viernes, 29 de marzo de 2019

EL PASEANTE INGLÉS

EL PASEANTE INGLÉS

Por Carlos Ferrera

A propósito de la visita de Charles

Se me ocurre hoy, chapotear en torno a una noticia que me ha generado un poco de suspicacia y mucho de indignación: la visita de los príncipes herederos del Reino Unido a La Habana.
Alucino un poco con las conclusiones sesgadas del gobierno cubano, después de concluido el paseo real británico por el Lagarto Verde. La prensa oficialista ha vendido al mundo la visita como la panacea, y en su línea de siempre, envía de paso a los oídos mansos y desinformados de los cubanos de la Isla, un mensaje falso como un billete de 9 libras.
Sus Altezas Reales Británicas, Charles y Camilla, fueron recibidas en Rancho Boyeros por Ana Teresita González, vicecanciller de Macondo Town. Es un viaje histórico que a nadie le ha importado mucho en el Reino Unido, pero que Cuba se lo ha tomado casi como si fuera miembro de pleno derecho de la Commonwealth.
Hace más de 70 años que La Habana no recibía a un miembro de la familia real británica, así que el acontecimiento reviste, al menos, cierta relevancia histórica. Pero nada más.
No estaba “el Presi” al pie de la escalerilla para recibir a los príncipes más longevos del mundo, ni su regordeta Primera Lady, porque no obliga el protocolo. No se trata de los reyes; son apenas herederos del trono venidos a menos, y es ya casi seguro que jamás reinarán, como no lo hagan desde una cama fowler.
Por eso el MINREX envió a una segunda al mando a decirles, “Welcome Your Majesty, Cuba is your house”, y santas pascuas. Casi que mejor, porque el inglés de Canelo todavía está muy green. Ana Teresita tampoco es la cima del glamour, pero es rubia Revlon, más alta que Lis y su inglés de la Lincoln le alcanza para comunicarse con los gerontopríncipes.
Avancemos.
Dicen los libelos de la prensa cubana que, “la visita oficial del Príncipe de Gales y la Duquesa de Cornualles, anuncia un cambio importante en la larga política del gobierno de Su Majestad hacia la Isla”. ¿Perdón? ¿Un “cambio importante”? ¿La “larga política”? ¿De qué demonios hablan? O sea, ¿de qué fucking “relación” are they talking about?
La “Majestad” a la que alude el titular, es por supuesto la madre de Carlitos, Elizabeth II, que está hasta la corona de su hijo desde hace 40 años, y hace tiempo ha dejado claro que no quiere que acerque sus posaderas al trono de Windsor.
Parece una crueldad a simple vista, -y lo es- porque Carlos se ha hecho viejo, tumbado junto al escabel donde su madre pone sus regios juanetes, esperando a que le llegue el día de reinar. Es el príncipe con más experiencia en el cargo del mundo, y eso parece otorgarle ciertos derechos.
Pues no.
Isabel ha estado clara; su hijo es un desastre como príncipe, e iba a ser un desastre como Rey.  Por eso está dispuesta a “volarle el turno”, y ya anda preparando a su nieto mayor para que ocupe su puesto. Está harta de su familia de frikis, que no le dado un minuto de paz desde hace más de medio siglo.
Su tío, el cuestionado Eduardo VIII -entonces heredero de la Corona y el primer visitante real que tuvo Cuba, por allá por 1948-, abdicó del trono en favor de su hermano George, padre de Isabel, por culpa de una furcia americana y de su nulo interés por los asuntos de Estado, y de cualquier asunto.
Eduardo VIII era un millonario bello e inútil, que solo reinó 325 días y le dejó (en la mano) el tercer trono de la Casa Windsor a su hermano menor George, que se quedó en shock, porque le cayó del cielo. George se había casado con Isabel Bowes-Lyon en 1923, convirtiéndola así en Isabel I, y de esa unión nació la actual reina de Inglaterra, madre de este príncipe anciano que ha vuelto a poner lo inglés de moda en La Habana, 70 años después.
En 1947, Isabel II contrajo matrimonio con el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca, con quien tuvo cuatro hijos; Carlos, Ana, Andrés y Eduardo. 
Felipe quedó para siempre en una posición gris como consorte, y de él solo conocemos sus partes pudendas, porque suele sentarse con las piernas abiertas en los actos públicos, cuando viste falda escocesa. No existe. Es Isabel quien ha cortado el bacalao desde entonces.
Los 90s fueron “annus horribilis” para la reina, dicho por ella misma. Carlos y Andrés se habían casado respectivamente con Diana de Gales y Sarah Ferguson, -“Fergie” para los íntimos-, e Isabel salía con cara de “esto va a ser tremenda mierda” en las fotos de las dos bodas.
Se le criticó por eso, pero otra vez estaba clara: Fergie y los dos príncipes, arrastraron durante años a la familia por el barro con escándalos de todo pelaje, mientras Diana se entregó al papel de chica engañada y sufrida, que le daba pena hasta a la Madre Teresa, tan hecha a ver desgracias. Para casi todos los ingleses de entonces, Carlos era el demonio, y su madre, pues eso; la madre del demonio.
Pero para Isabel no paró de llover. Se divorció su hija Ana, contra su voluntad, murió su mejor amiga y un incendio achicharró parte de su castillo. En 1996 Carlos y Diana se divorciaron de malas maneras, y también a las greñas lo hicieron Andrés y Fergie. 
La temprana y extraña muerte de Diana en un túnel parisino en 1997, contribuyó a empañar aún más el aura ya oscura de la reina y de su hijo, y el clan Windsor fue repudiado por la prensa y por su pueblo, a causa de su postura fría ante el triste suceso. El Castillo de Windsor, era Mordor.
Desde entonces, para Isabel todo ha sido un camino de espinas. Carlos continuó su affair con la impopular Camilla, a la que en realidad siempre había tenido como amante. Ella lo había esperado pacientemente 30 años, soportando que el mundo entero la pusiera de vuelta y media, acusándola de robamaridos, interesada y fea. Isabel la considera abiertamente una bruja, y no ha dejado de odiarla ni un segundo.
Pero la anciana reina sigue capeando temporales; su nieto Harry, Duque de Sussex, al que ya hemos visto desnudo y vestido (de nazi), le subió al tío Eduardo VIII la parada, casándose con una negra plebeya. Aún Isabel estaba diciendo “shit”, cuando su primo tercero, Lord Ivar Mountbatten, casado y con tres hijas, anunció la primera boda gay de la casa Windsor con el amor de su vida, James Coyle. No hay corazón de reina que aguante.
Por suerte para Isabel, su nieto mayor, Guillermo, duque de Cambridge, se ha unido heterosexualmente en una hermosa boda “normal” con una chica bien, ha formado una familia bien, y su abuela espera que esté más apto que su padre para reinar.
Charles no es técnicamente un representante del gobierno británico, ni su voz cuenta un comino a la hora de templar esas “renovadas relaciones comerciales” con Cuba, de las que hoy se habla tanto en La Habana. Mucho menos puede influir en los “negocios” que hipotéticamente se producirían a raíz de su visita.
Ni siquiera su madre, dueña de la mayor fortuna real del mundo, ha vuelto a tener influencia en el rumbo del Estado, que hace mucho dejó de estar en manos de un Windsor. La del Reino Unido es la monarquía más fuerte del planeta gracias a su poder económico y su arraigo popular, pero en la práctica es también una institución medieval caduca, que hace años ni pinta ni da color en las decisiones del gobierno. La actual realeza inglesa se entera por la prensa de cómo se harán las cosas en el Reino, como el resto de los ingleses de a pie.
Mandan los laboristas y los tories en el Parlamento; los reales cumplen solo un rol protocolar, si bien comparten alguna responsabilidad de Estado, porque aún son dueños de gran parte del patrimonio histórico y cultural británico, dentro y fuera de su territorio. En muchos casos también son importantes mediadores en los sectores económicos y el tejido empresarial. Los reyes suelen ser buenos “influencers” y mejores negociantes, y eso era Isabel, pero no es el caso de Carlitos. Parece de perogrullo escribirlo, pero en Cuba nadie se lo ha recordado al pueblo llano.
Por eso me sorprende y me indigna el triunfalismo ponderado y falso de la dictadura sobre este asunto, ahora que –Brexit mediante– y a trompicones, Inglaterra intenta salir de la Unión Europea, aunque sea por el techo, y busca nuevos socios comerciales. Es irrisorio que Cuba se vea como candidata en esa lista de pretendientes, justo ahora que tiene menos cosas que nunca que ofrecer a ninguna nación del mundo, a cambio de que la saquen de la crisis.
No ayuda su alineación con Maduro apoyando el desastre que Fidel exportó a Venezuela en tiempos de Chávez, y que hoy está a punto de convertirse en un conflicto de consecuencias impredecibles, del que Cuba es también responsable. Cuba es el peor socio comercial que existe ahora mismo en el planeta, después de Venezuela y Haití, e imaginarla firmando un acuerdo con Reino Unido, es el absurdo llevado a límites paranoicos.
Pero los cubanos de la Isla se lo creen, porque de Carlitos saben, malamente, que fue el marido de la mujer que se mató en un túnel, y poco más. La desinformación sigue siendo el activo más preciado del castrocomunismo.

UN CROQUIS RÁPIDO DEL PRÍNCIPE DE GALES

Confieso que le tengo manía y sería muy parcial, por eso prefiero citar palabras más autorizadas antes de describirlo con las mías. Lo hace mejor mi tocayo, colega y columnista de El Mundo, Carlos Fresneda, comentando el libro 'El Príncipe Rebelde: el poder, la pasión y el desafío', del periodista británico Tom Bower:
“El Príncipe Carlos es un hombre petulante, extravagante y entrometido, resentido con sus padres por su terrible infancia en un internado escocés, incapaz de apreciar el tormento que para sus hijos supuso su relación con Camilla tras la muerte de Diana y con hábitos extravagantes frente a la austeridad de su madre, como fletar un camión de mudanza para llevarse su dormitorio privado durante la estancia en casa de unos amigos”.
Fresneda cuenta que Charles nunca ha perdonado a sus padres haberlo enviado de niño al remoto internado escocés de Gordonstoh, una "tortura" de la que culpa sobre todo a su padre. Según Bower, Carlos siempre vio al Príncipe de Edimburgo, como un manipulador emocional. “La presencia insidiosa de Camilla tras la muerte de Lady Di creó una distancia con sus hijos, que la consideraban como un recuerdo permanente del tormento sufrido por Diana. William y Harry entraban por la puerta de servicio para evitar cruzarse con ella cuando su padre la invitaba a su mansión londinense”.
Charles odia a su consuegra Carole Middleton, la madre de Kate, solo “porque pasa más tiempo que él con sus nietos”. Los británicos prefieran a los Duques de Cambridge como herederos de la Corona, por encima de él y de Camilla, y al menos un país de la Commonwealth se opone a que sea coronado Rey.
Fresneda apunta al texto de Bowle que, “el anciano príncipe está profundamente desconectado de la gente común y lleva una vida llena de lujos y extravagancias, pese a la imagen austera y "sostenible" que se esfuerza en proyectar. En cierta ocasión, despachó un camión entero de mudanza -incluyendo su cama ortopédica, su taza del váter y los rollos de papel higiénico Klennex- a la casa de unos amigos que le invitaron a pasar unos días, con cargo a la Corona”
Apunto yo, que, Carlitos, como lo fue su abuela Isabel I, es un borrachín empedernido que se lleva su comida, y su Martini "precombinado", a las fiestas a las que lo invitan. Solo permite que se lo sirva uno de sus escoltas, su coctelero real, uno del más de un centenar que conforman su corte privada, incluidos cuatro que solamente se dedican a que todo esté en orden en su guardarropa, y a cambiarlo de atuendo cinco veces al día.
No soy antimonárquico. Creo que los reyes deben permanecer con sus cortes, sus rituales y sus milenarios abolengos, como en una vitrina. Son una parte viva de la historia y la cultura de los países que han tenido monarquías, y han de conservarse igual que un libro incunable, pero sin tocarle el bolsillo a la plebe que los reverencia. Pero Carlos tiene poco valor histórico, y va flojo de papeles en valores humanos.
Mientras tanto, la Cancillería británica ha visto que llovía, y quitó la tendedera. Dicen que la visita de la pareja real “forma parte de una gira caribeña que carece de contenido político, aunque busca desplegar la diplomacia constructiva británica profundizando en la relación bilateral sin dejar de lado los disensos”. Muela inglesa.
También Andrew Lewer, un parlamentario del Partido Conservador en el poder, ha querido salvarle el trasero al vejete: “La familia real no toma estas decisiones. Es la Oficina de Relaciones Exteriores, a la familia real no se le debe culpar por esto. –pero añadió– Nuestros amigos en Estados Unidos, los muchos cubanos en Florida, se sentirán perplejos al ver a la familia real británica que realiza una gira en un momento en que estos actos despreciables están teniendo lugar”, refiriéndose a la tragedia venezolana.
El exgobernador de Florida y actual senador Rick Scott le hizo llegar una protesta airada a la primera ministra británica Theresa May: “¿Por qué querría el gobierno británico reconocer a Juan Guaidó como nuevo presidente de Venezuela cuando todos sabemos que el régimen de Castro es el que apuntala a Maduro, el dictador de Venezuela y al mismo tiempo, ¿el príncipe, que tiene una increíble influencia mundial, va a apuntalar al régimen?” Teresa debe haber llorado en silencio. No se acaba el puñetero breixit...
No me da que Díaz Canel le llegue a sacar a Charles, ni un solo penique en el futuro. Más bien el noble inglés le quedará a deber a los cubanos –a los de la calle– toda la pasta que se ha gastado “el Presi” en agasajarlo a él.
Tampoco Isabel moverá un dedo, porque no quiere, porque Cuba se la trae floja y porque pronto se irá. Malamente podrá ubicarla en un mapa, si se le pregunta, y seguro necesitará una pista. No estamos en su pensamiento.
Y el desamor es mutuo. Tampoco pensamos en ella; algunos de nosotros ni siquiera la conocen. En La Habana también decayó el entusiasmo británico cuando los ingleses nos cambiaron fríamente por la Florida en 1763. Nos duró poco aquel idilio a la cañona, que prometía; volvimos a la potajera española condenados a no hablar en inglés fluido por el resto de nuestras vidas.
Fueron once fugaces meses de secuestro dulce, sufrimos las consecuencias del conflicto un par de meses más; hubo depresión, hambruna y el malestar popular esperable ante la presencia de un ejército invasor. Pero, ya superado el trauma, Cuba recibió de los ingleses más ventajas que dolores. Nosotros también nos relajamos, y todo comenzó a fluir…

