Por Carlos Ferrera
República Soviética de Georgia 24 de agosto de 1963
Querida flaca:
Perdóname por estos días que no pude escribirte, pero esta última semana ha sido demencial.
Hoy hemos paseado en trineo por la ciudad, como en los cuentos de la antigua Laponia. Qué bonito todo. He jugado a deslizarme por la nieve, y me he reído con estos bolos lo que no está escrito… ¡unas risas! Todo eso borracho como un cosaco, que es muy diver.
Ya sé por qué los georgianos son todos alcohólicos: Beben por el día sin parar para acumular calor suficiente cuando llegan las frías noches de nevada, que pasan totalmente ebrios, pero calentitos. Se convierten en calentadores ellos mismos.
Ayer dormí con el Krushi. Se me hizo un poco raro porque me dio las buenas noches con un beso de tornillo y se abrazó a mí hasta por la mañana, pero pasé una noche muy confortable. Los bolos utilizan el vodka para atenuar el olor corporal: mientras más peste a alcohol, menos peste a grajo. Y el Krushi huele como una destilería. Los rusos son más aseados de lo que pensamos en Cuba, erróneamente.
Esta semana salimos otra vez de caza. No cazamos ni cojones, pero nos divertimos una barbaridad. Y curdas todo el rato, claro. A esta gente les encanta retozar borrachos en la nieve, y si no, el Krushi los obliga.
Tenías que haber visto como jugaban a darse estrallones mutuamente. Como no cazamos na, nos pusimos a jugar con el trineo, y me pidieron que hiciera yo de caballo.
Creo que ha llegado hasta Georgia el sobrenombre por el que se me conoce en Cuba, así que no me quedó más remedio que remolcarlos un rato. Ya sabes, todo por los rublos.
Creo que ha llegado hasta Georgia el sobrenombre por el que se me conoce en Cuba, así que no me quedó más remedio que remolcarlos un rato. Ya sabes, todo por los rublos.
Volvimos por el bosque en fila india como los enanitos de Blancanieves, con el Krushi delante, y todos cantábamos; “♪ Heigh-ho, Heigh-ho, It's home from work we go… ♪”. Qué manera de gozar.
Cari, mis guerreros respondieron: ya cerré un negocio redondo con el Krushi.
Sé lo que quiero, y lo voy a conseguir: La nieve es algo muy divertido y he decidido que caiga nieve en Cuba.
No estoy loco, se puede hacer, y sin brujería. El Krushi me prestó a los mejores científicos ambientales de la Lomonosov. Me los llevo para allá, a instalar un programa de lluvias y nevadas controladas por computadora. Ellos hacen nevar aquí hasta en el desierto de Gobi. No tiene ciencia: un avión sin tripular con bombas especiales, un programa y un satélite. Lo demás es localizar nubes con lluvia, congelarlas, llevarlas hasta el objetivo y hacerla reventar sobre él.Sé lo que quiero, y lo voy a conseguir: La nieve es algo muy divertido y he decidido que caiga nieve en Cuba.
En Cuba caerá nieve antes de 1980, por mis cojones. Y no veas como me voy a poner de crear inundaciones en Estados Unidos; voy a convertir aquel país en un lago y los americanos se van a tener que rendir. Este regalo del Krushi es de un valor incalculable.
Oye Flaca, tú ya sabes, en mi ausencia gasta lo que tengas que gastar, y lo que no haya, me lo pides sin problemas. Aquí me traen a un tigre desde Bengala si yo quiero; están culecos conmigo. No paran; que si Comandante Fidelov pallá, que si Comandante Fidelov pacá, -me dicen Comandante Fidelov-, y yo “¡Tavarish, tavarish qué volá! ¿Dónde vamos a drinkear hoy?”. Qué risa.
Me dices en tu última carta que allá todo va bien, pero que “bawo lo se wa nibo ni papa oko ofurufu wa”. Supongo que bajaste algún muerto de los tuyos y escribiste montada, como suele pasarte. Ten cuidado con esas posesiones, porque se te va la lengua patrás y puede ser peligroso si estás sola.
Me alegro de que tengas el ganado controlado. Vigílame cortico a los traidores, que tengo pensado eliminar a algunos cuando vuelva por un método ruso que me enseñaron que te va a encantar.
Ah, el Krushi me llevó al museo de arte de Georgia y me dijo que escogiera lo que quisiera, y pensé en ti. Te llevo la vajilla blanca de porcelana moscovita del servicio de Iván I de Rusia, para tu altar. Pero eso no es nada, esta sorpresa sí que te va a volver loca:
¿Te acuerdas que me dijiste que intentara conseguirte un animal vivo, de gran valor ecológico para un sacrificio de brujería? Pues… ¡Te llevo un oso!
Se llama Baikal y es una monada. Me tiene embobado todo el día, lo llevo a todas partes conmigo y me paso haciéndome fotos con él. Hace mucho no me sentía padre, pero he vuelto a sentir ese sentimiento paternal que no siento ni por mis propios hijos.
No me gustaría que tuvieras que sacrificarlo, pero todo sea por Changó. Dicen que coge los tres metros de altura de pie y dos en cuatro patas. Yo había pensado dejarlo en tu casa del Vedado, pero me lo llevo para Punto Cero, que hay más espacio. Tengo que pensar cómo lo alimento con carne de caza. En Cuba no quedan ya muchos venados, pero los que queden, son para Baikal. Y cuando se acaben, no escatimaré en carne de res. Tengo una chochera con ese osito del carajo. Dile a mi hermano que prepare una cacería en el Escambray para mi regreso. Saldremos a hacer batidas de venados, no quiero que le falte nada a Baikal mientras no lo sacrifiques.
Bueno flaca, ya tengo al Krushi al lado en calzoncillos para meternos en la cama. Te dejo. Ponle una ofrenda a Changó de mi parte y no dejes de vigilar a Raúl, que ayer me llegó un cable del G2 que estaba haciendo fiestas de perchero en su casa. Me tiene enfermo este hombre.
Un beso cari, no dejo de pensar en ti.
Tu Fide.
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HISTORIAS TIERNAS DE LA REVOLUCIÓN
muy buena como todo lo que escribes
ResponderEliminarMuac
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