Por Carlos Ferrera
5 de mayo de 1895
Ingenio “La Mejorana”, San Luis, Oriente.
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- ¿Y entonces qué hacemos?
- No sé, compay, no sé...
- Habría que consensuar un acuerdo, Antonio…
- Ya, pero él está empecinao y no hay quien lo saque de eso…
- Es muy cabezón...
- ¡Eh! ¡Te oí Máximo! ¡Sin ofender, eh!
- Perdona Pepe, dije "cabezón" en el sentido de insistente, de…
- ¡Te estás metiendo con mi físico, Máximo!
- No Pepe no..
- ¡Estoy sentado, pero estamos en la misma habitación a un metro de distancia de ustedes!
- Ya...
- ¡Y lo estoy oyendo todo!
- Pero no te sulfures…
- ¡Es que ya me están encabronando, caballero!
- No chico...
- ¡Que si cabezón, que si frente de bomba, que si cabeza de banco! ¡Uno se cansa!
- Perdón Pepe, pero nosotros no te hemos puesto nombretes...
- Somos tus amigos.
- Fue la gente de Calixto.
- De ahí salió lo de frente de bomba.
- Lo de cabeza de banco lo inventaron en las tropas de Sanguily...
- También te dicen...
- ¡Bueno está bueno ya! ¿no?
- Sí, Pepe.
- ¡Quiero entrar en combate cuanto antes!
- No puedes.
- No queremos que vayas, por tu bien.
- ¿No comprenden que necesito la manigua, como agua pura de manantial para saciar mi sed de libertad?
- Pepe, no empieces por favor…
- ¡¿No entienden, aguerridos soldados de la Patria doliente, que yo estoy también presto a por ella, morir?!
- Ay mi madre.
- ¿No se dan cuenta de que ahora escucho de la Patria, el grito?
- Esto no puede estar pasando.
- Pepe, papo... no sabes disparar.
- No le das a un burro a tres pasos.
- Ni sabes montar bien a caballo…
- Ni bien ni mal. No sabes.
- Estoy aprendiendo con un pony de la familia Cisneros…
- Pepe…
- ¡Y estoy haciendo muchos progresos!
- Es que Pepe, un pony no…
- ¡Ya troto!
- No entiendes nada.
- Claro que lo entiendo, a montar a caballo se aprende, igual que a montar en bicicleta.
- ¿Qué?
- Se aprende en días. Ya lo dije yo mismo, “Quien bien aprende, de sus males se desprende”
- ¿Dónde has dicho eso?
- En una poesía.
- ¿En cuál? No recuerdo…
- No la he publicado. La estoy terminando.
- Ah.
- No la he pasado en limpio.
- Yo creo Pepe, que tú estás mejor en la ciudad, compay.
- Yo voy con mi niña hermos... digo, yo tendré cuidado caballero.
- Yo no te veo en el monte. ¡No te veo!
- Envidia.
- ¿Cómo?
- Tienen envidia de que yo, además de culto, inteligente y patriota en la ciudad, me revele como un paladín en la manigua. Es envidia. Se ve a la legua.
- Yo creo que estás sacando las cosas de quicio.
- Si quieres irte a Santiago, por ejemplo, allí podrías dedicarte a coordinar…
- ¡No me gusta Santiago! ¡Santiago no!
- ¿Qué te pasa con Santiago Pepe?
- ¡Me recuerda a la madre de este!
- ¿A Mami?
- Sí, a tu "mami"...
- ¡Mira a ver lo que vas a decir de mami que se me fue hace dos años Pepe, mira a ver!
- Me odiaba.
- ¡Algo le hiciste!
- Siempre la traté bien.
- ¡Porque le tenías miedo!
- Me aterraba.
- ¿Cómo podías temerle a un ser tan dulce como mami?
- No teníamos los mismos gustos literarios.
- Además, no te metas con Santiago, no lo conoces.
- Bueno la verdad es que no mucho...
- ¿No has estado en Carnavales?
- No.
- Se goza mucho.
- ¿Sí?
- Muchacho, los Maceo arrollamos por esa calle Reloj parriba...
- No me digas.
- Gozando. Y unas borracheras del carajo.
