martes, 21 de noviembre de 2017

MÁRTIRES DE HUMBOLDT 7; ¿UN CASO CRIMINAL DE CELOS POR DESPECHO? (II)

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Fructuoso, Juan Pedro, Machadito y Westbrook
Es bastante improbable que encuentren por ahí publicado algo parecido al segundo acto de la tragedia del caso Humboldt 7, que van a leer a continuación. 
Los detalles, hasta hoy inéditos que ahora voy a contar, proceden de dos fuentes sin conexión entre ellas. Una debe continuar anónima; la otra es el valioso testimonio que me ha proporcionado Eladio Rivas, sobrino político de Juan Pedro Carbó Serivá, una de las víctimas mortales de Humboldt 7.
Ambas me han permitido acercarme de modo más personal e íntimo a “mártires” y “traidores”, y humanizarlos lo suficiente como para poner en valor sus defectos y virtudes, sin contaminarlos con los juicios políticos a los que una y otra vez apelan quienes se han acercado al caso, de forma literaria o periodística, en ambas orillas, y hasta el día de hoy.
Antes de lanzarme a contar la extraña y trágica travesía en la que “embarcaron” a Marquitos Rodríguez después de los sucesos de Humboldt 7, y el papel que en ella jugaron las motivaciones sentimentales y/o sexuales de algunos actores de la tragedia, he de detenerme en cuatro personas que conocían -e intervinieron- en este idilio a tres bandas, aunque de formas diferentes y por razones distintas.
Sus personalidades y el papel que jugaron directa o indirectamente en lo ocurrido, son básicos para la comprensión correcta de lo que le sucedió a Marquitos, y de hecho, lo que le sucedió a la Historia de Cuba cuando él fue fusilado.
Empecemos con lo que hay detrás del retrato que nos hizo la historia oficial de Fructuoso Rodríguez, uno de los dos mártires heterosexuales de Humboldt 7.

