domingo, 14 de octubre de 2018

JOSÉ FRANCISCO MARTÍ ZAYAS-BAZÁN, EL HIJO INDIGNO DEL APÓSTOL (IV)

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La Habana, 20 de mayo de 1902

Por Carlos Ferrera

José Francisco regresa con su madre a Cuba desde Estados Unidos en 1899, cuatro años después de la muerte de su padre, durante la ocupación norteamericana.
Desembarca en el puerto habanero con ella del brazo, luciendo con garbo sus fornidos y espléndidos 20 años. Lo realzan su porte marcial y su uniforme militar de gala, que en los próximos años será su indumentaria diaria.
Carmen en cambio, pasados cuatro años, ha envejecido como si le hubieran caído diez. Padece varias enfermedades crónicas, y está muy delgada y consumida por el sufrimiento de dos décadas de soledades y abandonos. Pero por primera vez en mucho tiempo, se encuentra en paz.
Madre e hijo se establecen en una humilde vivienda la calle San José 2ª, en la barriada de Cayo Hueso. Ese mismo año, José Francisco intenta continuar sus estudios de Derecho en la Universidad de la Habana incorporándose al curso libre, pero cada vez le resultará más difícil. Lo han licenciado con grandes méritos militares, pero sin un centavo. Apenas cuenta con unos pocos ahorros de su madre, y no le llegará ayuda gubernamental alguna del gobierno de ocupación.
Consigue entonces un empleo en la Aduana de La Habana, por el que recibe unos escasos 125 pesos, insuficientes para pagar el alquiler y alimentar dos bocas. Desesperado, acepta otro trabajo de bibliotecario en la Biblioteca Nacional de Cuba, algo humillante para su ego, pero también el salario es exiguo. Además, se le hace cuesta arriba cumplir con los dos empleos y estudiar, de modo que debe dejar la carrera de Derecho en el segundo año. Jamás podrá terminarla.
Sin el amparo institucional y olvidado por el estamento militar al que perteneció, José Francisco pasa los primeros años de la nueva República viviendo casi en la miseria.
El 20 de mayo de 1902 se celebra el acto de celebración más importante de la historia de Cuba; la ceremonia del traspaso de poderes del gobierno norteamericano de ocupación del General Wood al primer presidente cubano, Don Tomás Estrada Palma.
Entonces Gonzalo de Quesada, el amigo de su padre, que ya es también su amigo, logra que el Estado Mayor del Ejército le conceda el derecho de ser uno de los oficiales que arriarán la bandera americana del castillo del Morro e izarán la de Cuba libre. 
Máximo Gómez izando la bandera cubana después del ceremonial del inicio de la Republica en 1902 a su lado el General Leonardo Wood. Foto Gómez de la Carrera 
Se encontrará con el General Gómez, con Estrada Palma y con la crema y nata del ejército y la aristocracia cubana. Por fin estará otra vez cerca del nuevo presidente, a quien conoce por aquel contacto que hizo con él para darle las órdenes de Calixto en New York. Podrá pedir ayuda a la instancia más alta del nuevo gobierno.
Pero lamentablemente este encuentro, no repercute en ninguna mejora de su situación laboral y económica. 
José Francisco Martí a loa derecha de Máximo Gómez, al centro de la foto
Al terminar los fastos de la celebración, José Francisco vuelve a su casa ilusionado, a esperar un aviso de Estrada Palma, que nunca llega. Entonces le escribe una carta, apelando a su apellido y a las buenas relaciones que ambos establecieron al final de la guerra. Don Tomás Estrada Palma jamás responde.
Los biógrafos posteriores se han dado a la tarea de reescribir este instante de su vida, calificando de “injusticia” la inacción del “presidente títere”, y de “desdén”, el olvido de los otros líderes mambises, ahora figuras importantes del ejército y del nuevo Gobierno. Muchos habían sido compañeros de lucha de su padre, pero ninguno le echó una mano, “un gesto impropio y desagradecido, después de su brillante desempeño en la guerra y la victoria que ayudó a conseguir”, dicen sus defensores.
Y efectivamente, así fue. Pero los responsables de “arreglar” la vida de José Francisco Martí, no mencionan jamás que se fue del ejército, dejando tras sí muy mala prensa entre sus compañeros de armas. Pepito, simplemente, “no caía bien” por su altivez, su constante presunción de “hijo del mejor de los cubanos” y su ya insoportable complejo de superioridad, acrecentado con los laureles de guerra.
Gonzalo de Quesada y Aróstegui
Asfixiado por su precaria situación económica, vuelve entonces a recurrir al bondadoso Gonzalo de Quesada y Aróstegui, que –según relatos conmiserativos– “monta en cólera y arremete contra las autoridades reclamando protección y ayuda para el hijo de Martí y su madre enferma”, dice Mañach. Es la primera de las muchas veces que, en lo adelante, José Francisco Martí usará el chantaje emocional de su apellido ilustre, por más que las fuentes oficiales aseguren que jamás se aprovechó de ser el hijo del Apóstol.

