Por Carlos Ferrera
(ACLARACIÓN DE LA CASA)
El niño de la foto se llamaba Héctor Rodríguez González, y era el hijo del conserje que había entonces en el edificio de Humboldt número 7, el 20 de abril de 1957. Aún su padre no había limpiado la sangre de Juan Pedro Carbó Serviá, que corre por la escalera del inmueble ante sus ojos.
Antes de continuar hacia la tercera parte de la serie "Mártires de Humboldt 7: ¿Un caso criminal de celos por despecho?", se me hace que debo una explicación a quienes de buena fe me han aconsejado no continuar publicando aquí esta historia rosa de anti héroes revolucionarios, y que me la reserve para un libro que seguramente, sería bastante más intere$ante.
No lo dudo. Soy consciente del inmenso valor de esta investigación, porque he invertido en ella muchos años y una gran cantidad de tiempo y de recursos.
Sé también que el tema es muy goloso. Ya lo han tocado -con éxito comercial- otros autores como Miguel Barroso, cuyo libro "Un asunto sensible", -aunque muy novelado y con grandes dosis de ficción-, es un excelente documento de referencia de este caso. También ha abordado el asunto la cineasta Rosario Alfonso Parodi, realizadora del documental "Los amagos de Saturno", un tibio acercamiento a los hechos de interesante valor testimonial, pero que adolece de lo que casi todo el arte que se hace la Isla; hay miedo en el relato e inevitable complacencia con el poder.
Estoy seguro de que un eventual ensayo correctamente editorializado de esta historia, podría ser muy productivo en las librerías. Pero eso no me importa.
No quiero ir de sobrado, no consigo serlo ni queriendo. Como la mayor parte de los artistas pobres, escribo para comer, como tantos free lance del planeta lo hacen. Tengo poquitos escrúpulos, soy bastante accesible si se me busca con fines comerciales y mis minutas no son caras, así que no le hago ascos a tirar pal fuego de Amazon, casi todo lo que sale de mis manos. Pero no todo.
No puedo ni quiero especular con esta, ni con ninguna parte de la historia de Cuba sobre la que pueda arrojar algo de luz, ni cambiar esa información por dinero, porque estaría traicionando uno de los pocos principios que me quedan: la lealtad.
La historia oficial que Fidel Castro escamoteó, deformó y dictó a sus escribientes serviles, esconde tantas partes de la verdad, que aún hoy nos asombramos de leer cosas como la que cuento en esta serie dedicada a los mártires de Humboldt 7. Es historia que nos pertenece, y que todos los cubanos tenemos derecho a que se nos cuente cómo fue, porque nos mintieron.
Así que esta serie, en gran medida, no la he escrito para mí, que ya tengo el ego gordo. Ni siquiera para la mayor parte de ustedes, que viven en libertad y podrían darse el lujo de comprarme el libro.
La escribo para los cubanos que viven en la Isla, y que mandan a sus hijos a una escuela cuyos libros de historia –como aquéllos que tuvimos nosotros–, no les cuentan la verdad sobre esta, ni sobre ninguna otra historia que humanice a sus héroes enseñando sus lados vulnerables.
No quiero que un paisano de la Isla necesite que un alma bondadosa del mundo libre le compre este libro, que no sería un libro barato, por cierto. Se trata de HISTORIA DE SU PAÍS, QUE ES SU HISTORIA. Como nación debemos saber la verdad sobre quiénes fuimos. Ni yo ni nadie puede comerciar con ese derecho.
Esta, queridos amigos, como otras crónicas que escribo, y que implican “contestar” a lo que Castro nos contó, ha de llegar libre y sin coste adicional para todos los cubanos, y quiero que sea siempre así. No seré yo, que abogo por el derecho a conocernos mejor a través de la lectura de nuestra Historia, quien pretenda que la gente de allí me pague por leer algo que he investigado sobre ella. No haría eso por ningún dinero del mundo.
