domingo, 24 de marzo de 2019

MÁRTIRES DE HUMBOLDT 7 ¿UN CASO CRIMINAL DE CELOS POR DESPECHO? (VI) FINAL

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Por Carlos Ferrera

"No sería imposible probar que un cuadrado es de hecho, un círculo, con la repetición continuada y una comprensión psicológica de las personas interesadas. Son meras palabras, y las palabras se pueden moldear hasta vestir las ideas y enmascararlas…"

Joseph Goebbels

Fructuoso Rodríguez, Juan Pedro Carbó Serviá, José Machado y Joe Westbrook
El 20 de abril de 1957, cuatro supervivientes del asalto al Palacio Presidencial de Cuba, miembros del Directorio Revolucionario (DR), fueron localizados y asesinados por un comando de la policía batistiana encabezado por Esteban Ventura Novo, cuando se ocultaban en un piso franco de la calle Humboldt número 7, en La Habana.
Puerta del edificio de Humboldt 7, minutos después del tiroteo. 
Siete años más tarde, Marcos Armando Rodríguez Alfonso, un joven comunista presuntamente simpatizante del DR y miembro del PSP, fue procesado sumariamente bajo la acusación de haber sido el autor de la delación que desembocó en la muerte de sus compañeros, y finalmente fusilado al aceptar los hechos, después de haber sido sometido a torturas psicológicas y físicas.
Marcos Armando Rodríguez 
Cerramos el Capítulo V con el asombroso testimonio de Mirta Romero Febles, amiga íntima de Dysis Guira, la presunta novia de Joe Westbrook. La revelación de Mirta introdujo en escena a un nuevo personaje secundario, que hasta ahora era apenas un extra: Raúl Díaz-Argüelles, en la práctica, el verdadero último –aunque breve– amor de Dysis en Cuba, según Mirta Romero. Su nombre arrastra consigo al de otro combatiente del Directorio: su amigo Gustavo Machín Hoed De Beche, “Alejandro” en la clandestinidad.

RAÚL Y GUSTAVO 
  
Corría el año 2015 y la tecnología aún estaba lejos de permitir guardar mucha información en un dispositivo externo, pero yo tenía una caja de zapatos repletas de CDs con todo los datos y grabaciones que había recabado sobre el caso desde 2005.
Raúl Díaz-Argüelles
En alguno de ellos, recordaba haber leído o escuchado algo relacionado con Raúl Díaz-Argüelles y Gustavo Machín Hoed de Beche. Y en efecto, pronto encontré los archivos y recordé enseguida por qué había prescindido de esos testimonios.
Con su declaración, Mirta no estaba descubriéndome algo nuevo, ni a mí, ni a ningún cubano que se haya acercado al caso Humboldt de forma amateur o profesional. Pero daba un gran espaldarazo a la versión que implicaba a ambos combatientes en la delación. Era una hipótesis que la oficialidad cubana siempre tachó de absurda y falsa, y que muchos investigadores anticastristas también rechazaron, a falta de pruebas que la confirmaran. De hecho, era la versión que había dado siempre Esteban Ventura Novo, y que publicó en sus memorias.
Gustavo Machín Hoed de Beche
A lo largo de mi investigación, detecté algunas menciones fiables más, relacionadas con Raúl y Gustavo, en las que se les implicaba directamente con la delación de Marcos. Provenían de fuentes distintas que se desconocían entre sí, y fueron hechas desde perspectivas totalmente diferentes. Comencemos por lo que cuenta Ventura Novo en su libro.
LAS MEMORIAS DE VENTURA NOVO
Esteban Ventura Novo escribió la primera versión de los acontecimientos de Humboldt que negaba la historia oficial del régimen cubano.
Esteban Ventura Novo 
Obvié –erróneamente– su testimonio desde el principio, por considerarlo demasiado “ficcionado”, amén de que el historial moral del autor no brindaba muchas garantías de que estuviera diciendo la verdad.  Ahora entiendo que, al no darle ningún crédito a sus palabras, por inverosímiles que me parecieran entonces, estaba haciendo lo mismo que quienes habían asegurado que mentía, solo porque era un asesino.
El policía hizo una particular exposición de los hechos, dialogando escenas de supuestas conversaciones en las que él había participado en las horas previas a la masacre. Este método “realista” de convertir en literatura testimonial, hechos acaecidos en el pasado sobre los que no existen transcripciones, y que solo se escriben “de memoria”, no me ha parecido nunca un recurso literario eficiente. Cuando se sustituye lo que debe ser, en rigor, una aséptica descripción documental, por una dramatización ficcionada “ad hoc”, se corren más riesgos de exagerar, minimizar u ocultar la información realmente veraz, bajo las florituras dramatúrgicas del diálogo.
Pero ahora someto a la consideración de mis lectores las palabras textuales de Ventura, porque a pesar de estar escritas de ese modo, tomaron para mí otro cariz después de conocer la revelación de Mirta Romero Febles.
A continuación, reproduzco un fragmento del Capítulo XLV de la autobiografía de Esteban Ventura:
“Mucho se ha hablado de los sucesos ocurridos en el edificio de apartamentos de Humboldt número 7, sin embargo, el pueblo, hasta ahora, no ha sabido la verdad, porque sus promotores, los que realmente hicieron posible aquel servicio, son hombres prominentes de las hordas rojas que hoy desgobiernan a Cuba. Y claro ellos no lo van a decir al pueblo. Nosotros sí. (…) 

Uno de los promotores de los sucesos de Humboldt número 7, es el actual comandante Raúl Díaz Argüelles, un joven comandante, hijo de una conocida artista –ex–artista–, que obtuvo más resonancia por sus escándalos que como profesional del arte, e inclusive fue acusada, a la caída del régimen de Pérez Jiménez, de ser quien le proporcionaba mujeres para las bacanales de aquel depuesto gobernante. De casta le viene al galgo. Es difícil comprender como era posible que Marina Quesada, la madre de los hermanos Díaz Argüelles, fuera frecuente y casi diaria visita cuando era Jefe del Grupo de Robos del Buró de Investigaciones. Era chocante ver aquella mujer enjoyada a más no poder, de pasajera en el carro del oficial policíaco. ¿Qué motivaba aquella amistad? Las gestiones que realizaba –a la sazón ella estaba vinculada a un periodista de toda nuestra consideración- a favor de sus hermanos, uno de ellos ladrón y el otro jamonero (en el argot policíaco, se le llama así a quien compra objetos robados). El oficial policíaco la servía, y era reciprocado con amistad al parecer sincera. Todos los medios de que puede valerse el investigador son lícitos. Y de todo habrá que aprovecharse. Los hijos de Marina Quesada, pues eran unos muchachos y ya su madre agradecía favores a nosotros. La amistad continuó. Las veces que andando el tiempo y siendo invitado a una casa que en la playa de Guanabo tenían los hermanos Díaz Argüelles iba a comer y a pasar buenos ratos. Allí escuchamos afirmaciones como “Fidel es un gangster y sin embargo presume de ser el segundo Martí” o “Un hombre que obtiene sus notas a punta de pistola, no puede ser un líder como él pretende.
Claro, los hermanos Díaz Argüelles pertenecían al Directorio y Fidel al Movimiento 26 de Julio. A la larga, Fidel se apoderaría del movimiento revolucionario. Y Raulito Díaz Argüelles lo estaba previendo. 
Pero vamos a Humboldt número 7, una vez apuntada la personalidad de uno de los protagonistas. Ese día, a las 12.30, recibí una llamada telefónica. La voz me era familiar.
─ Quiero hablar con usted, en una cafetería, donde tomemos un refresco.
─ Creo que eso no te conviene, le dije.
─ ¿Por qué?, respondió.
─ Porque te podrían ver, argumenté.
─ Entonces, ¿cómo hacemos?
─ Yo tengo un apartamento en Carlos III número 902. Es el apartamiento número 4, casi esquina a Espada. Suba y entre. No hay problema.
─ No, es mejor que usted pase y yo lo vea desde la esquina.
─ A qué hora te conviene?
─ A la que usted diga, comandante.
─ ¿A las tres?
─ O.K.
Y colgó el teléfono. A esa hora yo estaba en la puerta de la casa indicada. Allí estaba Raulito Díaz-Argüelles… y Faure Chomón.
Mi sorpresa fue grande. Yo reconocí la voz de Raulito; pero no sabía que iría con el secretario general del Directorio Revolucionario.
─ ¿Cómo han hecho esa locura? Si los ven a ustedes juntos conmigo…
─ Está usted equivocado. Si quiere vamos a tomar café, respondieron.
─ ¿Están seguros?
─ Vamos. Mire vamos a entrar aquí mismo, dijeron finalmente.
Era el café Petit Codias situado en la esquina de Carlos III y Espada. Allí el gallego Emilio, su propietario, nos sirvió café a los tres. Ya el brigadier Hernando Hernández, Jefe de la Policía, sabía que estos dos jóvenes revolucionarios querían $3,000.00 por el servicio que nos iban a proporcionar. Subimos a la habitación. El jefe de la Policía habló con ellos. Hernando Hernández temía una celada. Raúl Díaz Argüelles dijo:
─ En Humboldt número 7, están escondidos Juan Pedro Carbó Serviá, José Machado Rodríguez, Joe Westbrook y Fructuoso Rodríguez.
─ ¿Cómo sabemos nosotros que esto no es una celada?
─ Porque allí está Tavo, Gustavo Machín, esperando un mensajero a la hora en que ustedes vayan a prestar ese servicio, dijeron.
─ ¿Quién es el mensajero?─ No se lo podemos decir. Bástele con ello.
Hoy podemos decir quién era el mensajero: un sobrino del ex-coronel Fermín Cowley Gallego, quien después se asiló en una Embajada, porque temió que los revolucionarios hubieran descubierto que él había sido protagonista de este hecho.
El Jefe de la Policía, en la propia habitación de Carlos III me llamó aparte y me dijo:
─ ¿Cómo tú garantizas a esta gente, Ventura?─ Pues quedándome aquí con ellos hasta que se haga el servicio.
─ Bueno, así está bien, respondió más sereno el Jefe de la Policía.
Y volvimos a reunirnos con Díaz-Argüelles y Faure Chomón. Me dirigí a Raúl Díaz-Argüelles y le pregunté:
─ ¿Raulito, cómo es que siendo esa gente, brava, es decir de acción, ustedes van a entregarlos por $3,000.00?
─ Nos están robando el show.
Ya el Jefe de la Policía se marchaba. Faure Chomón, al verlo en esa disposición le dijo:
─ Pero hay que buscar la forma que no queden vivos, porque entonces sabrán que fuimos nosotros.
Habían firmado su sentencia de muerte.
─Yo soy el secretario del Directorio, y sin embargo, esta gente me tienen eclipsada nuestra labor. Me roban la acción. Y eso no puede ser.
─Tengan cuidado, porque ellos van a tirar también.
─Si eso es verdad a las 7.00 les traigo el dinero, dijo el Jefe de la Policía.
Allí esperamos a que se produjeran los hechos, con Raúl Díaz Argüelles y Faure Chomón. Ellos, claro, no lo dirán, pero Hernando Hernández está preso y pueden preguntarle y Emilio el del café Petit Codias, que también está en Cuba.
Y esperamos los tres, Raúl Díaz-Argüelles, Faure Chomón y yo, escuchando el radio, hasta que se dio la noticia. Tan pronto se supo que había un tiroteo en el lugar, dejé a los colaboradores y fui al teléfono.
─ ¿Hubo lucha, brigadier? Pregunté al Jefe de la Policía.
─ Si. Todos están heridos. Se fajaron como machos, respondió.
─ ¿Dónde los condujeron?, volví a preguntar.
─ A la casa de socorros de San Lázaro, nos dijo.
─ Vaya, coronel, vaya a la casa de socorros a ver si es cierto, nos dijo muy nervioso Faure Chomón.
─ Bien iré, pero quietecitos aquí hasta que venga el jefe con el dinero, ¿eh?
─ O.K., Ventura, dijo Raulito Díaz Argüelles.
Fui a la casa de socorros. Los cuatro estaban muertos. Regresé.
─ ¿Usted los vio, coronel? ¿Está seguro de que están muertos?, dijo más nervioso que antes Faure Chomón al verme regresar.
─Si, muchachos, los cuatro están muertos.
Y sentí repugnancia por estos jóvenes que así habían entregado a sus compañeros, aunque no me crean lo que les estoy diciendo.
A las 7.05 de esa noche, llegó Hernando Hernández y en nuestra presencia les entregó, no $3,000.00 que era lo pactado; sino $500.00 más. Tocaron a $1,750.00. Me quisieron regalar los $500.00. No acepté.
Los testigos están todos vivos.
─ Otra cosa que queremos, comandante, dijo Faure Chomón, mientras se guardaba el dinero.
─ ¿Qué cosa?
─ Que ponga en todos los atestados los nombres de nosotros como participantes de hechos subversivos… Eso nos da cartel revolucionario.
Y se marcharon acariciando los dineros de Judas. Ya no necesita la viuda de Fructuoso Rodríguez ir a República Dominicana o a Miami, para pedirme el nombre de los confidentes. Se llaman Raúl Díaz Argüelles, comandante de la Policía Nacional Revolucionaria, y Faure Chomón, Embajador de Cuba ante la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, respectivamente.”