De eso no se habla nunca en las escuelas de la Isla, pero es otra historia anglocubana a desempolvar; la de La Hora de Los Mameyes

miércoles, 27 de marzo de 2019

JUANITA VERA, LA AMANTE OYENTE

JUANITA VERA, LA AMANTE OYENTE

Por Carlos Ferrera

Husmeo en las fotos de la visita real de Charles y Camilla a Macondo Town: Andan La Habana con Eusebio; esperable. 
Camilla, como asustada ante una radiación extraña, se cobija del destructivo sol del Caribe bajo una anacrónica sombrillita blanco talco con puntas de encaje, que parece un juguete victoriano. Casi huele a naftalina inglesa. Pero la paciente amante del heredero del trono británico, solo intenta que el astro rey habanero, no haga demasiados estragos en su apergaminada piel de cebolla inglesa.
No es el caso de la chica cubana que traduce al grupo, fuerte de color, y hecha desde chiquita a esto que para Camilla es el infierno tropical del cáncer de piel. 
Ahí está la abnegada intérprete, mostrando toda su afrocubanidad sin subterfugios, luciendo su negritud brillante bajo un sol de justicia; negras también las medias y el atuendo, blancas la blusa y las cuencas de los ojos; "This is the Morro Castle, Your Majesty..." ¡Qué grande eres Fidel, incluso muerto!
Escuché a la intérprete en el telediario; habla un perfecto inglés de la Lincoln que le ha enseñado la revolución. Ha podido llegar hasta aquí por dominar -muy bien- la lengua de Shakespeare; quizás también haya llegado a agente de la DI, con todo y su color intenso. Tiene el honor de traducir las palabras de una figura inglesa y blanca de la Historia, que jamás pensó llegar conocer en persona, en su negra niñez pioneril. Y eso es algo muy grande, negrita.
Pero algo me rechina. La joven traductora de la raza sufrida, no debía estar ahí, entre Charles y Eusebio. Y no por el color intenso de su piel, sino por rango. 
Ese es el puesto que ha ocupado siempre otra persona; la anfitriona de lujo del castrismo para las grandes ocasiones en que se habla inglés en aquella Isla. 
¿O es que esta no lo es?
No entiendo mucho por qué es que no está junto a Charles y esposa, Juanita Vera, traductora máxima de la revolución, y amante permanente del pulverizado comandante. 
¿Le han bajado el precio a la mejor intérprete de la Dictadura, o se lo han bajado a Charles y a Camilla? ¿O quizás, simplemente se lo han subido a la chica afrocubana de la negra niñez? Pero Juanita Vera no está en la foto, y la echo de menos, por omisión. 
Juanita es la mujer-corcho de la traducción simultánea cubana. Flota en el mar borrascoso de los intérpretes al servicio de la élite castrista, desde hace más de tres décadas.
Juanita capea ese temporal, como la nave insignia de la flota; sus marineros son los mejores, los más rápidos y reservados, los mejor informados, discretos y confiables. Los mejor preparados para tamizar las palabras que escucha y pronuncia el poder. Y Juanita Vera es la institución de ese apartado.
Desde los 80s, no hay nada importante que se le haya dicho en inglés a Fidel, a Raúl y ahora, a Díaz-Canel, que no haya pasado por los oídos atentos de Juanita Vera. 
Juanita conoce el calibre y alcance de todos los misiles rusos y norteamericanos de última generación, pero no por eso olvida los nombres de las mascotas de Winnie Mandela. Tampoco olvidará seguramente cuántas y cuáles medicinas tomaba Fidel Castro. Juanita sabe los detalles de la caída del muro de Berlín, contados por Honecker a Fidel en tiempo real, por teléfono;. También conoce los pormenores de sus extrañas reuniones secretas en Cayo Piedra, en épocas del narcotráfico, y las notas escolares de todos los nietos del líder. Juanita sabe cosas, que nunca contará. 
¿O sí? 
FIDEL Y JUANITA VERA
Fidel Castro tuvo siempre cierta predilección por las mujeres inteligentes, preferiblemente cercanas a su ideología, con las que pudiera mantener un intercambio intelectual a su nivel. Varias de sus amantes cumplieron ese requisito, en mayor o menor grado: las cubanas Celia Sánchez y Natalia Revuelta, y las periodistas norteamericanas Lisa Howard y Barbara Walters, entre ellas. 
Pero de todas, solo una estuvo más tiempo físico a su lado, y estableció una relación profesional e íntima más duradera en el tiempo; su traductora e intérprete oficial, Juanita Vera.
Juana Florinda Vera García, nació en La Habana el 24 de noviembre de 1953, en el seno de una familia humilde, pero se declara “hija de la Revolución” y está convencida que le debe todo a ella y a Castro. No le falta razón.
Es menor que los dos hijos mayores "oficiales" de Fidel, y se graduó como traductora e intérprete en Lengua Inglesa en la Escuela de Filología de la Universidad de La Habana en 1980. Durante un tiempo trabajó como traductora en el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), y desde hace años es “funcionaria especialista” del Departamento de Estados Unidos del MINREX. 
Sin embargo, existe otra Juanita, menos locuaz y más calculadora, que es coronel de Inteligencia de la DI, y que fue la lengua y los oídos de Fidel durante los últimos 30 años de su vida. 
Juanita ha sido la sombra del dictador en todos sus viajes internacionales a países de habla inglesa, y en todos sus contactos oficiales con autoridades de naciones anglófonas en la Isla. 
Fue así, desde que le hizo la primera traducción simultánea en los 80s, hasta la última en 2006, cuando Fidel entregó el poder a su hermano menor, ya tocado por el Alzheimer. 
Después del retiro de su benefactor, Juanita siguió desempeñando la misma función al servicio de su hermano Raúl Castro, y lo hace ahora acompañando al actual presidente Miguel Díaz-Canel. Ha sabido cómo mantenerse durante años en uno de los sitios más sensibles del back stage de la revolución. De hecho, ha sobrevivido a otras traductoras "multitask" del comandante. Juanita sabe nadar y guardar la ropa.
Juanita está casada con el doctor en Ciencias Físicas Matemáticas Gerardo Rodríguez Fuentes, investigador titular de la Universidad de La Habana, y hasta la publicación de esta crónica, segundo secretario del Partido en ese claustro. 
Gerardo se presenta como “padre” de los dos hijos de Juanita, Abel, de 25 años e ingeniero de Sistemas Automatizados de Dirección, y Nerea Amalia, de 18, graduada instructora de Arte en la ENIA. 
Pero todo el mundo sabe que Abel no es hijo de Gerardo, sino de Fidel Castro Ruz.
El ex escolta de Fidel, Juan Reinaldo Sánchez, autor del libro “La vida oculta de Fidel Castro”, exiliado en Miami desde 2008 y fallecido allí en 2015, fue durante 17 años el responsable de llevar la famosa «libreta gris» del Comandante, un cuaderno (decenas de ellos, en la práctica) que hay orden de destruir en caso de que caiga el régimen.
Juan Reinaldo Sánchez y Fidel Castro
En ellos, Juan Reinaldo apuntaba los detalles de todo lo relacionado con la agenda “no oficial” del Comandante, según él, “desde la hora en que Castro se levantaba, qué desayunaba, el itinerario seguido, con quién se reunía y los asuntos tratados, hasta las cosas más nimias, como la añada de la botella de vino que acababa de descorchar o la pesca conseguida en su paradisíaca isla de Cayo Piedra”. Y en la «libreta gris» quedaron reflejados con puño y letra de Juan Reinaldo Sánchez las aventuras sexuales de Agapito.
El escolta anotaba los encuentros extraconyugales de Castro en la «casa de Carbonell», en la zona residencial de Siboney, el escenario de sus encuentros extramaritales, que coordinaba su edecán y también confidente, José “Pepín” Naranjo. 
Cuenta Juan Reinaldo que «apuntaba la hora de llegada y de salida, y entre paréntesis, solo dos palabras: “Operación Cartucho”. Aunque Fidel no era el típico mujeriego cubano, que cambia constantemente de amante, podía tener dos o tres a la vez que le duraban años». 
Relata el ex escolta que, a finales de los años 70, coincidieron en el tiempo –y protagonizaron varios altercados de celos entre ellas– «la tajante y autoritaria» Dalia, Celia Sánchez, una azafata llamada Gladys Duarte, que “acompañaba” a Fidel en sus viajes internacionales, y Pilar, conocida como "Pili", la intérprete de francés preferida del Comandante.
Pero Castro quiso tanto a Celia que no se casó con Dalia hasta que ella murió en 1980. Entonces cambió a Gladys por su traductora Juanita Vera, que enseguida se convirtió en su amante, y le exigió que sacara a “Pili” también de la escena, cosa que Fidel hizo inmediatamente. 
Con Juanita, Juan Reinaldo estableció una relación muy cercana de amistad, y ella un día le confesó que Fidel era el padre de su hijo Abel. 
Fidel convivía con Dalia Soto del Valle desde 1961, algo que según muchos de sus biógrafos, deterioró paulatinamente el estado anímico y físico de Celia Sánchez. La amante eterna de La Sierra terminó muriendo de cáncer de pulmón en 1980. Pero durante ese período, el dictador no tuvo reparos en continuar manteniendo relaciones con otras mujeres. Y el nombre de Juanita Vera era el que más se repetía en la libreta gris.
La obsesión de Fidel por Juanita llegó a ser tan fuerte, que en 1984, le montó una terrible escena de celos al saber que ella tenía otro amante, además de su marido. La cosa acabó, según Juan Reinaldo- “con el amante en paradero desconocido y la reconciliación de ambos”. En ese momento su hijo Abel tenía 4 años y había sido “reconocido” por el marido de Juanita como propio, “a instancias de Castro". 
Contaba también el guardaespaldas arrepentido que, durante la única visita de Fidel a Corea del Norte, le tocó a él montar guardia en la puerta de su habitación, y le avisaron que Juanita lo visitaría esa noche. “Al cabo de un rato (ella) llamó a la puerta de la suite, donde pasó dos o tres horas antes de volver a sus aposentos”. Luego, en 1992 en España, Fidel ordenó que las habitaciones de ambos fueran aledañas y se comunicaran entre sí por el interior.
Hoy Juanita tiene 66 años y su hijo Abel, 29. Tras casi 40 años en la DGI, Juana Vera ha enviado a varias generaciones de disidentes del régimen a la cárcel, y ha sido premiada por sus servicios con un regio apartamento en Calle E # 406 en el Vedado, justo al lado del de Eusebio Leal Spengler, que vive en E # 408. 
Juanita es trigueña, castaña o pelirroja, pero siempre camaleónica e invisible, como requiere su profesión. Estuvo entre Raúl y Obama, y entre Fidel e infinidad de personalidades mundiales, sin apenas ser vista. Juanita ha aprendido a desaparecer sin marcharse. 
Para Juanita Vera, la rapidez de reflejos es una virtud, y la discreción, un grado y un seguro de vida. Ser el traductor del Rey implica muchas más cosas que trasladarle en español unas palabras en inglés. Es un oficio que solo se aprende con los años, por eso son tan valiosos los suyos de experiencia en la plaza.
Juanita siempre está, pero no se le ve; solo a veces se escucha su voz, porque prefiere hablar al oído de sus amos, como buena intérprete.
La coronela Marta Artecona, (a.k.a. "Aida" para sus coleguitas del MININT) otra de las amantes del viejo dictador, también oficial de la DI, y también madre supuesta de otra de sus hijas "secretas", terminó regentando una paladar junto a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos, donde se dedicó durante años a espiar al personal de la misión norteamericana en La Habana. Hay leyendas urbanas que cuentan que Juanita Vera era quien revisaba los videos grabados en la Paladar de Marta. ¿Dónde está Netflix cuando se le necesita?
Marta hace tiempo ha muerto, pero Juanita sigue activa, ganándose la vida con el idioma del enemigo. Por eso me extrañó no verla como intérprete de los gerontopríncipes británicos, porque es el tipo de servicio que se le encomendaba hasta hoy. 
¿No era Juanita la mejor y la más completa  de las intérpretes de lengua inglesa para estos menesteres? ¿Seguirá en el bombo, o habrá sucumbido repentinamente bajo la aplanadora de la revolución, como les sucedió a Pilar y Gladys Duarte?
Por supuesto, los ingleses no vinieron de otra dimensión; lo saben todo, que para eso ya tenían a Scotland Yard, cuando el G2 era de palo. Saben que Juanita es también una inmensa oreja al servicio del castrocomunismo, y que sigue siendo un activo importante de la revolución. Quizás, porque sabe cosas. 
O quizás porque tiene un hijo que lleva la sangre del viejo Rey.