FRUCTUOSO

Me cuenta Eladio Rivas que Fructuoso Rodríguez era un gran amigo de su tío Juan Pedro Carbó Serviá, y además de lo que supo de él a través de Carbó, Eladio lo conoció en persona siendo él un adolescente, de ahí que haya podido describírmelo sin el “corsé” político con que ha llegado hasta nosotros su impronta épica de mártir estudiantil.
Fructuoso Rodríguez
“Era callado como un pez, siempre con sus inseparables espejuelos calobares de pasta o con gafas de sol, aunque estuviera nublado. Tenía un leve tic nervioso en el ojo izquierdo, que casi nadie apreciaba porque lo disimulaba muy bien. Le gustaba aislarse de los demás. Mi tío me contó que en las reuniones de amigos estaba siempre en una esquina sentado en silencio. En el comedor universitario, también comía siempre a solas mientras leía varios periódicos del día a la vez, porque le gustaba estar muy informado. Leía con especial atención la sección de clasificados y anunciantes, que con frecuencia los miembros del Directorio de todo el país utilizaban para enviarse mensajes cifrados entre células. No puedo asegurarlo, pero creo recordar que Fructuoso inventó una especie de código para comunicarse por esa vía... era un tipo muy inteligente.
En su casa, Fructuoso Rodríguez fue un hijo ejemplar y luego un esposo entregado, amoroso y fiel a Martha Jiménez, su mujer, durante el poco tiempo que se lo permitía su agitada militancia estudiantil. Era bastante austero, casi tacaño en lo que concernía a su vida personal. Mi tío recordaba siempre que cuando volvió de México, no le trajo nada a Martha, que lo esperaba en estado en La Habana.
Boda de Fructuoso Rodríguez y Marta Jiménez
No era nada mujeriego, pero tampoco era un hombre sociable. Sí era de las personas que son capaces de guardar un secreto hasta bajo tortura, y también cargar sobre sus hombros a un compañero herido para ponerlo a salvo en medio de un combate. Alguien así es muy valioso en una guerra...”.
Probablemente eran esos los motivos por los que Fructuoso ocupaba una posición prominente en el Directorio Revolucionario, del que era vicepresidente, y consejero de su mejor amigo y líder de la organización; José Antonio Echeverría, “Manzanita”.
Eladio Rivas ha podido mostrarme muchas fotos familiares en las que aparece su tío Juan Pedro Carbó Serviá con Fructuoso Rodríguez, casi siempre junto a Joe Westbrook, que era el dueño de la camarita con que se tomaron algunas de esas instantáneas. 
“Mi tío Juan Pedro vino con Fructuoso solo tres veces a casa en diez años, -me dice Rivas-, y mi madre lo recordaba bien, porque fueron días muy señalados: cuando Manzanita lo nombró vicepresidente del Directorio, el día mataron a Blanco (el coronel batistiano “ajusticiado” por Carbó Serviá y Cubela) y dos días antes del asalto a Palacio. Esa fue la única vez que Fructuoso abrazó a mami antes de marcharse; un abrazo de despedida que ella “sintió” sincero por primera vez. Probablemente él sabía que esa podía ser la última vez que se verían...”.
Fructuoso Rodríguez era considerado "un buen tipo”. De hecho, esa era la opinión de él que tenían en el Directorio, entre los estudiantes rasos, e incluso en el claustro de profesores de la Colina, que admiraba su gran educación para dirigirse a ellos en las numerosas cartas que les escribió cuando fue necesario protestar contra alguna política educacional.
“Sin embargo en persona y en público, Fructuoso era un hombre de muy pocas palabras, -me cuenta Eladio- y se manejaba con monosílabos o frases cortas, pero tan graciosas, que todo el mundo se reía cuando abría la boca. Y era curioso porque, si se había relajado al punto de quitarse las gafas, cuando entraba alguien a la habitación, se las ponía rápidamente y soltaba un chiste en voz baja, como, “Llegó la basurera roja”, si por ejemplo, quien entraba era Marquitos Rodríguez...”.
Porque Fructuoso era también un homófobo implacable y un clasista redomado, aun proviniendo de una familia humilde. No eran grandes defectos para la época, también hay que decirlo. Pero con esa frase, Fructuoso aludía de forma cruel y mordaz al antiguo oficio de mozo de limpieza de Marcos Rodríguez, a su afiliación a la Juventudes Socialistas, -cantera del PSP y enemigos ideológicos del Directorio-, y por supuesto, también a su condición sexual. 
Fructuoso Rodríguez, como todos los personajes de esta tragedia, no estaba hecho de una sola pieza. Era capaz de salvar la vida de un compañero en combate arriesgando la suya, pero también de machacarlo si era homosexual, e incluso de pegarle si le creía ofensivo a su moral. 