(Fin de la cita del libro de Ventura)
Hay comedias mexicanas de situación en canales por cable, infinitamente mejor escritas, pero pocas, tan hilarantes.  
Convendrán conmigo en que el relato de Ventura, de fondo, parece bastante inverosímil, y en la forma, pedestre,  básico y caricaturesco; cabía esperar que nadie se lo tomara en serio. 
A cualquier cubano pro o anticastrista, le parecería un dislate que Faure y Ventura tuvieran (ambos) un comportamiento tan frío y rastrero, y una relación mercantil tan fluida, estando en bandos enemigos. Pero se han visto cosas mucho peores en el oscuro mundo de la delación.
Abstrayéndome de la redacción lamentable y del despreciable cinismo de Ventura al manifestar “repugnancia por los muchachos que habían entregado a sus compañeros”, tras haberles pagado él mismo por esa información, y asesinado después a los cuatro delatados, los hechos concretos que narraba empezaban a encajarme, no solo con el testimonio de Mirta Romero, sino con las palabras de Eladio, el sobrino de Carbó Serviá, grabadas por mí en conversación telefónica con él en marzo de 2010.
Eladio me contó que, durante los días posteriores a la tragedia, se tomó muchos cafés cerca de la calle Humboldt, mientras buscaba información de los vecinos del barrio sobre el asesinato de su tío y sus compañeros:
“Yo era muy jovencito, y aunque no era muy cercano a la familia, porque mi madre no se llevaba con los Carbó, le tenía gran simpatía a mi tía y a Juan Pedro, a quien admiraba porque era un joven íntegro y valiente, a pesar de que yo no estaba de acuerdo con la política de los sabotajes que él defendía. Juan Pedro dejó de pertenecer a las filas estudiantiles porque se había graduado de médico veterinario en 1953, pero se mantuvo estrechamente vinculado a la FEU, hasta que lo mataron.
Durante un tiempo, cuando salía de mis clases en el Instituto de La Habana, me acercaba a la calle Humboldt y me tomaba una Coca-Cola o un café por dos o tres bares de la zona. Me iba moviendo de bar, para no levantar sospechas en un mismo sitio. Yo no era del barrio, y si alguien me relacionaba con mi tío, podía tener problemas; por esa época ser chivato de la policía era un negocio muy rentable, y estaban por todas partes.
Mi intención era aclararme acerca de un punto que por aquellos primeros días de confusión, no estaba claro para nadie. ¿Cuántos combatientes había aquella tarde en Humboldt 7 en realidad?
En el periódico batistiano "Tiempo", apareció publicado pocas horas después de los hechos, que un quinto combatiente había conseguido escapar del cerco policial que rodeó el edificio. Después se ha sabido que esa nota la publicó Masferrer a pedido de Faure Chomón, y con permiso de Ventura. Con ella Faure trasladaba la atención de la opinión pública hacia el “prófugo”, un personaje inventado para el que también ya había escogido intérprete: Marcos Rodríguez. Sobre este asunto, en el juicio no se dijo absolutamente nada. Y no se dijo, porque ya no era necesario para los intereses de Castro. La noticia falsa había cumplido su función en su día. ¿Para qué la acusación iba a meterse en ese lío, cuando había 30 policías batistianos presos que declaraban que nadie pudo salir del perímetro controlado por ellos?
Pude responderme algunas de esas preguntas después de leer, ya de viejo, el libro de Newton Briones Montoto, “Víctima o Culpable, la delación de Humboldt 7”, que te recomendé cuando comenzamos con esto, aunque entonces él no sabía muchas cosas que sé yo ahora.


Por Briones y otros autores, ahora sé que cuando Blanca Mercedes acudió al llamado desesperado de Marquitos, porque su nombre estaba en los periódicos, lo hizo en el carro de su amiga Dysis Guira, pero sin ella. Y sé que Dysis dijo también a varios amigos en las horas posteriores a los hechos, que había presenciado el tiroteo desde Malecón, porque el lugar ya estaba acordonado por la policía. Sugería que la carga policial ocurrió pocos minutos antes de que ella llegara a la casa.

Pero, ¿a qué iba Dysis a Humboldt 7, si el Directorio no había previsto su participación en la logística de apoyo a ese piso franco? ¿Por qué aparecía por allí, si ya estaba previsto que sería Faure Chomón quien debía reunirse en ese apartamento a las 4:00 de la tarde con sus ocupantes? La reunión nunca se produjo, porque Chomón estaba en ese instante delatando a sus compañeros en Carlos III e Infanta, directamente a Esteban Ventura Novo.

Como te decía, yo paraba a veces por el bar Detroit, que estaba muy cerca del número 7 de Humboldt. Casi no me hizo falta preguntar nada, porque después del tiroteo, la gente iba allí solo a hablar de lo que había pasado, y se hacían pequeñas reuniones alrededor de las mesas, donde se especulaba mucho. En los días posteriores al 20 de abril, entablé relación con tres personas que me despertaron algunos recelos. 

Uno era el mismo dueño del bar, Pepe “El Cholo”, conocido como informante de Ventura desde mucho antes de la masacre. El Cholo se marchó de Cuba poco después del triunfo de la revolución y creo que murió en Miami, pero su historia era bien conocida por los vecinos de la zona. Él ya conocía a Ventura desde principios de los 40s, en la etapa más dura del policía, cuando fue sancionado y licenciado del cuerpo varias veces por indisciplinas. Por eso a Ventura lo trasladaron a la Guardia Rural en 1943, le bajaron el sueldo y lo mandaron como soldado raso al cuartel de Artemisa. 