Agradezco sin embargo, las ofertas de publicación que me han cursado, y que me hacen pensar que realmente, mi investigación tiene algún valor. Tengo mucho que aprender sobre cómo se vende un libro, pero éste no está en venta, a fecha de hoy.
Viví en la barriada cercana a Humboldt 7 toda mi vida y visité el apartamento varias veces, así que no era un tema desconocido para mí desde la infancia. Hace una década volví a tocar el caso mientras buscaba información sobre otra cosa.
No encontré lo que estaba buscando, pero hallé algo todavía mejor; una vibrante historia de amor entre combatientes del Directorio Revolucionario en medio de los tiros, un auténtico thriller político, una epopeya alucinante y peligrosa de contar.
En ella han intervenido más de veinte relatores y fuentes a lo largo de diez años, pero dos de esos testimonios han sido la columna vertebral de mi relato. Han sido muchas horas de teléfono y largos intercambios de audios de whassap a lugares de muchas partes de Estados Unidos, España y Cuba.
Durante los últimos años he flaqueado muchas veces, y he estado a punto de olvidarme de todo esto, “por mi bien”. No han faltado amigos que me han aconsejado no hacerlo público, miedos fundados, posturas éticas distintas en mi entorno, y terceras personas muy mayores, aún vivas, implicadas.
Osvaldo Fructuoso Rodríguez |
También habrá algún hijo de mártir disgustado por la forma en que lo he dibujado aquí, porque era inevitable. Me he contenido mucho a la hora de decir lo que pienso sobre él.
Hay un sinfín de “peros” que me alertan de que no abra más esta gaveta, porque el cucarachero será padre, pero he decidido no hacer caso a esos consejos. Asumo los riesgos.
Solo diré en mi defensa, que he hecho una valoración milimétrica de los daños indirectos que tendrá la publicación de esta crónica, para los familiares aún vivos de los cuatro mártires que me ocupan. Porque habrá daños, seguramente. Pero me compensan, y se justifican de sobra unas cuantas víctimas, que solo lo son por rubor, porque a nadie menoscabo la moral ni el honor en esta historia..
Gracias a muchas gestiones con periodistas relacionados con el caso,hace unos años accedí por fin a la grabación íntegra del juicio oral en que Marcos Rodríguez fue condenado a muerte.
Yo la he escuchado decenas de veces, y me sigue poniendo los pelos de punta. Me impresionan, conmueven e indignan las voces de los protagonistas que pasan por el asiento de los testigos, el tono déspota del fiscal, la zorrería de Faure Choumont, o los dardos encendidos de Martha Jiménez acusando y denostando públicamente a Marquitos, que está drogado y es incapaz de defenderse sentado como un zombi en el banquillo de los acusados.
Sus palabras me hicieron temblar.
Aquel juicio fue un ensayo perverso del posterior a Ochoa, y es por tanto un revulsivo que me empuja a escribir, una forma de protesta que nadie me puede coartar.
Mi crónica es un paso pequeño, pero seguro, hacia la verdad, y se la debo a todos los cubanos que murieron a manos del castrocomunismo. Creo, sin falsas modestias, que es más importante esta separata como documento de enmienda a nuestra historia falsa, que el hecho de que aparezca un señor molesto porque he sacado del armario a su abuelo comunista, 70 años después de muerto. Eso va a ocurrir ahora mismo en un lugar de Matanzas, mientras ustedes estén leyendo este post. No me importa.
Para que la Historia sea verosímil al hombre del futuro, ha de desnudarse del todo al hombre del presente. “Hágase la historia, -dijo Platón-, pero que en ningún caso suplante a la verdad”.
Yo he preferido contar la verdad.
Realmente no pasa nada; ya estamos en el siglo XXI. Tendríamos un gran problema si hoy para nosotros “la noticia bomba” fuera que ha quedado acreditado que tres soldados de la revolución, perdían aceite. Eso no importa nada a ningún nivel, exceptuando la dosis de morbo subyacente inevitable.
