Castro por su cumpleaños. Lorenzo fue la prueba “parlante” más rotunda de la fiscalía, porque ante él, -y torturado por sus hombres- Marquitos “confesó” su culpabilidad y firmó su confesión.

EL TRIBUNAL

La sala del tribunal supremo designada para juzgar a Marcos Rodríguez en su primera vista, estaba formada por: José Fernández Piloto como presidente, Carlos Amat como primer fiscal del estado, Osvaldo Dorticós Torrado -entonces Presidente de la República- como "fiscal auxiliar", una figura procesal extraña, inventada "ad hoc" por Castro para la causa, los magistrados, Dres. José Guma, José García Álvarez, Rafael Cisneros y Nicasio Hernández Armas, el Dr. José Antonio Grillo Narona como abogado de oficio de Marcos Rodrígues, y Rafael Aballí de la Torre como secretario.
La designación de Fidel del “presidente marioneta” de la República de Cuba, Osvaldo Dorticós Torrado como "fiscal auxiliar", obedecía a razones prácticas. Dorticós era la persona perfecta para llevar las riendas del juicio como Castro había previsto, monitorear "desde dentro" el caso, y no dejarlo totalmente en manos de la justicia "ordinaria". 
Osvaldo Dorticós y su mujer Caridad Molina
Dorticós era un ser  manipulable, servil y débil de carácter, tan débil que tuvo que pegarse un tiro años más tarde al no poder soportar las presiones que sobre él ejerció Fidel Castro. Es un tema que algún día trataré como monografía, porque es otro secreto velado de sus crímenes. También Fidel eligió como fiscal a su amigo Carlos Augusto Amat Forés, entonces Teniente Fiscal del Tribunal Supremo de Justicia desde 1959, y que fue también fiscal adjunto en el segundo juicio que se celebró después, como resultado del recurso que puso la defensa de oficio. 
Fue una clara violación de las normas legales, que entonces impedían a los magistrados que actuaran de fiscales en un juicio, formar parte del tribunal de casación de una segunda vista, si esta se producía.
Carlos Amat Forés
Amat hizo gala de parcialidad durante todo el proceso, silenciando a los testigos comprometedores, como Jorge Valls, y “dando ala” a los afines a Castro, como Marta Jiménez, Faure Chomón y muchos otros. Carlos Amat murió en 2015 cuando ocupaba el cargo de embajador de Cuba en Ginebra, pero gracias a su desempeño en este juicio, llegó a ser vice ministro y después ministro de justicia.
Vista de la sala del juicio desde el estrado (Foto: Deena Stryker, cortesía de la Duke University Colection)

Además de los antes mencionados, estuvieron por allí en calidad de testigos, Edith García Buchaca y Joaquín Ordoqui, para los que el juicio fue un aviso a navegantes, preludio de sus propias tragedias. 
Presentes, sentados muy cerca, Carlos Rafael Rodríguez, Osmany Cienfuegos y Alfredo Guevara, todos ex miembros del PSP que en buena lid,deberían haberse sentado en el banquillo junto al acusado, porque orquestaron su “segunda fuga”, y Jorge Valls, también miembro fundador del PSP y del Directorio,y el único de los testigos que declaró a su favor, condenado más tarde a 20 años de cárcel.  


También presentes estaban Hiram Pratts, César Gómez, José Novo Jiménez, César Escalante, José Assef Yara, «El Moro», Antonio Carcedo Ferrer, Julio García Olivera, Marta Fernández -viuda de Fructuoso Rodríguez-, José Ángel Luis Rodríguez -oficial de la Seguridad del Estado- Raúl Díaz-Argüelles y Gustavo “Tavo” Machín, estos dos últimos, miembros del Directorio y piezas importantísimas de este puzle, a los que me referiré más adelante. 

Igualmente en calidad de testigos o invitados VIP, se encontraban en la sala, Raúl Castro, su esposa Vilma Espín, la esposa de Dorticós, Caridad Molina, Ramiro Valdés, el entonces Ministro de Justicia Alfredo Yabur.


Estaban  presentes además, el Presidente de la JUCEI Pepín Naranjo, Blas Roca, José Abrantes Fernández, Raúl Valdés Vivó, Jesús Montané, Carlos Franqui, Raúl Roa, Pepe Llanusa, Augusto Martínez Sánchez, Nicolás Guillén, Melba Hernández, Faustino Pérez, Jorge Risquet, Juan Marinello, Blanca Mercedes Mesa -miembro del DR y amiga de Marquitos-, los padres de Machadito y de Juan Pedro Carbó Serviá, además de otras personalidades del Estado y el Gobierno, militares y civiles de mediana o menor relevancia como testimonios. 


Debo recordar un detalle al que habrá que volver después: no estaban Dora Rosales, la madre de Joe Westbrook, ni su novia Dysis Guira en el momento del proceso judicial, porque ya habían abandonado antes el país definitivamente. 
Como ven, aquel juicio fue casi el equivalente a un Consejo de Estado cubano de la actualidad.

LA "CONFESIÓN" DE MARCOS

El primero en ser llamado a declarar fue por supuesto, el acusado. Me tomaré el trabajo de transcribir aquí su “declaración”, palabra por palabra, porque fue la que “convenció” a los que aún lo consideran culpable y la que sirvió para “ajusticiarlo” en La Cabaña. 
Marcos Rodríguez durante el juicio (Foto: Deena Stryker, DU Colection)
Antes, debo hacer referencia al testimonio que, sobre esta confesión, dio años más tarde al New York Times, José Enrique Díaz Fernández-Muela, oficial de la CI y ex escolta de Fidel, después desertor del régimen, que, junto a otros oficiales, estuvo a cargo de la vigilancia de Marcos durante el último año de su encarcelamiento, de marzo del 63 a marzo del 64.
La declaración que ahora leerán, fueron las mismas palabras que Díaz Fernández-Muela dijo haber escuchado repetir a Marcos como un mantra, en la soledad de su celda, durante varias semanas seguidas, día tras día, en los meses previos al juicio. Se las estaba aprendiendo de memoria. 
Era el texto que le habían obligado a memorizar, la confesión con la que le prometieron que conseguiría la conmutación de la pena capital, que debía repetir letra a letra, y que al final solo sirvió para que lo fusilaran.
El pentotal o “suero de la verdad” reduce la capacidad de hablar y ralentiza el discernimiento, efectos secundarios que fueron previstos al milímetro en el caso de Marquitos. Nunca tuvo que repetir él mismo esas palabras en la vista, porque de eso se encargó el propio Dorticós, que fue quien leyó en la sala la confesión firmada previamente por el acusado en su encierro.
Así que, cumpliendo con el guion, y en calidad de fiscal, Dorticós se dio pie a sí mismo, haciendo una pregunta retórica al comandante Ramiro Valdés, testigo en el proceso:
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CONFESIÓN DE MARCOS ARMANDO RODRÍGUEZ:

(SE PROCEDE A PASAR LA GRABACIÓN DE LA REUNIÓN SOSTENIDA POR UNA COMISIÓN DE LA DIRECCIÓN NACIONAL DEL PARTIDO UNIDO DE LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA CON EL PROCESADO MARCOS RODRIGUEZ)