Así que a Ventura Novo, este barrio habanero no le era desconocido, porque lo frecuentó en esos tiempos en los que su carrera militar estaba bajo mínimos. Para buscarse un sobresueldo, cuando fue sancionado y degradado, Ventura empezó a trabajar “por la izquierda” buscando turistas extranjeros por el Malecón y la calle 23. Contactaba clientes potenciales para llevarlos un prostíbulo cercano, que funcionaba en el cercano bar San Juan, donde el dueño le pagaba una comisión por cada cliente que traía. En sus paradas de descanso, Ventura paraba por el Detroit a tomarse unas cervezas, y allí hizo amistad con El Cholo, y también con dos personas más”.
Como investigador, he ido aprendiendo paulatinamente que era un error tomarse al pie de la letra las versiones sobre la masacre de Humboldt, que afirmaban que Ventura mentía, asegurando que Marcos Rodríguez no había sido el delator de sus compañeros. También era un error, creer ciegamente en quienes lo culpaban del chivatazo. 
Así que me replanteé el modo de enfrentar mi búsqueda de la verdad, analizando ambas tesis asépticamente, con todas las reservas que exige el rigor histórico. Y también por eso, tomé cierta distancia del testimonio de quien había sido mi mejor fuente, y el responsable del contenido de la mayor parte de lo que he escrito aquí: el profesor Eladio Rivas.
Eladio accedió a contarme lo que sabía de este asunto, en homenaje a la memoria de su tío Juan Pedro Carbó Serviá, y porque quería que su declaración me sirviera a mí –en sus propias palabras–, “para que quede escrito y grabado, y que algún día puedas hacer justicia con la memoria de esos cuatro muchachos, y se sepa quiénes fueron realmente los que los mandaron a matar”.
Por más que pudieran emocionarme las intenciones nobles del sobrino de Carbó Serviá, procuré evitar siempre creerme a pies juntillas sus palabras, hasta que no las confirmara con otras fuentes. También intenté evitar –aunque quizás no pude conseguirlo del todo– identificarme sentimentalmente con él, para no parcializar mi comprensión del relato. 
Pero Eladio Rivas era un anciano culto, hombre de paz, transparente y dulce, como solo puede serlo un educador de vocación con sólidos principios, como los que lo adornaban, y era imposible no caer rendido a sus pies. Al final de su vida, ya le conocía tan bien, que sabía que me había dicho siempre la verdad, incluso antes de haber podido contrastar su declaración con otras fuentes.

UN CHINO, UN ASCENSORISTA Y EL DUEÑO DEL BAR “DETROIT

Eladio me contó que hizo amistad en el Detroit, con dos personas además del dueño del establecimiento:
“Al Detroit iba un chino llamado Chang, o Antonio –creo que conocido por los dos nombres–, que tenía un puesto de verduras en la esquina de Humboldt y Malecón. También paraba por allí con frecuencia el ascensorista del edificio Carreño, de cuyo nombre no me acuerdo, y un par de empleados de la gasolinera de Malecón y 23.
Ellos dos, y El Cholo, ayudaban a Ventura a conseguir turistas para el puticlub del San Juan en su época mala, y se hicieron muy amigos del policía. Supe que después, cuando ya Ventura era jefe de la Quinta Estación de Policía de Belascoaín, también “trabajaban” para él como informantes, y que Ventura retribuía generosamente sus chivatazos.”
Eladio nunca consiguió relacionar a estas tres personas con la delación de Humboldt 7, así que yo también evité hacerlo entonces, porque no tenía más pruebas que su testimonio. Pero es sorprendente que también el bar Detroit, fuera el lugar elegido por otras tres personas vinculadas a la tragedia como “sitio de contacto”, en los días previos a la fecha del tiroteo.
Eladio continúa:
“Faure Chomón Mediavilla, y eventualmente otros miembros del Directorio, fueron vistos varias veces por los clientes del Detroit los días anteriores al ataque, y también en repetidas ocasiones, a Raúl Díaz-Argüelles y a Gustavo “Tavo” Machín Hoed De Beche con compañía femenina.
Se hablaba de eso como si fuera un tema ya muy conocido en el lugar. Todos conocían de “de vista” a Ventura, a Gustavo y a Raúl, y también -esto me sorprendió mucho- a Marina Quesada, la madre de los hermanos Díaz-Argüelles, porque alguna vez venía ella misma en su chevrolet azul y se tomaba un par de cafés con Ventura. Me contaron, además, que las otras mujeres que acompañaban a los jóvenes eran también estudiantes de La Colina, y que a una de ellas la recordaban bien “porque fue la que salió por la televisión y la prensa en el juicio de Marquitos”. No había dudas de que se referían a Blanca Mercedes Mesa. Con ella venía “una muchacha castaña de espejuelitos que hacía teatro en la Universidad”. Así me la describió El Cholo, dueño del establecimiento. Y era una descripción que le servía casi como un vestido a la mejor amiga de Blanca: Dysis Guira. 
Me chocó bastante, porque según mi primo Juan Pedro, tanto Fructuoso como Joe, no eran nada amigos de Gustavo ni de Raúl. Los dos habían tenido discusiones fuertes con Fructuoso, con José Antonio y con mi tío Juan Pedro delante del resto de los miembros del Directorio, porque Raúl y Gustavo eran fieles a Menelao Mora, que ya en el año 57 estaba en franca discrepancia con José Antonio Echeverría sobre temas de estrategia en la lucha. 
Menelao Mora
Menelao fue tan radical en sus posturas, que Manzanita dejó a su cargo la preparación del ataque a Palacio, donde finalmente perdió la vida. Manzanita y Fructuoso eran un solo hombre, se adoraban y protegían, no en vano uno era el segundo al mando del otro, así que Menelao y sus amigos eran aceptados por ellos con bastantes reservas”.

La revelación me la hizo Eladio Rivas en el año 2010, y desde entonces, me preguntaba qué hacía Faure Chomón con Raúl Díaz-Argüelles y Gustavo Machín en un bar, cuyo dueño era informante de Ventura. Y también me preguntaba qué hacía allí Díaz-Argüelles con Dysis Guira, la novia de su enemigo, Joe Westbrook.
El testimonio de Mirta Romero, varios años después, dio respuesta a mis dos interrogantes, pero en realidad solo me confirmaban lo que había leído tiempo atrás, en la segunda mención que encontré de Raúl y Gustavo vinculada al caso Humboldt 7.
LAS RAZONES DEL COMBATIENTE MIGUEL GARCÍA DELGADO
Se trataba de una extensa carta que hallé, primero transcrita en los comentarios al pie de un foro sobre los hechos del ataque a Palacio y a Radio Reloj, y que localicé más tarde en su fuente original. Pertenecía a un grupo de misivas compiladas en un libro titulado “Cartas a Ofelia”, cuyo autor, –para mi sorpresa– era Félix José Hernández Valdés, uno de mis profesores de Geografía en el Pre Universitario Ignacio Agramonte de La Habana.
José Félix Hernández
Félix José Hernández se exilió en París y obtuvo la ciudadanía francesa en 1986, luego de una extensa y brillante carrera docente en Cuba. “Cartas a Ofelia” es un compendio epistolar donde Hernández transcribe las cartas que escribió a su madre, Ofelia Valdés Ríos desde Francia, donde le contaba sobre sus pesquisas acerca de distintos sucesos ocurridos durante los últimos años de la era republicana en Cuba.
La credibilidad de Hernández está fuera de toda duda, al menos para mí, que lo conocí bastante en mi época de estudiante. Es un escritor serio y bien informado, que jamás se permitiría mentir, -ni siquiera especular- sobre un hecho histórico, porque ama demasiado su profesión de investigador y docente para hacerlo. Por el contrario, ha dedicado gran parte de su vida a investigar sobre este y otros momentos de nuestra historia reciente. 
Miguel García Delgado
"El Camajuanense"
En la carta, el autor reproduce un testimonio relacionado con los hechos, aportado por su amigo personal, el ex combatiente rebelde Miguel García Delgado, aka “Miguelito Camajuaní”, refugiado después en La Florida, y autor y administrador de la web El Camajuanense.  
Hice un pequeño resumen de sus palabras:
“Cuando Luisito Goicoechea se alzó en el Escambray y sabiendo yo que él era el único sobreviviente de los que llegaron al segundo piso del Palacio Presidencial, le pregunté: ‘¿Cómo fue que José Antonio Echevarría y el Directorio Revolucionario se habían aliado, y por qué tú, Goicoechea, tomaste parte en el ataque al Palacio Presidencial? 

Respondió que la FEU no contaba con armamentos para secundar el desembarco de Fidel Castro, pero sí contaba con Echevarría, un dirigente valiente, honesto y con un enorme poder de movilización. (…) Menelao Mora y Carlos Gutiérrez, llegaron a la conclusión de que, si los estudiantes no contaban con armamento para respaldar el desembarco de Fidel Castro, valdría la pena invitarlos a participar en los planes que ellos estaban gestando.

Pronto quedó sellado el compromiso con Echevarría de que ellos, llegado el momento, serían formalmente invitados a participar en una acción de envergadura, pero Menelao y Carlos Gutiérrez Menoyo mantuvieron en secreto cuál sería la operación. Estas condiciones fueron aceptadas, como una cuestión de seguridad necesaria. Sin embargo, se precisó que la acción constaría de dos grupos de apoyo, uno del ataque que estaría bajo el mando de Carlos y otro de apoyo, encabezado por Ignacio González” y que también contaría con el apoyo de Calixto Sánchez White, que era el secretario general del sindicato de mecánicos del aeropuerto que se encargaría de tomar el aeropuerto de Rancho Boyeros. El hombre encargado de avisar a Ignacio y a Calixto sería Faure Chomón, cosa que él no hizo (...) 