Sí importa y mucho, a los cubanos de hoy, conocer realmente de qué estaban hechos aquellos hombres que murieron allí por sus ideas, y cuáles fueron las circunstancias reales de su martirologio.
Eran hombres normales llenos de contradicciones, temores y obsesiones como todos los jóvenes de esa edad. Eran valientes, pero corrientes. Lo fueron durante sus cortas vidas, antes de ser deificados por la revolución, y protegidos por la coraza heroica de su falsa moral. La Cuba roja siempre presenta impolutos a sus mártires, aunque antes les extirpe el alma para conseguirlo.
Y así nos han llegado, mediante la literatura y la historia oficial, todos los retratos de nuestros paladines, carentes de mácula, todos castos, todos intachables, todos heterosexuales…
Mejor, pues, quedarnos con el hombre sin el lastre del mito. Encontraremos que es capaz de acometer hechos heroicos, y también de dar rienda suelta a sus bajas pasiones, inspirado por el amor, tentado por el placer o encendido por los celos y el rencor.
La revolución no juega ningún rol en el proceso.
oOo
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Muy acertada aclaración. Gracias por tu tiempo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti Salvita, por la visita
EliminarY continua...
ResponderEliminarContinúa en breve
EliminarContundente, no quedan dudas. Sigo esperando.
ResponderEliminarNo te haré esperar mucho más
EliminarYme digo mientras sigo leyéndote, que es una suerte que hayas estado hecho con la tenacidad y la tozudez suficiente para haber llevado esta investigación agotadora mal agradecida por algunos. Gracias Carlos Ferrera.
ResponderEliminarGracias Yuriem
EliminarBRAVO POR TI, BRAVO POR TU GENIO, BRAVO POR TU DESINTERÉS MONETARIO, BRAVO POR LA IMPORTANCIA QUE LE DAS A LA LEALTAD. OJALÁ PUEDA INVITARTE A UN BUEN CAFÉ, UN BUEN TABACO, UNA BUENA BOTELLA DE HAVANA CLUB Y TENERTE DE INVITADO Y DE AMIGO JUNTO A MI FAMILIA EN CASA, SERÍA ESPECTACULAR. UN ABRAZO DESDE ALASKA. JUNIER BASULTO
ResponderEliminarBY THE WAY: RECIÉN ME ENTERO DE TU DESTIERRO INJUSTO, INFAME Y ESTÚPIDO DE FACEBOOK. ESPERO VERTE PRONTO EN DICHA PLATAFORMA SOCIAL, ES MUY ABURRIDA SIN MENTES COMO LA TUYA. UN ABRAZO.
ResponderEliminarGracias Junior, desde la cuenta de Mariano, Carlos. Ya estoy de vuelta en FB
EliminarTengo una duda
ResponderEliminarBravo tu trabajo de Humboldt, he de decir que primero lo escuché por YouTube con Carlitos M, y después vine aquí a leerlo. Mil gracias por la información.
ResponderEliminarREgreso a tu blog, preocupada por tu ausencia. Solo espero que estes bien. Que estos meses de ausencia se deban a tu deseo propio y no que te encuentres enfermo o quien sabe bajo que condiciones que no puedes hacerte publico. Deseo que este 2022 sea prospero para ti y que venga con muca salud y exito persoanl. Un abrazo sincero.
ResponderEliminarHola, acabo de ver este programa por el canal de Carlitos Madrid. Me resulto muy interesante y me gustaría saber más sobre el tema. Fructuoso Rodriguez nació en mi pueblo natal( Santo Domingo, Villa Clara) y conozco de cerca su familia.
ResponderEliminarNo sé como dejarle mi contacto y no lo quiero hacer público. Tenía entendido que ese apartamento pertenecía a Agustín Clavijo Gutiérrez. Me gustaría saber más del tema.
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