domingo, 24 de marzo de 2019

MÁRTIRES DE HUMBOLDT 7 ¿UN CASO CRIMINAL DE CELOS POR DESPECHO? (VI) FINAL

MÁRTIRES DE HUMBOLDT 7 ¿UN CASO CRIMINAL DE CELOS POR DESPECHO? (VI) FINAL

Por Carlos Ferrera

"No sería imposible probar que un cuadrado es de hecho, un círculo, con la repetición continuada y una comprensión psicológica de las personas interesadas. Son meras palabras, y las palabras se pueden moldear hasta vestir las ideas y enmascararlas…"

Joseph Goebbels

Fructuoso Rodríguez, Juan Pedro Carbó Serviá, José Machado y Joe Westbrook
El 20 de abril de 1957, cuatro supervivientes del asalto al Palacio Presidencial de Cuba, miembros del Directorio Revolucionario (DR), fueron localizados y asesinados por un comando de la policía batistiana encabezado por Esteban Ventura Novo, cuando se ocultaban en un piso franco de la calle Humboldt número 7, en La Habana.
Puerta del edificio de Humboldt 7, minutos después del tiroteo. 
Siete años más tarde, Marcos Armando Rodríguez Alfonso, un joven comunista presuntamente simpatizante del DR y miembro del PSP, fue procesado sumariamente bajo la acusación de haber sido el autor de la delación que desembocó en la muerte de sus compañeros, y finalmente fusilado al aceptar los hechos, después de haber sido sometido a torturas psicológicas y físicas.
Marcos Armando Rodríguez 
Cerramos el Capítulo V con el asombroso testimonio de Mirta Romero Febles, amiga íntima de Dysis Guira, la presunta novia de Joe Westbrook. La revelación de Mirta introdujo en escena a un nuevo personaje secundario, que hasta ahora era apenas un extra: Raúl Díaz-Argüelles, en la práctica, el verdadero último –aunque breve– amor de Dysis en Cuba, según Mirta Romero. Su nombre arrastra consigo al de otro combatiente del Directorio: su amigo Gustavo Machín Hoed De Beche, “Alejandro” en la clandestinidad.

RAÚL Y GUSTAVO 
  
Corría el año 2015 y la tecnología aún estaba lejos de permitir guardar mucha información en un dispositivo externo, pero yo tenía una caja de zapatos repletas de CDs con todo los datos y grabaciones que había recabado sobre el caso desde 2005.
Raúl Díaz-Argüelles
En alguno de ellos, recordaba haber leído o escuchado algo relacionado con Raúl Díaz-Argüelles y Gustavo Machín Hoed de Beche. Y en efecto, pronto encontré los archivos y recordé enseguida por qué había prescindido de esos testimonios.
Con su declaración, Mirta no estaba descubriéndome algo nuevo, ni a mí, ni a ningún cubano que se haya acercado al caso Humboldt de forma amateur o profesional. Pero daba un gran espaldarazo a la versión que implicaba a ambos combatientes en la delación. Era una hipótesis que la oficialidad cubana siempre tachó de absurda y falsa, y que muchos investigadores anticastristas también rechazaron, a falta de pruebas que la confirmaran. De hecho, era la versión que había dado siempre Esteban Ventura Novo, y que publicó en sus memorias.
Gustavo Machín Hoed de Beche
A lo largo de mi investigación, detecté algunas menciones fiables más, relacionadas con Raúl y Gustavo, en las que se les implicaba directamente con la delación de Marcos. Provenían de fuentes distintas que se desconocían entre sí, y fueron hechas desde perspectivas totalmente diferentes. Comencemos por lo que cuenta Ventura Novo en su libro.
LAS MEMORIAS DE VENTURA NOVO
Esteban Ventura Novo escribió la primera versión de los acontecimientos de Humboldt que negaba la historia oficial del régimen cubano.
Esteban Ventura Novo 
Obvié –erróneamente– su testimonio desde el principio, por considerarlo demasiado “ficcionado”, amén de que el historial moral del autor no brindaba muchas garantías de que estuviera diciendo la verdad.  Ahora entiendo que, al no darle ningún crédito a sus palabras, por inverosímiles que me parecieran entonces, estaba haciendo lo mismo que quienes habían asegurado que mentía, solo porque era un asesino.
El policía hizo una particular exposición de los hechos, dialogando escenas de supuestas conversaciones en las que él había participado en las horas previas a la masacre. Este método “realista” de convertir en literatura testimonial, hechos acaecidos en el pasado sobre los que no existen transcripciones, y que solo se escriben “de memoria”, no me ha parecido nunca un recurso literario eficiente. Cuando se sustituye lo que debe ser, en rigor, una aséptica descripción documental, por una dramatización ficcionada “ad hoc”, se corren más riesgos de exagerar, minimizar u ocultar la información realmente veraz, bajo las florituras dramatúrgicas del diálogo.
Pero ahora someto a la consideración de mis lectores las palabras textuales de Ventura, porque a pesar de estar escritas de ese modo, tomaron para mí otro cariz después de conocer la revelación de Mirta Romero Febles.
A continuación, reproduzco un fragmento del Capítulo XLV de la autobiografía de Esteban Ventura:
“Mucho se ha hablado de los sucesos ocurridos en el edificio de apartamentos de Humboldt número 7, sin embargo, el pueblo, hasta ahora, no ha sabido la verdad, porque sus promotores, los que realmente hicieron posible aquel servicio, son hombres prominentes de las hordas rojas que hoy desgobiernan a Cuba. Y claro ellos no lo van a decir al pueblo. Nosotros sí. (…) 