Después, con los años transcurridos y las investigaciones, hemos podido esclarecer que José Antonio Echeverría nombró a Faure Chomón para que comandara el grupo para la acción del Castillo del Príncipe, por lo tanto, Faure fue el principal causante del fracaso de esa acción.

Cuando ocurrieron los sucesos de Humboldt 7, Faure Chomón no asistió a la cita con Fructuoso Rodríguez, siendo el Jefe de Operaciones del Directorio. Después de la muerte de Fructuoso, Faure Chomón, Enrique Rodríguez Loeche y Humberto Castelló rebautizaron al Directorio Revolucionario, como “Directorio Revolucionario 13 de Marzo”, para así robarse esa acción que había sido ejecutada con el dinero de los Auténticos y que contaba con aguerridos hombres de otras organizaciones. También en Humboldt 7 Faure dejó a esos hombres desarmados y no fue a recogerlo el día que tenía que moverlos para otra casa para su seguridad (…).

¿Por qué Faure Chomón Mediavilla, no contesta a estas interrogantes?

¿Por qué no dice quién era su padre y cuál era su militancia política?

¿Por qué no ha dicho que fue a la República Dominicana y le entregaron allí 45 ametralladoras Thompson calibre 45 con el número limado y fue las que llevó en la expedición de Nuevitas?

¿Por qué no declara que al igual que el Ché, se incorporó en secreto al PSP antes del triunfo de la revolución?

¿Por qué no ha hablado nunca de su relación con Rolando Masferrer, igual que Enrique Rodríguez Loeche y Humberto Castelló, quienes también estaban relacionados con Masferrer?

¿Por qué combatió con saña a los combatientes de la Guerra Civil Española del grupo al que le decían “Los Gallegos”?

¿Por qué no asistió a la reunión de Humboldt 7, si él tenía que estar a las cuatro de la tarde en el apartamento?

¿Por qué aquel día de la cita para la reunión, tomó un taxi para ir a casa de su novia Mary Pumpido, en lugar de dirigirse al apartamento de Humboldt 7?

¿Por qué tenía desarmado al grupo donde se encontraba Fructuoso Rodríguez, quien era el jefe interino del D.R.?

¿Por qué no dice que el asesino Esteban Ventura Novo, jefe de los grupos represivos de Batista y muy amigo de Masferrer, afirmó en sus memorias que fue Faure Chomón el que delató la presencia de los revolucionarios en el apartamento de Humboldt 7?

¿Por qué no aclara la nota de Masferrer, la cual dice que había cinco hombres en el apartamento y que uno de ellos llamado Marcos Rodríguez, se fugó del inmueble?

¿Por qué dice que Marcos Rodríguez no sabía que su íntimo amigo Joe Westbrook estaba oculto en el apartamento de Humboldt? Entonces, Marcos Rodríguez tampoco sabía nada de la reunión del sábado a las cuatro de la tarde.

¿Por qué no aclara, quién le dio la llave del apartamento, con la cual se abrió el inmueble para que los cuatro revolucionarios entraran en espera de la reunión del sábado? ¿Fue Marcos quién le entregó la llave, o él tenía otra llave?

¿Por qué no aclara por que dejó abandonado a Daniel Martín Lavandeiro en la fuga de la cárcel del Castillo del Príncipe y no lo recogió al ver que tenía fracturada una pierna?

Un abogado camagüeyano, revolucionario muy activo que se encontraba exiliado en Miami, antes de la salida de la expedición del Directorio Revolucionario 13 de marzo hacia Nuevitas en Camagüey, alertó al Dr. Armando Fleites para que tuviera mucho cuidado con Faure Chamón Mediavilla. Le dijo a Fleites que no fuera en el ferry Miami-Habana, ya que sospechaba que Chomón deseaba deshacerse de él, pues Ventura Novo acostumbraba a revisar los nombres de los pasajeros de esa embarcación.

Poco después Chomón le propuso al Dr. Fleites que fuera a la Habana por esa vía, pero Fleites lo rechazó de plano y exigió su derecho a ir en la expedición, a partir de sus esfuerzos en los preparativos y recursos que él había aportado para que se realizara la misma.

El conocido sanguinario Esteban Ventura Novo, cuando escribió sus memorias, narró que el que le facilitó la dirección donde se encontraban escondidos el dirigente del Directorio Revolucionario Fructuoso Rodríguez y los sobrevivientes del asalto al Palacio Presidencial del 13 de marzo, fue Faure Chomón Mediavilla.

Y más aún: Jorge Valls fundador del Directorio Revolucionario, creyó en la inocencia de Marcos Rodríguez, el que fuera acusado de delatar a los asaltantes de Palacio que estaban alojados en Humboldt 7, por lo cual fue condenado a muerte. Jorge Valls fue al juicio a defender a Marcos Rodríguez. El jefe policial y responsable del asalto a Humbolt 7 contó en sus memorias de 1960 (4 años antes) que el delator fue Faure Chomón dando datos exactos del lugar donde se reunieron y los testigos presentes. Pareciera que después de la publicación necesitaban un chivo espiratorio y si era un comunista mejor, para neutralizar a Escalante que estaba haciendo sombra a los dirigentes de la revolución.
Después de estar años investigando y leyendo los libros editados sobre este caso de los asesinatos de Humboldt 7, he podido encontrar la respuesta a la siguiente pregunta: ¿A quién beneficiaba la muerte de Fructuoso Rodríguez y sus compañeros de luchas? Los comunistas sabían que Carbó Serbiá, Machadito y Fructuoso no simpatizaban con ellos. Por lo tanto, mientras estos tres jóvenes revolucionarios estuvieran vivos, Faure Chomón, Rodríguez Loeches y su piñita no podrían robarse el D.R.- como lo hicieron-, para ponerlo al servicio del PSP.”

(Fin del testimonio de Miguel García Delgado)
García pone el dedo en la llaga al dudar de que Ventura mintiera, y al afirmar que Díaz-Argüelles y Hoed de Beche participaron en el montaje obedeciendo las órdenes de Faure.
Juan Juan Almeida, a quien reprocho no haber considerado necesario pedir disculpas a sus paisanos después de su conversión al capitalismo, pero al que reconozco la posesión de información sensible sobre las tropelías de los amigos de su padre durante estos 60 años, afirma:

“Investigadores han dicho que poco tiempo antes de que la Policía Nacional llegara a Humboldt 7, fueron sacados por el PSP dos personas vinculadas a ese partido político; una de esas personas extraídas fue Raúl Díaz Argüelles, quien años después, y después de combatir en Guinea al frente de 200 cubanos a los portugueses, moriría en la guerra de Angola con los grados de General”.
A nadie asombra hoy -quizás solo a Osvaldo Fructuoso Rodríguez, huérfano "nonato" del mártir-,  que Faure Chomón haya sido el responsable de la delación; su historia posterior como asesino, encubridor y valedor de la dictadura comunista, casi confirma su culpabilidad. 
Pero quiero hacer un análisis rápido de la verdadera personalidad de Raúl Díaz-Argüelles y su amigo del alma Gustavo “Tavo” Machín Hoed de Beche, antes de terminar la serie, porque muy poco de lo que nos contaron sobre ellos es verdad, y quizás es necesario conocerlos un poco mejor, para entender por qué fueron capaces de prestarse a una traición.  
Existe un libro titulado “Arcángeles: 12 historias de revolucionarios herejes del siglo XX” escrito por el mexicano José Ignacio Taibo II. Taibo es un lamebotas de la revolución cubana, uno más de los numerosos operadores políticos “intelectuales” del comunismo castrista en el extranjero, aunque de muy baja estatura intelectual. Por eso no es sospechoso de declarar o escribir nada en contra de la dictadura cubana, al menos, conscientemente.
Pero en su libro, en su delirio por abrillantar la imagen heroica de Díaz-Argüelles, Taibo se entusiasma contando “hazañas” del mártir, claramente contraproducentes a sus buenas intenciones de alabarlo. Taibo "demuestra" la valentía del pistolero del DR, presentándolo prácticamente como un delincuente; lo que era en realidad. 
José Ignacio Taibo II
Como otros relatores complacientes de la revolución castrista, Taibo naturaliza y bendice la táctica de los atentados callejeros y los sabotajes indiscriminados que causaron tantas muertes inocentes, y que fueron el ABC de la guerrilla urbana del Movimiento 26 de Julio.
El escritor mexicano cuenta que, en 1955, dos años antes de la masacre de Humboldt, cuando nacía el Directorio Revolucionario, Raúl Díaz-Argüelles paralelamente se matriculó en la carrera de Ingeniería Civil en La Colina, y allí enseguida se hizo miembro de un grupo conocido en el ambiente universitario como “Los Comecandelas”; una de las tantas pandillas que medraban por La Colina.
Los Comecandelas fue la banda armada que provocó el tiroteo entre estudiantes y policías en la escalinata de la Universidad de La Habana, ocurrido en enero del 56. También lo fue de las dos bombas que explotaron en el cuartel de la Lisa ese verano, y del atentado frustrado contra Batista en Avenida 31 y Calle 30, en Marianao. La banda a la que pertenecía Díaz-Argüelles estaba más familiarizada con las pistolas, que con los libros. 
Recordemos que Raúl, con solo diecinueve años, ya había sido detenido varias veces por Ventura, y que siempre su madre lo sacaba de la cárcel gracias a la amistad –y quizás algo más– que la unía con el jefe policial de la Quinta Estación de policía de Belascoaín, Esteban Ventura Novo. En diciembre de 1956, otra vez se dicta orden de búsqueda y captura contra él, como sospechoso de haber participado en el atentado al coronel Blanco Rico, ejecutado por Carbó y Cubela, un extremo que nunca se pudo confirmar.
Raúl Díaz-Argüelles en el centro. Detrás, de perfil, Tony de La Guardia. (Angola)

“Existe una ficha policíaca de junio de ese año en la que bajo el número 20234 aparece un jovencito muy orejón, del que se dice mide 1,76, de cejas muy pobladas, mirada apacible, ni siquiera retadora, sólo tranquila. Perseguido por la policía, Raúl Díaz Argüelles se ve obligado a partir al exilio, en los mismos días en que el Granma, -haciendo el camino inverso- desembarca en las costas de Oriente. Las crónicas de años posteriores sitúan a Díaz Argüelles en Cuba a mediados del 57”.