DR. OSVALDO DORTICÓS (A RAMIRO VALDÉS): ¿Tú le explicaste a él por qué se le traía aquí?
RAMIRO VALDES: No.
DR. OSVALDO DORTICÓS: Entonces es mejor que lo expliquemos. Esto no es ningún acto formal ni mucho menos judicial, ni nada de tipo legal, simplemente el interés que teníamos de aclarar algunos aspectos que tienen que ver con las manifestaciones que usted ha hecho en el curso de los interrogatorios previos, mientras usted ha estado preso, puesto que implica algunas cuestiones de carácter político, es decir, que eso es lo que explica la presencia de algunos compañeros de la Dirección Nacional del Partido aquí y la mía, no como Presidente, sino como miembro de la Dirección Nacional del Partido. Hay dos cosas fundamentales que nosotros queríamos dejar perfectamente aclaradas en relación con la confesión que usted hizo al compañero que lo interrogó en el mes de mayo de este año, a ver si usted recuerda exactamente cómo fueron los hechos. Lo primero es  relativo a su actuación en el caso de Humboldt 7 y la parte aquella que usted describía en la que se confesó culpable de haber delatado a esos compañeros y su entrevista con Ventura, (DIRIGIÉNDOSE A MARCOS RODRÍGUEZ) ¿cómo fue todo aquello? ¿Usted quiere que yo le lea lo que usted declaró a ver si usted recuerda más o menos? Fundamentalmente en el pasaje donde usted fue interrogado verbalmente, declarando eso, después usted lo escribió. Lo escribió usted mismo a mano, ¿verdad?
MARCOS RODRIGUEZ: Sí, señor.
DR. OSVALDO DORTICOS: Más o menos usted estaba escribiendo cuando llega al apartamento de Humboldt 7. Dice: "Llegué al departamento, toqué y me abrió -para sorpresa mía- un primo de Joe, Víctor, que no lo conocía, vinculado al Movimiento. Estaban en dicho lugar Joe, Héctor, Carbó y Fructuoso, y quizás alguna otra persona, pero yo no los recuerdo. Cuando yo entré seguramente era evidente mi nerviosismo, porque natural y lógico era pensar que después de aquel auto de la Policía -auto que usted vio allí en la acera-, ésta se encontraría en el departamento. Machadito no había llegado y ellas (las mujeres) esperaban en la calle. Carbó y Fructuoso comenzaron a reírse de mí, a decirme que parecía una gallina. Yo trataba de hacerles comprender brevemente que mi nerviosismo era humano, lógico si se quiere, pero ellos siguieron tratándome despectivamente. Joe me sacó del estupor, participándome que me fuera, que él se iría con Julio más tarde, cuando trajeran a Machadito (que estaba herido). Salí a la calle como loco, les dije a Blanca y a Dysis que no había pasado nada y a esta última le dije que Joe iría para su casa tarde en la noche; ella me preguntó que qué me pasaba y yo le respondí que era producto de la tensión nerviosa, pero realmente no era así. Aquella frase, todos los actos anteriores, comenzaron a entremezclarse en mi cabeza, constataba yo como había actuado frente al peligro que en un momento los amenazó y mi posición frente a ellos y, por otra parte, la hostilidad y la burla demostrada. Eso me enloquecía o me embotaba, yo mismo no lo sé bien. Aquella noche no dormí, me martillaban los insultos, los incidentes universitarios, las subestimaciones hirientes. ¿Cuál fue mi reacción? La más injusta, la más anormal, la más cruel. Por la mañana llamé por teléfono a la Quinta Estación y pedí hablar con Ventura, diciéndole que tenía una noticia importante que darle. Me citó para las tres de la tarde en una casa situada en Carlos III esquina al Hospital Reina Mercedes, en los altos (lo confundía con el Hospital de Emergencias). Desde la mañana hasta esa hora yo estaba en casa de Dysis y Joe, ellos habían acordado que Joe no se moviera del departamento. Joe me vio turbado y me preguntó si me sentía mal, respondí que sí. Después fui a ver a Ventura y le dije, “en tal dirección están Fructuoso y Carbó, deténgalos”; me hizo repetirle la dirección. Después me preguntó: ''¿Tú no te llamas Marcos?' Afirmé. Iba a marcharme cuando me detuvo; “¿Tú no eres comunista?” “Lo soy”, le contesté; abrió el picaporte y me dijo: “ven por la noche, yo estaré aquí”. Me dirigí a mi casa, donde tomé un baño para después salir rumbo al centro de La Habana. Estuve caminando sin rumbo fijo hasta que me metí en el Cine Rex. Allí me encuentro a Tirso, hablamos varias cosas que no recuerdo, quedando citados para dos días posteriores en casa de Blanca. Él se marchó, y a la media hora aproximadamente lo hice yo. Al bajar por una de las calles transversales a Neptuno escuché la noticia del asesinato. Yo no pensaba o no había pensado, en aquella posibilidad. Me dirigí corriendo a ver a Ventura. Me dijo que si yo quería me situaba en un avión, que me daba dinero; yo lo insulté, no sé cuántos horrores le dije; vi que se contrajo. Yo aproveché para abrir la puerta y me fui. Entonces comencé a caminar rumbo al Vedado, oía la noticia una y otra vez, oía que yo aparecía como prófugo junto con Pérez Cowley, y entonces empecé a creérmelo a mí mismo, horrorizado de lo que habla hecho. Seguí caminando, recuerdo que cerca de la Universidad paró un patrullero y me escondí en el portal de una casa. Llegué hasta 23 y L desde donde llamé a Blanca y le dije que fuera a la Cafetería San Antonio, que allí la esperaba. Blanca no tardó en llegar. Me llevó a una casa donde vivía su tía Nérida, en Miramar. Los nervios no me dejaban hacer nada. Al día siguiente pude ver en la prensa las mentiras creadas por la Policía, y Blanca y Nérida me trasladaron para la casa de las Ursinias, en la calle 2, en el Vedado…”
Y después usted relata lo de su asilo en la Embajada del Brasil. ¿Se acuerda ahora más o menos? ¿Los hechos fueron así exactamente?
MARCOS RODRÍGUEZ: Sí señor.
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Con solo dos “sí señor”, Marquitos acababa de firmar su fusilamiento. Su paso por el estrado fue patético y triste, seguramente recordado por quienes tengan una edad para haber vivido aquella pantomima que se transmitió por televisión a toda Cuba.
Apenas se le escuchaba la voz, y el fiscal y su propio abogado de oficio, tenían constantemente que hacerle repetir las respuestas “en voz más alta”. El presidente del tribunal, incluso se vio obligado a detener el juicio unos minutos, por el estado deplorable en que se encontraba. 
Su tono era vacilante, inseguro y débil. Lo “confesó” todo de forma tan mecánica, que cualquiera podía detectar la inconsistencia de sus palabras y lo forzado de su declaración. Si han visto la de Ochoa 20 años más tarde, tendrán una idea aproximada, pero la de Marcos fue aún más increíble y digna de lástima.
Marcos no quiso al principio referirse en profundidad, a la bronca que tuvo con sus compañeros del Directorio unos días antes en el apartamento de Humboldt 7, donde recibió aquel piñazo de Machado y los insultos de Fructuoso, -que conté en capítulos anteriores- hasta que el fiscal lo obligó a hacerlo. Aun así, no mencionó el episodio tal y como sucedió en realidad. Y por supuesto, tampoco dijo nada sobre la tendencia sexual de Machadito y Westbrook, un tema que también la acusación y la defensa bordearon con gran cuidado. En cambio, todo el tiempo se “suponía” e “intuía” su propia homosexualidad, como agravante moral del delito del que se le acusaba.

LOS TESTIGOS

Tras Marcos, la primera en declarar como testigo fue, -cómo no- la instigadora de todo este teatro: Marta Jiménez Martínez, viuda de Fructuoso Rodríguez.
Marta Jiménez
Siento, aunque sea solo por humana compasión, tenerme que referir a Marta en los términos en que lo he hecho hasta ahora, y lo haré en adelante, a sabiendas de que alguna vez su hijo Osvaldo Fructuoso, leerá este artículo, pues es amigo de muchos de los que me siguen en las redes sociales y será inevitable que pase por este blog. Pero debo, ante todo, ser consecuente con mis principios y con la verdad; ni Marta, ni el Fructuoso vivo, ni el Fructuoso muerto, pueden impedir que cuente la historia tal y como fue, aunque queden mal parados en ella.
Confieso que no le tengo muchas simpatías a Fructuosito. Critico su ciega credibilidad a la versión que le dio el régimen cubano sobre la identidad del delator de su padre, sin detenerse antes a investigar los hechos, ni considerar las versiones que Fidel y Faure omitieron por motivos obvios. 
También deploro su ambigua postura política viviendo en USA, pero apoyando esta idea falsa de Castro que defendió su madre, y endiosando a su padre como combatiente revolucionario y enemigo del imperio a donde él no ha dudado en ir a refugiarse. 
Igualmente desprecio el modo en que ha vendido ese dolor filial en las televisiones de Miami, porque ha utilizado impúdicamente su apellido como anzuelo, para ganar dinero y notoriedad a costa de la tragedia de su progenitor, primero, y de la suya propia en sus intentos de volver a la Isla para visitar a su madre enferma, después.
Osvaldo Fructuoso Rodríguez
Pasaré de puntillas por su patética participación en la “huida” de Cuba de la hija del dictador, Alina Fernández, que también ha vendido en los medios, porque nada atañe a esta historia, pero es sintomática de su afán por la fama mediática. Creo que al final, si por fin Osvaldo Fructuoso decide abrir los ojos y destaparse los oídos, le vendrá bien conocer -y aceptar- la realidad que se ha negado a asumir toda su vida. Sé que no será fácil para él desdecirse de todo lo que nos ha contado, y se ha contado a sí mismo durante tantos años, pero la verdad sigue siendo la mejor cura para el rencor.
Admiré en su madre la firmeza y constancia por defender lo que ella creía que era la verdad, en su búsqueda incesante de justicia por el crimen que la dejó embarazada y viuda, y huérfano a su hijo nonato. Pero la critico por haber hecho después bandera de una mentira y haber intentado utilizar la condición sexual de otras personas para condenar a un inocente. Y desde luego, le reprocho haber seguido apoyando al castrismo, hasta el fin de sus días, por más que su hijo intente lavar su imagen presentándola solo como “madre abnegada”. Marta pudo haber sido una gran esposa y mejor madre, pero fue tan partícipe de la barbarie que nos hizo infelices a todos los cubanos, como los artífices del desastre, de los que obtuvo múltiples beneficios, y a los que rindió pleitesía hasta el mismo día de su muerte. No merece mi respeto.
Las transcrpciones del juicio que adjunto, contienen todo su testimonio. En esencia es lo mismo que he contado hasta ahora; su largo avatar para “descubrir y castigar” al delator de su marido, eso sí, sin mencionar el apoyo velado que recibió de Faure, ni su larga insistencia en formar “lobby” con las familias de los mártires homosexuales a costa de sacarlos del armario. 
Estoy casi seguro de que Fructuosito desconoce por completo estas "gestiones" de su madre, que seguramente ella se cuidó muy bien de no relatarle en vida, porque entraba en un conflicto claro con la propia sexualidad de su hijo. Lo más probable es que él siga negando los hechos que cuento aquí, pero tarde o temprano tendrá que asumirlos.Su madre tampoco fue clara en la descripción de sus pesquisas para encontrar y detener a Marcos. Entre otras cosas, declaró:
“Yo fui a la novena estación de policía a ver a Alfaro, -Ignacio Alfaro, oficial batistiano participante en la matanza a espera de juicio y presente junto a Ventura en el momento del “chivatazo”-. Allí, entonces me describe a la persona que hizo la delación, un muchacho delgado, de espejuelo, con libros debajo de los brazos, su descripción concordaba con la de Marcos. También fui a ver a Mirabal (otro oficial batistiano detenido, presuntamente conocedor del delator), y éste me lo describió también. Yo le enseñé a Mirabal varias fotografías, de distintas personas, le enseñé también una fotografía de un grupo, y entonces él, sin vacilación me señaló a Marcos como la persona que había denunciado el hecho”.
Me detengo aquí en un detalle que Osvaldo se ha cansado de repetir de forma compulsiva, verbalmente y por escrito en todas partes, y que es una mentira garrafal.

