El Carnicero de Artemisa
Por Carlos Ferrera
ÉRASE UNA VEZ, EN UN PUEBLO DE CAMPO...
Artemisa es una pequeña localidad rural y costera en el extremo oriental de la provincia cubana de Pinar del Río. Limita por el norte con Cabañas y Guanajay, con San Antonio de los Baños y Alquízar por el este y con Candelaria por el oeste. Al sur tiene su única salida posible a la libertad, y al mismo tiempo un cuarto muro: el Mar de las Antillas.
Artemisa debe su nombre, según su propia tradición oral, a la hierba
Artemisa (Artemisia Vulgaris o Ambrosia Artemisifolia), una planta medicinal de
olor penetrante e inconfundible, que crecía salvaje allí en otros tiempos, y
era el tesoro verde natural de la patria chica de los artemiseños; su planta
regional: la Yerba Santa.
Pero ya es casi imposible encontrar Artemisia Vulgaris en el pueblo, y hasta el olor de esa santa yerba le resulta desconocido a los nuevos lugareños. Dicen, “sotto voce”, que
es una maldición: Artemisa ha perdido su tesoro botánico ancestral, como castigo por haber gestado en
su seno al más sádico y cruel de sus hijos:
Ramiro Valdés Menéndez.
La trayectoria destructiva de Ramiro emula a la devastadora gesta
militar de Atila, el Huno mítico; tampoco vuelve a crecer la hierba por donde pasa.
Ramiro escribió una tras otra, gran parte de las páginas negras de la historia
de Cuba más reciente, algunas dando la cara, y otras apócrifamente. La suya, de
poderla contar mi amiga Lola Bastos, bailaora y andaluza de raza, diría que “es
la historia de alguien que viene dando por culo desde pequeño, sin que nadie
haya hecho nada por evitarlo”.
Comienza en este bucólico pueblito pinareño costero, donde pronto
nacerán también otros artemiseños ilustres que dejarán huella; Julio Díaz, Ciro Redondo (foto derecha con fusil), Eduardo
García Lavandero (foto inferior) y el estalinista Carlos Rodríguez Careaga. Pero ninguno se le acercará a Ramiro ni de lejos en poder, ni lo igualará en despotismo, crueldad y sangre fría. Tampoco lo aventaja ninguno de los 200 artemiseños que se hicieron mambises: el mensajero de guerra Manuel Valdés, primer
mártir artemiseño, el Coronel Federico Nuñez, el General Alberto Nodarse
Bacallao (miembro del estado mayor de Maceo cuando cayó en San Pedro), el cura de la Iglesia de Artemisa, Guillermo González Arocha, y la escritora y periodista
Magdalena Peñarredonda, Delegada del Partido Revolucionario Cubano en
Pinar del Río, correo del General Maceo y capitana en
el Ejército Libertador.
Todos los hijos pródigos de Artemisa duermen su sueño eterno en el Mausoleo de los Mártires del pueblo, excepto Ramiro Valdés.
El más misterioso de los hombres de la
revolución, continúa dando aliento a su propio mito; el más extraño y sórdido
de sus dirigentes, el más sádico -con permiso del Ché-, el más listo sin ser
brillante, y sin la menor duda, el más fiel de todos los cancerberos de Fidel,
muy a pesar de Raúl.
NACER POBRE PESA MUCHO
Ramiro Valdés abrió los ojos al mundo el 28 de abril de 1932, en una humilde
casita de madera en la periferia de Artemisa, cerca de la estación del tren.
Era hijo de obreros blancos muy pobres; su madre era despalilladora en una tabaquería habanera, a donde viajaba ida y vuelta cada día. Su padre era electricista cuando y donde podía, y eventualmente, cañero de temporada en los centrales azucareros de los alrededores. También era un hombre débil de carácter, cuya personalidad sumisa rápidamente se sometió al carácter fuerte e irrespetuoso de Ramiro, apenas éste arribó a la adolescencia.
Era hijo de obreros blancos muy pobres; su madre era despalilladora en una tabaquería habanera, a donde viajaba ida y vuelta cada día. Su padre era electricista cuando y donde podía, y eventualmente, cañero de temporada en los centrales azucareros de los alrededores. También era un hombre débil de carácter, cuya personalidad sumisa rápidamente se sometió al carácter fuerte e irrespetuoso de Ramiro, apenas éste arribó a la adolescencia.