Taibo echa un manto piadoso sobre los días  previos a las acciones del 13 de marzo, y los inmediatamente posteriores de abril de ese año, justamente cuando Raúl prepara y participa en los hechos de Humboldt junto a Faure y Hoed de Beche. Recordemos que en el juicio que se celebraría 7 años más tarde, harían acto de presencia en calidad de simples "testigos", para testificar contra Marcos.
Después de la masacre de Humboldt y de las muertes de Manzanita y Fructuoso, Faure Chomón se adueña del Directorio, y asciende a Raúl Díaz-Argüelles, -que solo tiene veintiún años- a Jefe de Operaciones (¿un regalo por la delación?). El gesto le es retribuido por su subalterno casi enseguida; el propio Taibo narra que la primera acción de Díaz-Argüelles en su cargo, es “el ataque armado al Canal Cuatro en el mes de julio de 1957, cuando penetra pistola en mano en los estudios y dispara a quemarropa al locutor batistiano Luis Martínez”. Esto es apenas un fragmento insignificante de la extensa lista de atentados y sabotajes que adornan el curículo de pandillero de Raúl Día-Argüelles, un hombre de muy pocos escrúpulos y también bastante escaso de principios.
Raúl abandonó Cuba con gran urgencia poco tiempo después de ocurrida la matanza de Humboldt, junto a Gustavo Machín. No regresarán hasta finales del año siguiente, en el famoso desembarco por Nuevitas.
Sobre Gustavo “Tavo” Machín Hoed de Beche, no cabían dudas de sus habilidades para actuar en la sombra como espía, o coautor de una traición. Lo hizo antes de Humboldt muchas veces, como enlace del DR con contactos policiales batistianos corruptos, que le servían de informantes para prevenir a los miembros del Directorio sobre futuras acciones armadas o detenciones previstas por el cuerpo policial.
Gustavo “Tavo” Machín Hoed de Beche
Quizás por eso no me sorprendió tanto, encontrar el nombre de Gustavo Machín, asociado al de un sicario batistiano, responsable de las tristemente famosas Pascuas Sangrientas; el coronel Fermín Cowley Gallegos. Era demasiado casual, que años después, según Ventura, uno de los sobrinos de Cowley le hubiera servido de enlace a Gustavo para concretar la delación de Marcos. ¿Casualidad? No me lo parece. No puedo afirmarlo con certeza, pero varios de mis colaboradores en esta investigación me describieron a Hoed de Beche como un tipo atractivo y extrovertido, muy encantador de serpientes, y por eso, perfectamente apto para ejercer de espía.
Coronel Fermín Cowley Gallegos
Hoed de Beche siguió ejerciendo labores de espionaje militar después del triunfo, y ya era oficial de la DI cuando emigró a tierras bolivianas, donde acabaría muriendo junto a Tamara Bunke, Vitalio Acuña, Israel Reyes y otros guerrilleros de la retaguardia del Ché, en la emboscada del Vado del Yeso de agosto de 1967.
Lo cierto es que a Tavo, la contrainteligencia se le daba bien, y en ese ambiente años más tardes crecería su hijo Gustavo “Tavito” Machín Gómez, que se formó como militar y agente de inteligencia, entre otros hijos de miembros de las FAR y el MININT.
Gustavo con su mujer y sus hijos Tavito y Julio Antonio en su domicilio. Cuba.
Curiosamente, la amistad entre Raúl y Gustavo, surgida al calor de aquella relación delincuencial en La Colina, devino en un extraño vínculo familiar con el paso del tiempo. 

En Bolivia, de izquierda a derecha, Gustavo Machin Hoed de Beche (Alejandro), apoyado en su hombro Guido Álvaro Peredo Leigue (Inti), Leonardo Tamayo Núñez (Urbano), Eliseo Reyes Rodríguez (Rolando), Ernesto Guevara de la Serna (Che) y Carlos Coello (Tuma)

La madre de Machín, al enviudar de su padre, muerto en Bolivia en el 67, ni corta ni perezosa se casó con su mejor amigo, Raúl Díaz-Argüelles. Raúl murió en Angola 8 años más tarde, volviendo a dejar viuda a la señora, que tuvo que ponerse las pilas otra vez para mantener su estatus en la jet comunista, y se casó con otro miembro del “stabilishment”. Hasta donde sé, seguía viviendo en uno de los siete pent-houses del piso 29 del FOCSA, en el Vedado, donde también vivió Gustavo por cierto tiempo.
Gustavo "Tavito" Machin Gómez, hijo de Gustavo "Tavo" Machin Hoed de Beche
Si es cierto que hay rasgos de la personalidad que se transmiten con el ADN de una a otra generación, Gustavo “Taivto” Machín Gómez y su fallecido hermano Julio Antonio, son los ejemplos perfectos de ese axioma, porque también nacieron hechos para el espionaje.
Machín tiene un amplio récord como espía de largo recorrido. Antes de ser nombrado con un cargo “pantalla” en la misión cubana ante la ONU, Gustavo estuvo de incógnito una vez en los Estados Unidos en tareas de espionaje de apoyo a la Red Avispa. Durante su segunda estancia (1997-2002) mientras fungía de primer secretario de la Sección de Intereses, ejercía de oficial del Departamento M-I de la DI, llegando a participar personalmente el 14 de abril de 2000 en las palizas a los manifestantes cubano americanos que protestaban por el caso Elián González en aquella vigilia pacífica frente a SICUW. 
En aquella ocasión, la justicia estadounidense se mostró excesivamente indulgente, al no dar curso a las denuncias contra él y otros diplomáticos cubanos, interpuestas por el Comité de Acción Política, US Cuba Democracy, y otros participantes agredidos físicamente por él.
Dos años después sería expulsado de los EEUU, en represalia por dar cobertura al espionaje de otra espía cubana; Ana Montes, condenada en octubre de 2002 por esa causa.
Después de su expulsión vergonzosa del territorio del territorio norteamericano, “Tavito” fue premiado por Díaz-Canel con la embajada de España, que actualmente ocupa cobijado por el gobierno socialista de Pedro Sánchez, al que no ha parecido importarle su pasado de chivato a sueldo. 
Y ¡oh, coincidencias de la vida!, como parte del personal diplomático que le apoya, lo acompaña a Madrid, en calidad de consejera, la hija del amigo de su padre, y durante un tiempo su hermanastra, Natasha Díaz-Argüelles. No hay nada como espiar en familia.
Natasha Díaz-Argïelles, consejera de su hermanastro "Tavito"
Es creencia de muchos “cubanólogos”, que Gustavo Machín Gómez fue también el delator de Tony de la Guardia, y hasta corren leyendas urbanas delirantes sobre su participación en la localización y detención de Osama Bin Laden, mientras fue embajador de Cuba en Pakistán. Por supuesto, no certifico esta información, pero el historiador, filósofo y escritor cubano Carlos Manuel Estefanía, exilado en Suecia desde 1993, reflexiona sobre esa idea en su blog “El Hombre de Cuba Nuestra”. Dice Estefanía:
“Espero que no haya sido así, al menos por la amistad que le debió unir a Patricito, como llamaban al hijo de Tony, quien evidentemente llevaba el nombre de su tío, sobreviviente al caso. Por otra parte, su función era la de informar a sus superiores, y como dice el slogan del Granma “la amistad termina donde comienza el deber”. Esa es la ley del totalitarismo y Tavito es un hijo de ese sistema”.

Carlos Manuel Estefanía –que conoció personalmente a Tavito cuando estudiaba en Moscú–, también menciona al otro hijo de Gustavo Machín Hoed de Beche, Julio Antonio; 
Julio Antonio también perteneció a la DI, y trabajaba para el Departamento M-5. Públicamente dejó la DI en la década de los 90, y fue encontrado muerto, supuestamente de asma en México. (…) Se dice que Tavito se graduó de la escuela superior Borochilov de la KGB en Moscú y cuando regresó a la isla, comenzó a trabajar con las Tropas Guarda Fronteras. Más tarde pasa a la inteligencia y continua estudios en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales ISRI en el año 1985, año en que presumo debió haberse graduado de la escuela soviética. Luego se nos dice de que la primera asignación fue en Panamá, donde estaba muy ligado al Coronel del Ministerio del Interior Antonio “Tony” de la Guardia Font, por cierto, su hijo Patricio, también pertenecía al grupo de cubanos militares amigos de Machín que conocí en Moscú, más tarde supe que se había escapado de la isla en balsa cuando el proceso contra su papá, el que como se recuerda en la nota terminó siendo ejecutado en La Habana el 13 de julio de 1989 junto al General de División de las Fuerzas Armadas Arnaldo Ochoa Sánchez”.