LAS FOTOS INCULPATORIAS

Conviene recordar el momento en que Marquitos Rodríguez regresó a Cuba en 1959 sin cargos judiciales, con sus protectores Ordoqui y Buchaca, y Fidel le dio un cargo como profesor y formador ideológico de los militares de Ciudad Libertad a las órdenes de Camilo Cienfuegos.
Enterado de esto, Faure Chomón puso sobreaviso a Marta Jiménez de que en La Cabaña estaba preso a espera de juicio por el caso Humboldt junto a otros oficiales, el teniente batistiano Ignacio Alfaro, que “pudo haber reconocido a Marquitos” en el lugar de los asesinatos.
Nadie es ajeno al hecho -y numerosa bibliografía lo asegura- de que fue Chomón quien echó a rodar el rumor de que en Humboldt 7 había existido un “quinto combatiente” que había escapado del apartamento tirándose por el balcón. Su teoría falsa perdió consistencia con el tiempo, y ni el propio Chomón se atrevió a mencionarla después, por absurda, pero era un síntoma claro de que, desde el principio, Faure se empeñó en señalar a Marcos como colaborador necesario en la masacre.
Marta dijo en su testimonio durante el juicio -y así lo ha sostenido siempre su hijo-, que había solicitado a Camilo una entrevista con el oficial batistiano Alfaro en La Cabaña, y que le llevó 100 fotos entre las que el militar “inmediatamente reconoció a Marcos en una de ellas”. Eso es rotundamente falso, y no lo sé por Eladio, ni por ninguna otra fuente conocedora de la verdad a la que yo haya podido acceder.
Lo sé por la única persona que estuvo con Marcos Rodríguez y con los cuatro mártires de Humboldt en las horas posteriores al ataque a Palacio. Fue quien estuvo a cargo de su control y vigilancia de forma directa cumpliendo órdenes del Directorio, cuando éste se negó a entregarle las llaves a Joe Westbrook, que estuvo en el apartamento antes de la matanza, y que accedió -y fue parte- siete años después, del personal que hizo los interrogatorios en que -supuestamente- se mostraron esas fotos.
Se trata de la única persona afín al régimen que tuvo un comportamiento más humano y conmiserativo con Marcos en el juicio, al no revelar los detalles de la bronca que el acusado tuvo con sus compañeros en el apartamento de Humboldt, -admitamos también que porque esto revelaría la tendencia sexual de Machadito y Westbrook-, y que yo he conocido por el testimonio de Eladio Rivas: 
El comandante Julio García Olivera.

LA DECLARACIÓN DE 
JULIO GARCÍA OLIVERA

No voy a transcribir el testimonio de García Olivera para no aburrir, pero aconsejo su lectura en los documentos de la vista que aporto. García Olivera describe con prolijidad el momento de la primera detención de Marcos, cuando “no se encontraron pruebas contra él”, fue liberado y fueron fusilados inmediatamente los únicos testigos batistianos que dijeron haberlo reconocido: Caro, Alfaro y Mirabal. 
Julio García Olivera
A pesar de que los fusilamientos sin juicio de los oficiales batistianos fueron ilegales, Julio los describe sin consecuencias para quien los ordenó: Osmany Cienfuegos Gorriarán, presente en la sala, y subalterno de su hermano Camilo en el momento en que ocurre la detención de Marcos.
Osmany Cienfuegos junto a su hermano Camilo Cienfuegos en los días de la primera detención de Marcos Rodríguez
Pero la declaración de García Olivera guarda otra sorpresa: según él, el único que había asegurado reconocer a Marcos en una “foto de grupo” fue Mirabal, porque de Alfaro solo se obtuvo una descripción verbal; en realidad NO LO RECONOCIÓ EN NINGUNA FOTO. Alfaro, en palabras de Julio García Olivera, “solo lo describió como un muchacho flaco con espejuelos y un libro bajo el brazo”, una descripción que se ajustaba a centenares de estudiantes de La Colina.
¿Por qué era tan necesario para Fidel, Faure y Marta Jiménez, sembrar el bulo de que fue Alfaro y no Mirabal, quien había reconocido a Marcos en una foto “entre cien” y “sin titubear”?
Simplemente porque Mirabal había hablado de “otras personas" implicadas en la supuesta delación, un elemento que no convenía sacar a relucir en el proceso, (pero que retomaré más adelante) y porque en realidad no estuvo nunca presente en el apartamento de Carlos III donde tuvo lugar la delación a Ventura, sino vestido de paisano, vigilando la casa en la calle. Y también porque Alfaro era de los dos, el único que había visto “de frente” al delator (o los delatores) en el momento de la denuncia, porque estaba con Ventura dentro del apartamento donde ésta se produjo. Había que asegurar a toda costa que había sido Ignacio Alfaro quien había reconocido a Marquitos, y no Mirabal.
Sobre este asunto en particular, conviene acercarse al artículo “El Crimen de Humboldt 7”, de Newton Briones Montoto, disponible en la red. Si bien, en el momento de escribirlo, Briones Montoto no contaba con las pruebas y argumentos que se han ido descubriendo después, ni de los que yo dispongo hoy, su acercamiento al tema aporta detalles curiosos. Dice Briones:
"El segundo argumento era el aspecto físico del traidor. Según dijeron los compañeros del DR, había sido descrito por los torturadores Alfaro y Caro y también por Mirabal, todos del entorno de Esteban Ventura. El delator era un tipo bajito, menudo, con un libro debajo del brazo. Podía ser Marquitos y también Pérez Cowley. Yo haría una pregunta para acercarnos a la verdad: si en el momento de la mencionada reunión le hubieran presentado evidencias contundentes a Joaquín Ordoqui y Carlos Rafael Rodríguez no habrían desafiado los argumentos. No sacrificarían su historia por una persona sin importancia y acusada de traidor. Los argumentos expuestos por los miembros del DR no convencieron a los interlocutores. «Ustedes la tienen cogida con Marcos», concluyó Ordoqui la reunión”. 

Sin embargo, Ordoqui se comporta de forma diametralmente opuesta cuando las cosas se complican para él. El propio Briones Montoto escribe:

"Durante el tiempo que Marcos Rodríguez estuvo detenido en La Cabaña, el padre de Marquitos visita a Ordoqui y le propone que vaya a ver a su hijo. Respuesta de Ordoqui: "No, no es bueno irlo a ver, él debe demostrar su inocencia. No es posible que un dirigente político haga acto de presencia en la Seguridad del Estado". El padre le dice "Yo soy su padre". "Lo comprendo, -responde Ordoqui-, pero yo soy un dirigente político que no debo mezclarme en los problemas de investigaciones que está haciendo la Seguridad del Estado. Tengo la plena seguridad que ellos lo están llevando bien". En uno de los interrogatorios le preguntaron a Marcos si los había delatado por dinero. Entonces dijo que no. "¡Por dinero no!" Así finalmente consiguen su confesión en 1963, pero no es hasta 1964 que se celebra el juicio.

"Antes de Fidel viajar a Moscú, le informan de la confesión de Marquitos. Dio instrucciones a Raúl y Dorticós de ser él quien manejaría el caso. Un tiempo después, una carta de Marquitos sacada de La Cabaña por su padre llega a manos de Faure Choumón, quien habla con Ramiro y este lo remite a Dorticós. El presidente le dijo a Fidel que ya no se podía demorar más el juicio. El presidente Dorticós y Joaquín Ordoqui conversaron antes del juicio sobre el asunto Marquitos. Ordoqui quería conocer algunos detalles salidos a la luz. La expresión utilizada por el presidente Dorticós cuando conversa con Ordoqui es definitoria sobre la posición de cada cual. Dorticós le señala a Ordoqui su error de apreciación sobre la inocencia de Marquitos. Demostración de no estar el presidente comprometido con el error cometido. "El acusado, Marcos Rodríguez Alfonso, que usted creía inocente, ha aceptado su responsabilidad y su culpabilidad".

LA  DECLARACIÓN DE JORGE VALLS


Voy a dedicarle un poco más de tiempo al testimonio de Valls, amigo íntimo y roommate de Marquitos durante los días que ocurrió la masacre, porque es muy importante en la comprensión del desenlace de esta historia.

Jorge Valls en el juicio
Valls, antes y después de los hechos, durante sus 20 años de cárcel en Cuba, y el resto de su vida en libertad en los Estados Unidos, hasta su muerte en un hospicio de Miami, dio muestras de una integridad, nobleza y sinceridad fuera de toda duda. Valls fue un hombre íntegro en todo lo que dijo e hizo, aunque a mí no me resulte una persona afín en lo ideológico, porque fue también un comunista convencido.

Una vez dicho esto, debo dar mi opinión sobre su actuación en el proceso. Como he mencionado en los capítulos anteriores, Jorge Valls dijo siempre la verdad, pero "su verdad", en gran parte no se ajustaba a la realidad. No mintió, pero NO SABÍA LA VERDAD.

Tanto en lo que respecta a la tendencia sexual de Marcos, como a los detalles "tácticos" y algunas acciones de inteligencia del Directorio, él solo tuvo datos aislados y algunas veces equivocados, como la razón de la existencia de Humboldt 7 como piso franco -según él, alquilado para él mismo, algo que no fue así- y otros detalles menores ocurridos el día de autos. 

Jorge Valls
A estas alturas creo que queda claro que Valls no tenía la menor idea de la tendencia sexual verdadera de Marquitos, y por ende, de las motivaciones pasionales de su amigo, ni de los otros mártires implicados en los sucesos. Valls era totalmente ajeno al drama sentimental que subyacía en la tragedia.
Tampoco sabía a derechas, los detalles de los vínculos verdaderos de Marcos con Buchaca y Ordoqui, ni la verdadera naturaleza de su amistad con Osmany Cienfugos o Alfredo Guevara, por ejemplo. 

Como él mismo acepta en varias de las entrevistas que le hicieron en el exilio, Marcos era una persona muy reservada e introvertida. Y él también fue víctima del ostracismo de su amigo, aunque nunca lo admitiera.

He hecho un mix de las declaraciones de Valls en el juicio y de sus respuestas a esas preguntas sobre él, que le hicieron periodistas y escritores de excepción, como Manuel Zayas o Enrique del Risco, antes de morir.