Uno de los promotores de los sucesos de Humboldt número 7, es el actual comandante Raúl Díaz Argüelles, un joven comandante, hijo de una conocida artista –ex–artista–, que obtuvo más resonancia por sus escándalos que como profesional del arte, e inclusive fue acusada, a la caída del régimen de Pérez Jiménez, de ser quien le proporcionaba mujeres para las bacanales de aquel depuesto gobernante. De casta le viene al galgo. Es difícil comprender como era posible que Marina Quesada, la madre de los hermanos Díaz Argüelles, fuera frecuente y casi diaria visita cuando era Jefe del Grupo de Robos del Buró de Investigaciones. Era chocante ver aquella mujer enjoyada a más no poder, de pasajera en el carro del oficial policíaco. ¿Qué motivaba aquella amistad? Las gestiones que realizaba –a la sazón ella estaba vinculada a un periodista de toda nuestra consideración- a favor de sus hermanos, uno de ellos ladrón y el otro jamonero (en el argot policíaco, se le llama así a quien compra objetos robados). El oficial policíaco la servía, y era reciprocado con amistad al parecer sincera. Todos los medios de que puede valerse el investigador son lícitos. Y de todo habrá que aprovecharse. Los hijos de Marina Quesada, pues eran unos muchachos y ya su madre agradecía favores a nosotros. La amistad continuó. Las veces que andando el tiempo y siendo invitado a una casa que en la playa de Guanabo tenían los hermanos Díaz Argüelles iba a comer y a pasar buenos ratos. Allí escuchamos afirmaciones como “Fidel es un gangster y sin embargo presume de ser el segundo Martí” o “Un hombre que obtiene sus notas a punta de pistola, no puede ser un líder como él pretende.
Claro, los hermanos Díaz Argüelles pertenecían al Directorio y Fidel al Movimiento 26 de Julio. A la larga, Fidel se apoderaría del movimiento revolucionario. Y Raulito Díaz Argüelles lo estaba previendo. 
Pero vamos a Humboldt número 7, una vez apuntada la personalidad de uno de los protagonistas. Ese día, a las 12.30, recibí una llamada telefónica. La voz me era familiar.
─ Quiero hablar con usted, en una cafetería, donde tomemos un refresco.
─ Creo que eso no te conviene, le dije.
─ ¿Por qué?, respondió.
─ Porque te podrían ver, argumenté.
─ Entonces, ¿cómo hacemos?
─ Yo tengo un apartamento en Carlos III número 902. Es el apartamiento número 4, casi esquina a Espada. Suba y entre. No hay problema.
─ No, es mejor que usted pase y yo lo vea desde la esquina.
─ A qué hora te conviene?
─ A la que usted diga, comandante.
─ ¿A las tres?
─ O.K.
Y colgó el teléfono. A esa hora yo estaba en la puerta de la casa indicada. Allí estaba Raulito Díaz-Argüelles… y Faure Chomón.
Mi sorpresa fue grande. Yo reconocí la voz de Raulito; pero no sabía que iría con el secretario general del Directorio Revolucionario.
─ ¿Cómo han hecho esa locura? Si los ven a ustedes juntos conmigo…
─ Está usted equivocado. Si quiere vamos a tomar café, respondieron.
─ ¿Están seguros?
─ Vamos. Mire vamos a entrar aquí mismo, dijeron finalmente.
Era el café Petit Codias situado en la esquina de Carlos III y Espada. Allí el gallego Emilio, su propietario, nos sirvió café a los tres. Ya el brigadier Hernando Hernández, Jefe de la Policía, sabía que estos dos jóvenes revolucionarios querían $3,000.00 por el servicio que nos iban a proporcionar. Subimos a la habitación. El jefe de la Policía habló con ellos. Hernando Hernández temía una celada. Raúl Díaz Argüelles dijo:
─ En Humboldt número 7, están escondidos Juan Pedro Carbó Serviá, José Machado Rodríguez, Joe Westbrook y Fructuoso Rodríguez.
─ ¿Cómo sabemos nosotros que esto no es una celada?
─ Porque allí está Tavo, Gustavo Machín, esperando un mensajero a la hora en que ustedes vayan a prestar ese servicio, dijeron.
─ ¿Quién es el mensajero?─ No se lo podemos decir. Bástele con ello.
Hoy podemos decir quién era el mensajero: un sobrino del ex-coronel Fermín Cowley Gallego, quien después se asiló en una Embajada, porque temió que los revolucionarios hubieran descubierto que él había sido protagonista de este hecho.
El Jefe de la Policía, en la propia habitación de Carlos III me llamó aparte y me dijo:
─ ¿Cómo tú garantizas a esta gente, Ventura?─ Pues quedándome aquí con ellos hasta que se haga el servicio.
─ Bueno, así está bien, respondió más sereno el Jefe de la Policía.
Y volvimos a reunirnos con Díaz-Argüelles y Faure Chomón. Me dirigí a Raúl Díaz-Argüelles y le pregunté:
─ ¿Raulito, cómo es que siendo esa gente, brava, es decir de acción, ustedes van a entregarlos por $3,000.00?
─ Nos están robando el show.
Ya el Jefe de la Policía se marchaba. Faure Chomón, al verlo en esa disposición le dijo:
─ Pero hay que buscar la forma que no queden vivos, porque entonces sabrán que fuimos nosotros.
Habían firmado su sentencia de muerte.
─Yo soy el secretario del Directorio, y sin embargo, esta gente me tienen eclipsada nuestra labor. Me roban la acción. Y eso no puede ser.
─Tengan cuidado, porque ellos van a tirar también.
─Si eso es verdad a las 7.00 les traigo el dinero, dijo el Jefe de la Policía.
Allí esperamos a que se produjeran los hechos, con Raúl Díaz Argüelles y Faure Chomón. Ellos, claro, no lo dirán, pero Hernando Hernández está preso y pueden preguntarle y Emilio el del café Petit Codias, que también está en Cuba.
Y esperamos los tres, Raúl Díaz-Argüelles, Faure Chomón y yo, escuchando el radio, hasta que se dio la noticia. Tan pronto se supo que había un tiroteo en el lugar, dejé a los colaboradores y fui al teléfono.
─ ¿Hubo lucha, brigadier? Pregunté al Jefe de la Policía.
─ Si. Todos están heridos. Se fajaron como machos, respondió.
─ ¿Dónde los condujeron?, volví a preguntar.
─ A la casa de socorros de San Lázaro, nos dijo.
─ Vaya, coronel, vaya a la casa de socorros a ver si es cierto, nos dijo muy nervioso Faure Chomón.
─ Bien iré, pero quietecitos aquí hasta que venga el jefe con el dinero, ¿eh?
─ O.K., Ventura, dijo Raulito Díaz Argüelles.
Fui a la casa de socorros. Los cuatro estaban muertos. Regresé.
─ ¿Usted los vio, coronel? ¿Está seguro de que están muertos?, dijo más nervioso que antes Faure Chomón al verme regresar.
─Si, muchachos, los cuatro están muertos.
Y sentí repugnancia por estos jóvenes que así habían entregado a sus compañeros, aunque no me crean lo que les estoy diciendo.
A las 7.05 de esa noche, llegó Hernando Hernández y en nuestra presencia les entregó, no $3,000.00 que era lo pactado; sino $500.00 más. Tocaron a $1,750.00. Me quisieron regalar los $500.00. No acepté.
Los testigos están todos vivos.
─ Otra cosa que queremos, comandante, dijo Faure Chomón, mientras se guardaba el dinero.
─ ¿Qué cosa?
─ Que ponga en todos los atestados los nombres de nosotros como participantes de hechos subversivos… Eso nos da cartel revolucionario.
Y se marcharon acariciando los dineros de Judas. Ya no necesita la viuda de Fructuoso Rodríguez ir a República Dominicana o a Miami, para pedirme el nombre de los confidentes. Se llaman Raúl Díaz Argüelles, comandante de la Policía Nacional Revolucionaria, y Faure Chomón, Embajador de Cuba ante la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, respectivamente.”

(Fin de la cita del libro de Ventura)
Hay comedias mexicanas de situación en canales por cable, infinitamente mejor escritas, pero pocas, tan hilarantes.  
Convendrán conmigo en que el relato de Ventura, de fondo, parece bastante inverosímil, y en la forma, pedestre,  básico y caricaturesco; cabía esperar que nadie se lo tomara en serio. 
A cualquier cubano pro o anticastrista, le parecería un dislate que Faure y Ventura tuvieran (ambos) un comportamiento tan frío y rastrero, y una relación mercantil tan fluida, estando en bandos enemigos. Pero se han visto cosas mucho peores en el oscuro mundo de la delación.
Abstrayéndome de la redacción lamentable y del despreciable cinismo de Ventura al manifestar “repugnancia por los muchachos que habían entregado a sus compañeros”, tras haberles pagado él mismo por esa información, y asesinado después a los cuatro delatados, los hechos concretos que narraba empezaban a encajarme, no solo con el testimonio de Mirta Romero, sino con las palabras de Eladio, el sobrino de Carbó Serviá, grabadas por mí en conversación telefónica con él en marzo de 2010.
Eladio me contó que, durante los días posteriores a la tragedia, se tomó muchos cafés cerca de la calle Humboldt, mientras buscaba información de los vecinos del barrio sobre el asesinato de su tío y sus compañeros:
“Yo era muy jovencito, y aunque no era muy cercano a la familia, porque mi madre no se llevaba con los Carbó, le tenía gran simpatía a mi tía y a Juan Pedro, a quien admiraba porque era un joven íntegro y valiente, a pesar de que yo no estaba de acuerdo con la política de los sabotajes que él defendía. Juan Pedro dejó de pertenecer a las filas estudiantiles porque se había graduado de médico veterinario en 1953, pero se mantuvo estrechamente vinculado a la FEU, hasta que lo mataron.
Durante un tiempo, cuando salía de mis clases en el Instituto de La Habana, me acercaba a la calle Humboldt y me tomaba una Coca-Cola o un café por dos o tres bares de la zona. Me iba moviendo de bar, para no levantar sospechas en un mismo sitio. Yo no era del barrio, y si alguien me relacionaba con mi tío, podía tener problemas; por esa época ser chivato de la policía era un negocio muy rentable, y estaban por todas partes.
Mi intención era aclararme acerca de un punto que por aquellos primeros días de confusión, no estaba claro para nadie. ¿Cuántos combatientes había aquella tarde en Humboldt 7 en realidad?
En el periódico batistiano "Tiempo", apareció publicado pocas horas después de los hechos, que un quinto combatiente había conseguido escapar del cerco policial que rodeó el edificio. Después se ha sabido que esa nota la publicó Masferrer a pedido de Faure Chomón, y con permiso de Ventura. Con ella Faure trasladaba la atención de la opinión pública hacia el “prófugo”, un personaje inventado para el que también ya había escogido intérprete: Marcos Rodríguez. Sobre este asunto, en el juicio no se dijo absolutamente nada. Y no se dijo, porque ya no era necesario para los intereses de Castro. La noticia falsa había cumplido su función en su día. ¿Para qué la acusación iba a meterse en ese lío, cuando había 30 policías batistianos presos que declaraban que nadie pudo salir del perímetro controlado por ellos?
Pude responderme algunas de esas preguntas después de leer, ya de viejo, el libro de Newton Briones Montoto, “Víctima o Culpable, la delación de Humboldt 7”, que te recomendé cuando comenzamos con esto, aunque entonces él no sabía muchas cosas que sé yo ahora.


Por Briones y otros autores, ahora sé que cuando Blanca Mercedes acudió al llamado desesperado de Marquitos, porque su nombre estaba en los periódicos, lo hizo en el carro de su amiga Dysis Guira, pero sin ella. Y sé que Dysis dijo también a varios amigos en las horas posteriores a los hechos, que había presenciado el tiroteo desde Malecón, porque el lugar ya estaba acordonado por la policía. Sugería que la carga policial ocurrió pocos minutos antes de que ella llegara a la casa.

Pero, ¿a qué iba Dysis a Humboldt 7, si el Directorio no había previsto su participación en la logística de apoyo a ese piso franco? ¿Por qué aparecía por allí, si ya estaba previsto que sería Faure Chomón quien debía reunirse en ese apartamento a las 4:00 de la tarde con sus ocupantes? La reunión nunca se produjo, porque Chomón estaba en ese instante delatando a sus compañeros en Carlos III e Infanta, directamente a Esteban Ventura Novo.

Como te decía, yo paraba a veces por el bar Detroit, que estaba muy cerca del número 7 de Humboldt. Casi no me hizo falta preguntar nada, porque después del tiroteo, la gente iba allí solo a hablar de lo que había pasado, y se hacían pequeñas reuniones alrededor de las mesas, donde se especulaba mucho. En los días posteriores al 20 de abril, entablé relación con tres personas que me despertaron algunos recelos. 

Uno era el mismo dueño del bar, Pepe “El Cholo”, conocido como informante de Ventura desde mucho antes de la masacre. El Cholo se marchó de Cuba poco después del triunfo de la revolución y creo que murió en Miami, pero su historia era bien conocida por los vecinos de la zona. Él ya conocía a Ventura desde principios de los 40s, en la etapa más dura del policía, cuando fue sancionado y licenciado del cuerpo varias veces por indisciplinas. Por eso a Ventura lo trasladaron a la Guardia Rural en 1943, le bajaron el sueldo y lo mandaron como soldado raso al cuartel de Artemisa. 

Así que a Ventura Novo, este barrio habanero no le era desconocido, porque lo frecuentó en esos tiempos en los que su carrera militar estaba bajo mínimos. Para buscarse un sobresueldo, cuando fue sancionado y degradado, Ventura empezó a trabajar “por la izquierda” buscando turistas extranjeros por el Malecón y la calle 23. Contactaba clientes potenciales para llevarlos un prostíbulo cercano, que funcionaba en el cercano bar San Juan, donde el dueño le pagaba una comisión por cada cliente que traía. En sus paradas de descanso, Ventura paraba por el Detroit a tomarse unas cervezas, y allí hizo amistad con El Cholo, y también con dos personas más”.
Como investigador, he ido aprendiendo paulatinamente que era un error tomarse al pie de la letra las versiones sobre la masacre de Humboldt, que afirmaban que Ventura mentía, asegurando que Marcos Rodríguez no había sido el delator de sus compañeros. También era un error, creer ciegamente en quienes lo culpaban del chivatazo. 
Así que me replanteé el modo de enfrentar mi búsqueda de la verdad, analizando ambas tesis asépticamente, con todas las reservas que exige el rigor histórico. Y también por eso, tomé cierta distancia del testimonio de quien había sido mi mejor fuente, y el responsable del contenido de la mayor parte de lo que he escrito aquí: el profesor Eladio Rivas.
Eladio accedió a contarme lo que sabía de este asunto, en homenaje a la memoria de su tío Juan Pedro Carbó Serviá, y porque quería que su declaración me sirviera a mí –en sus propias palabras–, “para que quede escrito y grabado, y que algún día puedas hacer justicia con la memoria de esos cuatro muchachos, y se sepa quiénes fueron realmente los que los mandaron a matar”.
Por más que pudieran emocionarme las intenciones nobles del sobrino de Carbó Serviá, procuré evitar siempre creerme a pies juntillas sus palabras, hasta que no las confirmara con otras fuentes. También intenté evitar –aunque quizás no pude conseguirlo del todo– identificarme sentimentalmente con él, para no parcializar mi comprensión del relato. 
Pero Eladio Rivas era un anciano culto, hombre de paz, transparente y dulce, como solo puede serlo un educador de vocación con sólidos principios, como los que lo adornaban, y era imposible no caer rendido a sus pies. Al final de su vida, ya le conocía tan bien, que sabía que me había dicho siempre la verdad, incluso antes de haber podido contrastar su declaración con otras fuentes.