- ¿Qué pasa señores? ¿Me pierdo algo?
- Es que este no le caía bien a mami, Máximo.
- Qué mala suerte ¿no?
- A mami no le gustaba como escribe.
- Ahora lo veo claro.
- Decía que Los Zapaticos de Rosa es una mierda dulzona...
- ¡No es ninguna mierda! ¡Es una gran poesía!
- Ella decía que le faltaba patria, dolor y sangre.
- Doña Mariana era una crítica literaria muy dura…
- Ya sabes lo que te hizo a ti, Máximo..
- ¡Cómo no recordarlo!
- Bueno, hay que buscar otra ciudad pa este, compay.
- ¡Quiero incorporarme a la lucha armada, coño! ¿No lo entienden?
- Oye bajito, Pepe, bajito, háblame bajito compay…
- ¿Yo soy el jefe, o no?
- Sí, claro claro. Eres el jefe.
- ¿Y pa qué me cogieron de jefe, si no me iban a dejar entrar en combate?
- (…)
- (…)
- Tienes problemas de salud.
- Mentira…
- Verdad.
- Tienes los tobillos y la cintura en candela.
- ¿Qué pasa con mis tobillos?
- No embarajes Pepe.
- No embarajo.
- Se lo dijiste a Cisneros, que el roce del grillete en las canteras te dejó lesiones óseas…
- Que te duelen...
- Te afectan al caminar, se te nota.
- Cisneros es tremendo paquetero...
- Pepe...
- Un día le dijo a Sanguily que la hermana de Flor Crombet...
- ¡Pepe no nos cambies de conversación!
- (…)
- Quítate las medias Pepe.
- ¿Qué pasa?
- Quítatelas.
- ¿Quieren que me encuere aquí?
- Queremos ver tus tobillos.
- ¿Aquí?
- Sí, y ahora.
-¿Quieren que este momento sea recordado en los libros de Historia de Cuba como “Cuando Martí enseñó sus tobillos a Maceo y a Gómez en La Mejorana”? ¿Eso quieren?
- Vuelves a desvariar.
- Siempre estás con la cabeza en la imprenta.
- No todo en la vida es literatura, Pepe.
- Queremos que admitas que no puedes combatir.
- ¡Sí puedo combatir!
- No hay remedios en la manigua para tus dolores.
- ¡Me buscan hojas de zarza, o de tomate, para untarlas de sebo! ¡Artigas puede sacarle flecos a la jáquima que me traiga Bellito del monte, para darme friegas! Y mientras tenga dolores me quedo en casa y dejo el rancho barrido: hamacas, escribir; leer; lluvia; sueño inquieto...
- Estás delirando.
- ¡Soy un hombre sano y fuerte, de donde crece la palma!
- Padeces de sarcoidosis.
- Eso son bolas de la gente.
- Te provoca que no veas bien y que respires mal.
- Quién dijo…
- Y estás un poco pallá de los nervios.
- Te disparas fácil.
- ¿Ustedes son las Florencias Nighthingale del Ejército Libertador, por casualidad?
- Además, sabemos lo del huevo.
- ¿Qué huevo?
- No te hagas el bobo. Tu huevo.
- El derecho.
- (…)
- Te extirparon un sarcocele del huevo derecho, Pepe.
- ¿Pero esto es el examen médico del Servicio, o qué?
- Nos lo dijo Carmen Zayas.
- Qué golpe tan bajo Máximo…
- Te estoy protegiendo.
- ¡En ningún sitio está escrito que un hombre no puede dar la vida por su patria en combate, porque le falte un huevo!
- Eso también es verdad.
- Ya está, yo soy el jefe. Decido por mis cojones, es decir, por mi cojón, que entraré en combate con tus tropas, Máximo. En dos semanas.
- Bueno…
- Y vamos a terminar esto ya. Las cosas quedan así: Yo, como Delegado del Partido Revolucionario Cubano, me declaro responsable supremo de la Revolución y que hago lo que me salga a mí de mi huevo, como entrar en combate, o salir.
- Ok.
- Ok.
- Me encanta que hayamos adoptado el ”Ok”.
- Y a mí.
- Lo puse de moda yo a mi regreso del Imperio.