Cuenta Valls, que a Marcos lo detienen por primera vez cuando ambos regresan juntos de México en el 59, y que él, al saberlo, va directamente al cuartel Columbia para pedir audiencia con Osmany Cienfuegos, que era quien lo tenía bajo custodia. Este es su testimonio:
"Y le digo (a Osmany): “Quiero que esto se averigüe hasta el final”.  Me acuerdo que hay un policía batistiano que está preso que sabía de estos asuntos, entonces una amiga mía va a verlo, muy amiga de Marcos, y le llevó fotografías y él le dijo: “No, este no es”. Al amanecer ya lo habían fusilado". Valls se refería a Ignacio Alfaro. 
"Entonces no puede probarse que Marcos Rodríguez fuera el delator, y se va al extranjero a estudiar gracias a una beca gestionada por el Partido Socialista Popular en Praga.  La última persona que habla con él es mi madre.  Marcos le dice a mi  madre: “Me han ofrecido la beca a Praga.  En Cuba, la madre de Joe no cree en mi inocencia, yo me voy para allá.  Pienso saltar a Francia cuando pueda”. Cuando llega, él se lía con la gente que va a hacer la Primavera de Praga después. Allí es donde lo cogen  por el enredo ese. Lo traen a Cuba. Lo tienen tanto tiempo preso y después… Yo le estoy dando clases a una muchacha, que era amiga de una novia que tuvo Marcos. Por esta novia de Marcos sé que está detenido e incomunicado". 
Jorge Valls en sus últimos días.
Esta "novia" a la que se refiere Valls, en realidad fue solo una amiga de Marcos, a quien Valls le había presentado unos meses antes "para que intimaran", pero evidentemente jamás hubo una relación sentimental entre ellos, como Valls asevera. Y sigue:
"Me empato con el padre. Él tampoco sabía nada. A Marcos lo tuvieron hermético todo el tiempo. Y cuando ya a Marcos lo presentan en público, es un guiñapo humano. No podía sostenerse. Algunos creen que él tuvo que ver con la delación. No tuvo posibilidad de delatar, porque ese apartamento estuvo bajo la custodia nuestra: de Fernando Soldevilla, Tirso Urdanivia y yo. El apartamento se alquiló para mí y "se quemó". 
Esto no es verdad, pero tampoco Valls miente, solo declara lo que sabe, lo que se le dijo oficialmente en la célula del Directorio encargada de alquilar el inmueble, y cuyos detalles conoceremos más adelante. Continúa:
"La policía batistiana ya conocía de la existencia de ese apartamento. Yo creí que había sido una equivocación, un error, y que la policía había seguido algún carro a la entrada y salida, porque cuando entregamos el apartamento sabíamos que aquello estaba muy difícil, pero fue mucha gente en una noche al apartamento. No tenía sentido aquello, fueron como seis o siete personas al apartamento, sabe Dios a qué. Al principio, pensé que era un error. Vigilaron un carro y cayeron allí. Después supe que había sido una delación porque la policía no violentó la puerta, entró con una llave".
Jorge Valls en el exilio
Valls evidentemente desconoce la presencia de Marcos y de García Olivera en el apartamento antes de los hechos, tampoco sabe nada de la bronca violenta entre Marcos, Joe y Machadito, y mucho menos sus causas.
"Cuando sabemos en el 61, que Marcos está detenido y lo van a presentar a juicio, yo me aparezco al tribunal y digo: “Yo voy a declarar aquí a cualquier precio”. Ese día me llevan preso a casa de Fidel. Fidel me interroga sobre mi estancia en México, y mi conocimiento de Marcos allí.  Nada referente a lo que tenía que ver con la inocencia de Marcos. Cuando yo trato de meter esa baza, cortan el interrogatorio. Me sacan. Me llevan a la casa. Fidel es un interrogador policíaco. Él no te deja meter baza, te interroga como te interroga un policía, a ver por dónde te coge. Hubo una persona, un abogado, que dijo algo así: “La única declaración a favor y no se toma en cuenta. Entonces fui a ver a Dorticós. Me acuerdo de una frase de Dorticós que me pareció repugnante: “No nos interesa la culpabilidad o inocencia de Marcos Rodríguez, sino las implicaciones políticas de este juicio”.
"Marta Jiménez no sabía nada de lo que había pasado ni cosa por estilo. Insisten en Marcos. Cuando hay un muerto, la mejor manera de taparlo es con otro.  Si tú matas a una gente y después matas al que se supone que delató, cerraste el cuadro. Marcos no pudo físicamente haberlo hecho, yo hice esa investigación. La familia casi siempre forma el pensamiento por lo que tiene alrededor. Este es el caso de Marta. Yo no sé cómo piensa ahora, pero ella aceptó la versión que le dieron, porque la versión que le dieron eximía de sospecha a otra gente, que hubiera sido sospechosa". 
Recordemos esta última frase, porque volveré a ella al final de este artículo.
"En ese juicio, -continúa- fui el único testigo que defendió la inocencia de Marcos. Lo hice basado en el conocimiento que yo tenía de él, era mi hermano, vivía en casa. Y sabía perfectamente que aquello no era así. Era imposible que Marcos lo hubiera hecho. No soy la única persona que creyó en su inocencia. Hay una persona que tiene escrita una versión que se ha despreciado siempre, que es Esteban Ventura. Ventura tiene un libro en que habla de eso, y menciona a Faure Chomón como delator… Yo no te puedo decir, no tengo la posibilidad de una afirmación completa como la tiene Ventura. Ahora, sí sé que Marcos no tiene nada que ver. Y que hubo mucho interés en matar a Marcos. Él cae preso en Checoslovaquia, lo mandan a Rusia y de allí a La Habana. Está incomunicado durante mucho rato. Marcos no era cómodo dentro de este medio. Primeramente, porque era inteligente, culto, cosa no muy abundante en la época mía. En la época mía ser culto e inteligente en un varón era dudar de su virilidad. La energía viril se demostraba mientras más bruto fueras".
"En el juicio se habla insistentemente de la supuesta homosexualidad de Marcos Rodríguez.  Fidel Castro alude a su debilidad de carácter y lo vinculan todo a un despecho contra los que se refugiaban en el apartamento de la calle Humboldt 7. Nada de eso es cierto. Marcos estuvo enamorado de una amiga de mi hermana. Nunca llegó a nada con ella. No era homosexual. Prácticamente vivía en casa. Yo sabía de su vida y él de la mía. Después llegó la leyenda de embarrarlo, de convertirlo en homosexual, en delator, en esto y lo otro. Marcos hacía conspiración militar conmigo. Nunca se filtró un detalle".
"Está claro que Valls niega la homosexualidad de Marcos, achacando sus formas suaves a su carácter pacífico y a su notable cultura. Y concluye:
"No hay “una confesión” inculpatoria de Marcos Rodríguez, ¡Hay cuatro confesiones! En Seguridad del Estado cualquiera confiesa que se comió a su abuela.  Si tú estás en Seguridad del Estado, no tienes contacto fuera de la Seguridad del Estado, no tienes posibilidad de abogado, ni de defensa, ni de ley, ni cosa por el estilo, tú acabas confesando que te comiste a tu abuela cruda. Hay un momento en que el grado, no es de acoso, es de desesperación, en que dices que sí a todo. Yo he estado preso más de una vez. Cuando tú estás en Seguridad del Estado, tú sabes que no hay nada, absolutamente nada en el cielo ni en la tierra que te pueda ayudar".
"En el juicio salió a relucir que Marcos Rodríguez espiaba para el Partido Socialista Popular y se mencionan dos nombres claves de esa agrupación política: Joaquín Ordoqui y Edith García Buchaca, quienes lo habían acogido en su exilio en México". 
"A finales del año 1962 ya hay mucha gente de la dirigencia del Partido Socialista Popular presa.  Básicamente liquidan la cabeza del Partido.  Fidel nunca respetó al PSP. Para él fue un cojinete, y lo utilizó, lo vapuleó, lo masticó y lo escupió. El Gobierno cubano es retórico. Quiero decir, tú nunca puedes confiar en el discurso. Ellos te hacen un discurso muy bonito, pero después hacen lo contrario. Joaquín Ordoqui era la gran cabeza del partido comunista.  Era una gente chévere. Y la Buchaca igual. Era gente en serio, comunista. Querían a Marcos mucho. Los dos eran tradicionales del partido comunista. Ordoqui se supone que haya sido el gendarme mayor del partido. Era gente inteligente, culta. Pero el partido se suma a Batista cuando yo estoy en contra [de Batista], se suma a Fidel cuando yo estoy en contra también. Yo vengo de otro horizonte. En Cuba, el partido siempre fue hembra. El partido nunca fue macho. Ellos siempre se arrimaron a alguien para ver cómo llegaban. Hubiera sido mejor quedarse solos, hubiera sido más respetable”.
A pesar de que en varios puntos, el testimonio de Valls no concuerda con los hechos reales, su opinión sobre su tendencia sexual, -también errónea- me ha servido de mucho para confirmar que, a pesar de que la daban por hecho Ventura, Fidel y sus enemigos políticos, estuvo oculta no solo para Valls, sino también para otros amigos suyos, durante largo tiempo. He entrevistado a varias personas cercanas a Ordoqui y a Buchaca que me han dicho lo mismo: "no me consta que Marcos fuera homosexual". Y esa idea es importante para el desenlace del conflicto de Humboldt 7.

OTROS TESTIMONIOS

Además de Marta Jiménez y Julio García Olivera, desfiló por el estrado una lista extensa de antiguos miembros del Directorio Revolucionario, entre ellos Blanca Mercedes Mesa, amiga de Marquitos en su día, pero que después marcó distancias de él en su declaración.