PEPITO Y EL TIBURÓN

En 1908, Estrada Palma es forzado a abandonar la silla presidencial por reclamo popular, y sube al poder su adversario político, Don José Miguel Gómez "El Tiburón", que se convierte en el segundo Presidente constitucional.
José Miguel Gómez
Las presiones de Quesada para recolocar a su protegido, por fin encuentran oídos en el nuevo jefe del Estado, que ve una oportunidad de oro para tomar distancia de su enemigo político saliente, congraciarse con el pueblo y rehabilitar la figura denostada del vástago olvidado de José Martí.
Desde que Pepito es readmitido en el Ejército, decide aprovechar la oportunidad al máximo: ha encontrado de nuevo el camino al reconocimiento que perdió durante el gobierno de Estrada Palma, y esta vez no está dispuesto a perderlo. Se convertirá en uno de los militares de confianza del nuevo presidente, a quien estará eternamente agradecido. Y se lo demostrará con creces, muy pronto.
Su primer destino es la Guardia Rural, y posteriormente el Regimiento de Artillería de Costa, emplazado donde hoy se alza el Hotel Nacional. El regimiento poco después pasa a integrar las fuerzas del Ejército Constitucional Cubano, y en él Pepito ocupa varios cargos hasta ser nombrado Primer Jefe de las Fuerzas de Artillería de Costas. Desde septiembre de 1906 hasta enero de 1909, funge de ayudante de campo del general estadounidense Taft y del Gobernador Provisional. Entonces lo suben al rango de brigadier y lo nombran jefe del Estado Mayor.
Finalmente, el hijo del Apóstol había conseguido lo único que anheló en su vida más que el dinero: notoriedad y reconocimiento social. Por fin es tratado con más respeto por la clase pudiente habanera, a la que comienza a frecuentar, y a la que en el fondo, siempre ha creído pertenecer por estirpe.
Ahí estaban los Quesada, los Abreu, los Agramonte, los Céspedes, los Loynaz... Y él no era solo el General José Francisco Martí, hijo del mejor de los cubanos, sino Don José Francisco Martí Zayas-Bazán, nieto de Don Francisco Zayas-Bazán, uno de los burgueses más ricos de Puerto Príncipe; un Zayas-Bazán auténtico por ADN, y en consecuencia, miembro de pleno derecho de la burguesía contra la que luchó su padre.
José Francisco Zatas-Bazán en 1909
Por fin aparece la verdadera esencia de Pepito. Su lucha en la manigua presuntamente en defensa de los ideales paternos, se ha trastocado en fatua ambición por ser aceptado en el sitio social al que perteneció su abuelo, y en una celebración del apellido del clan que nunca lo aceptó y que fue el peor enemigo de su padre.  Una traición en toda regla a sus ideales, de las muchas que le infligirá en el futuro a su memoria con actos todavía más innobles.
Desde entonces, aparecerá en los saraos habaneros distinguidos, siempre de impecable etiqueta militar de gala, con sus medallas y sus condecoraciones de guerra, de punta en blanco, amable y seductor. Allí lo encontramos al principio de esta crónica, el 10 de marzo de 1907, en el baile de inauguración del lujoso Hotel Cojímar, propiedad de la aristócrata Pilar Samoano, también del brazo de Doña Carmen.

Sus actos a partir de entonces serán interesados y oportunistas, como la exhumación del cadáver de su padre.