UN CHINO, UN ASCENSORISTA Y EL DUEÑO DEL BAR “DETROIT

Eladio me contó que hizo amistad en el Detroit, con dos personas además del dueño del establecimiento:
“Al Detroit iba un chino llamado Chang, o Antonio –creo que conocido por los dos nombres–, que tenía un puesto de verduras en la esquina de Humboldt y Malecón. También paraba por allí con frecuencia el ascensorista del edificio Carreño, de cuyo nombre no me acuerdo, y un par de empleados de la gasolinera de Malecón y 23.
Ellos dos, y El Cholo, ayudaban a Ventura a conseguir turistas para el puticlub del San Juan en su época mala, y se hicieron muy amigos del policía. Supe que después, cuando ya Ventura era jefe de la Quinta Estación de Policía de Belascoaín, también “trabajaban” para él como informantes, y que Ventura retribuía generosamente sus chivatazos.”
Eladio nunca consiguió relacionar a estas tres personas con la delación de Humboldt 7, así que yo también evité hacerlo entonces, porque no tenía más pruebas que su testimonio. Pero es sorprendente que también el bar Detroit, fuera el lugar elegido por otras tres personas vinculadas a la tragedia como “sitio de contacto”, en los días previos a la fecha del tiroteo.
Eladio continúa:
“Faure Chomón Mediavilla, y eventualmente otros miembros del Directorio, fueron vistos varias veces por los clientes del Detroit los días anteriores al ataque, y también en repetidas ocasiones, a Raúl Díaz-Argüelles y a Gustavo “Tavo” Machín Hoed De Beche con compañía femenina.
Se hablaba de eso como si fuera un tema ya muy conocido en el lugar. Todos conocían de “de vista” a Ventura, a Gustavo y a Raúl, y también -esto me sorprendió mucho- a Marina Quesada, la madre de los hermanos Díaz-Argüelles, porque alguna vez venía ella misma en su chevrolet azul y se tomaba un par de cafés con Ventura. Me contaron, además, que las otras mujeres que acompañaban a los jóvenes eran también estudiantes de La Colina, y que a una de ellas la recordaban bien “porque fue la que salió por la televisión y la prensa en el juicio de Marquitos”. No había dudas de que se referían a Blanca Mercedes Mesa. Con ella venía “una muchacha castaña de espejuelitos que hacía teatro en la Universidad”. Así me la describió El Cholo, dueño del establecimiento. Y era una descripción que le servía casi como un vestido a la mejor amiga de Blanca: Dysis Guira. 
Me chocó bastante, porque según mi primo Juan Pedro, tanto Fructuoso como Joe, no eran nada amigos de Gustavo ni de Raúl. Los dos habían tenido discusiones fuertes con Fructuoso, con José Antonio y con mi tío Juan Pedro delante del resto de los miembros del Directorio, porque Raúl y Gustavo eran fieles a Menelao Mora, que ya en el año 57 estaba en franca discrepancia con José Antonio Echeverría sobre temas de estrategia en la lucha. 
Menelao Mora
Menelao fue tan radical en sus posturas, que Manzanita dejó a su cargo la preparación del ataque a Palacio, donde finalmente perdió la vida. Manzanita y Fructuoso eran un solo hombre, se adoraban y protegían, no en vano uno era el segundo al mando del otro, así que Menelao y sus amigos eran aceptados por ellos con bastantes reservas”.

La revelación me la hizo Eladio Rivas en el año 2010, y desde entonces, me preguntaba qué hacía Faure Chomón con Raúl Díaz-Argüelles y Gustavo Machín en un bar, cuyo dueño era informante de Ventura. Y también me preguntaba qué hacía allí Díaz-Argüelles con Dysis Guira, la novia de su enemigo, Joe Westbrook.
El testimonio de Mirta Romero, varios años después, dio respuesta a mis dos interrogantes, pero en realidad solo me confirmaban lo que había leído tiempo atrás, en la segunda mención que encontré de Raúl y Gustavo vinculada al caso Humboldt 7.
LAS RAZONES DEL COMBATIENTE MIGUEL GARCÍA DELGADO
Se trataba de una extensa carta que hallé, primero transcrita en los comentarios al pie de un foro sobre los hechos del ataque a Palacio y a Radio Reloj, y que localicé más tarde en su fuente original. Pertenecía a un grupo de misivas compiladas en un libro titulado “Cartas a Ofelia”, cuyo autor, –para mi sorpresa– era Félix José Hernández Valdés, uno de mis profesores de Geografía en el Pre Universitario Ignacio Agramonte de La Habana.
José Félix Hernández
Félix José Hernández se exilió en París y obtuvo la ciudadanía francesa en 1986, luego de una extensa y brillante carrera docente en Cuba. “Cartas a Ofelia” es un compendio epistolar donde Hernández transcribe las cartas que escribió a su madre, Ofelia Valdés Ríos desde Francia, donde le contaba sobre sus pesquisas acerca de distintos sucesos ocurridos durante los últimos años de la era republicana en Cuba.
La credibilidad de Hernández está fuera de toda duda, al menos para mí, que lo conocí bastante en mi época de estudiante. Es un escritor serio y bien informado, que jamás se permitiría mentir, -ni siquiera especular- sobre un hecho histórico, porque ama demasiado su profesión de investigador y docente para hacerlo. Por el contrario, ha dedicado gran parte de su vida a investigar sobre este y otros momentos de nuestra historia reciente. 
Miguel García Delgado
"El Camajuanense"
En la carta, el autor reproduce un testimonio relacionado con los hechos, aportado por su amigo personal, el ex combatiente rebelde Miguel García Delgado, aka “Miguelito Camajuaní”, refugiado después en La Florida, y autor y administrador de la web El Camajuanense.  
Hice un pequeño resumen de sus palabras:
“Cuando Luisito Goicoechea se alzó en el Escambray y sabiendo yo que él era el único sobreviviente de los que llegaron al segundo piso del Palacio Presidencial, le pregunté: ‘¿Cómo fue que José Antonio Echevarría y el Directorio Revolucionario se habían aliado, y por qué tú, Goicoechea, tomaste parte en el ataque al Palacio Presidencial? 

Respondió que la FEU no contaba con armamentos para secundar el desembarco de Fidel Castro, pero sí contaba con Echevarría, un dirigente valiente, honesto y con un enorme poder de movilización. (…) Menelao Mora y Carlos Gutiérrez, llegaron a la conclusión de que, si los estudiantes no contaban con armamento para respaldar el desembarco de Fidel Castro, valdría la pena invitarlos a participar en los planes que ellos estaban gestando.

Pronto quedó sellado el compromiso con Echevarría de que ellos, llegado el momento, serían formalmente invitados a participar en una acción de envergadura, pero Menelao y Carlos Gutiérrez Menoyo mantuvieron en secreto cuál sería la operación. Estas condiciones fueron aceptadas, como una cuestión de seguridad necesaria. Sin embargo, se precisó que la acción constaría de dos grupos de apoyo, uno del ataque que estaría bajo el mando de Carlos y otro de apoyo, encabezado por Ignacio González” y que también contaría con el apoyo de Calixto Sánchez White, que era el secretario general del sindicato de mecánicos del aeropuerto que se encargaría de tomar el aeropuerto de Rancho Boyeros. El hombre encargado de avisar a Ignacio y a Calixto sería Faure Chomón, cosa que él no hizo (...) 

Después, con los años transcurridos y las investigaciones, hemos podido esclarecer que José Antonio Echeverría nombró a Faure Chomón para que comandara el grupo para la acción del Castillo del Príncipe, por lo tanto, Faure fue el principal causante del fracaso de esa acción.

Cuando ocurrieron los sucesos de Humboldt 7, Faure Chomón no asistió a la cita con Fructuoso Rodríguez, siendo el Jefe de Operaciones del Directorio. Después de la muerte de Fructuoso, Faure Chomón, Enrique Rodríguez Loeche y Humberto Castelló rebautizaron al Directorio Revolucionario, como “Directorio Revolucionario 13 de Marzo”, para así robarse esa acción que había sido ejecutada con el dinero de los Auténticos y que contaba con aguerridos hombres de otras organizaciones. También en Humboldt 7 Faure dejó a esos hombres desarmados y no fue a recogerlo el día que tenía que moverlos para otra casa para su seguridad (…).

¿Por qué Faure Chomón Mediavilla, no contesta a estas interrogantes?

¿Por qué no dice quién era su padre y cuál era su militancia política?

¿Por qué no ha dicho que fue a la República Dominicana y le entregaron allí 45 ametralladoras Thompson calibre 45 con el número limado y fue las que llevó en la expedición de Nuevitas?

¿Por qué no declara que al igual que el Ché, se incorporó en secreto al PSP antes del triunfo de la revolución?

¿Por qué no ha hablado nunca de su relación con Rolando Masferrer, igual que Enrique Rodríguez Loeche y Humberto Castelló, quienes también estaban relacionados con Masferrer?

¿Por qué combatió con saña a los combatientes de la Guerra Civil Española del grupo al que le decían “Los Gallegos”?

¿Por qué no asistió a la reunión de Humboldt 7, si él tenía que estar a las cuatro de la tarde en el apartamento?

¿Por qué aquel día de la cita para la reunión, tomó un taxi para ir a casa de su novia Mary Pumpido, en lugar de dirigirse al apartamento de Humboldt 7?

¿Por qué tenía desarmado al grupo donde se encontraba Fructuoso Rodríguez, quien era el jefe interino del D.R.?

¿Por qué no dice que el asesino Esteban Ventura Novo, jefe de los grupos represivos de Batista y muy amigo de Masferrer, afirmó en sus memorias que fue Faure Chomón el que delató la presencia de los revolucionarios en el apartamento de Humboldt 7?

¿Por qué no aclara la nota de Masferrer, la cual dice que había cinco hombres en el apartamento y que uno de ellos llamado Marcos Rodríguez, se fugó del inmueble?

¿Por qué dice que Marcos Rodríguez no sabía que su íntimo amigo Joe Westbrook estaba oculto en el apartamento de Humboldt? Entonces, Marcos Rodríguez tampoco sabía nada de la reunión del sábado a las cuatro de la tarde.

¿Por qué no aclara, quién le dio la llave del apartamento, con la cual se abrió el inmueble para que los cuatro revolucionarios entraran en espera de la reunión del sábado? ¿Fue Marcos quién le entregó la llave, o él tenía otra llave?

¿Por qué no aclara por que dejó abandonado a Daniel Martín Lavandeiro en la fuga de la cárcel del Castillo del Príncipe y no lo recogió al ver que tenía fracturada una pierna?

Un abogado camagüeyano, revolucionario muy activo que se encontraba exiliado en Miami, antes de la salida de la expedición del Directorio Revolucionario 13 de marzo hacia Nuevitas en Camagüey, alertó al Dr. Armando Fleites para que tuviera mucho cuidado con Faure Chamón Mediavilla. Le dijo a Fleites que no fuera en el ferry Miami-Habana, ya que sospechaba que Chomón deseaba deshacerse de él, pues Ventura Novo acostumbraba a revisar los nombres de los pasajeros de esa embarcación.

Poco después Chomón le propuso al Dr. Fleites que fuera a la Habana por esa vía, pero Fleites lo rechazó de plano y exigió su derecho a ir en la expedición, a partir de sus esfuerzos en los preparativos y recursos que él había aportado para que se realizara la misma.

El conocido sanguinario Esteban Ventura Novo, cuando escribió sus memorias, narró que el que le facilitó la dirección donde se encontraban escondidos el dirigente del Directorio Revolucionario Fructuoso Rodríguez y los sobrevivientes del asalto al Palacio Presidencial del 13 de marzo, fue Faure Chomón Mediavilla.