LOS MÓVILES DEL CORAZÓN


Finalmente debo volver a la compleja telaraña sentimental tejida en torno a esta historia.
Ya me referí antes, a la importancia que tuvieron las relaciones personales, (sexuales y sentimentales) en la primera parte del relato, evidenciadas en el explosivo triángulo sentimental formado por Carlos Rafael Rodríguez-Edith García Buchaca-Joaquín Ordoqui, una terna imprescindible en la escapada y el exilio de Marcos Rodríguez. 
Pero aquélla fue apenas una trama secundaria de la historia de pasiones ocultas que surgió entre José Machado, Marcos Rodríguez, Joe Westbrook, Dysis Guira y el recién llegado Raúl Díaz-Argüelles, punto de partida de mis pesquisas, y el nudo más sensible de este asunto. 
Por lo que investigué y pude contrastar, me quedó ampliamente demostrado, que en efecto, Joe Westbrook y Marquitos Rodríguez iniciaron una relación sentimental en La Colina en 1956, a espaldas de la novia de Joe, Dysis Guira, amiga íntima de Marcos.
Que las cosas se complicaron, justo en los días previos a los ataques simultáneos de Palacio y Radio Reloj, cuando Joe decide romper con Marcos, y seguir con su novia oficial, Dysis Guira. 
Que Marcos descubre que su ex, se ha acostado con Machadito en una cuartería de Guanabacoa, donde ambos están escondidos antes de la acción armada. Marcos supone entonces que ambos tenían una relación estable, y reacciona mal.
Que en lo sucesivo, los acontecimientos se precipitan, porque Marcos cuenta fríamente a Fructuoso Rodríguez lo que vio en la calle Palo Blanco, con la idea de que su mensaje llegue a quien más podía hacer daño a Joe: su novia Dysis Guira, amiga íntima de Fructuoso.
Me consta también que, cuando solo falta una semana para el ataque a Palacio y a Radio Reloj, y estando Joe escondido en Guanabacoa con Machadito, Dysis ya había puesto fin a su noviazgo, alertada por Fructuoso de que su novio había intimado con su compañero de armas.
No puedo saber qué pensaba o sentía entonces Dysis; quizás, dolor, despecho, impotencia, rabia o fría venganza; quizás una mezcla de todas esas cosas. En cualquier caso, lo que puedo asegurar es que ya había estado viéndose con su nuevo amante,
 Raúl Díaz-Argüelles en el bar Detroit; un sitio de contacto de Ventura con sus informantes. O todo está muy claro, o la historia es aun más compleja de lo que hasta ahora hemos visto.
¿Cuánto tuvo, o no, que ver Dysis Guira en la delación que le atribuyeron a Marquitos, habiendo estado implicado Raúl, -su nuevo amante-, hasta las cejas, en ella?
¿Qué relación de extrañas conveniencias había entre el jefe de la policía, Marina Quesada la madre de Díaz-Argüelles, su hijo y su nueva novia, Dysis Guira?
¿Por qué Dysis echó de su casa a su ex Joe Westbrook el 19 de abril, aduciendo que era su madre, Ciana Valdés Roig quien tenía miedo de que siguiera escondido allí? ¿Por qué lo hizo, si sabía bien que en ese instante, todas la patrullas de la policía batistiana tenían fotos con la cara de Joe en sus guanteras?
¿Por qué huyó después ella, apresuradamente de la Isla, en los primeros meses de la revolución, antes de que se celebrara el juicio de Marcos, para no regresar nunca más?
Y sobre todo, ¿qué razones tenía Dysis para continuar siendo amiga de Marcos –como lo fue, hasta el fin de sus días– de haber sabido que él la había engañado también con su propia pareja?
Las declaraciones de Mirta Romero atestiguan que Dysis dejó a Joe antes del día de la tragedia, y las pesquisas de Eladio Rivas indicaban que se le vio junto a Díaz-Argüelles y su amiga Blanca en el bar Detroit, durante los días siguientes. ¿Por qué?

Quizás nunca conozcamos las respuestas a estas preguntas, que antes no habíamos considerado pertinente hacernos, porque atañen solo a la vida privada de las personas que menciono. Pero a la luz de los hechos, responder a ellas, es vital para saber qué sucedió exactamente entre Joe, Marcos, Dysis y Raúl durante esas 48 horas.
Creo que hoy no caben dudas acera del rol que jugaron Díaz-Argüelles y Hoed de Beche en los sucesos de Humboldt. A falta de un video, o una declaración inculpatoria firmada por ellos, no podría afirmar taxativamente sus culpabilidades ante un tribunal, pero no tengo absolutamente ninguna duda de que fueron colaboradores necesarios en la delación de Faure Chomón, y los que lo ayudaron a sentar a Marcos en el banquillo para enviarlo al paredón. 
En ninguna de las biografías oficiales de ambos personajes, aparece con claridad qué hacían durante los meses de abril y mayo de 1957, justo antes de escapar a Miami. Simplemente desaparecen de La Habana, y reaparecen en Los Estados Unidos.
Raúl y Gustavo, merecen crónicas aparte, porque también fueron lúgubres y ocultos sus pasos, antes de que partieran de Cuba a morir en tierra extraña. Los dos siguieron llenándose de puntos oscuros después de la masacre de Humboldt 7, hasta sus propias muertes, también ampliamente deformadas y manipuladas por Castro. De ellas, hoy el pueblo de Cuba solo tiene versiones sesgadas; son dos héroes de la Patria que dieron “heroicamente” sus vidas por ella; uno en una supuesta emboscada en una carretera angolana y el otro junto al Ché, en la también lejana Bolivia.
Son dos alfombras hechas con verdades a medias, bajo las cuales habrá que buscar y sacar a la luz más basura, algún día.



CONCLUSIONES



Comencé el Capítulo I de esta serie, con una explicación de mis motivaciones para escribirla, que pasaban por dos razones fundamentales:

La primera es, que toda, o casi toda la literatura escrita hasta ahora sobre este asunto, adolecía de un elemento importante y definitivo para entenderla: Ya sea por conveniencias políticas o por simples pruritos morales, se había prescindido radicalmente del componente sentimental, sexual y afectivo de las personalidades de sus protagonistas, siendo estos elementos, imprescindibles para armar el complejo rompecabezas de los hechos. 

En consecuencia, hasta hoy hemos conocido solo parte de los verdaderos móviles de la masacre, y de la naturaleza de las personalidades de los que intervinieron directa o indirectamente en ella. Eran en esencia, “contradictorios”, si atendemos a la etimología fácil del término, pero no más de lo que lo somos cualquiera de nosotros.

En el primer capítulo también llamaba la atención sobre la naturaleza poliédrica de nuestra esencia como especie: somos muchas cosas a la vez, sin que esto implique una “contradicción”. Podemos amar a la Patria, luchar y hasta dar la vida por ella, aunque seamos homosexuales (como Marquitos, Westbrook o Machadito), ser asesinos despiadados y despreciables, pero en algún momento también capaces de no faltar a la verdad (como Esteban Ventura Novo), esposas fieles y valientes, pero manipulables y funcionales al castrismo (como Marta Jiménez), o estrategas inteligentes y expertos, y al mismo tiempo sanguinarios y embusteros dictadores (como Fidel Castro). 

Es estúpido dar por hecho que una persona miente, solo porque es capaz de matar, o que es incapaz de traicionar un amor, solo porque es fiel a un ideal patriótico. Son parcelas estancas de nuestra naturaleza, que nada tienen que ver entre sí, y que pueden convivir perfectamente en un mismo individuo. 

No estar hechos de una sola pieza, para la historia oficial castrista ha sido siempre un hecho inadmisible, que desdeña y oculta, porque empaña el halo perfecto con que suele cubrir a sus héroes vivos y muertos. No hay lugar para la imperfección en un adalid de La Patria socialista, porque ella necesita de soldados intachables en todos sus actos públicos y privados. Ni siquiera el Apóstol respondía a esa descripción.

La segunda razón que me movió a publicar este trabajo, después de más de 15 años investigando sobre el caso, es meramente ética. 
Recopilé decenas de testimonios de personas directamente implicadas en los hechos, o que, como yo, decidieron indagar en el lado “oscuro” de la historia no contada. Encontré finalmente datos valiosos, inéditos e irrebatibles de personas anónimas, testimonios que estaban a punto de perderse para siempre con la muerte de sus relatores. Arrojaban luces definitivas sobre algunas partes de la historia, a las que nadie hizo nunca antes referencia. 
No me gusta ni un poquito Marco Rodríguez como personaje, aunque varias de mis fuentes me afirmaron varias veces que era un chico “encantador”. Pero conozco a más un ser angelical, que esconde un demonio en su interior. No me hace falta que Marcos Rodríguez haya sido inocente de la delación, para considerarlo un tipo cobarde, de baja catadura moral e ideológicamente nefasto. Pero también pienso en cómo eran aquellos estalinistas cubanos jovenzuelos, que habían hecho una relectura tropical del marxismo primigenio soviético, apenas alimentado por la moda y la literatura roja que les llegaba de Moscú, vía PSP. 
Nadie que adorara a Edith García-Buchaca podía defender la democracia. El PSP, en horas bajas con Batista, y temeroso de desaparecer como fuerza política, alebrestó la paranoia comunista, utilizando a sus ideólogos “punteros”, como Severo Aguirre, Marinello, Carlos Rafael, Ordoqui o Buchaca, para adoctrinar a una nueva claque de adolescentes en su militancia de base, como Marcos Rodríguez.
Marquitos era lo que hoy llamaríamos  “tremendo comunistón comemierda”, pero no puede acusársele de nada más, si aceptamos su cobardía, solo como una debilidad del alma, y el despecho, como un sentimiento humano inevitable. Fue efectivamente el chivo expiatorio necesario de Faure y Fidel, pero no fue culpable de ese chivatazo, y es justo que la historia lo juzgue desde esa perspectiva. Marcos era un cobarde, pero no era un traidor, quizás también por su falta de valor.   