LA EXHUMACIÓN DE JOSÉ MARTÍ PÉREZ

Carmen Zayas-Bazán nunca había abandonado la lucha por recuperar los restos de Martí, hasta entonces infructífera, aunque a Pepito esa encomienda no pareció quitarle el sueño durante mucho tiempo.
Pero en 1906, el Gobernador Civil de la provincia de Oriente Sr. Federico Pérez Carbó, crea una comisión llamada “Restos de Martí”, para solicitarle a al presidente José Miguel Gómez la exhumación del Poeta, con el fin de hacer un análisis científico que despejara incógnitas no resueltas en la autopsia practicada al cuerpo del Apóstol en 1895. Además, Pérez Carbó solicitaba al jefe del Estado, darle a Martí una más digna sepultura, construyendo un mausoleo en su memoria a la altura de su rango.
José Francisco durante la segunda exhumación de su padre
Después de años de ignorar el tema, José Francisco repentinamente se adhiere –y casi se apropia– de la petición de Pérez Carbó. Manifiesta en sus declaraciones públicas un dolor tan impostado y fingido, que es objeto de innumerables chascarrillos y burlas en los diarios de la época.
Finalmente, José Miguel Gómez accede al ruego de Pérez Carbó y en 1907 se exhuman los restos del Apóstol. Entre los testigos están el Arzobispo de la ciudad, doctor Francisco Barnada y Aguilar, el General Saturnino Lora Torres, Jefe de la Guardia Rural, el Presidente de la Audiencia licenciado, Jorge Milanés y Figueredo, el Cónsul estadounidense Sr. Ross E. Hollyday, el Jefe de las fuerzas de Estados Unidos destacados en el Morro, Coronel A.L. Meyer y José Francisco Martí Zayas-Bazán, el hijo del Apóstol, con quien comienza a construir una amistad casi cómplice.
Aunque fue bautizado por el vulgo como El Tiburón, “que cuando se baña salpica", en alusión a su nepótica costumbre de regalar cargos públicos a su familia y allegados, durante su administración, el país mejoró notablemente las condiciones del ejército, se ejecutaron obras de pavimentación y alcantarillado en la capital, se mejoraron los servicios de sanidad pública y comunicaciones, se crearon granjas-escuela en apoyo a enseñanza rural y se fundó el Museo Nacional, las Academias de Arte, Historia y Letras, y la Marina Nacional.
Pero también Gómez escribió una de las más vergonzantes páginas racistas de la Historia de Cuba. Y lo hizo con la ayuda y colaboración del hijo de José Martí.

JOSÉ FRANCISCO MARTÍ, 
EXTERMINADOR DE NEGROS

Este es quizás el más oscuro pasaje en el historial de “Ismaelillo”. Por eso es que sus biógrafos lo ignoran en los relatos republicanos sobre su vida, y también en los de la era castrista.
Miembros del PIC
Pero hay tantos y tan detallados récords del hecho, tantas fotografías inculpatorias y tantos editoriales de la prensa cubana y extranjera de la época que documentan lo sucedido con tan impecable rigor histórico, que la oficialidad de las Isla ha preferido guardar silencio sobre ese asunto espinoso y degradante para el hijo del Poeta.
El 20 de mayo de 1912, el Partido Independentista de Color (PIC), una formación que reivindicaba los derechos de los negros, olvidados desde el primer día de la República, se levantó en armas, para derogar la Enmienda Constitucional propuesta por el senador Martín Morúa y aprobada en la trigésima sesión del senado, que los proscribía como partido político. Preocupado por la revuelta, el presidente de los Estados Unidos William Taft escribió una carta a su homólogo José Miguel Gómez advirtiéndole de que “si no controlaba la situación se vería forzado a mandar tropas nortamericanas para proteger el bienestar de los ciudadanos de su país en la isla”. Ante la situación, el 27 de mayo de 1912 el presidente Gómez, ordena reprimir a los rebeldes, poniendo al frente del comando militar destinado a hacerlo, a José Francisco Martí Zayas-Bazán.
El hijo de José Martí, que había sido ascendido por Gómez a Jefe del Estado Mayor en 1908, se pone al frente de 1200 soldados, sirviendo de brazo ejecutor del genocidio fratricida que le costó la vida de más de tres mil cubanos, incluida población civil inocente, militares, ex mambises y voluntarios alistados con los rebeldes del PIC. Hay referencias de familias enteras masacradas y personas quemadas vivas y asesinadas a culatazos; la peor de las acciones de exterminio racista de nuestra historia después de la de los indocubanos de la conquista.