Pero esto jamás lo habría reconocido su viuda eterna, Marta Jiménez, que hace apenas un par de años murió en La Habana. Marta fue el azote persecutorio de Marcos Rodríguez tras los sucesos de Humboldt 7, y quien avivó el proceso judicial contra él, y ayudó a capturarlo para llevarlo al juicio en que testimonió en su contra, y que finalmente lo condenó al paredón. Venganza conseguida.
No puedo juzgar a Marta Jiménez, y creo que nadie puede hacerlo. Fidel Castro le juró que a Fructuoso lo había delatado Marcos Rodríguez. Cualquier viuda embarazada persigue con saña al hombre que mandó a la muerte a su marido, y dejó sin padre a un hijo todavía nonato, si puede hacerlo.
Sin embargo, muchos de los que hoy viven aún, y conocieron a Fructuoso en persona, piensan que su homofobia fue castigada post mortem, si bien un poco tarde. Dos meses después de morir, su viuda trajo al mundo que él acababa de abandonar, a un hijo gay como una margarita en flor. 
Para suerte de su padre, Fructuoso no llegó a ver a Osvaldito en todo el esplendor de su plumaje. Osvaldo Fructuoso Rodríguez pasea hoy el martirologio del hombre que lo engendró, como una bata de cola, por una televisión regional en Miami, junto a su nombre y su apellido, como la hermana boba de Fantomas. Aporto aquí una pequeña muestra de sus incursiones televisivas, por cierto, ventilando su viaje a Cuba para ver a su madre enferma.
Qué sádico es el destino. El hijo del mártir vive en el monstruo, pero con frecuencia adopta del rol de vástago sufriente y doliente de un padre homófobo y comunista y una madre a punto de morir sola en La Habana. Osvaldito vende sus miserias siempre que haya dinero que ofrecerle. Sus discutibles conocimientos de periodismo televisivo tampoco lo convierten en el showman que las cámaras amen tanto como para reverenciarlo como celebrity. Así que ha encontrado su espacio en Trashilandia; los programas amarillistas de contenido frívolo. En ellos ha puesto su vida bajo el microscopio, y gracias a él nos hemos enterado de todas sus miserias, y su incomprensible y sospechosa aceptación de la mentira que Fidel Castro dijo a su madre sobre la muerte de su padre: "Marquitos Rodríguez fue el que mató a Fructuoso con su delación". 
Con ese falso mantra ha crecido Osvaldito. Se ha hecho mayor guardando un absurdo rencor post mortem contra el supuesto delator de su padre. No ha creído -o no ha querido creer- que la culpabilidad de Marquitos fue fabricada "ad hoc" por Castro para quitar de en medio a los viejos comunistas del PSP. Osvaldo Fructuoso pone en venta su dolor por un precio módico, con ese talante frívolo e inconexo que desacredita su discurso.
Sepelio de Fructuoso Rodríguez
Su padre, en cambio, era un hombre callado, pero de carácter fuerte y resolutivo. Fructuoso Rodríguez era imponente a la vista; resultaba imposible no reparar en su presencia. Muy alto y de gran fortaleza física, su carácter reforzaba esa presencia rotunda. Vestía invariablemente de saco o chaqueta deportiva -incluso en las manifestaciones callejeras- sobre sus camisas escrupulosamente planchadas, que realzaban su elegancia natural y su masculinidad, sin afectación ni atildamientos. 
Fulgencio Oroz trata de levantar a Fructuoso Rodríguez, herido en otro en altercado callejero anterior al asalto a Palacio
Pero en Fructuoso había un oscuro lado “ultrasur”, outsider y violento, que se soltaba en los conflictos con contacto físico (en la foto en una trifulca callejera junto a Manzanita). 
Ya fuera para “mediar” en una bronca  entre estudiantes de distinto signo político, en una pelea con la policía, o para proteger su vida privada, Fructuoso no tenía ningún problema en emplear la potencia devastadora de sus puños.
Los conflictos  callejeros entre bandas rivales y contra la policía, se saldaban siempre con lesiones físicas, a veces graves, pero Fructuoso "ni se despeinaba".  
Miembros del Directorio lesionados tras una acción callejera. Están presentes los cuatro mártires de Humboldt 7 acompañando a Manzanita. En primera fila el tercero por la izquierda es Fructuoso.
Generalmente al día siguiente de los enfrentamientos, todos los implicados lucían secuelas del choque, menos él. Siempre estaba impoluto, planchado y peinado, como si no hubiera salido de casa, pero seguramente había liderado la protesta en la calle. Sin embargo fue herido varias veces (en la foto anterior, yace en el suelo y lo auxilia su compañero Fulgencio Oroz).
Se recuerda especialmente la anécdota referida a una nota que apareció publicada en la revista Gente y firmada por su director, sobre su boda con Martha Jiménez.
Marta Jiménez