En este período de su vida se revela ya una enfermedad mental que lo
acompañará siempre: padece ataques esquizoides violentos y durante ellos suele
agredir a quienes le rodean.
Sus padres son sus primeras víctimas, pero nunca podrán tratarle esa
dolencia; no pueden ni soñar con llevarlo a un psiquiatra. Su enfermedad
psicótica dormirá un sueño ligero tras la pubertad, pero aunque sus síntomas
casi desaparecerán del todo en la adultez, no se librará de los brotes
puntuales, que habrá de controlar toda su vida, ya por fin medicado.
A la vez ha ido templando por su cuenta un carácter fuerte, autoritario
y altanero, pero también observador, reservado y analítico. Sigue una rígida
“disciplina moral” para consigo mismo, porque su rebeldía le dificulta cumplir
órdenes de los demás. En su fuero interno, no se siente "un Valdés". De hecho odia ese apellido heredado de su padre, que estigmatiza y hunde a la familia en la oscuridad de los desheredados sin identidad, los bastardos sin nombre.
Ramiro admite haber tenido su primer pensamiento “político” a los 8
años, cuando Batista se presentó como candidato de la Coalición
Socialista-Democrática, ganó los comicios y fue electo presidente. El día que
“El Indio” asumió el poder, el 10 de octubre de 1940, Ramiro recuerda a su
padre maldiciendo a “ese analfabeto oriental”, por manchar con su vulgar
nombramiento una efemérides gloriosa. “Este hombre nos hará más pobres”, le dijo
a su hijo.
Ramiro odió a Batista, desde entonces, con todas sus fuerzas de hijo de bastardo resentido con el mundo, convirtiéndolo en la diana principal de su rencor. Ni imaginaba, que años más tarde, preso en la Cárcel Modelo, ofendería al dictador con las palabras fuertes que aprendió de niño en su pueblo; y mucho menos, que Batista sería su valedor, y que gracias a él recuperaría su libertad y conservaría su vida.
Ramiro odió a Batista, desde entonces, con todas sus fuerzas de hijo de bastardo resentido con el mundo, convirtiéndolo en la diana principal de su rencor. Ni imaginaba, que años más tarde, preso en la Cárcel Modelo, ofendería al dictador con las palabras fuertes que aprendió de niño en su pueblo; y mucho menos, que Batista sería su valedor, y que gracias a él recuperaría su libertad y conservaría su vida.
Pero aún falta tiempo para que ocurra eso. En los 40s, paradójicamente
un hecho infausto proporciona un respiro a la economía cubana: los japoneses
atacan a Pearl Harbor y estalla la Segunda Guerra Mundial. A pesar de estar muy lejos del conflicto, el gobierno cubano da un paso al frente y se posiciona junto a su vecino del norte, aportando lo que puede a las fuerzas anti nazis.
Cuba se alinea con Estados Unidos y contra el Eje, da el visto bueno al
patrullaje naval norteamericano en sus aguas jurisdiccionales, y pone a disposición
de la Armada las bases militares aéreas de su territorio.
Algunos barcos cubanos llegan a escoltar convoys de Estados Unidos, y un par de
buques mercantes de la Isla son víctimas de los U-boat nazis.
Estados Unidos le devolvía el favor a Cuba importando azúcar cubano en
grandes cantidades, que reexportaba a Inglaterra y a Rusia. USA llega a pagarle
a Cuba, a 5.30 dólares el kilo de azúcar, un precio muy ventajoso para la Isla,
que rápidamente repercute en la economía de los sectores vinculados a la
producción de caña.
Concluido el período presidencial en 1944, y sin más remedio que acatar la Constitución que le prohibía reelegirse, Fulgencio Batista deja el poder. Pero su candidato Carlos Saladrigas Zayas pierde las elecciones, así que el General aparca temporalmente sus planes de volver a gobernar, y se marcha a vivir a los Estados Unidos.