José Francisco Martí durante la autopsia de Evaristo Estenoz, uno de los líderes asesinados del PIC

Después de pasado más de un siglo, los cubanos prácticamente en su totalidad, ignoran la existencia y trascendencia de la matanza de los negros del PIC. Igual que la historiografía republicana omitió alevosamente los hechos en sus textos, sorprendentemente, el castrocomunismo ha adoptado la misma estrategia: ignorar lo ocurrido o mentir sobre el asunto.
Pedro Ivonet
Lejos de reconocer y homenajear a los miles de hombres y mujeres negros masacrados, solo se han escrito falsedades calumniando a los miembros del PIC. A ello han contribuido servilmente –por mencionar algunos–  profesionales como la ya mencionada Paula María Luzón Pi, que miente por omisión con un capcioso “no se sabe muy bien qué pasó”. También la Doctora en Ciencias Históricas, Josefina Toledo, se inventa fantasías absurdas, negando la identidad de José Francisco en las fotos de los hechos que han llegado a nuestros días, y con ello ignorando la existencia de numerosa bibliografía que lo confirma, como el Diario de la Marina, a cuyas ediciones de esos días he podido acceder gracias a la colección de la Miami Heritage Colection, que me veo imposibilitado de reproducir aquí por los derechos que la institución tiene sobre esos documentos. 
Evaristo Estenoz
Por su parte el Dr. Rolando Rodríguez, historiador de cabecera de la dictadura castrista, escribió y publicó una ignominiosa separata sobre el tema, que tituló “La conspiración de los iguales”. El libro de Rodríguez es una sarta de falsedades que pretende liberar al hijo del Poeta de su responsabilidad histórica en la masacre, y cuyo autor, incluso admite descaradamente no haberse documentado para hacerlo, ni siquiera leyéndose bibliografías indispensables, como el periódico Previsión, órgano oficial del PIC.
Paradójicamente ese derramamiento de sangre inocente le servirá a Ismaelillo de currículum en 1917 para convertirse en presidente de la Cruz Roja Cubana.
Después de la masacre, el gobierno celebró la “victoria” en el Parque Central, presidida por el presidente Gómez y el propio José Francisco, a la que asistieron funcionarios importantes y los mandos de las tropas que participaron en el conflicto. Fue un banquete por todo lo alto, junto la estatua erigida a José Martí en ese mismo parque, de la que se conserva una foto del hijo al pie del monumento al padre.
Cena de la victoria del ejército después de la matanza de los rebeldes del PIC al pie de la estatua de José Martí en el Parque Central. José Francisco preside la mesa de honor
Por suerte otros escritores como Leonardo Calvo Cárdenas no han cedido a las presiones del poder y han publicado la verdad sin medias tintas. Dice Calvo Cárdenas en su “Elogio a la Ignominia” refiriéndose a un documental de la realizadora Gloria Rolando, que aborda la cuestión y que fue prohibido en La Habana:
“Avanza el año y el documental “1912 Voces para un silencio 2”, de la cineasta Gloria Rolando, no ha sido difundido en los espacios públicos o mediáticos, sin embargo pocos días después de su premier, el racismo corriente y empoderado reafirmó sus posiciones al develar una placa alegórica a José Francisco Martí Zayas Bazán en la sede del Centro de Estudios Martianos, acto en el cual el Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal, afincado en la arrogancia que concede el respaldo del poder afirmó enardecido: “No tenemos nada que ocultar”, en desafiante y evidente respuesta a la mención que se hace en el mencionado documental de la actuación del “Ismaelillo” en los sucesos de la primavera de 1912.
El 20 de mayo pasado al cumplirse el centenario del inicio de la protesta armada del PIC solo una decena de personas acudieron a rendir homenaje a los protagonistas, en aquella angosta calle de La Habana antigua donde fue fundado el PIC en 1908, esa mañana varios activistas antirracistas y líderes del movimiento de derechos humanos fueron detenidos para impedir su participación en el acto.
Este 27 de junio muchos cubanos comprometidos con esos mismos ideales de igualdad y justicia nos proponemos aprovechar la fecha para rendir homenaje a todos los héroes y mártires desconocidos de esta lucha. Es muy posible que en esta ocasión la soberbia y el pánico racista de los gobernantes cubanos se ensañen nuevamente sobre los que se niegan a convalidar con el silencio la intolerancia excluyente que aun impera en nuestra tierra.
Sea cual sea el desenlace de esa mañana de centenario nadie podrá decir que en 2012 faltaron cubanos dispuestos a arriesgarlo todo para reafirmar esa vocación de justicia y rendir tributo a los que honor merecen”.
La Dra. Iraida Calzadilla Rodríguez, a quien califico de verdadera terrorista de la Historia de Cuba, y acomodaticia aplaudidora de la dictadura castrista, en su blog Isla del Sur, se armó un relato absurdo e increíble para instalar una mentira como una casa: la NO participación activa de José Francisco en los actos deleznables del PIC, en la que se atreve a desmentir la identidad del hijo de Martí junto al cadáver de Estenoz, confiriendo identidades falsas a las personas que aparecen en la fotografía y “desapareciendo” como por encanto a José Francisco de la escena, más que contrastada en periódicos documentos y crónicas de la época. Ha tenido Iraida Calzadilla, sin embargo, que asumir su presencia en la foto de la cena en que se celebra la matanza, pero aduciendo que solo “estaba ahí en calidad de invitado”. Son estos los historiadores de pacotilla a los que la propia historia debe silenciar, porque la contaminan con mentiras que de tanto decirlas, terminan convirtiéndose en verdades.
No quiero extenderme más sobre este asunto del que podrán encontrar abundante información en la red, pero recomiendo su estudio a quienes quieran profundizar en la verdad.
En cuanto a José Francisco, se mantendrá en activo como militar hasta julio de 1917, fecha en que se le concederá su retiro de las Fuerzas Armadas. Aceptará por breve tiempo el nombramiento de Secretario de Guerra y Marina con el gobierno de Mario García-Menocal, pero renunciará a él poco después “para no inmiscuirse en los asuntos políticos”.
Pero estamos aún en 1916, y las ansias de brillar y trascender de Pepito no disminuyen. Ahora vive con su anciana madre en la barriada de El Vedado, y sus cargos civiles en el gobierno le permiten viajar al extranjero con frecuencia. Y en París conocerá a la mujer que finalmente lo posicionará en el lugar social que tanto anhela.
Su nombre es Teté Bances, es millonaria, y su encuentro con él la convertirá en una mujer desgraciada, maltratada e infeliz.