Y más aún: Jorge Valls fundador del Directorio Revolucionario, creyó en la inocencia de Marcos Rodríguez, el que fuera acusado de delatar a los asaltantes de Palacio que estaban alojados en Humboldt 7, por lo cual fue condenado a muerte. Jorge Valls fue al juicio a defender a Marcos Rodríguez. El jefe policial y responsable del asalto a Humbolt 7 contó en sus memorias de 1960 (4 años antes) que el delator fue Faure Chomón dando datos exactos del lugar donde se reunieron y los testigos presentes. Pareciera que después de la publicación necesitaban un chivo espiratorio y si era un comunista mejor, para neutralizar a Escalante que estaba haciendo sombra a los dirigentes de la revolución.
Después de estar años investigando y leyendo los libros editados sobre este caso de los asesinatos de Humboldt 7, he podido encontrar la respuesta a la siguiente pregunta: ¿A quién beneficiaba la muerte de Fructuoso Rodríguez y sus compañeros de luchas? Los comunistas sabían que Carbó Serbiá, Machadito y Fructuoso no simpatizaban con ellos. Por lo tanto, mientras estos tres jóvenes revolucionarios estuvieran vivos, Faure Chomón, Rodríguez Loeches y su piñita no podrían robarse el D.R.- como lo hicieron-, para ponerlo al servicio del PSP.”

(Fin del testimonio de Miguel García Delgado)
García pone el dedo en la llaga al dudar de que Ventura mintiera, y al afirmar que Díaz-Argüelles y Hoed de Beche participaron en el montaje obedeciendo las órdenes de Faure.
Juan Juan Almeida, a quien reprocho no haber considerado necesario pedir disculpas a sus paisanos después de su conversión al capitalismo, pero al que reconozco la posesión de información sensible sobre las tropelías de los amigos de su padre durante estos 60 años, afirma:

“Investigadores han dicho que poco tiempo antes de que la Policía Nacional llegara a Humboldt 7, fueron sacados por el PSP dos personas vinculadas a ese partido político; una de esas personas extraídas fue Raúl Díaz Argüelles, quien años después, y después de combatir en Guinea al frente de 200 cubanos a los portugueses, moriría en la guerra de Angola con los grados de General”.
A nadie asombra hoy -quizás solo a Osvaldo Fructuoso Rodríguez, huérfano "nonato" del mártir-,  que Faure Chomón haya sido el responsable de la delación; su historia posterior como asesino, encubridor y valedor de la dictadura comunista, casi confirma su culpabilidad. 
Pero quiero hacer un análisis rápido de la verdadera personalidad de Raúl Díaz-Argüelles y su amigo del alma Gustavo “Tavo” Machín Hoed de Beche, antes de terminar la serie, porque muy poco de lo que nos contaron sobre ellos es verdad, y quizás es necesario conocerlos un poco mejor, para entender por qué fueron capaces de prestarse a una traición.  
Existe un libro titulado “Arcángeles: 12 historias de revolucionarios herejes del siglo XX” escrito por el mexicano José Ignacio Taibo II. Taibo es un lamebotas de la revolución cubana, uno más de los numerosos operadores políticos “intelectuales” del comunismo castrista en el extranjero, aunque de muy baja estatura intelectual. Por eso no es sospechoso de declarar o escribir nada en contra de la dictadura cubana, al menos, conscientemente.
Pero en su libro, en su delirio por abrillantar la imagen heroica de Díaz-Argüelles, Taibo se entusiasma contando “hazañas” del mártir, claramente contraproducentes a sus buenas intenciones de alabarlo. Taibo "demuestra" la valentía del pistolero del DR, presentándolo prácticamente como un delincuente; lo que era en realidad. 
José Ignacio Taibo II
Como otros relatores complacientes de la revolución castrista, Taibo naturaliza y bendice la táctica de los atentados callejeros y los sabotajes indiscriminados que causaron tantas muertes inocentes, y que fueron el ABC de la guerrilla urbana del Movimiento 26 de Julio.
El escritor mexicano cuenta que, en 1955, dos años antes de la masacre de Humboldt, cuando nacía el Directorio Revolucionario, Raúl Díaz-Argüelles paralelamente se matriculó en la carrera de Ingeniería Civil en La Colina, y allí enseguida se hizo miembro de un grupo conocido en el ambiente universitario como “Los Comecandelas”; una de las tantas pandillas que medraban por La Colina.
Los Comecandelas fue la banda armada que provocó el tiroteo entre estudiantes y policías en la escalinata de la Universidad de La Habana, ocurrido en enero del 56. También lo fue de las dos bombas que explotaron en el cuartel de la Lisa ese verano, y del atentado frustrado contra Batista en Avenida 31 y Calle 30, en Marianao. La banda a la que pertenecía Díaz-Argüelles estaba más familiarizada con las pistolas, que con los libros. 
Recordemos que Raúl, con solo diecinueve años, ya había sido detenido varias veces por Ventura, y que siempre su madre lo sacaba de la cárcel gracias a la amistad –y quizás algo más– que la unía con el jefe policial de la Quinta Estación de policía de Belascoaín, Esteban Ventura Novo. En diciembre de 1956, otra vez se dicta orden de búsqueda y captura contra él, como sospechoso de haber participado en el atentado al coronel Blanco Rico, ejecutado por Carbó y Cubela, un extremo que nunca se pudo confirmar.
Raúl Díaz-Argüelles en el centro. Detrás, de perfil, Tony de La Guardia. (Angola)

“Existe una ficha policíaca de junio de ese año en la que bajo el número 20234 aparece un jovencito muy orejón, del que se dice mide 1,76, de cejas muy pobladas, mirada apacible, ni siquiera retadora, sólo tranquila. Perseguido por la policía, Raúl Díaz Argüelles se ve obligado a partir al exilio, en los mismos días en que el Granma, -haciendo el camino inverso- desembarca en las costas de Oriente. Las crónicas de años posteriores sitúan a Díaz Argüelles en Cuba a mediados del 57”.

Taibo echa un manto piadoso sobre los días  previos a las acciones del 13 de marzo, y los inmediatamente posteriores de abril de ese año, justamente cuando Raúl prepara y participa en los hechos de Humboldt junto a Faure y Hoed de Beche. Recordemos que en el juicio que se celebraría 7 años más tarde, harían acto de presencia en calidad de simples "testigos", para testificar contra Marcos.
Después de la masacre de Humboldt y de las muertes de Manzanita y Fructuoso, Faure Chomón se adueña del Directorio, y asciende a Raúl Díaz-Argüelles, -que solo tiene veintiún años- a Jefe de Operaciones (¿un regalo por la delación?). El gesto le es retribuido por su subalterno casi enseguida; el propio Taibo narra que la primera acción de Díaz-Argüelles en su cargo, es “el ataque armado al Canal Cuatro en el mes de julio de 1957, cuando penetra pistola en mano en los estudios y dispara a quemarropa al locutor batistiano Luis Martínez”. Esto es apenas un fragmento insignificante de la extensa lista de atentados y sabotajes que adornan el curículo de pandillero de Raúl Día-Argüelles, un hombre de muy pocos escrúpulos y también bastante escaso de principios.
Raúl abandonó Cuba con gran urgencia poco tiempo después de ocurrida la matanza de Humboldt, junto a Gustavo Machín. No regresarán hasta finales del año siguiente, en el famoso desembarco por Nuevitas.
Sobre Gustavo “Tavo” Machín Hoed de Beche, no cabían dudas de sus habilidades para actuar en la sombra como espía, o coautor de una traición. Lo hizo antes de Humboldt muchas veces, como enlace del DR con contactos policiales batistianos corruptos, que le servían de informantes para prevenir a los miembros del Directorio sobre futuras acciones armadas o detenciones previstas por el cuerpo policial.
Gustavo “Tavo” Machín Hoed de Beche
Quizás por eso no me sorprendió tanto, encontrar el nombre de Gustavo Machín, asociado al de un sicario batistiano, responsable de las tristemente famosas Pascuas Sangrientas; el coronel Fermín Cowley Gallegos. Era demasiado casual, que años después, según Ventura, uno de los sobrinos de Cowley le hubiera servido de enlace a Gustavo para concretar la delación de Marcos. ¿Casualidad? No me lo parece. No puedo afirmarlo con certeza, pero varios de mis colaboradores en esta investigación me describieron a Hoed de Beche como un tipo atractivo y extrovertido, muy encantador de serpientes, y por eso, perfectamente apto para ejercer de espía.
Coronel Fermín Cowley Gallegos
Hoed de Beche siguió ejerciendo labores de espionaje militar después del triunfo, y ya era oficial de la DI cuando emigró a tierras bolivianas, donde acabaría muriendo junto a Tamara Bunke, Vitalio Acuña, Israel Reyes y otros guerrilleros de la retaguardia del Ché, en la emboscada del Vado del Yeso de agosto de 1967.
Lo cierto es que a Tavo, la contrainteligencia se le daba bien, y en ese ambiente años más tardes crecería su hijo Gustavo “Tavito” Machín Gómez, que se formó como militar y agente de inteligencia, entre otros hijos de miembros de las FAR y el MININT.
Gustavo con su mujer y sus hijos Tavito y Julio Antonio en su domicilio. Cuba.
Curiosamente, la amistad entre Raúl y Gustavo, surgida al calor de aquella relación delincuencial en La Colina, devino en un extraño vínculo familiar con el paso del tiempo. 

En Bolivia, de izquierda a derecha, Gustavo Machin Hoed de Beche (Alejandro), apoyado en su hombro Guido Álvaro Peredo Leigue (Inti), Leonardo Tamayo Núñez (Urbano), Eliseo Reyes Rodríguez (Rolando), Ernesto Guevara de la Serna (Che) y Carlos Coello (Tuma)

La madre de Machín, al enviudar de su padre, muerto en Bolivia en el 67, ni corta ni perezosa se casó con su mejor amigo, Raúl Díaz-Argüelles. Raúl murió en Angola 8 años más tarde, volviendo a dejar viuda a la señora, que tuvo que ponerse las pilas otra vez para mantener su estatus en la jet comunista, y se casó con otro miembro del “stabilishment”. Hasta donde sé, seguía viviendo en uno de los siete pent-houses del piso 29 del FOCSA, en el Vedado, donde también vivió Gustavo por cierto tiempo.
Gustavo "Tavito" Machin Gómez, hijo de Gustavo "Tavo" Machin Hoed de Beche
Si es cierto que hay rasgos de la personalidad que se transmiten con el ADN de una a otra generación, Gustavo “Taivto” Machín Gómez y su fallecido hermano Julio Antonio, son los ejemplos perfectos de ese axioma, porque también nacieron hechos para el espionaje.
Machín tiene un amplio récord como espía de largo recorrido. Antes de ser nombrado con un cargo “pantalla” en la misión cubana ante la ONU, Gustavo estuvo de incógnito una vez en los Estados Unidos en tareas de espionaje de apoyo a la Red Avispa. Durante su segunda estancia (1997-2002) mientras fungía de primer secretario de la Sección de Intereses, ejercía de oficial del Departamento M-I de la DI, llegando a participar personalmente el 14 de abril de 2000 en las palizas a los manifestantes cubano americanos que protestaban por el caso Elián González en aquella vigilia pacífica frente a SICUW. 
En aquella ocasión, la justicia estadounidense se mostró excesivamente indulgente, al no dar curso a las denuncias contra él y otros diplomáticos cubanos, interpuestas por el Comité de Acción Política, US Cuba Democracy, y otros participantes agredidos físicamente por él.
Dos años después sería expulsado de los EEUU, en represalia por dar cobertura al espionaje de otra espía cubana; Ana Montes, condenada en octubre de 2002 por esa causa.
Después de su expulsión vergonzosa del territorio del territorio norteamericano, “Tavito” fue premiado por Díaz-Canel con la embajada de España, que actualmente ocupa cobijado por el gobierno socialista de Pedro Sánchez, al que no ha parecido importarle su pasado de chivato a sueldo. 
Y ¡oh, coincidencias de la vida!, como parte del personal diplomático que le apoya, lo acompaña a Madrid, en calidad de consejera, la hija del amigo de su padre, y durante un tiempo su hermanastra, Natasha Díaz-Argüelles. No hay nada como espiar en familia.
Natasha Díaz-Argïelles, consejera de su hermanastro "Tavito"
Es creencia de muchos “cubanólogos”, que Gustavo Machín Gómez fue también el delator de Tony de la Guardia, y hasta corren leyendas urbanas delirantes sobre su participación en la localización y detención de Osama Bin Laden, mientras fue embajador de Cuba en Pakistán. Por supuesto, no certifico esta información, pero el historiador, filósofo y escritor cubano Carlos Manuel Estefanía, exilado en Suecia desde 1993, reflexiona sobre esa idea en su blog “El Hombre de Cuba Nuestra”. Dice Estefanía:
“Espero que no haya sido así, al menos por la amistad que le debió unir a Patricito, como llamaban al hijo de Tony, quien evidentemente llevaba el nombre de su tío, sobreviviente al caso. Por otra parte, su función era la de informar a sus superiores, y como dice el slogan del Granma “la amistad termina donde comienza el deber”. Esa es la ley del totalitarismo y Tavito es un hijo de ese sistema”.