- A mí me encanta usarlo. A mami no le gustaba.
- Yo lo uso mucho en casa con Bernarda.
- ¿Qué tal está ella?
- Ahí, con sus achaques.
- Dile que Leonor quiere ir a verla, pero que no encuentra el día, que ya le avisará.
- Ok.
- En cuanto a ti, Máximo, vas a ser General en Jefe. Es mucho para un extranjero, a mi modo de ver, pero yo ya lo he escrito, “a todo buen extranjero, hay que darle un sonajero”.
- ¿Dónde escribiste eso?
- Te dije ya que estoy escribiendo…
- Ah sí, que no la has pasado en limpio, perdona perdona...
- Toño, tú serás el Lugarteniente General y Jefe de Oriente.
- ¿Tengo dos cargos?
- Sí.
- ¿Cobro por los dos?
- Hombre… la Revolución necesita de la frugalidad de sus líderes.
- Tengo que consultarlo con mami.
- ¿Pero Mariana no murió?
- Sí.
- ¿Y entonces?
- Yo hablo con su muerto.
- (...)
- (...)
- Le consulto todo, como cuando estaba viva..
- Ufff..
- Así que no te prometo nada.
- Antonio yo creo que esto ya se te está yendo de las manos…
- ¡Pepe, ella sabrá si este exceso de trabajo está bien remunerado, o no, y si es bueno para mí, o no!
- Antonio, con el perdón querido amigo, esa dependencia de tu madre después de muerta, no puede ser sana. En Dominicana nosotros…
- ¿Y a ti quién te metió en esto Máximo?
- Caballero no se embalen como Alberto el Militar.
- Antonio fuiste tú quien dijiste que tu mamá…
- ¡No me toques a mami Máximo que te mato!
- Perdona perdona.
- ¡Entre mami y yo no se mete nadie!
- ¡Dejen eso señores, que hay sol bueno y mar de espuma!
- Es que este hombre siempre se pone entre mami y yo.
- Yo solo decía que en Santo Domingo…
- ¡Está bueno ya, que voy llegar tarde a mis clases de equitación en casa de los Cisneros, coño!
- Ok ok...
- Y hay un solo pony, y somos 10.
- No sé, compay, no sé...
- Habría que consensuar un acuerdo, Antonio…
- Ya, pero él está empecinao y no hay quien lo saque de eso…
- Es muy cabezón...
- ¡Eh! ¡Te oí Máximo! ¡Sin ofender, eh!
- Perdona Pepe, dije "cabezón" en el sentido de insistente, de…
- ¡Te estás metiendo con mi físico, Máximo!
- No Pepe no..
- ¡Estoy sentado, pero estamos en la misma habitación a un metro de distancia de ustedes!
- Ya...
- ¡Y lo estoy oyendo todo!
- Pero no te sulfures…
- ¡Es que ya me están encabronando, caballero!
- No chico...
- ¡Que si cabezón, que si frente de bomba, que si cabeza de banco! ¡Uno se cansa!
- Perdón Pepe, pero nosotros no te hemos puesto nombretes...
- Somos tus amigos.
- Fue la gente de Calixto.
- De ahí salió lo de frente de bomba.
- Lo de cabeza de banco lo inventaron en las tropas de Sanguily...
- También te dicen...
- ¡Bueno está bueno ya! ¿no?
- Sí, Pepe.
- ¡Quiero entrar en combate cuanto antes!
- No puedes.
- No queremos que vayas, por tu bien.
- ¿No comprenden que necesito la manigua, como agua pura de manantial para saciar mi sed de libertad?
- Pepe, no empieces por favor…
- ¡¿No entienden, aguerridos soldados de la Patria doliente, que yo estoy también presto a por ella, morir?!
- Ay mi madre.
- ¿No se dan cuenta de que ahora escucho de la Patria, el grito?
- Esto no puede estar pasando.
- Pepe, papo... no sabes disparar.
- No le das a un burro a tres pasos.
- Ni sabes montar bien a caballo…
- Ni bien ni mal. No sabes.
- Estoy aprendiendo con un pony de la familia Cisneros…
- Pepe…
- ¡Y estoy haciendo muchos progresos!