oOo

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Author: verified_user

Cubano de nacimiento y catalán de adopción

4 comentarios:

  1. Gracias a ti puedo leer la verdadera historia sin tapujos ni mentiras a calzon quitado, gracias Carlos, excelente escrito

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  2. Esto está sumamente enriquecedory revelador. Es una magistral clase de historia de Cuba. De imprescindible lectura.

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  3. Desde mi punto de vista, es innecesario juzgar la figura de José Francisco más allá de su responsabilidad como ejecutor racista, dado que todo lo demás que se expone creo que no se demuestra (al margen de lo difícil que es investigar acerca de algo acaecido en Cuba) y se queda en la suposición o la interpretación. Sin embargo, me parece muy atinado hacerle justicia a Carmen y humanizar la visión que tenemos de Martí.
    En cualquier caso, he disfrutado muchísimo estas lineas y las agradezco infinitamente. Son necesarias y urgentes para un país al que se le ha arrebatado su memoria. ¡Gracias!

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    1. Cuestión de apreciación querido tocayo. Yo, al contrario que tú, creo TODO LO CONTRARIO. NO SE TRATA DE "JUZGAR", sino de poner las cosas en su sitio -u vuelvo a diferir contigo porque desgraciadamente los hechos que manchan su imagen son fácilmente contrastables, no son nada "difíciles de investigar, esa es justamente la excusa que hasta hoy ha puesto el castrismo y sus sátrapas para "dejarlo todo en la duda". Es absolutamente indispensable que los cubanos sepamos que el Ismaelillo lleno de candor y amor por su padre que nos dibujaron, era un pastiche. Pero agradezco mucho tu visita Carlos. Feliz año.

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