Concluido el período presidencial en 1944, y sin más remedio que acatar la Constitución que le prohibía reelegirse, Fulgencio Batista deja el poder. Pero su candidato Carlos Saladrigas Zayas pierde las elecciones, así que el General aparca temporalmente sus planes de volver a gobernar, y se marcha a vivir a los Estados Unidos.
Las cosas les van un poco mejor a los Valdés en Artemisa, pero no tanto
como para satisfacer las expectativas del joven Ramiro. Aunque su padre ha
conseguido abrir una pequeña bodega de barrio, Ramiro deja el colegio sin
llegar al bachillerato y se coloca de despalillador en la tabaquería donde
trabajó su madre.
El 10 de marzo de 1952 se produce el cuartelazo de Fulgencio. De un
plumazo, Batista aumenta el salario de las fuerzas armadas y de la policía (de
67 pesos a 100, y de 91 a 150 respectivamente), se asigna a sí mismo un sueldo
anual superior al del presidente de Estados Unidos (se lo sube de 26.400
dólares a 144.000, 44.000 dólares más que el presidente Truman), inhabilita al
Congreso y pone el poder legislativo a disposición del Consejo de Ministros,
suprimiendo el derecho a la huelga y las garantías constitucionales. Como
colofón, restablece la pena de muerte, prohibida en la Isla desde la
Constitución del 40.
Es más de lo que Ramiro puede soportar.
¿Cómo un campesino inculto y pobre, perdido en una ignota pedanía
rural, llegó a ser la mano derecha del dictador más poderoso de Latinoamérica?
¿Qué tenían que ver un analfabeto bodeguero de pueblo y un estudiante del colegio
de Belén que iba para abogado?
Fidel también había nacido en un pueblo de campo, en el extremo opuesto de la Isla, pero su extracción social era distinta. Tuvo acceso a una esmerada educación en uno de los mejores colegios habaneros, y cursó la carrera de abogacía en la universidad capitalina. Pero también fue pandillero y bravucón en sus años mozos, y empuñó y disparó pistolas en las calles, mucho antes de que Ramiro tocara una con sus manos.
Algo magnético atrajo la atención del belicoso joven pinareño, en ese
hombre de barba rala y exagerada retórica, que amenazaba a Batista sin miedo
desde las lomas de Oriente. Fidel había conseguido encauzar su odio a la
tiranía materializándolo en un grupo de rebeldes indómitos, y se había alzado
en la manigua por la libertad de Cuba.
La rebeldía, la anarquía y la venganza eran el chute de energía que estaba necesitando el guajiro de Artemisa. Fidel era y hacía, todo lo que Ramiro soñaba ser y hacer. Y decidió que su lugar estaba junto a él.
La rebeldía, la anarquía y la venganza eran el chute de energía que estaba necesitando el guajiro de Artemisa. Fidel era y hacía, todo lo que Ramiro soñaba ser y hacer. Y decidió que su lugar estaba junto a él.
Entonces se afilia al Partido Ortodoxo, y en su sede habanera encuentra
por fin el camino a los rebeldes.
Casi enseguida contacta con las redes de
reclutamiento del M-26-7. Él no lo sabe aún, pero buscan voluntarios para su
próxima acción militar: el asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba.
Hay varias postas dispersas en las inmediaciones de la Granjita,
avanzadillas del grupo de rebeldes lideradas por mandos subalternos de Castro destinadas a la vigilancia, y también a recibir a los alzados novatos, pero Ramiro
las evita. Quiere presentarse a Fidel en persona. Espera varios días escondido
en las inmediaciones del lugar para poder verlo, durmiendo a cielo abierto y bajo la lluvia.
Allí lo encuentran los oficiales Jesús Montané Oropesa y Agustín Díaz Cartaya, y
lo llevan en presencia de Castro.
Por fin está al lado de su Dios.
Le resulta muy fácil hacerse notar a partir de entonces, pero pone todo su empeño en ello. Fidel no tarda en centrar su atención en “ese guajirito flaco
que parece un güin”, pero que descolla entre los soldados novatos. Ramiro se
destaca como ninguno en los entrenamientos militares a pesar de su complexión
delgada y su nula preparación militar anterior. Es con diferencia el más rápido y resolutivo de sus compañeros, tiene
excelente puntería y muestra unas dotes innatas para la estrategia y la
inteligencia. Advierte Castro que también el guajirito es reservado y
serio, pero capaz de establecer un liderazgo firme e imponer un mando.