Declaró también el comandante Guillermo Jiménez, que además de denostar a Marquitos dejando caer “sospechas” sobre su sexualidad, también las manifestó sobre Eugenio Pérez Cobos, amigo íntimo del acusado (“esos dos siempre me dieron mala espina”) y dio datos sobre la estancia de Marquitos en Costa Rica, de los que “se enteró”, como que “se había comprado allí una pistola”, por ejemplo. 

Pero Guillermo Jiménez jamás dijo que sabía los movimientos de Marcos en San José, porque Faure Chomón, ya entonces líder del Directorio, había implementado un plan de seguimiento y vigilancia en el país centroamericano, con el objetivo de no perder de vista a su perseguido, y eliminarlo en cuanto se le presentara la ocasión.
Marta Jiménez había ayudado a esconder a Guillermo en los días posteriores al ataque, y tras la Revolución, Guillermo fue ascendido a comandante del Ministerio del Interior, pero poco tiempo después de declarar en la causa, cayó en desgracia con Fidel y fue destituido de forma fulminante. Durante los quince años siguientes fue destinado a una planta de fabricación de betún, y después desapareció del mapa de la revolución.

FAURE CHOMÓN: 
UNA DECLARACIÓN CONDENATORIA


Y por fin llegamos a la declaración de Faure Chomón en la primera vista, muy ajeno a todo lo que lo implicara de modo personal con Marcos, pero pertrechado de un montón de “datos” para explicar prolijamente su versión de los hechos, dando por probado finalmente que el acusado había sido el delator. No haré a Faure protagonista de esta parte de la historia, porque lo será más tarde, pero su testimonio venenoso y agresivo puede leerse íntegro en una separata aquí.
La sesión de apertura de la primera vista concluye el 14 de marzo en horas  avanzadas de la noche, y el presidente del tribunal Dr. José Fernández Piloto anuncia que continuará al día siguiente, 15 de marzo.

RAÚL VALDÉS VIVÓ, JOSÉ ASSEF YARA “EL MORO”, Y JOSÉ ABRANTES

Menciono el paso por el estrado de estos tres personajes, como ejemplo de cómo este juicio les granjeó después premios de Fidel, por haber sido funcionales al show como servidumbre de sus intereses:
Raúl Valdés Vivó
El primer hombre llamado al estrado en la segunda vista fue Raúl Valdés Vivó, un histórico comunista deleznable, miembro de las Juventudes Socialistas, que estaba allí para desvincular al acusado de esa formación. Valdés Vivó había cursado estudios en la Escuela Superior del Partido Comunista de la antigua URSS antes del triunfo, de 1957 a 1959, y declaró visiblemente poseído por la rabia y la sed de venganza, mirando constantemente a Marquitos con desprecio desde el estrado. 
Raúl Valdés Vivó durante el juicio

Su declaración fue larga y sus palabras, fuertes, algunas ni siquiera aparecen en la transcripción del juicio. Valdés Vivó ya era rector de la Escuela Superior del Partido Ñico López, y su vibrante “speach” le valió un premio posterior; Fidel lo nombró triple primer embajador en Cambodia, en Vietnam, y luego ante el Frente Patriótico de Laos.
José Assef Yara, «El Moro»
José Assef Yara, «El Moro», -compañero de vandalismo de Fructuoso Rodríguez en su época de pistolero universitario, como conté en la primera parte-,  testificó como miembro fundador del Directorio Revolucionario en calidad de integrante del comando que atacó Radio Reloj y el Palacio Presidencial. El Moro desacreditó a Marquitos tachándolo de traidor al Directorio, y fue el primero en poner claramente en solfa su sexualidad. Fue premiado con el cargo de viceministro de Gobernación, aunque años más tarde, como tantos otros, fue defenestrado por oscuras razones de Estado, terminó ejerciendo su profesión de médico original, y murió en 2001.
José Abrantes Fernández, ya entonces jefe del Departamento de Seguridad del Estado, fue un testigo de cargo relevante. Él fue el responsable de la detención de Marquitos en Praga, y de su traslado a Cuba en 1961. En su declaración, abundó sobre las “condiciones excepcionales de vida y trabajo “privilegiadas” de las que disfrutaba el acusado en Checoslovaquia, y lanzó un alegato “revolucionario” acusando a Marquitos de “desviado” en su conducta sexual y “vivebien” en el exilio.
José Abrantes Fernández
Sobre la acusación que se le hizo a Marcos de llevar un “lujoso” tren de vida en el extranjero antes de regresar a Cuba por primera vez, vale otra vez consultar la investigación de Newton Briones Montoto:
“Otro hecho a tomar en cuenta para acercarse a la verdad, es la reunión entre miembros del PSP y del DR. En algún mes de 1959 sostuvieron una reunión miembro de ambas organizaciones, militantes del PSP y del DR. Encabezados por Carlos Rafael y Ordoqui, Guillermo Jiménez y Alberto Mora, para solventar las dudas sobre Marquitos. Se reunieron en casa de la mamá de Carlos Rafael. Los compañeros del Directorio tenían dos argumentos para aseverar que Marquitos era el traidor. Aducían como probatorio el gasto de dinero en Costa Rica y México. Ordoqui manifestó no ser cierto que este señor había manejado dinero en México. Y agregó que en México había estado en la más absoluta miseria, y vivía prácticamente a costa de otros compañeros en cuyas casas dormía. Citaron la casa de Cecilio Martínez, conocido por Chilo, la del compañero González Mantici, director de la Sinfónica Nacional, la casa de Ordoqui, donde no vivía, pero almorzaba y visitaba muchas veces, alternando con la casa de González Mantici y con otras de compañeros revolucionarios”.
Así que Abrantes, como los demás testigos, solo pusieron más leña al fuego de la hoguera de Marcos Rodríguez. Como en el caso de Valdés Vivó, sus palabras ofensivas fueron eliminadas de la transcripción final del juicio que se hizo pública, pero le granjearon palmaditas en el hombro del comandante, y un premio a futuro: el Ministerio del Interior, del que fue titular hasta 1989. 
 Juicio a Jose Abrantes  como Ministro del Interior de Cuba en 1989
Ese año, José Abrantes sería llevado a juicio acusado de abuso de cargo, negligencia en el servicio y uso indebido de recursos financieros. Dos años después murió en la cárcel en muy extrañas circunstancias, “mientras hacía ejercicios en su celda” -dijeron-, de un ataque cardíaco.
Y hay dos declaraciones más, que no transcribo, pero que no hay que soslayar: la de Raúl Díaz-Argüelles y la de Gustavo “Tavo” Machín Hoed de Beche. 
Ambas han de leerse con especial atención, no solo porque son el ejemplo perfecto de cómo se podía -y se puede- mentir impunemente en un juicio en Cuba, cuando se tiene el respaldo del dictador, sino porque los dos estaban más implicados en los hechos de lo que se desprende de sus testimonios.  Estos no eran en sí mismos más ni menos condenatorios que los otros, pero ellos fueron más protagonistas de la historia real, de lo que la oficial nos dejó ver.

RAÚL Y GUSTAVO:
LOS INVISIBLES DE HUMBOLDT 7

Aunque la literatura castrista nos contó una historia “blanca” de Raúl Díaz-Argüelles, y también de su hermano, que comienza con la supuesta militancia de sus padres contra el machadato, Raúl y su familia no tenían antecedentes muy heroicos.

Raúl pertenecía a una familia muy rica; era hijo de Raúl Díaz-Argüelles y Marina Quesada, nombre artístico de una conocida "artista" que obtuvo más resonancia por sus escándalos sexuales que por su arte, y que fue acusada, a la caída del régimen del presidente venezolano Marcos Pérez Jiménez, de ser quien proporcionaba prostitutas para las bacanales que montaba en Caracas el depuesto gobernante. Aunque en efecto, Marina y su marido participaron en la lucha contra Gerardo Machado, fueron después muy afines al batistato y muy amigos -sobre todo ella-, del jefe de la policía Esteban Ventura. 
Es por eso que, cuando Raúl terminó la primera enseñanza en 1949, lo enviaron a Estados Unidos a estudiar en la Riverside Military Academy, en Tenessee, para alejarlo de la lucha estudiantil que tantos dolores de cabeza le estaba dando a sus padres, y sobre todo a su madre.
Pero en cuanto Raúl se graduó como bachiller en 1953, regresó a Cuba y se reincorporó a la lucha clandestina contra Batista, junto con Juan Pedro Carbó Serviá, José Machado, Fructuoso Rodríguez, José Antonio Echeverría y otros.
Me cuenta Eladio Rivas:
“Marina Quesada siempre iba llena de joyas y gangarrias caras al Sloppy’s Bar, a los casinos de los hoteles de la mafia y el Country Club. Era amiga “muy íntima” del jefe de la policía Esteban Ventura, al que visitaba con asiduidad en la Quinta Estación de Policía de Belascoaín, para obtener favores de índole diversa. En esa época Ventura era Jefe del Grupo de Robos del Buró de Investigaciones. Sus hijos eran “niños bien” que siempre estaban metidos en problemas, y ella  constantemente les sacaba las castañas del fuego gracias a su amistad con Ventura. Ventura llegó a frecuentar una casa en la playa de Guanabo propiedad de los Díaz-Argüelles, y allí los hijos de Marina le manifestaron muchas veces sus opiniones sobre Fidel -al que consideraban un gángster que "creía ser el segundo Martí”-, y que “conseguía buenas notas en la universidad amenazando a sus profesores como un vulgar matón”. Esto lo sé yo y lo sabía toda La Habana, porque Marina Quesada hablaba como un loro, y en todas partes se vanagloriaba de sus relaciones con el poder”, cuenta Eladio.
Pero en agosto de 1955, Raúl Díaz-Augüelles aparece en una lista que le llega a Ventura, como integrante de un plan de ataque al Palacio Presidencial, al Buró de Investigaciones y a la Radio Motorizada, que se frustra. Esta vez a Ventura no le vale la amistad con Marina, y  pesar de sus ruegos, persigue a su hijo. Entonces Raúl se ve forzado a escapar al exilio en noviembre de 1956.