- Es que Pepe, un pony no…
- ¡Ya troto!
- No entiendes nada.
- Claro que lo entiendo, a montar a caballo se aprende, igual que a montar en bicicleta.
- ¿Qué?
- Se aprende en días. Ya lo dije yo mismo, “Quien bien aprende, de sus males se desprende”
- ¿Dónde has dicho eso?
- En una poesía.
- ¿En cuál? No recuerdo…
- No la he publicado. La estoy terminando.
- Ah.
- No la he pasado en limpio.
- Yo creo Pepe, que tú estás mejor en la ciudad, compay.
- Yo voy con mi niña hermos... digo, yo tendré cuidado caballero.
- Yo no te veo en el monte. ¡No te veo!
- Envidia.
- ¿Cómo?
- Tienen envidia de que yo, además de culto, inteligente y patriota en la ciudad, me revele como un paladín en la manigua. Es envidia. Se ve a la legua.
- Yo creo que estás sacando las cosas de quicio.
- Si quieres irte a Santiago, por ejemplo, allí podrías dedicarte a coordinar…
- ¡No me gusta Santiago! ¡Santiago no!
- ¿Qué te pasa con Santiago Pepe?
- ¡Me recuerda a la madre de este!
- ¿A Mami?
- Sí, a tu "mami"...
- ¡Mira a ver lo que vas a decir de mami que se me fue hace dos años Pepe, mira a ver!
- Me odiaba.
- ¡Algo le hiciste!
- Siempre la traté bien.
- ¡Porque le tenías miedo!
- Me aterraba.
- ¿Cómo podías temerle a un ser tan dulce como mami?
- No teníamos los mismos gustos literarios.
- Además, no te metas con Santiago, no lo conoces.
- Bueno la verdad es que no mucho...
- ¿No has estado en Carnavales?
- No.
- Se goza mucho.
- ¿Sí?
- Muchacho, los Maceo arrollamos por esa calle Reloj parriba...
- No me digas.
- Gozando. Y unas borracheras del carajo.
- ¿Qué pasa señores? ¿Me pierdo algo?
- Es que este no le caía bien a mami, Máximo.
- Qué mala suerte ¿no?
- A mami no le gustaba como escribe.
- Ahora lo veo claro.
- Decía que Los Zapaticos de Rosa es una mierda dulzona...
- ¡No es ninguna mierda! ¡Es una gran poesía!
- Ella decía que le faltaba patria, dolor y sangre.
- Doña Mariana era una crítica literaria muy dura…
- Ya sabes lo que te hizo a ti, Máximo..
- ¡Cómo no recordarlo!
- Bueno, hay que buscar otra ciudad pa este, compay.
- ¡Quiero incorporarme a la lucha armada, coño! ¿No lo entienden?
- Oye bajito, Pepe, bajito, háblame bajito compay…
- ¿Yo soy el jefe, o no?
- Sí, claro claro. Eres el jefe.
- ¿Y pa qué me cogieron de jefe, si no me iban a dejar entrar en combate?
- (…)
- (…)
- Tienes problemas de salud.
- Mentira…
- Verdad.
- Tienes los tobillos y la cintura en candela.
- ¿Qué pasa con mis tobillos?
- No embarajes Pepe.
- No embarajo.
- Se lo dijiste a Cisneros, que el roce del grillete en las canteras te dejó lesiones óseas…
- Que te duelen...
- Te afectan al caminar, se te nota.
- Cisneros es tremendo paquetero...
- Pepe...
- Un día le dijo a Sanguily que la hermana de Flor Crombet...
- ¡Pepe no nos cambies de conversación!
- (…)
- Quítate las medias Pepe.
- ¿Qué pasa?
- Quítatelas.
- ¿Quieren que me encuere aquí?
- Queremos ver tus tobillos.
- ¿Aquí?
- Sí, y ahora.
-¿Quieren que este momento sea recordado en los libros de Historia de Cuba como “Cuando Martí enseñó sus tobillos a Maceo y a Gómez en La Mejorana”? ¿Eso quieren?
- Vuelves a desvariar.
- Siempre estás con la cabeza en la imprenta.
- No todo en la vida es literatura, Pepe.
- Queremos que admitas que no puedes combatir.