Carlos Manuel Estefanía –que conoció personalmente a Tavito cuando estudiaba en Moscú–, también menciona al otro hijo de Gustavo Machín Hoed de Beche, Julio Antonio; 
Julio Antonio también perteneció a la DI, y trabajaba para el Departamento M-5. Públicamente dejó la DI en la década de los 90, y fue encontrado muerto, supuestamente de asma en México. (…) Se dice que Tavito se graduó de la escuela superior Borochilov de la KGB en Moscú y cuando regresó a la isla, comenzó a trabajar con las Tropas Guarda Fronteras. Más tarde pasa a la inteligencia y continua estudios en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales ISRI en el año 1985, año en que presumo debió haberse graduado de la escuela soviética. Luego se nos dice de que la primera asignación fue en Panamá, donde estaba muy ligado al Coronel del Ministerio del Interior Antonio “Tony” de la Guardia Font, por cierto, su hijo Patricio, también pertenecía al grupo de cubanos militares amigos de Machín que conocí en Moscú, más tarde supe que se había escapado de la isla en balsa cuando el proceso contra su papá, el que como se recuerda en la nota terminó siendo ejecutado en La Habana el 13 de julio de 1989 junto al General de División de las Fuerzas Armadas Arnaldo Ochoa Sánchez”.


LOS MÓVILES DEL CORAZÓN


Finalmente debo volver a la compleja telaraña sentimental tejida en torno a esta historia.
Ya me referí antes, a la importancia que tuvieron las relaciones personales, (sexuales y sentimentales) en la primera parte del relato, evidenciadas en el explosivo triángulo sentimental formado por Carlos Rafael Rodríguez-Edith García Buchaca-Joaquín Ordoqui, una terna imprescindible en la escapada y el exilio de Marcos Rodríguez. 
Pero aquélla fue apenas una trama secundaria de la historia de pasiones ocultas que surgió entre José Machado, Marcos Rodríguez, Joe Westbrook, Dysis Guira y el recién llegado Raúl Díaz-Argüelles, punto de partida de mis pesquisas, y el nudo más sensible de este asunto. 
Por lo que investigué y pude contrastar, me quedó ampliamente demostrado, que en efecto, Joe Westbrook y Marquitos Rodríguez iniciaron una relación sentimental en La Colina en 1956, a espaldas de la novia de Joe, Dysis Guira, amiga íntima de Marcos.
Que las cosas se complicaron, justo en los días previos a los ataques simultáneos de Palacio y Radio Reloj, cuando Joe decide romper con Marcos, y seguir con su novia oficial, Dysis Guira. 
Que Marcos descubre que su ex, se ha acostado con Machadito en una cuartería de Guanabacoa, donde ambos están escondidos antes de la acción armada. Marcos supone entonces que ambos tenían una relación estable, y reacciona mal.
Que en lo sucesivo, los acontecimientos se precipitan, porque Marcos cuenta fríamente a Fructuoso Rodríguez lo que vio en la calle Palo Blanco, con la idea de que su mensaje llegue a quien más podía hacer daño a Joe: su novia Dysis Guira, amiga íntima de Fructuoso.
Me consta también que, cuando solo falta una semana para el ataque a Palacio y a Radio Reloj, y estando Joe escondido en Guanabacoa con Machadito, Dysis ya había puesto fin a su noviazgo, alertada por Fructuoso de que su novio había intimado con su compañero de armas.
No puedo saber qué pensaba o sentía entonces Dysis; quizás, dolor, despecho, impotencia, rabia o fría venganza; quizás una mezcla de todas esas cosas. En cualquier caso, lo que puedo asegurar es que ya había estado viéndose con su nuevo amante,
 Raúl Díaz-Argüelles en el bar Detroit; un sitio de contacto de Ventura con sus informantes. O todo está muy claro, o la historia es aun más compleja de lo que hasta ahora hemos visto.
¿Cuánto tuvo, o no, que ver Dysis Guira en la delación que le atribuyeron a Marquitos, habiendo estado implicado Raúl, -su nuevo amante-, hasta las cejas, en ella?
¿Qué relación de extrañas conveniencias había entre el jefe de la policía, Marina Quesada la madre de Díaz-Argüelles, su hijo y su nueva novia, Dysis Guira?
¿Por qué Dysis echó de su casa a su ex Joe Westbrook el 19 de abril, aduciendo que era su madre, Ciana Valdés Roig quien tenía miedo de que siguiera escondido allí? ¿Por qué lo hizo, si sabía bien que en ese instante, todas la patrullas de la policía batistiana tenían fotos con la cara de Joe en sus guanteras?
¿Por qué huyó después ella, apresuradamente de la Isla, en los primeros meses de la revolución, antes de que se celebrara el juicio de Marcos, para no regresar nunca más?
Y sobre todo, ¿qué razones tenía Dysis para continuar siendo amiga de Marcos –como lo fue, hasta el fin de sus días– de haber sabido que él la había engañado también con su propia pareja?
Las declaraciones de Mirta Romero atestiguan que Dysis dejó a Joe antes del día de la tragedia, y las pesquisas de Eladio Rivas indicaban que se le vio junto a Díaz-Argüelles y su amiga Blanca en el bar Detroit, durante los días siguientes. ¿Por qué?

Quizás nunca conozcamos las respuestas a estas preguntas, que antes no habíamos considerado pertinente hacernos, porque atañen solo a la vida privada de las personas que menciono. Pero a la luz de los hechos, responder a ellas, es vital para saber qué sucedió exactamente entre Joe, Marcos, Dysis y Raúl durante esas 48 horas.
Creo que hoy no caben dudas acera del rol que jugaron Díaz-Argüelles y Hoed de Beche en los sucesos de Humboldt. A falta de un video, o una declaración inculpatoria firmada por ellos, no podría afirmar taxativamente sus culpabilidades ante un tribunal, pero no tengo absolutamente ninguna duda de que fueron colaboradores necesarios en la delación de Faure Chomón, y los que lo ayudaron a sentar a Marcos en el banquillo para enviarlo al paredón. 
En ninguna de las biografías oficiales de ambos personajes, aparece con claridad qué hacían durante los meses de abril y mayo de 1957, justo antes de escapar a Miami. Simplemente desaparecen de La Habana, y reaparecen en Los Estados Unidos.
Raúl y Gustavo, merecen crónicas aparte, porque también fueron lúgubres y ocultos sus pasos, antes de que partieran de Cuba a morir en tierra extraña. Los dos siguieron llenándose de puntos oscuros después de la masacre de Humboldt 7, hasta sus propias muertes, también ampliamente deformadas y manipuladas por Castro. De ellas, hoy el pueblo de Cuba solo tiene versiones sesgadas; son dos héroes de la Patria que dieron “heroicamente” sus vidas por ella; uno en una supuesta emboscada en una carretera angolana y el otro junto al Ché, en la también lejana Bolivia.
Son dos alfombras hechas con verdades a medias, bajo las cuales habrá que buscar y sacar a la luz más basura, algún día.



CONCLUSIONES



Comencé el Capítulo I de esta serie, con una explicación de mis motivaciones para escribirla, que pasaban por dos razones fundamentales:

La primera es, que toda, o casi toda la literatura escrita hasta ahora sobre este asunto, adolecía de un elemento importante y definitivo para entenderla: Ya sea por conveniencias políticas o por simples pruritos morales, se había prescindido radicalmente del componente sentimental, sexual y afectivo de las personalidades de sus protagonistas, siendo estos elementos, imprescindibles para armar el complejo rompecabezas de los hechos. 

En consecuencia, hasta hoy hemos conocido solo parte de los verdaderos móviles de la masacre, y de la naturaleza de las personalidades de los que intervinieron directa o indirectamente en ella. Eran en esencia, “contradictorios”, si atendemos a la etimología fácil del término, pero no más de lo que lo somos cualquiera de nosotros.

En el primer capítulo también llamaba la atención sobre la naturaleza poliédrica de nuestra esencia como especie: somos muchas cosas a la vez, sin que esto implique una “contradicción”. Podemos amar a la Patria, luchar y hasta dar la vida por ella, aunque seamos homosexuales (como Marquitos, Westbrook o Machadito), ser asesinos despiadados y despreciables, pero en algún momento también capaces de no faltar a la verdad (como Esteban Ventura Novo), esposas fieles y valientes, pero manipulables y funcionales al castrismo (como Marta Jiménez), o estrategas inteligentes y expertos, y al mismo tiempo sanguinarios y embusteros dictadores (como Fidel Castro). 

Es estúpido dar por hecho que una persona miente, solo porque es capaz de matar, o que es incapaz de traicionar un amor, solo porque es fiel a un ideal patriótico. Son parcelas estancas de nuestra naturaleza, que nada tienen que ver entre sí, y que pueden convivir perfectamente en un mismo individuo. 

No estar hechos de una sola pieza, para la historia oficial castrista ha sido siempre un hecho inadmisible, que desdeña y oculta, porque empaña el halo perfecto con que suele cubrir a sus héroes vivos y muertos. No hay lugar para la imperfección en un adalid de La Patria socialista, porque ella necesita de soldados intachables en todos sus actos públicos y privados. Ni siquiera el Apóstol respondía a esa descripción.

La segunda razón que me movió a publicar este trabajo, después de más de 15 años investigando sobre el caso, es meramente ética. 
Recopilé decenas de testimonios de personas directamente implicadas en los hechos, o que, como yo, decidieron indagar en el lado “oscuro” de la historia no contada. Encontré finalmente datos valiosos, inéditos e irrebatibles de personas anónimas, testimonios que estaban a punto de perderse para siempre con la muerte de sus relatores. Arrojaban luces definitivas sobre algunas partes de la historia, a las que nadie hizo nunca antes referencia. 
No me gusta ni un poquito Marco Rodríguez como personaje, aunque varias de mis fuentes me afirmaron varias veces que era un chico “encantador”. Pero conozco a más un ser angelical, que esconde un demonio en su interior. No me hace falta que Marcos Rodríguez haya sido inocente de la delación, para considerarlo un tipo cobarde, de baja catadura moral e ideológicamente nefasto. Pero también pienso en cómo eran aquellos estalinistas cubanos jovenzuelos, que habían hecho una relectura tropical del marxismo primigenio soviético, apenas alimentado por la moda y la literatura roja que les llegaba de Moscú, vía PSP. 
Nadie que adorara a Edith García-Buchaca podía defender la democracia. El PSP, en horas bajas con Batista, y temeroso de desaparecer como fuerza política, alebrestó la paranoia comunista, utilizando a sus ideólogos “punteros”, como Severo Aguirre, Marinello, Carlos Rafael, Ordoqui o Buchaca, para adoctrinar a una nueva claque de adolescentes en su militancia de base, como Marcos Rodríguez.
Marquitos era lo que hoy llamaríamos  “tremendo comunistón comemierda”, pero no puede acusársele de nada más, si aceptamos su cobardía, solo como una debilidad del alma, y el despecho, como un sentimiento humano inevitable. Fue efectivamente el chivo expiatorio necesario de Faure y Fidel, pero no fue culpable de ese chivatazo, y es justo que la historia lo juzgue desde esa perspectiva. Marcos era un cobarde, pero no era un traidor, quizás también por su falta de valor.   