Fidel
necesita como el agua, combatientes iguales a Ramiro.
“¿Valdés, está dispuesto a mandar al grupo y entrar usted primero?”.
Fidel trataba de “usted” a todos sus subordinados, como la mayor parte
de los orientales de entonces, y solo tuteaba a las personas de su círculo
íntimo. Lo hacía un poco para establecer su jerarquía y otro para imponer
respeto. Pero cuando el pinareño respondió que sí, sin dudar, nunca más volvió a
tratar de “usted” a Ramiro.
El propio Ramiro comenta este momento, a Bohemia en agosto del año 1972, cuando
volvió a recordarlo durante una entrevista en ocasión de su 40 cumpleaños:
“Casi enseguida pensé aterrorizado, ¿qué acabo de hacer? ¡De esta no salgo!
Pero se lo dije sin pensar mucho, y también lo hice después, sin pensar mucho…”
Pocas veces se repara en esta primera y definitiva prueba de fe de
Ramiro Valdés a Fidel Castro, que más que una prueba, recordaba la obediencia ciega que deben a su líder los miembros de una secta. Castro envió a Valdés literalmente a la muerte, y éste
aceptó la encomienda totalmente consciente.
¿Cuánto habría de locura faraónica en aquella proposición suicida de
Fidel a su joven soldado? ¿Y cuánto más, en la respuesta en apariencia
irreflexiva y temeraria de éste?
No importaba ya; el abogado y el guajiro se habían flechado mutuamente
para toda la vida.
UN ASALTO ARRUINADO POR FALTA DE ENSAYOS
Ramiro cumple su cometido en el Moncada de forma impecable, y de hecho
tiene un protagonismo importante durante la acción armada.
Pero el asalto en sí, fue una absurda y disparatada sucesión de despropósitos y errores garrafales, que culminó en un clamoroso fracaso, más propio de una comedia de situación que de un evento bélico.
Pero el asalto en sí, fue una absurda y disparatada sucesión de despropósitos y errores garrafales, que culminó en un clamoroso fracaso, más propio de una comedia de situación que de un evento bélico.
El Moncada es de todas, la mayor mentira inventada por Castro, y sus detalles ocultos Ramiro los conoce bien.
En el futuro, Fidel convertirá el incidente en todo lo contrario, dibujándolo como una ficción épica y heroica, la más grande de la Revolución, de la que él habrá sido el líder. Su conmemoración anual será la celebración por excelencia de la nueva Cuba comunista: el 26 de julio.
En el futuro, Fidel convertirá el incidente en todo lo contrario, dibujándolo como una ficción épica y heroica, la más grande de la Revolución, de la que él habrá sido el líder. Su conmemoración anual será la celebración por excelencia de la nueva Cuba comunista: el 26 de julio.
Pero Ramiro sabe bien que aquel operativo de Fidel fue un desastre; que ni
siquiera tuvo en cuenta que era Carnaval, subestimando la vigilancia del
recinto, que había sido redoblada en esas fechas. Ignoraba que en fiestas se
reforzaba el control del cuartel de 6 de la tarde a 6 de la mañana, y que se
cerraban todos sus accesos a cal y canto, excepto el de la entrada principal.
Lo sabía todo Santiago, menos ellos.
Ramiro es perfectamente consciente de que un tercio de los asaltantes
se perdió por las calles adyacentes de la ciudad y nunca llegó a entrar en combate.
Sabe que a Ñico López, ese pobre peón del mercado, “medio comemierdón”, se le olvidó el alicate para cortar la cerca de alambre de púas que rodeaba el cuartel de Bayamo, cuyo ataque simultáneo fue abortado por esta razón paupérrima:
“Siete hombres mirando fijamente una cerca de alambre de púas, sin saber muy bien qué hacer con ella”, escribiría el historiador Rafael Cobos Vera al describir este momento.