También están los que ya no pueden pedir justicia; las voces silenciadas en Cuba, esos que sabían, -y saben-, pero hasta hoy no se les permite hablar. Necesitaban hacerse escuchar sin poner en riesgo sus vidas, y antes de que éstas llegaran a su fin. 

Debo mucho al octogenario y ya fallecido Eladio Rivas, que vivió casi los días justos para contarme lo mucho que sabía. Un 60% de los testimonios que he conseguido para completar este trabajo, también procede de personas que aún viven en Cuba, o murieron allí en el trascurso de la última década. 

Estaba la necesidad histórica de hacer justicia con los muertos y sacar a la luz la despreciable catadura moral de los auténticos culpables, que escaparon a la justicia, protegidos por Castro. 

Y estaba finalmente La Historia misma, que pedía a gritos una puesta a punto, porque ha estado casi medio siglo estancada, llena de incorrecciones y necesitada de una revisita. 

Consideré entonces, que mi deber como investigador, y sobre todo como cubano, era resumir el resultado de mi búsqueda en un texto que explicara estas partes de la verdad que nos escamotearon, y que debían conocer gratuitamente todos los cubanos.

El último acto de mi testimonio, como sus actores, salta de la gesta homérica al melodrama frívolo, de éste al thriller revolucionario, y de ahí al más pedestre de los sainetes. No es una historia del todo heroica, ni del todo deleznable. Se dibuja -incluso a pesar de los que la escriben-, con todos los colores de las pasiones, méritos y miserias de sus actores. 

Mi intención al publicarla no es polemizar ni “proponer” nuevas teorías conspiranoicas. Por hartarme de ellas, es que decidí ponerme a investigar sobre lo que no se había escrito. Estoy seguro de la autenticidad de mi trabajo, que en ese sentido, es estrictamente informativo. Asumo toda la responsabilidad sobre los hechos que narro, porque no son suposiciones; simplemente expongo algunas verdades, por dolorosas o desagradables que hayan resultado a veces para otros, e incluso para mí. Ya he perdido amigos por esto.

Tampoco esta investigación pretende ser la solución definitiva del caso; no me permitiría una arrogancia tan pueril. Hay aún muchas claves por descubrir y entrelíneas que decodificar en este libro, y queda gente viva implicada en los hechos, que está dispuesta a hacerlo.
Alguien me ha dicho que los hijos del gallego Emilio, dueño del café Petit Codias de Carlos III y Espada, todavía viven en la barriada habanera de Cayo Hueso, y que “saben cosas”. En presencia de Emilio se reunió por primera vez Ventura con Faure Chomón y Raúl Díaz-Argüelles, para concretar la delación. 
También se les puede encontrar por las residencias playeras de La Florida, muy ajados y mayores, pero orgullosos de haber alcanzado esta edad en libertad, a algunos militares retirados del ejército batistiano de entonces. Ellos participaron, o estuvieron muy cerca de la escaramuza bélica de Humboldt, y de sus compañeros juzgados y fusilados por Castro, acusados de traidores por asesinar a los cuatro miembros del DR. Sus descendientes también viven en USA, y tienen esta historia ya grabada a fuego en sus memorias, porque forma parte del gran libro de cuentos del exilio de sus padres.
Vive un hijo del brigadier Hernando Hernández, mediador de la venta de la delación, que ya estaba preso en Cuba cuando Ventura publicó sus memorias. También viven los descendientes de las familias de Edith García Buchaca y de Joaquín Ordoqui; vive la hija de la cocinera de Carlos Rafael Rodríguez, viven parientes de Machadito y Westbrook, y la hija de Eladio Rivas, mi inspiración y fuente principal de información.
Vive –muy bien– Osvaldo Fructuoso, huérfano ilustre de Marta Jiménez y Fructuoso Rodríguez, que tiene una oportunidad de oro para revisitarse a sí mismo, y aceptar que finalmente, no fue Marquitos el delator de su padre, aunque fuera un personaje deleznable. Y también Osvaldo debe reconocer de una vez, que no todas las madres son perfectas, aunque así veamos siempre a la propia, y que la suya se tragó el cebo que le puso Castro, y encima le rindió pleitesía hasta el día de su muerte. Es duro de asumir, Osvaldo Fructuoso, pero es lo que hay.
Viven -como Carmelina, y ahora muy cerca de mí- los hijos de Hoed de Beche y Díaz-Argüelles; Tavito el embajador espía de Cuba en España y su consejera cultural y "hermanastra", Natasha. No espero que entren a este blog a rebatir mis palabras, y no los culpo por lo que hicieron sus padres. No hace falta. Ya ellos por sí mismos se han labrado una carrera fabulosa como sicarios de la dictadura, digna de las de sus progenitores. Veremos qué tal le sigue funcionando la antena al chivato de la diplomacia cubana, y cuánto tarda en enterarse de que existo. Me encantaría que tomara alguna medida contra mí. 
Faure Chomón
Y también vive, lamentablemente, Faure Chomón, ya presa del síndrome sáurico que alarga tan desproporcionadamente las vidas de los ancianos patriarcas de la Sierra. 
Como sus amos, Chomón pasará pronto a mejor vida sin haber pagado sus crímenes. Por eso creo que merece ser moralmente ajusticiado en vida por los cubanos que hemos sido sus víctimas, físicas e históricas, que sigue siendo muy poca penitencia para su culpa. Este texto pretende también convocar a su ajusticiamiento moral, antes de que se traslade a Colón. En lo que a mí respecta, fue él quien mató a sus cuatro compañeros y mandó a Marcos al paredón. Es necesario que quede claro a las nuevas generaciones de cubanos que empiezan a conocer la historia del país donde nacieron, que uno de nuestros peores verdugos, sigue vivo.

No quiero que se entienda el contenido de esta serie como una verdad irrebatible y absoluta, si bien muchas partes de ella son para mí incuestionables. Estaría faltando el respeto a quienes la han estado escribiendo antes que yo desde 1957, aunque lo hicieran desde ópticas distintas a la mía. 
Los acontecimientos de Humboldt han sido descritos por políticos, periodistas, escritores y cineastas con mayor o menor éxito; también por familiares y amigos de los implicados, y hasta por extranjeros curiosos como Miguel Barroso, que los noveló de forma brillante en  "Un asunto sensible"

Todos los intentos literarios y cinematográficos anteriores, me han servido de algo para componer mi testimonio, incluso los francamente politizados -como "Útiles después de muertos" de Pellecer-, o los que obvian gran parte de la verdad debido a la censura del poder, como el documental “Los Amagos de Saturno” de Rosario Alfonso Parodi, -gran documento en muchos otros aspectos, por cierto- que dejo aquí, ahora que puede verse gratis en la red.
He decidido no publicar las declaraciones verbales de mis fuentes, en entrevistas hechas por Wassap o por teléfono. Me obligaría a un complicado trabajo de edición, para no exponer sus asuntos personales, y también a revelar sus identidades, un permiso del que no dispongo en todos los casos. 
Pero conservo los brutos de esos récords, para que puedan ser utilizados algún día por alguien que decida contar otra vez esta historia de astracán verde olivo, desde esta nueva perspectiva. Mi único aporte a ella, es quizás haberme mojado un poco más desvelando acontecimientos "difíciles de tratar" por la literatura oficial, y también por la contestataria. Me limité a acomodar el resultado de mi investigación, junto a los que encontraron en su día los escritores e historiadores que me precedieron, como quien va colocando piezas en un puzzle ya empezado, que aun sigue incompleto.   
Con mi testimonio, intento poner en valor los móviles psico-sentimentales que influyeron en la sucesión de acontecimientos que desembocaron en la matanza. Han sido sistemáticamente obviados por la oficialidad y también por la literatura contestataria a Castro. No existen en las versiones políticamente correctas, ni en las incontables lecturas extraoficiales que se han hecho del asunto a lo largo de 60 años de dictadura, en las dos orillas. Parece que el sexo sigue siendo un tema muy difícil de abordar para los historiadores de cualquier color político. En el caso que nos ocupa, todos han preferido obviarlo en sus artículos, libros y películas, despojando así los hechos de uno de sus condicionantes principales, y en consecuencia, contándolos siempre mal.
Tengo acumuladas muchas horas de lectura en papel y en la red, sobre el caso Humboldt 7, y he adquirido cierta destreza para discriminar rápidamente la información falsa o sin fundamento, de los datos verdaderamente valiosos.
También he descubierto que, a veces, partiendo de un dato intrascendente, se puede tirar de la cuerda hasta llegar a la información importante. 
No hay que menospreciar los comentarios en los foros virtuales, porque son a veces más reveladores que la crónica sobre la que versan. Algunos proceden de personas anónimas, pero que tuvieron que ver con el suceso, o recibieron información auténtica sobre él, de familiares o amigos que estaban allí. 

Me sucedió con la declaración de Eladio Rivas sobre el bar Detroit, cuando un día encontré un comentario de una vecina del edificio Carreño, nacida y aun habitante del mismo apartamento de la calle Humboldt, que confirmaba la existencia de El Cholo, El Chino y el ascensorista de su propio edificio como clientes del Detroit e informantes de Ventura. Contaba casi exactamente la misma historia que sobre ellos me contó Eladio. 