Gustavo "Tavo" Machín Hoed De Beche 
Por su parte, su amigo Gustavo "Tavo" Machín Hoed De Beche, apodado por sus compañeros de lucha como “Alejandro”, en los días previos a los sucesos de Humboldt 7, estudiaba Derecho en la Universidad de La Habana, y era parte del Directorio junto a Díaz-Argüelles. 
Pero ninguno de los dos era santo de la devoción de José Antonio Echeverría ni de Fructuoso Rodríguez. De hecho, eran los miembros de menos confianza de Manzanita, porque siempre tuvieron apetencias de poder en el DR. Ideológicamente eran democristianos y abiertamente anticomunistas, así que también odiaban a Fidel, aunque por entonces éste aún no demostrara claramente esa tendencia. Además, eran los colaboradores de más confianza de Faure Chomón, número tres del Directorio, que no ocultaba sus ansias de liderar la organización. Como Raúl, Gustavo se ve obligado a exiliarse en los Estados Unidos después de los sucesos de Humboldt 7. No olviden ese detalle.
Es muy importante la participación de ambos en las acciones del 13 de marzo y en los días posteriores, pero yo he cortado sus biografías intencionadamente en el momento en que se  marchan al exilio, para retomarlas después, porque serán cruciales. Sobre todo, lo que los dos hicieron antes de la masacre de Humboldt. 

EL TIRO DE GRACIA DEL COMANDANTE

Volvamos al juicio, que está llegando a su final. Marquitos es condenado a muerte. Todos saben que la apelación que hará su defensa no servirá de nada, o al menos no le servirá de nada a él. Le servirá de mucho a Fidel Castro, para quien el final del proceso se convierte en una tribuna para lanzar un mensaje más allá del océano Atlántico, directamente a Moscú.
Fidel Castro en su alegato final (Foto: Deena Stryker, DU Colection)
Hay un video impagable de la intervención Fidel  Castro en el  juicio oral a Marcos, en Youtube.
Fidel Castro aparece para dar el tiro de gracia. Su discurso es encendido y beligerante, humillante, déspota y amenazador. Está actuando de fiscal, sin medias tintas, y sus acusaciones son más punzantes que las de la fiscalía oficial: La traición de Marcos es "repugnante", no merece clemencia y debe pagarla con su vida. No hay lugar para los traidores en la revolución.  

Si algo le faltaba a Marcos para desmoralizarse totalmente, son esas palabras del sátrapa; ahora sí sabe que sus horas están contadas.  Pero no se mueve un músculo de su rostro; el pentotal sódico al final le ha servido de anestesia; morirá sin apenas ser consciente de ello. Marta Jiménez cierra los ojos y sonríe. 
Pero Castro no ha terminado. Su discurso continúa y toma tintes de declaración de Estado. Es la puntilla que ha estado cinco años esperando clavar, para terminar su labor de limpieza ideológica en el seno de la revolución, y para la que el juicio de Marcos le ha servido de excusa.

Castro barre con sus palabras, los restos marchitos del Partido Socialista Popular, y neutraliza a sus dirigentes, hasta entonces refugiados en las ORI (Organizaciones Revolucionarias Integradas, que presidía Joaquín Ordoqui), la agrupación política creada en julio de 1961 para aglutinar a su Movimiento 26 de Julio, al PSP de Blas Roca, y al Directorio Revolucionario 13 de Marzo de Faure Chomón.

Fidel Castro en su alegato final (Foto: Deena Stryker, DU Colection)
Fidel está enviando un mensaje cifrado a Moscú: Ya el PSP no será más el interlocutor del Polit Buró Soviético. Ya no mandan en los comunistas cubanos, los stalinistas de antaño. Adiós Aníbal Escalante y Carlos Rafael Rodríguez. Adiós Severo Aguirre, Guillermo García Frías, Emilio Aragonés y Flavio Bravo. Adiós César Escalante, Augusto Martínez Sánchez y Lázaro Peña. Y adiós, -sobre todo- a Edith García Buchaca y a su marido y presidente de las ORI, Joaquín Ordoqui. A ellos dos, Fidel les tiene reservada una desagradable sorpresa después de este juicio.
Joaquín Ordoqui y Edith García Buchaca en la sombra, mirando a un Fidel Castro iluminado. (Deena Stryker, Duke University Colection)
Los demás tendrán de decidir si entran por el aro en la nueva izquierda construida a la medida del líder, o afrontan las consecuencias de no comulgar con su liderazgo. Menos Buchaca y Ordoqui, para los que ya no hay opción, todos escogerán lo primero.

Marquitos en los momentos finales del juicio
(Foto: Deena Stryker, DU Colection)
Matando a Marquitos, Fidel también liquida al PSP como Partido, y al stalinismo radical como ideología. Habrá comunismo, pero a su manera. Será él a partir de ahora quien bata el cobre de la revolución.
Una imagen estremecedora: Fidel Castro en su alegato final, el abogado defendor Grillo Narona, y en primer plano el acusado Marcos Rodríguez. (Foto: Deena Stryker, DU Colection)
He llegado al final del juicio, sin entrar en detalles sobre lo que pudo ser una declaración de gran importancia, pero que nunca tuvo lugar. Durante el proceso judicial, Marcos fue ampliamente interrogado sobre un personaje del que he hablado poco, pero que cobra relevancia a partir de ahora: Dysis Guira, la novia de su amante Joe Westbrook.

DYSIS GUIRA VALDÉS-ROIG
LA MUJER MISTERIOSA

Dysis Guira es quizás el personaje más olvidado en la historia de la masacre de Humboldt 7, y también uno de los más importantes, a pesar de que nunca o casi nunca se menciona en la literatura que se ha escrito sobre el proceso.
No estaba en el juicio, ni en Cuba, cuando éste se efectuó. Como Marquitos, Dysis se encontraba refugiada fuera de la Isla durante los últimos días del batistato, pero oficialmente “no huyendo de nada” sino “encargada de algunas labores de apoyo del DR”, según declaraciones de Chomón y otros miembros de esa organización.
Dysis Guira Valdés-Roig
¿“No huyendo de nada”? Al principio de mi investigación apenas presté atención a estas palabras, leídas varias veces en fuentes diversas del oficialismo cubano que analizaron los hechos. Pero a medida que avancé en ella, fui cambiando de opinión. Muy pronto confirmé que Dysis Guira, también había sido cubierta con un manto piadoso de silencio por el castrismo. Pero ¿por qué?
Dysis, al igual que Marcos, regresó a Cuba en enero del 59, e inmediatamente después (como él) volvió a salir en calidad de agregada cultural de Cuba en Argentina y Uruguay. Las coincidencias son cuanto menos curiosas. 
En Buenos Aires y Montevideo, Dysis llevó a cabo durante largo tiempo, una activa labor propagandística de la revolución, junto a otras mujeres cubanas en el exilio. 
Algunos investigadores aseguran que llegó a participar en operaciones de inteligencia para la CI en los albores de la revolución, -eso no lo he podido comprobar-, pero sé que terminó contrayendo matrimonio con el político y líder del partido socialista argentino, Abel Alexis Latendorf, secretario de Relaciones internacionales de la Federación Universitaria Argentina.
Abel Alexis Latendorf
Dysis nunca más regresó a Cuba, pero durante el primer lustro de la revolución, siguió sirviendo de enlace entre los representantes de la izquierda del cono sur americano y el gobierno cubano, a través de la institución cultural “Casa de las Américas”. Tenía la coartada perfecta: era artista e intelectual.
Es necesario que me detenga aquí a dibujar su perfil, porque casi nadie lo hizo hasta hoy, y porque es fundamental para responder varias interrogantes fundamentales del caso Humboldt 7. 
Demos un salto atrás, y volvamos a la década del 50 para acercarnos a esta mujer misteriosa, extraña y casi desconocida, pero protagonista de excepción del más importante de todos los melodramas que hay en este relato.
He dicho varias veces que la madeja de esta compleja historia, tuvo sus orígenes -y después su desarrollo-, entre otras causas, en motivaciones sentimentales y humanas de lo más pedestres: el sexo, el amor y los celos.
El arranque de la persecución a Marcos Rodríguez, no tuvo un móvil político -aunque después le sirviera a Fidel para esos fines-, sino un deseo de venganza por amor: Marta Jiménez quería vengar a toda costa a su marido, no por la revolución, sino porque amó a Fructuoso intensamente. Sin su insistencia, quizás Marcos jamás habría sido apresado, procesado y fusilado. 
Entre los móviles que contribuyeron a “descontrolar” a Marquitos durante los días previos a la matanza, estaba el amor que sentía él por Westbrook, y los celos que tenía de Machadito. La ruptura de sintonía entre Joe y él, se debió a una pasión sexual calenturienta a la que Joe se vio arrastrado por Machadito. 
También por amor, Carlos Rafael Rodríguez trabajó en la sombra para proteger a Marcos, cumpliendo los deseos de su ex mujer Edith García Buchaca, de la que seguía enamorado después de que ella lo dejó, porque a su vez se enamoró de su ex amigo Joaquín Ordoqui. Y por amor a Ordoqui, -y no para salvaguardar los secretos del PSP- Buchaca fue condenada después a arresto domiciliario mientras él cumplía pena de cárcel y finalmente moría.
Sin embargo, poco se ha hablado de los sentimientos de Dysis Guira, la cuarta pieza del puzle que formaban Marcos, Machadito y Westbrook, siendo éstos los que realmente sirvieron de mecha para que explotara la tragedia.
Recordemos que antes de que se celebrara el juicio, Marta Jiménez, intentó formar un frente común de ataque contra Marcos, pretendiendo aglutinar a todos los familiares de los muertos en Humboldt, en una sola acusación. No lo consiguió, porque la madre de Carbó Serviá, católica y típica ama de casa de escasa educación y obediente de sus preceptos religiosos, no quería “seguir moviendo mierda”, según palabras de su sobrino Eladio Rivas.
Marta también recibió la negativa de la madre de Westbrook y de los padres de Machadito, -que ni siquiera aceptaron que su hijo tuviera esas inclinaciones-, cuando los conminó a “destapar” las tendencias de ambos para poder probar la de Marquitos. El relato lo tengo grabado en la voz cascada y temblorosa de Eladio Rivas, primo materno de Juan Pedro Carbó Serviá, que estuvo presente el día que Marta visitó a la familia Carbó para hablar con la madre de Juan Pedro, su tía.
Ante la imposibilidad de contar con esos testimonios  para dar más fuerza a su acusación como causa adicional de la delación, Marta se gira hacia una nueva posible aliada: Dysis, la novia de Joe Westbrook, que ya no estaba en Cuba. Vuelvo al testimonio de Eladio:
“Sé que Marta estuvo buscando la forma de comunicarse con Dysis en Argentina meses antes de que se celebrara el juicio, porque le preguntó a mi tía si sabía su dirección en Buenos Aires. Eso me hizo pensar entonces que Marta creía que Dysis podía servirle de azote contra Marcos, si se sintió traicionada por él, al saber que mantuvo una relación sentimental con su novio Joe a sus espaldas. Marta no podía estar más equivocada, porque Dysis y Marquitos fueron uña y carne, antes y después de Humboldt 7”.
Dysis Guira Valdés-Roig ya era una líder destacada de la FEU y miembro del Directorio Revolucionario antes de que Marquitos apareciera en escena. Trabajó de dependienta en una jabonería hasta el mes de febrero de 1957, cuando dejó su empleo para unirse a la insurrección. He leído alguna vez que dio este paso “probablemente motivada por las acciones en las que se estaba participando su pareja, Joe Westbrook”, pero no es cierto. A Dysis le sobraban motivaciones “antimperialistas y revolucionarias” para luchar contra Batista, desde mucho antes de conocer a Joe, y de hecho, era todavía más radical y extrema ideológicamente que su novio. Su paso como personal de apoyo a la clandestinidad estudiantil fue necesario para el Directorio, que ya a principios del 57 preparaba sus acciones armadas más importantes. 
Dysis era una chica fuerte de decisiones propias, bastante conocida entre los estudiantes de la Colina, donde estudiaba Filosofía. Su popularidad no solo se debía a que fue delegada de la FEU, sino porque también estaba a cargo del grupo de Teatro Universitario, con el que montó y firmó como autora y directora algunas de sus puestas en escena. 
Dysis, con el tiempo, se convirtió en una escritora teatral reconocida y publicó varias obras relevantes. De hecho, en algunos libros de teatro cubano se le menciona entre los dramaturgos importantes de la década de los 50, extrañamente “olvidados” por la oficialidad comunista posterior. Hoy en día sus obras son parte de la colección Miami Heritage Colection.
"La liberación de Romeo" pieza teatral de Dysis Guira