Fructuoso había salido varias veces en esa revista antes de conocer a Martha Jiménez, y su noviazgo fue ampliamente comentado por esta y otras publicaciones de corte amarillista.

En ocasión de su matrimonio con Martha, el director de la revista publicó una nota cuyo tono no le gustó a Fructuoso, que reaccionó como un matón:
Reclutó a dos de sus amigos más conflictivos y bravucones, Miguel Ángel Domínguez y Jose “El Moro" Assef Yara, los tres se presentaron en la redacción de Gente y entraron por la fuerza en el despacho del director.
Jose “El Moro" Assef Yara
Fructuoso ofendió de palabra al periodista con epítetos gruesos, y le dio un piñazo que lo tiró al suelo. Cuando el guardia de seguridad de la revista sacó su pistola para proteger al director, El Moro lo agarró por el cuello y le arrebató el arma. Fructuoso y sus compinches se retiraron de la revista con la pistola, como “botín de guerra” para el Directorio. No había sido una “acción militar”, como desde entonces cuenta la prensa comunista cubana, sino un vulgar robo con violencia en una propiedad privada al más puro estilo de la mafia.
Marta en el cortejo fúnebre de su marido Fructuoso Rodríguez

“Tanto mi tío Juan Pedro como Fructuoso, conocían perfectamente la inclinación sexual de Marcos Rodríguez -me cuenta Eladio-. Mi tío también tenía ideas muy conservadoras sobre la homosexualidad y la consideraba una “desviación”. Pero en su descargo tengo que decir que casi todo el mundo creía eso en aquella época, incluidos los propios homosexuales, que por eso mismo no se exponían.
Marquitos no era bien visto por Fructuoso, que era el vicepresidente del Directorio, pero tenía la confianza de Joe Westbrook y por eso le encomendaban pequeñas misiones de apoyo: avituallamiento, preparación de pisos francos, mensajes entre miembros de células, etc. A él y a Eugenio Pérez se les encargó habilitar el apartamento de Humboldt 7, alquilado a nombre de este último en los días previos al ataque a Palacio y Radio Reloj. Ambos tenían llaves del inmueble.