UNA SERIE INTERACTIVA CON VOCACIÓN DE SER REVISITADA



Quiero dar también importancia a los comentarios que genere esta serie después de su publicación. He consultado centenares de nombres, fechas, direcciones, y datos para escribirla, así que hay un gran porcentaje de probabilidades de que me haya equivocado en algo. Será siempre bueno corregirlo. 
He descrito eventos sobre cuya credibilidad ya no hay dudas, y otros que seguramente las generarán, o como poco, provocarán algunas suspicacias; soy consciente de eso, estoy abierto al debate y al diálogo, si ambos son enriquecedores. Es la razón por la que quiero hacer de esta serie un texto interactivo, y desde este momento, susceptible de ser rectificado y aumentado en cualquiera de sus partes por sus lectores. 
Estoy dispuesto a añadir, suprimir o enmendar los detalles que ellos detecten errados o incompletos, porque pretendo que sea un documento de consulta. Por eso agradeceré sinceramente todos los aportes que sumen claridad a los que conocemos. 
Pero también defenderé firmemente la información que considero sin discusión. Me ha llevado 15 años conseguirla, contrastarla, y condensarla en una sola historia, para después contársela a mis paisanos. De cualquiera de ellos aceptaré enmiendas, siempre que pueda probarse su origen, y revisaré las que me resulten probables, pero ignoraré de forma soberana las especulaciones, los pálpitos y las peleas  en el barro que tanto gustan a los cubanos del cibermundo. Este artículo es estrictamente histórico, y solo sobre historia me permitiré debatir.
El affair Humboldt 7, fue siempre lo que creíamos que era: una farsa montada por Castro con la inestimable ayuda de Faure. Fue una "vía rápida" que les permitió quitarse del medio a la incómoda banda estalinista del PSP, y enviar, de paso, un mensaje a la URSS, sobre sus intenciones de establecer un comunismo a la cubana, y no una reproducción del de Stalin. Marcos Rodríguez les vino a ambos como agua de mayo para concretar su plan, proteger a los verdaderos culpables, y de paso dar un escarmiento para la galería; así trataba la revolución a sus traidores. 
En lo que me atañe, el caso Humboldt 7 no ha terminado. Continuaré buscando y recibiendo data, y la iré adicionando a este texto, si es relevante. Seguiré haciéndome preguntas sobre lo ocurrido, e intentando encontrar respuestas para ellas, y facilitaré también el camino a investigar, a los jóvenes historiadores que se interesen por esta página oculta de nuestro pasado reciente. 
A mis lectores, los invito a que cada cierto tiempo se acerquen a este texto y repitan la lectura, porque puede haber cambiado. 
Ese es el modo en que se escribe La Historia; se hace más veraz, cuanto más se revisa.

FIN

oOo
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Cubano de nacimiento y catalán de adopción

17 comentarios:

  1. Excelente ..al carajo la historia oficial ! Eres un estudioso nato .soy yo jürgen Francesco ...me enteré de que los facistoides te suspendieron la cuenta ..bueno a mi me sucede cada tres meses..pero se te extraña

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    1. Por aquí andaré Jurgen, gracias por venir. Leo las publicaciones, aunque no puedo escribir. En un mes volveré

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  2. Una historia tan esperada! Te necesitamos, un gran abrazo.

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  3. Excelente! Estoy viniendo más al Cuartel desde que te impiden publicar en Facebook... He seguido este trenzado histórico con avidez y hoy me topo con las conclusiones ... inconclusas por lo que dices. Siempre pensé que Marquitos no era el culpable, pero ni me imaginaba quiénes eran. Estoy admirada de tu prolijidad .Gracias.

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  4. Entré para leerlo otra vez. Esta historia me ha hecho ver "toda la historia de la revolución" bajo otra lente.
    Gracias Carlitos. Te dije que estoy orgullosa de tí??

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    1. No, pero lo sabía mi querer. Gracias Maya, eres una gran amiga

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  5. Muchas gracias, tremendo trabajo de investigacion historica, contado von la magia de Aghata Christie y Garcia Marquez y del escritor de " Nuestro Hombre en La Habana".Dankeschön!!!

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  6. Hola, espero que hayas revisado esto si lo publicaste hay declaraciones contradictorias como que Marcos salió de Cuba a Praga la primera vez en 1953, también refieres que la casa donde vivían la Buchaca y Carlos Rafael en Nuevo Vedado cuando se casaron se las dio Fidel.... no entendí eso... en fin ..

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  7. Madre mía! Son las 3:30am y finalmente terminé de leer este pedazo increíble de historia cubana. Siempre he sabido que detrás de cada hecho histórico hay mucho más! Los sucesos de Humboldt 7 siempre me han atraído desde que descubrí en mi casa una revista de aquellos años en donde se trata todo el juicio. Me leí todo el discurso de Fidel en este, leí lo que decía la prensa que declaraba Marcos Rodríguez acerca de que él le había dicho a Edith de su delación y que esta le había calmado diciéndole que no se preocupara por eso y que si él luego servía a la revolución, podía expiar el agravio. Edith furibunda negaba todo eso y hasta relata cómo ella se reunió con Marcos y en un careo personal él negó sus propias palabras. Según lo que leí, Marcos dijo que Machadito le había llamado "gallina" y que por eso él salió de ahí y llamó a Ventura y que este lo citó a no sé qué lugar y ahí le confirmó el chivatazo. Era alucinante la historia, el juicio, la intervención de Fidel Castro, etc. Incluso, en el discurso de este último, dice que él mismo le preguntó a Marcos : "¿Cómo es que Ventura te cree así no más?" Y sí, honestamente, no dudé (hasta hoy) de la culpabilidad del acusado, pero me pareció muy extraño que Ventura le creyera así no más. No dudo ni un ápice de los hechos aquí relatados, por demás, corroborados por fuentes desconocidas entre sí. Una vez, en un acto en el hospital Naval, en conmemoración del "13 de marzo", invitaron al "Moro" (haces alusión a él aquí como amigo de Fructuoso en su comportamiento matón), así que lo vi muy cerca de mi y hasta le dije de mi cercanía a esa historia y demás. Eso fue a principio de los 90, y el "Moro" ya estaba ciego de un ojo y se veía un poco enfermo. Y sí, recuerdo leer las palabras de Marquitos en el juicio transcrito en la revista, con frases como esta: "Llamé a Ventura y le dije Machadito y Fructuoso están en Humboldt 7, vaya por ellos", entonces Fidel Castro decirle: "Pero allí estaba tu amigo Joe, ¿no pensaste que a él también lo podían matar?"....y cosas así. Las respuestas de Marcos siempre me parecieron extrañas o raras, como de alguien que dice palabras o frases al viento. Es el mismo episodio stalinista de los escritores y cineastas que en los juicios de Moscú se acusaban a sí mismos de todo lo que se les dijera y se condenaban con palabras duras ellos mismos. Es el caso Padilla en otra versión. Qué triste, después de todo. Excelente crónica! Deberías hacer un libro con esta información. Saludos.

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  8. Amigo Carlos, he leído de un tirón tu extraordinario Trabajo de Investigación y buena literatura sobre los hechos de Humbolt 7 y ojalá pueda comentar contigo más adelante pues me quedan algunas dudas y sospechas sobre algunos personajes y el móvil de la Delación. Quisiera comentarte un par de cosas, de erratas en tu extenso trabajo. 1. en el Capítulo IV mencionas varias veces que los sucesos de Humbolt 7 ocurrieron en 1953 y que Marcos llega a Checoslovaquia en ese 1953, cuado debe decir 1957. En otra parte hablas de una casa, una residencia, que regala Fidel Castro a Ordoqui y Buchaca por los años 50 (creo que 53) cosa que me parece inverosimil, si alguna casa regaló Castro a esa pareja debió ser en el 1959, a su regreso del Exilio. Y por último una foto en que identificas a Joaquinito Ordoqui García y se ve a unhombre ya mayor, creo que pasado de los 60 años por lo que no puede ser Joaquinito que murió como bien dices a los 50 años. Mis felicitaciones por esa Labor de Historiados rigoroso y apegado a la Verdad. Un abrazo

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  9. igual yo, lo lei de un tirón....muy buena labor de investigación te leeré ms a menudo

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  10. Gracias a todos, los que me han señalado correcciones, las tengo en cuenta y ya estoy corrigiendo cosas, las urgencias por publicar me han jugado malas pasadas con erratas o datos trastocados y la posterior falta de tiempo sigue siendo mi peor enemigo para enmendar los fallos. Pero lo estoy haciendo, poco a poco. GRACIAS otra vez por la atención y el tiempo empleado en leerme. UN ABRAZO A TODOS

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  11. Hola Carlos, encontré lo mismo que Ernesto afirma en febrero 2 de 2021. Hermano mío... esto se merece un libro. Recientemente hemos coincidido en el Canal de la Señora, soy el caso del "peine de la tómbola de 1978". Aunque sé que el amigo Abraham R. trajo el tema a una de sus directas, me encantaría que un día analizaras con KarlitoMadrid esta fascinante investigación. La terraza (o azotea) de Humboldt 7 y uno de sus tres enormes apartamentos, fue escenario de mis juegos infantiles... Un abrazo. Alexis Otero

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  12. Genial!!! Cuánto adolece la verdadera historia de Cuba. Gracias por tu dedicación Carlos.

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