Dysis y Westbrook se hicieron novios siendo muy jóvenes, y un poco después, en la universidad, Marcos Rodríguez llegó al Grupo de Teatro Universitario que ella dirigía. Marcos fue aceptado por Dysis como un miembro más del grupo, e hizo allí sus primeros pinitos como actor aficionado. A partir de entonces entre ambos, se estableció una amistad estrecha que duraría varios años, incluso después de los acontecimientos nefastos de Humboldt 7.
Ejemplar de laobra  teatral "Pájaros de Agua
autografiado por Dysis Guira en el año 1988
Fue a través de Dysis que Marquitos conoció a Joe Westbrook, de modo que fue Dysis, sin quererlo, la que propició el romance entre su novio y su amigo. Dysis, Marcos y un tercer personaje, Blanca Mercedes Mesa, amiga de ambos, formaron un trío inseparable en la Colina, que luego se mantuvo intacto como “célula de apoyo” de las actividades subversivas de Joe Westbrook. En el Directorio se referían a ellos como “el equipo de Westbrook” y no era un eufemismo. 
Viene a cuento que me detenga aquí en el escenario íntimo de la pareja que formaban Dysis y Joe.
Dysis vivía con su madre en la calle 18 entre 15 y 17, en el Vedado. La madre de Dysis, Ciana Valdés-Roig, era -como la madre de Carbó Serviá- una mujer de férreos principios religiosos, y muy obediente de los convencionalismos sociales. Le importaba más que los vecinos no vieran a su hija besarse en un parque con Joe, que la lucha revolucionaria en la que los jóvenes estaban inmersos, y que siempre vio con malos ojos. 
Sin embargo, al mismo tiempo, había algo en Joe que a Ciana le gustaba para su hija, y llegó a tomarle verdadero afecto, aunque no le gustaba demasiado que Joe pernoctara tanto tiempo en su casa, sin haberse casado con ella. Así que Dysis y Joe habían comenzado a valorar la idea de contraer matrimonio, para tranquilizar a Ciana.
Pero mientras esto no ocurría, Joe habló con Eugenio Pérez Cowley, ese otro miembro del Directorio, gran amigo de Marquitos (al que se refirió Marta Jiménez en el juicio), y le pidió ayuda para que alquilara un apartamento a su nombre, y poder mudarse allí con su novia. Sería la solución eventual a su problema para tener intimidad con Dysis, y al mismo tiempo aplacar la incomodidad de Ciana. Entonces Eugenio y Marquitos emprendieron juntos la búsqueda de un apartamento, y encontraron el de Humboldt 7. No es cierto pues, que ese apartamento fuera alquilado como escondite para Jorge Valls.
O sea que, la casa que sería el lugar de la muerte de Joe y sus compañeros, no salió como piso franco para los jóvenes del Directorio, sino como un simple “picadero” para que Joe pudiera tener relaciones sexuales con su novia. Y muy al tanto de esto, Marquitos, a espaldas de Eugenio, se hizo otra copia de las llaves, que se guardó para sí mismo. Esa fueron las llaves motivo del conflicto entre Marcos y Joe, al que me referí en capítulos anteriores.
Como expliqué entonces, Westbrook le había exigido a Marcos total discreción sobre la relación que había entre ellos, y esto fue así durante casi todo el tiempo que duró su idilio; ninguna de las personas que les eran comunes se enteraron de esto, incluida Dysis.
Transcribo aquí parte de la extensa entrevista que hice a Eladio Rivas. Estas son sus palabras sobre esta parte de la historia: 
“Incluso el día que Joe se iba a México con Fidel, y a pesar del llanto exagerado de Marquitos en la reunión de despedida que hicieron los del Directorio, todos, incluido mi primo Juan Pedro -que era uno de sus principales críticos- y la propia Dysis, se tomaron esa lloradera como una muestra de cariño, porque ellos tres eran inseparables. Yo podría decirte incluso, que Dysis tuvo siempre más confianza en Marquitos que en Joe. Joe, aunque era muy martiano, un intelectual con todas las letras, era un hombre de acción. Era de pequeña estatura, pero tenía muchos cojones para la lucha armada. Marcos en cambio, era un comunista estalinista de libro, un gran orador, un amante de las palabras, de temperamento más tranquilo y más reflexivo, y en eso estaba más cerca de Dysis que de Joe. Dysis y Marcos eran como hermanos”.

