Por Carlos Ferrera
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- Y sus Majestades están dispuestas a llegar a un acuerdo pacífico, si vosotros deponéis las armas y dejáis de hacernos brujería.
- No sé.... Tendría que preguntarle a mi mamá, Martínez Campos.
- ¿A Doña Grajales?
- Sí.
- ¿Y eso?
- Es que yo no hago nada sin consultárselo a mami.
- Eso puede ser un problema, Mayor. ¿Es necesario...?
- Muchacho, como yo haga algo sin preguntarle a mi vieja, es capaz de recoger e irse pa Jamaica. Y yo sin mami aquí me muero.
- General, es una decisión de estado. Su madre en esto...
- Aquí funcionamos así Martínez. Cosas de familia.
- ¿Y para cuándo tendrá usted una respuesta de Doña Mariana?
- No lo sé. Quizás en dos o tres días.
- Estamos en Baraguá, como quien dice al lado de Santiago...
- Ya, pero ella se toma su tiempo. No le gusta que le metan prisas.
- ¿Cómo puedo hablar esto con el General Gómez?
- No sé Martínez, yo no le hablo a Máximo desde hace un mes.
- Joder... lo siento.
- Fue idea de mami.
- Me lo imaginaba...
- Me dijo, "no te conviene andar con Máximo". Y hasta ahí duró nuestra amistad.
- Qué carácter tiene su madre...
- Es muy fuerte. Por eso ya le digo que usted y yo hoy tampoco vamos a llegar a un acuerdo.
- Mayor, hemos firmado el Pacto del Zanjón...
- Mami no está de acuerdo con ese pacto.
- Vaya por Dios.
- No incluye la Independencia ni la liberación de los esclavos. Y ella por ahí dice que no pasa.
- ¡Pero otros generales lo han firmado! Su majestad dice que...
- Dice mami que lo que diga su majestad, ella se lo pasa por ahí..
- Qué barbaridad.
- Lo siento Martínez, porque me caes bien, pero yo no puedo ayudarte. Cuando a mami se le mete algo en la cabeza...
- Ya veo, Mayor. Su madre es muy peculiar...
- Usted no se imagina cuánto. Ahora dice que no le gusta Pepe...
- ¿José Martí?
- Sí.
- Pobre hombre.
- A mami no le gusta como escribe.
- Eso es caer en desgracia...
- Mami está entrenando un caballo para regalárselo y que lo arrastre a la muerte.
- Me parte el alma.
- A mí me dará pena verlo morir, así sin dientes y tan buenazo.
- Es un cacho de pan, hombre de Dios.
- Pero si a mami no le gusta, yo no puedo hacer nada...
- Ya.
- Y sus Majestades están dispuestas a llegar a un acuerdo pacífico, si vosotros deponéis las armas y dejáis de hacernos brujería.
- No sé.... Tendría que preguntarle a mi mamá, Martínez Campos.
- ¿A Doña Grajales?
- Sí.
- ¿Y eso?
- Es que yo no hago nada sin consultárselo a mami.
- Eso puede ser un problema, Mayor. ¿Es necesario...?
- Muchacho, como yo haga algo sin preguntarle a mi vieja, es capaz de recoger e irse pa Jamaica. Y yo sin mami aquí me muero.
- General, es una decisión de estado. Su madre en esto...
- Aquí funcionamos así Martínez. Cosas de familia.
- ¿Y para cuándo tendrá usted una respuesta de Doña Mariana?
- No lo sé. Quizás en dos o tres días.
- Estamos en Baraguá, como quien dice al lado de Santiago...
- Ya, pero ella se toma su tiempo. No le gusta que le metan prisas.
- ¿Cómo puedo hablar esto con el General Gómez?
- No sé Martínez, yo no le hablo a Máximo desde hace un mes.
- Joder... lo siento.
- Fue idea de mami.
- Me lo imaginaba...
- Me dijo, "no te conviene andar con Máximo". Y hasta ahí duró nuestra amistad.
- Qué carácter tiene su madre...
- Es muy fuerte. Por eso ya le digo que usted y yo hoy tampoco vamos a llegar a un acuerdo.
- Mayor, hemos firmado el Pacto del Zanjón...
- Mami no está de acuerdo con ese pacto.
- Vaya por Dios.
- No incluye la Independencia ni la liberación de los esclavos. Y ella por ahí dice que no pasa.
- ¡Pero otros generales lo han firmado! Su majestad dice que...
- Dice mami que lo que diga su majestad, ella se lo pasa por ahí..
- Qué barbaridad.
- Lo siento Martínez, porque me caes bien, pero yo no puedo ayudarte. Cuando a mami se le mete algo en la cabeza...
- Ya veo, Mayor. Su madre es muy peculiar...
- Usted no se imagina cuánto. Ahora dice que no le gusta Pepe...
- ¿José Martí?
- Sí.
- Pobre hombre.
- A mami no le gusta como escribe.
- Eso es caer en desgracia...
- Mami está entrenando un caballo para regalárselo y que lo arrastre a la muerte.
- Me parte el alma.
- A mí me dará pena verlo morir, así sin dientes y tan buenazo.
- Es un cacho de pan, hombre de Dios.
- Pero si a mami no le gusta, yo no puedo hacer nada...
- Ya.