MARQUITOS EXCLUIDO

“El día 10 de marzo de 1957, Joe Westbrook se reunió con Marcos Rodríguez en un aula de la facultad de Periodismo de la Colina, para comunicarle que quedaba excluido del ataque a Palacio, incluso como personal de apoyo, y que necesitaba que le devolviera las llaves del apartamento de Humboldt. Según Westbrook era una orden directa de Manzanita, a quien no le había gustado la alocución que hizo Marcos por altoparlante días antes, en una manifestación antimperialista en la escalinata de la Universidad de La Habana. Ese día -siempre según Westbrook-, a Marquitos se le notó demasiado su lado rojo en su discurso encendido. Y la masa católica de estudiantes del DR odiaba a los comunistas.
Marquitos sin embargo, se negó a creer que la decisión de dejarlo fuera, hubiera partido de José Antonio, y mucho menos que esos fueran los motivos de la misma. Estaba convencido de que lo que intentaba Westbrook, era sacárselo de encima para poder estar a solas con Machadito sin el peligro de que él apareciera por allí, y entrara con sus llaves. Esto se comentó en detalle al día siguiente en mi casa, entre Fructuoso y mi tío Juan Pedro, estando mi madre presente.
Marquitos se había negado a devolver las llaves, y Joe enfadado y receloso, quizás previendo que al final Marcos hiciera acto de presencia en el apartamento cuando ellos fueran a esconderse allí, confió a mi tío Juan Pedro sus “sospechas” de que Marcos “estaba medio metido con él” y que “tenía un ataque de celos, como las mujeres”, que fueron las palabras exactas que recuerdo”.
Y sigue Rivas:
“Mi tío Juan Pedro no le contó nada a Fructuoso, pero llegó a un acuerdo secreto con Joe: Seguirían usando a Marquitos para labores menores de apoyo durante los días posteriores al ataque. Pensaban que de este modo conseguirían calmarlo y no ponerlo nervioso, no fuera que se le pasara por la cabeza hacer algo que pudiera desestabilizar la operación, antes o después del ataque. Se cuidarían las espaldas poniendo junto a él a otro miembro de confianza del Directorio: García Olivera, que desde entonces lo acompañaría y vigilaría de cerca.
Mi tío le contó a mi madre que se tomó las palabras de Joe “como las de un hombre no homosexual que estaba siendo acosado por otro que sí lo era”.
Después del ataque a Palacio el 13 de marzo, Joe Westbrook consigue llegar a la casa de su novia en El Vedado. Allí se esconde hasta el 18, pero debe marcharse en la mañana de ese día, porque la madre de su novia no lo quiere más en su casa. Temía un registro de la policía de Ventura, así que lo echa.
“Westbrook se va entonces a otro piso franco del Directorio, -dice Eladio- el de Ayestarán y 20 de Mayo, donde ya lo esperaban Machado y mi tío Juan Pedro. Ambos habían sido heridos en Palacio, si bien la herida de Machadito en el muslo era bastante más grave. Ellos habían estado casi tres días sin recibir atención médica antes de poder refugiarse allí".
BRONCA EN LA CÉLULA DE APOYO A HUMBOLDT 7
Marquitos y García Olivera fueron encargados de coordinar el traslado en carro de Fructuoso, Juan Pedro y Joe, a Humboldt 7 desde el apartamento en Ayestarán y 20 de Mayo esa misma noche, pero lo que sucedió en ese carro y luego en la casa de Humboldt nunca nadie lo ha contado.
“Marquitos quiere quedarse en Humboldt 7 con Joe, pero Machado se niega; cree que es indispensable que García Olivera y él se queden fuera como apoyo para ayudar en el próximo traslado a otro apartamento en la calle Línea, como estaba previsto. 
Joe lo apoya, alegando que 5 hombres son demasiados para esconderse en ese apartamento. Machado añade que además Marquitos llamaría demasiado la atención “por su atuendo”. Recordemos que Marcos iba en sandalias como las de los frailes dominicos y acostumbraba a vestir un saco amarillo muy llamativo.
Ya en Humboldt 7, Marcos insiste en la idea de quedarse en el apartamento, y entonces mi tío Juan Pedro le dice que está incumpliendo sus responsabilidades con el Directorio. Machadito interviene para dar la razón a mi tío. Entonces Marquitos estalla y pronuncia "la frase": “Tú lo que quieres es quitarme a Joe” y añade resentido, “Se lo voy a contar todo a una persona que le interesará mucho saber lo que está pasando entre ustedes dos. A mí me engañaron, pero a ella no la van a engañar”. Marcos se refería a Dysis, la novia de Joe.
Entonces Westbrook, Machadito, Juan Pedro y Fructuoso se molestan y lo increpan con duras palabras, que van subiendo de tono hasta que Machado le pega un gaznatón a Marquitos y lo derriba en el suelo; “Yo nunca seré la clase de persona que eres tú, maricón”, le dice.
García Olivera los separa y pide que se calmen, no es conveniente que haya un escándalo estando escondidos en un apartamento, que encima no es de ellos, pero el grupo continúa ofendiendo a Marcos con palabras gruesas.
Estas son las ofensas sobre las que una y otra vez le preguntará el fiscal a Marcos en el juicio, y que él se negará a reproducir con claridad. Tampoco revelará nada a la novia de Joe, de la que se ha hecho muy amigo y a quien estima realmente; quiere demasiado a Joe para eso. Entonces los cinco hombres le piden que se marche, no sin antes hacerle jurar que aquella conversación nunca saldrá de esas cuatro paredes.
El único superviviente del grupo, García Olivera, tampoco contará nada de lo ocurrido a nadie a excepción de mi madre, con la que tenía muy buenas relaciones, ni revelará los detalles en el proceso judicial. Habría puesto la hombría de dos mártires de la revolución en entredicho y para entonces ya él ostentaba el cargo de comandante de las FAR. Mejor blanquear a un maricón traidor, que sacar del armario a dos combatientes "heterosexuales" de gran importancia en en el Directorio".
Toda la conversación se la contó García Olivera a la cuñada y madre de Eladio Rivas unos días más tarde, tras la muerte de su tío Juan Pedro Carbó Serviá. Me cuenta Eladio: 
"García Olivera vino a casa con un ejemplar del diario “El Tiempo” donde se dejaba entrever la posibilidad de que en el momento del ataque de los soldados de Ventura, hubiera un quinto miembro del Directorio que habría escapado ileso del apartamento de Humboldt 7 tirándose por el balcón: Marcos Rodríguez. No era cierto, pero alguien además del gobierno de Batista debía estar al tanto de la implicación de Marquitos en los hechos".
Sigo con el relato:
Finalmente Marcos y García Olivera se marchan para rendir cuentas de la situación y estado de los cuatro estudiantes al jefe de operaciones del Directorio: Faure Chomón.
Al día siguiente a las 6 de la tarde, la policía allana el apartamento de Humboldt 7 y mata a sus cuatro ocupantes. Ese mismo día unas horas más tarde, Marquitos se cita con Blanca, una estudiante que colaboraba con la izquierda estudiantil, en la cafetería del cine América, para pedirle que lo ayude a ocultarse: la policía lo busca. Blanca accede y lo esconde en casa de un familiar suyo.
La historia oficial cuenta que en ese ínterin, Marcos se habría citado con Ventura en un apartamento de seguridad de la policía batistiana en la calle Carlos III, para consumar la delación que acabaría con la muerte de sus compañeros. En el juicio posterior se entendió su reconocimiento de haberse escondido en casa de Blanca, como la aceptación tácita de la traición y muerte de sus compañeros.
Pero Marcos negó siempre y hasta la saciedad este extremo con gran vehemencia en el juicio oral, años más tarde, y el propio Ventura aseguraba en su biografía, que quien denunció a los prófugos aquella mañana, había sido Faure Chomón, número tres del Directorio, tras Fructuoso Rodríguez.
Poco días más tarde, Marcos pide asilo en la embajada de Brasil, cuya embajadora lo acogerá con cariño casi maternal. A los pocos días, conseguirá una visa para escapar a Costa Rica.
Se preguntarán por qué hemos terminado en el mismo punto temporal que en el capítulo anterior. Era fundamental que volviera a contar lo ocurrido desde otra perspectiva para entender mejor, cómo y por qué un barrendero homosexual ilustrado, anónimo y de izquierdas, sospechoso de una delación mortal, se transforma de pronto en agregado cultural de una embajada europea, en la Cuba de 1957, para terminar asesinado por Castro en un paredón de fusilamiento el 10 de abril de 1964.

¿Qué estaba pasando aquí?

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5 comentarios:

  1. ESTOY LEYENDO....DEVORANDO....TODO MUY INTERESANTE

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  2. ESTOY LEYENDO....DEVORANDO....TODO MUY INTERESANTE

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  3. Hola Tocayo... esto está de poca madre como decimos por acá por México... ¿Como puedo bjar todos los capitulos para imprimirlos... y leerlos mejor

    saludos

    carlos alberto

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