LA VIDA OCULTA DE DYSIS DESPUÉS DE HUMOLDT 7

Mis pesquisas sobre el caso Humboldt 7 han estado repletas de accidentes, testimonios erróneos que he tenido que desechar, y largas esperas para acceder a otros imprescindibles. Quizás el más importante de ellos ha sido al que me referiré ahora.
Entre los años 2013 y 2015, varias circunstancias personales y de salud detuvieron mi investigación. También Eladio Rivas cambió de domicilio y número de teléfono en Cuba, y estuvimos un año y unos meses incomunicados. Él ya era un anciano que dependía para casi todo de la ayuda de su hija menor, y se había mudado con ella de La Habana a Trinidad.
Y de Trinidad recibí un día de 2015 un correo electrónico de la hija de Eladio, que felizmente reactivó mi contacto con ellos. Para mi sorpresa, en él me enviaba una dirección electrónica, y un nombre: Mirta Romero Febles. 
La hija de Eladio había hecho un gran trabajo investigativo por su cuenta desde Cuba, y con la ayuda de su padre había conseguido encontrar otra fuente que al final, me ha resultado extremadamente valiosa. 
Me alertó, sin embargo, de que Mirta Romero era una mujer muy mayor, que residía en Puerto Madero, Buenos Aires, y que el correo electrónico pertenecía a uno de sus hijos.
Conseguí encontrar con cierta facilidad a Mirta en la guía telefónica de Buenos Aires, pero pasaron varios meses antes de poder localizarla. Su hijo, Daniel Alberto Branconi, no me respondía los mensajes, ni contestaba a mis llamadas telefónicas, pero por fin pude hablar con ellos en las Navidades de 2015.
Mirta Romero Febles
Yo estaba recuperándome de una grave dolencia que casi me saca de este mundo, y tuve que hacer un gran esfuerzo para hablar por teléfono con Mirta, que se expresaba trabajosamente y tampoco oía muy bien. Al final, Branconi y yo acordamos que él mismo grabaría un audio con su testimonio, que me hizo llegar en un pendrive un mes después por correo ordinario. También me envió una foto de su madre en una manifestación en Santiago de Cuba. Resultaba que yo había visto decenas de veces la imagen de Mirta en esa fotografía de mujeres santiagueras que marchaban contra Batista. 
Lo que escuché en aquel audio me dejó completamente sorprendido, porque por fin daba sentido a la historia que hasta ahora había ido hilando con la ayuda de Eladio Rivas y otros testimonios.
Mirta Romero Febles nació en Santiago de Cuba y se trasladó a vivir a La  Habana a principios de los años 50. Como Dysis, desarrolló su activismo político, primero en la isla, y después en Argentina y Uruguay. 
Mujeres manifestándose contra Batista en las calles de Santiago de Cuba. A la derecha, Mirta Romero Febles.
Antes había sido también “compañera de lucha” de otras mujeres cubanas que el Directorio envió a los Estados Unidos a hacer proselitismo de la revolución; las mujeres exiliadas de la Internacional Socialista Cubana. Mirta -como Dysis- formó parte de las que se quedaron en el extranjero cuando triunfó la revolución.
Branconi me ha revelado datos absolutamente novedosos y definitivos que  ha aportado su madre, y que ha podido confirmar y enriquecer su padre, abogado bonaerense aun  lúcido, y también amigo de Dysis, si bien no tan estrecho como lo fue su mujer. Su testimonio me cierra perfectamente la historia que ya tenía escrita.
He de llamar la atención sobre un detalle: Branconi es argentino,  hoy tiene 56 años, no ha estado jamás en Cuba y está muy lejos de las pasiones y razones que hicieron estallar la masacre de Humboldt 7 y los acontecimientos posteriores de esta historia. De hecho, ha estado casi totalmente ajeno a ella durante todos estos años, hasta que su madre se la contó a raíz de mi investigación. Branconi es un señor de derechas, padre de familia y sin ningún vínculo sentimental con Cuba ni con ninguno de los personajes que nos ocupan, ni siquiera con Dysis Guira. No es pues, sospechoso de encubrir a nadie, ni tiene interés ninguno en ocultar detalles del asunto.
Según Branconi, Mirta conoció a Dysis cuando trabajaba como dependienta en una jabonería de La Habana, y continuaron esa amistad en la Universidad, donde Mirta entró a estudiar Derecho, y Dysis Filosofía. 
En la Colina, Mirta conoció también a Blanca Mercedes, a Joe Westbrook y a Marquitos Rodríguez. Junto a ellos comenzó a trabajar como integrante de una célula de apoyo a las acciones armadas del DR, proporcionando transporte, buscando pisos francos y llevando mensajes, armas y medicinas a los combatientes en la clandestinidad. 
Como muchas mujeres del Directorio, miembros del grupo de mujeres exiliadas, Mirta se estableció en el extranjero, en Buenos Aires, como mismo hizo Dysis tras la muerte de Joe. La madre de éste, Dora Rosales, también se fue de Cuba a vivir a Miami y desde el exilio, ambas continuaron trabajando para el MR26-J y el DR, pero nunca más volvieron a hablarse entre ellas, según me cuenta Branconi.
Dysis dirigió una gran campaña mediática por diferentes países del cono sur, con el apoyo de Mirta y otras mujeres cubanas asiladas en Buenos Aires y Montevideo y Asunción. 
En su artículo "Las mujeres exiliadas en la internacionalización de la insurrección cubana: 1955-1958", el historiador y periodista Manuel Ramírez Chicharro cuenta: 
"En abril de 1957, Dysis viajó a Chile y de allí a Argentina, donde escribió en diferentes periódicos solicitando el reconocimiento del gobierno cubano que se había formado en el exilio de Miami con los dirigentes de las secciones exteriores por parte de los gobiernos extranjeros y ofreció decenas de entrevistas a periódicos como Vanguardia, Noticias gráficas, El tambor radical, El laborista y El tiempo. En Uruguay recabó el apoyo de la FEU uruguaya y planteó a la prensa que pediría al Parlamento de Montevideo una moción de repudio contra el régimen de Fulgencio Batista. Asimismo, Dysis solicitó la intervención de la ONU para ofrecer una salida pacífica al conflicto armado en Cuba".
Branconi me asegura que su madre acompañó a Dysis en la mayor parte de estos viajes, y que Dysis le hizo muchas confidencias sobre su vida privada durante aquellos días:
Recorte de la prensa argentina sobre Dysis Guira 
“Mi madre me contó que pocos días antes del ataque a Palacio, Dysis supo por Fructuoso Rodríguez, que Joe y Machadito habían tenido relaciones íntimas en una cuartería de La Habana unos días antes de las acciones de Palacio y Radio Reloj". Branconi se refiere, sin dudas, a lo acontecido en el solar de la casa de la calle Palo Blanco en Guanabacoa. 
Mirta contó a su hijo que Dysis rompió con Joe "en cuanto supo de esto por Fructuoso", y que cuando el joven  va a refugiarse a casa de Ciana, su madre, después de la acción armada del 13 de marzo, ya Dysis había comenzado una relación sentimental con otro miembro del Directorio, que será breve, porque poco después de los hechos, abandona el país: Dysis llegó a decirle a Joe mientras estaba escondido en su casa, que se había enterado de lo que hubo entre Machadito y él, y que , por ese motivo, ella había decidido terminar la relación".
Le pregunto en e-mail de vuelta a Branconi, que si puede preguntarle a su madre el nombre de ese otro miembro del Directorio. Dos días después recibo su respuesta: "Se llamaba Raúl Díaz-Argüelles”.
Mi asombro es mayúsculo al leer el e-mail de Branconi. Le pregunto entonces si alguna vez su madre supo si había algo entre Joe y Marquitos, y si Dysis estaba al corriente. Me responde que no lo sabe, que su madre solo dice que Marquitos quería mucho a Joe, y que a Dysis también. Agrega que su madre y Dysis -como Jorge Valls-, nunca consideraron que Marquitos fuera homosexual, que ambas le tenían gran afecto, que lo recibieron en Buenos Aires cuando él escapó de Cuba vía Costa Rica, y que le dieron dinero para que continuara viaje a México.
Y tiene sentido, porque después de Humboldt, cuando Marcos huye de Cuba asilándose en la embajada de Brasil, su siguiente destino es la casa de su amiga Dysis Guira en Argentina, y esto lo declara en el juicio tal como lo estoy contando yo, y está en las transcripciones del proceso, que adjunté antes.
No tenía mucho sentido que Dysis supiera de la relación entre Marcos y Joe, si siguieron siendo tan amigos después. Pero sí lo tiene -y mucho- que haya sabido del affair de Joe con Machadito, y decidiera terminar su noviazgo con Westbrook por esa causa. Y más aún, que dejara a Joe antes de la masacre, por Raúl Díaz-Argüelles, colega de Faure Chomón, y cuya madre era amiga íntima de Esteban Ventura.
Me detendré en este punto para continuar en el capítulo VI y final de esta serie. Quizás los más despiertos comiencen a vislumbrar ahora las razones que me impulsaron a titularla: "MÁRTIRES DE HUMBOLDT 7 ¿UN CASO CRIMINAL DE CELOS POR DESPECHO?".

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Author: verified_user

Cubano de nacimiento y catalán de adopción

20 comentarios:

  1. Esto es digno de ser premiado. Además de un testimonio imprescindible que hace honor a la verdad que desenmascara a todo un mito construido alrededor de esa gran farsa llamada "revolución cubana" y a sus protagónicos.

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  2. Es increible como pones tantas piezas juntas y llenas de luz tantos puntos oscuros...agujeros negros diría yo.
    Gracias!!

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  3. Aquí ando deslumbrada. Lo imprimiré para leerlo. Es demasiado interesante. Te admiro x la paciencia en reunir tantos datos. Es una labor de topos escudruñar la verdad en esta historia. Tqm Carlitín

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  4. El rigor investigativo y el trabajo escrito cómo resultado merece ser premiado. Estamos en deuda contigo los que nos interesamos por la historia. Gracias mil amigo.

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    1. Salva, eres un incondicional. Aprecio mucho tus palabras y tus visitas a mi blog. Gracias.

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  5. Debo reconocer que una joyita como este articulo debo leerlo más de una vez. Digno de un libro. Me admira como vas moviendo los hilos de la historia de una manera asombrosa , para resultar en una historia llena de intrigas y miserables. No te imaginas como aprendo de ti, y como te admiro por ese ahinco y entrega que pones en todo li que escribes. Valió la pena la demora, ahora veo por qué.A sufrir de nuevo me pones esperando la VI.

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    1. Puri, yo feliz de que te pases por el blog y de tus palabras. Un abrazo fuerte.

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  6. Un trabajo digno de un reconocimiento, años de investigación seria. Esta es la historia que no nos cuentan ,pero que vale la pena conocer,y no olvidar. Gracias Carlos por permitir que conozcamos la historia oculta

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  7. Me he enganchado a esta trama como si fuera una novela, pero compadre, ¿dónde está el link a la VI parte?, oye, que es como si le faltaran las páginas finales...

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    1. "Es como si le faltaran", querido Charlie, porque le faltan, aun no la he publicado. Pero pronto lo haré.

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  8. Me lo bebí. Valiosísimo. Una joya inmejorablemente escrita. Gracias Carlitos!!

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  9. Carlos, excelente trabajo!!!!. Cuantas cosas ocultas!!!. Espero por el próximo capítulo. Saludos.
    p.d. Carlos, no es fácil encontrar los contenido en el bloq, a veces me pierdo y hay cosas muy interesantes que no se encuentra de manera sencilla...

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  10. Muy interesante he leído sin parar esta y las entregas anteriores. No puedo encontrar la sexta parte. Me oupue indicar cómo? Lo felicito por tan minuciosa investigación lo leo con frecuencia y he aprendido más de usted de la historia de mi país que de los maestros que me formaron. Salí de Cuba con 17 años en el 2005

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    1. Aun no he publicado la sexta parte, lo haré en pocos días. Muchas gracias, Anónimo :)

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  11. Son las 12:35 am acabo de terminar las cinco partes despues de varias horas de lectura. No me pasaba algo asi desde hace mucho tiempo en que empezaba un libro y no paraba hasta terminarlo y el mundo se podia caer a mi alrrededor que yo no levantaba la vista hasta la pagina final :)... Gracias infinitas Carlos, espero ansioso la sexta parte. Cuidese mucho. Jorge

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  12. Yo? Aquì esperando el sexto y actualizàndome! Nunca jamàs dejarè de agradecerte!

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  13. No lo he visto, lo acabo de encontrar,,, veremos
    https://vimeo.com/187481091

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