- ¡Sí puedo combatir!
- No hay remedios en la manigua para tus dolores.
- ¡Me buscan hojas de zarza, o de tomate, para untarlas de sebo! ¡Artigas puede sacarle flecos a la jáquima que me traiga Bellito del monte, para darme friegas! Y mientras tenga dolores me quedo en casa y dejo el rancho barrido: hamacas, escribir; leer; lluvia; sueño inquieto...
- Estás delirando.
- ¡Soy un hombre sano y fuerte, de donde crece la palma!
- Padeces de sarcoidosis.
- Eso son bolas de la gente.
- Te provoca que no veas bien y que respires mal.
- Quién dijo…
- Y estás un poco pallá de los nervios.
- Te disparas fácil.
- ¿Ustedes son las Florencias Nighthingale del Ejército Libertador, por casualidad?
- Además, sabemos lo del huevo.
- ¿Qué huevo?
- No te hagas el bobo. Tu huevo.
- El derecho.
- (…)
- Te extirparon un sarcocele del huevo derecho, Pepe.
- ¿Pero esto es el examen médico del Servicio, o qué?
- Nos lo dijo Carmen Zayas.
- Qué golpe tan bajo Máximo…
- Te estoy protegiendo.
- ¡En ningún sitio está escrito que un hombre no puede dar la vida por su patria en combate, porque le falte un huevo!
- Eso también es verdad.
- Ya está, yo soy el jefe. Decido por mis cojones, es decir, por mi cojón, que entraré en combate con tus tropas, Máximo. En dos semanas.
- Bueno…
- Y vamos a terminar esto ya. Las cosas quedan así: Yo, como Delegado del Partido Revolucionario Cubano, me declaro responsable supremo de la Revolución y que hago lo que me salga a mí de mi huevo, como entrar en combate, o salir.
- Ok.
- Ok.
- Me encanta que hayamos adoptado el ”Ok”.
- Y a mí.
- Lo puse de moda yo a mi regreso del Imperio.
- A mí me encanta usarlo. A mami no le gustaba.
- Yo lo uso mucho en casa con Bernarda.
- ¿Qué tal está ella?
- Ahí, con sus achaques.
- Dile que Leonor quiere ir a verla, pero que no encuentra el día, que ya le avisará.
- Ok.
- En cuanto a ti, Máximo, vas a ser General en Jefe. Es mucho para un extranjero, a mi modo de ver, pero yo ya lo he escrito, “a todo buen extranjero, hay que darle un sonajero”.
- ¿Dónde escribiste eso?
- Te dije ya que estoy escribiendo…
- Ah sí, que no la has pasado en limpio, perdona perdona...
- Toño, tú serás el Lugarteniente General y Jefe de Oriente.
- ¿Tengo dos cargos?
- Sí.
- ¿Cobro por los dos?
- Hombre… la Revolución necesita de la frugalidad de sus líderes.
- Tengo que consultarlo con mami.
- ¿Pero Mariana no murió?
- Sí.
- ¿Y entonces?
- Yo hablo con su muerto.
- (...)
- (...)
- Le consulto todo, como cuando estaba viva..
- Ufff..
- Así que no te prometo nada.
- Antonio yo creo que esto ya se te está yendo de las manos…
- ¡Pepe, ella sabrá si este exceso de trabajo está bien remunerado, o no, y si es bueno para mí, o no!
- Antonio, con el perdón querido amigo, esa dependencia de tu madre después de muerta, no puede ser sana. En Dominicana nosotros…
- ¿Y a ti quién te metió en esto Máximo?
- Caballero no se embalen como Alberto el Militar.
- Antonio fuiste tú quien dijiste que tu mamá…
- ¡No me toques a mami Máximo que te mato!
- Perdona perdona.
- ¡Entre mami y yo no se mete nadie!
- ¡Dejen eso señores, que hay sol bueno y mar de espuma!
- Es que este hombre siempre se pone entre mami y yo.
- Yo solo decía que en Santo Domingo…
- ¡Está bueno ya, que voy llegar tarde a mis clases de equitación en casa de los Cisneros, coño!
- Ok ok...
- Y hay un solo pony, y somos 10.