También están los que ya no pueden pedir justicia; las voces silenciadas en Cuba, esos que sabían, -y saben-, pero hasta hoy no se les permite hablar. Necesitaban hacerse escuchar sin poner en riesgo sus vidas, y antes de que éstas llegaran a su fin. 

Debo mucho al octogenario y ya fallecido Eladio Rivas, que vivió casi los días justos para contarme lo mucho que sabía. Un 60% de los testimonios que he conseguido para completar este trabajo, también procede de personas que aún viven en Cuba, o murieron allí en el trascurso de la última década. 

Estaba la necesidad histórica de hacer justicia con los muertos y sacar a la luz la despreciable catadura moral de los auténticos culpables, que escaparon a la justicia, protegidos por Castro. 

Y estaba finalmente La Historia misma, que pedía a gritos una puesta a punto, porque ha estado casi medio siglo estancada, llena de incorrecciones y necesitada de una revisita. 

Consideré entonces, que mi deber como investigador, y sobre todo como cubano, era resumir el resultado de mi búsqueda en un texto que explicara estas partes de la verdad que nos escamotearon, y que debían conocer gratuitamente todos los cubanos.

El último acto de mi testimonio, como sus actores, salta de la gesta homérica al melodrama frívolo, de éste al thriller revolucionario, y de ahí al más pedestre de los sainetes. No es una historia del todo heroica, ni del todo deleznable. Se dibuja -incluso a pesar de los que la escriben-, con todos los colores de las pasiones, méritos y miserias de sus actores. 

Mi intención al publicarla no es polemizar ni “proponer” nuevas teorías conspiranoicas. Por hartarme de ellas, es que decidí ponerme a investigar sobre lo que no se había escrito. Estoy seguro de la autenticidad de mi trabajo, que en ese sentido, es estrictamente informativo. Asumo toda la responsabilidad sobre los hechos que narro, porque no son suposiciones; simplemente expongo algunas verdades, por dolorosas o desagradables que hayan resultado a veces para otros, e incluso para mí. Ya he perdido amigos por esto.

Tampoco esta investigación pretende ser la solución definitiva del caso; no me permitiría una arrogancia tan pueril. Hay aún muchas claves por descubrir y entrelíneas que decodificar en este libro, y queda gente viva implicada en los hechos, que está dispuesta a hacerlo.
Alguien me ha dicho que los hijos del gallego Emilio, dueño del café Petit Codias de Carlos III y Espada, todavía viven en la barriada habanera de Cayo Hueso, y que “saben cosas”. En presencia de Emilio se reunió por primera vez Ventura con Faure Chomón y Raúl Díaz-Argüelles, para concretar la delación. 
También se les puede encontrar por las residencias playeras de La Florida, muy ajados y mayores, pero orgullosos de haber alcanzado esta edad en libertad, a algunos militares retirados del ejército batistiano de entonces. Ellos participaron, o estuvieron muy cerca de la escaramuza bélica de Humboldt, y de sus compañeros juzgados y fusilados por Castro, acusados de traidores por asesinar a los cuatro miembros del DR. Sus descendientes también viven en USA, y tienen esta historia ya grabada a fuego en sus memorias, porque forma parte del gran libro de cuentos del exilio de sus padres.
Vive un hijo del brigadier Hernando Hernández, mediador de la venta de la delación, que ya estaba preso en Cuba cuando Ventura publicó sus memorias. También viven los descendientes de las familias de Edith García Buchaca y de Joaquín Ordoqui; vive la hija de la cocinera de Carlos Rafael Rodríguez, viven parientes de Machadito y Westbrook, y la hija de Eladio Rivas, mi inspiración y fuente principal de información.
Vive –muy bien– Osvaldo Fructuoso, huérfano ilustre de Marta Jiménez y Fructuoso Rodríguez, que tiene una oportunidad de oro para revisitarse a sí mismo, y aceptar que finalmente, no fue Marquitos el delator de su padre, aunque fuera un personaje deleznable. Y también Osvaldo debe reconocer de una vez, que no todas las madres son perfectas, aunque así veamos siempre a la propia, y que la suya se tragó el cebo que le puso Castro, y encima le rindió pleitesía hasta el día de su muerte. Es duro de asumir, Osvaldo Fructuoso, pero es lo que hay.
Viven -como Carmelina, y ahora muy cerca de mí- los hijos de Hoed de Beche y Díaz-Argüelles; Tavito el embajador espía de Cuba en España y su consejera cultural y "hermanastra", Natasha. No espero que entren a este blog a rebatir mis palabras, y no los culpo por lo que hicieron sus padres. No hace falta. Ya ellos por sí mismos se han labrado una carrera fabulosa como sicarios de la dictadura, digna de las de sus progenitores. Veremos qué tal le sigue funcionando la antena al chivato de la diplomacia cubana, y cuánto tarda en enterarse de que existo. Me encantaría que tomara alguna medida contra mí. 
Faure Chomón
Y también vive, lamentablemente, Faure Chomón, ya presa del síndrome sáurico que alarga tan desproporcionadamente las vidas de los ancianos patriarcas de la Sierra. 
Como sus amos, Chomón pasará pronto a mejor vida sin haber pagado sus crímenes. Por eso creo que merece ser moralmente ajusticiado en vida por los cubanos que hemos sido sus víctimas, físicas e históricas, que sigue siendo muy poca penitencia para su culpa. Este texto pretende también convocar a su ajusticiamiento moral, antes de que se traslade a Colón. En lo que a mí respecta, fue él quien mató a sus cuatro compañeros y mandó a Marcos al paredón. Es necesario que quede claro a las nuevas generaciones de cubanos que empiezan a conocer la historia del país donde nacieron, que uno de nuestros peores verdugos, sigue vivo.

No quiero que se entienda el contenido de esta serie como una verdad irrebatible y absoluta, si bien muchas partes de ella son para mí incuestionables. Estaría faltando el respeto a quienes la han estado escribiendo antes que yo desde 1957, aunque lo hicieran desde ópticas distintas a la mía. 
Los acontecimientos de Humboldt han sido descritos por políticos, periodistas, escritores y cineastas con mayor o menor éxito; también por familiares y amigos de los implicados, y hasta por extranjeros curiosos como Miguel Barroso, que los noveló de forma brillante en  "Un asunto sensible"

Todos los intentos literarios y cinematográficos anteriores, me han servido de algo para componer mi testimonio, incluso los francamente politizados -como "Útiles después de muertos" de Pellecer-, o los que obvian gran parte de la verdad debido a la censura del poder, como el documental “Los Amagos de Saturno” de Rosario Alfonso Parodi, -gran documento en muchos otros aspectos, por cierto- que dejo aquí, ahora que puede verse gratis en la red.
He decidido no publicar las declaraciones verbales de mis fuentes, en entrevistas hechas por Wassap o por teléfono. Me obligaría a un complicado trabajo de edición, para no exponer sus asuntos personales, y también a revelar sus identidades, un permiso del que no dispongo en todos los casos. 
Pero conservo los brutos de esos récords, para que puedan ser utilizados algún día por alguien que decida contar otra vez esta historia de astracán verde olivo, desde esta nueva perspectiva. Mi único aporte a ella, es quizás haberme mojado un poco más desvelando acontecimientos "difíciles de tratar" por la literatura oficial, y también por la contestataria. Me limité a acomodar el resultado de mi investigación, junto a los que encontraron en su día los escritores e historiadores que me precedieron, como quien va colocando piezas en un puzzle ya empezado, que aun sigue incompleto.   
Con mi testimonio, intento poner en valor los móviles psico-sentimentales que influyeron en la sucesión de acontecimientos que desembocaron en la matanza. Han sido sistemáticamente obviados por la oficialidad y también por la literatura contestataria a Castro. No existen en las versiones políticamente correctas, ni en las incontables lecturas extraoficiales que se han hecho del asunto a lo largo de 60 años de dictadura, en las dos orillas. Parece que el sexo sigue siendo un tema muy difícil de abordar para los historiadores de cualquier color político. En el caso que nos ocupa, todos han preferido obviarlo en sus artículos, libros y películas, despojando así los hechos de uno de sus condicionantes principales, y en consecuencia, contándolos siempre mal.
Tengo acumuladas muchas horas de lectura en papel y en la red, sobre el caso Humboldt 7, y he adquirido cierta destreza para discriminar rápidamente la información falsa o sin fundamento, de los datos verdaderamente valiosos.
También he descubierto que, a veces, partiendo de un dato intrascendente, se puede tirar de la cuerda hasta llegar a la información importante. 
No hay que menospreciar los comentarios en los foros virtuales, porque son a veces más reveladores que la crónica sobre la que versan. Algunos proceden de personas anónimas, pero que tuvieron que ver con el suceso, o recibieron información auténtica sobre él, de familiares o amigos que estaban allí. 

Me sucedió con la declaración de Eladio Rivas sobre el bar Detroit, cuando un día encontré un comentario de una vecina del edificio Carreño, nacida y aun habitante del mismo apartamento de la calle Humboldt, que confirmaba la existencia de El Cholo, El Chino y el ascensorista de su propio edificio como clientes del Detroit e informantes de Ventura. Contaba casi exactamente la misma historia que sobre ellos me contó Eladio. 



UNA SERIE INTERACTIVA CON VOCACIÓN DE SER REVISITADA



Quiero dar también importancia a los comentarios que genere esta serie después de su publicación. He consultado centenares de nombres, fechas, direcciones, y datos para escribirla, así que hay un gran porcentaje de probabilidades de que me haya equivocado en algo. Será siempre bueno corregirlo. 
He descrito eventos sobre cuya credibilidad ya no hay dudas, y otros que seguramente las generarán, o como poco, provocarán algunas suspicacias; soy consciente de eso, estoy abierto al debate y al diálogo, si ambos son enriquecedores. Es la razón por la que quiero hacer de esta serie un texto interactivo, y desde este momento, susceptible de ser rectificado y aumentado en cualquiera de sus partes por sus lectores. 
Estoy dispuesto a añadir, suprimir o enmendar los detalles que ellos detecten errados o incompletos, porque pretendo que sea un documento de consulta. Por eso agradeceré sinceramente todos los aportes que sumen claridad a los que conocemos. 
Pero también defenderé firmemente la información que considero sin discusión. Me ha llevado 15 años conseguirla, contrastarla, y condensarla en una sola historia, para después contársela a mis paisanos. De cualquiera de ellos aceptaré enmiendas, siempre que pueda probarse su origen, y revisaré las que me resulten probables, pero ignoraré de forma soberana las especulaciones, los pálpitos y las peleas  en el barro que tanto gustan a los cubanos del cibermundo. Este artículo es estrictamente histórico, y solo sobre historia me permitiré debatir.
El affair Humboldt 7, fue siempre lo que creíamos que era: una farsa montada por Castro con la inestimable ayuda de Faure. Fue una "vía rápida" que les permitió quitarse del medio a la incómoda banda estalinista del PSP, y enviar, de paso, un mensaje a la URSS, sobre sus intenciones de establecer un comunismo a la cubana, y no una reproducción del de Stalin. Marcos Rodríguez les vino a ambos como agua de mayo para concretar su plan, proteger a los verdaderos culpables, y de paso dar un escarmiento para la galería; así trataba la revolución a sus traidores. 
En lo que me atañe, el caso Humboldt 7 no ha terminado. Continuaré buscando y recibiendo data, y la iré adicionando a este texto, si es relevante. Seguiré haciéndome preguntas sobre lo ocurrido, e intentando encontrar respuestas para ellas, y facilitaré también el camino a investigar, a los jóvenes historiadores que se interesen por esta página oculta de nuestro pasado reciente. 
A mis lectores, los invito a que cada cierto tiempo se acerquen a este texto y repitan la lectura, porque puede haber cambiado. 
Ese es el modo en que se escribe La Historia; se hace más veraz, cuanto más se revisa.

FIN

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