Ramiro guarda silencio sobre la historia absurda de Ernesto Tizol, al mando de una camioneta con seis rebeldes a su cargo, que de pronto se pregunta qué rayos hace allí, y decide abandonar a la revolución en ese mismo instante, desertando en mitad del plan. Simplemente desaparece con sus compañeros. Más tarde la historia revolucionaria diría que Tizol se equivocó de ruta, confundiendo la Avenida Las Américas con la avenida Victoriano Garzón, pero realmente el pobre, estaba desertando. Su decisión, demasiado tardía, hizo que le saliera todo mal, porque lo apresaron como a un asaltante más, y como tal lo condenaron. Desventajas que trae desertar a destiempo.
Sabe que a Ñico López, ese pobre peón del mercado, “medio comemierdón”, se le olvidó el alicate para cortar la cerca de alambre de púas que rodeaba el cuartel de Bayamo, cuyo ataque simultáneo fue abortado por esta razón paupérrima:
“Siete hombres mirando fijamente una cerca de alambre de púas, sin saber muy bien qué hacer con ella”, escribiría el historiador Rafael Cobos Vera al describir este momento.
Ramiro guarda silencio sobre la historia absurda de Ernesto Tizol, al mando de una camioneta con seis rebeldes a su cargo, que de pronto se pregunta qué rayos hace allí, y decide abandonar a la revolución en ese mismo instante, desertando en mitad del plan. Simplemente desaparece con sus compañeros. Más tarde la historia revolucionaria diría que Tizol se equivocó de ruta, confundiendo la Avenida Las Américas con la avenida Victoriano Garzón, pero realmente el pobre, estaba desertando. Su decisión, demasiado tardía, hizo que le saliera todo mal, porque lo apresaron como a un asaltante más, y como tal lo condenaron. Desventajas que trae desertar a destiempo.
Ramiro Valdés puede mirar hoy a Raúl Castro de frente -me lo paso en grande imaginando esta escena-, y decirle en su cara que es MENTIRA que liderara el grupo de asalto al Palacio de Justicia, como está escrito en todos los
libros de historia de la Revolución.
De hecho, Ramiro sabe muy bien que la presencia de
Raúl en Santiago, en vísperas del ataque, fue totalmente casual, y su participación, mínima y meramente accidental. Valdés sabía por el propio Fidel, que su hermano menor estaba en la ciudad de
visita privada en casa de José Luis Tassende y su familia, no tenía ni idea
del plan que se gestaba en la Granjita, y mucho menos estaba invitado a
participar en él.
Raúl, simplemente, no sabía que su hermano atacaría el
Moncada, por extraño que pueda parecer. Da sobradas pruebas de ello el Dr. Antonio de la Cova, catedrático y profesor de historia de la Universidad de Indiana, en su revelador ensayo "Ataque al Moncada", que aconsejo.
Fidel reacciona con contrariedad al ver llegar a su hermano menor sin aviso previo a la
granjita Siboney, poco antes de la operación. Lo coloca precipitadamente en el
grupo de menor riesgo, a las órdenes de Léster Rodríguez. Es Léster y no Raúl, quien tiene la misión desde la retaguardia, de ocupar el edificio del Palacio de Justicia, al lado del
cuartel Moncada. Raúl será solo uno de sus subordinados.
Pero nadie midió antes la altura del muro que rodeaba el Palacio de
Justicia, y simplemente, el grupo de Léster con Raúl incluido, no pudo disparar
ni un solo tiro, porque no veían el blanco. Cuando Raúl fue apresado, fue
sometido a la prueba de parafina para comprobar si había disparado un arma.
Resultó negativa; no dio ni un tiro al aire en el Moncada.
El rol de Fidel durante los hechos es de un patetismo aún mayor: Pese a empuñar todo el tiempo un arma durante
el asalto (hay quien dice que una escopeta
calibre 22, y otros que una pistola Luger), tampoco apretó el gatillo ni una vez. En cambio, se tiró todo
el asalto dando vueltas en su jeep, intentando reagrupar a los asaltantes dispersos
y perdidos por los patios de las casas del reparto militar, a 10 cuadras del
conflicto. Por allí se quedó hasta el fin de la fiesta y fue lo más cerca que
estuvo del Cuartel Moncada: a 1 km.
Ya detenido y conducido a la cárcel de Boniato, Fidel es el único de
los prisioneros que se niega a que le sea practicada la prueba de la parafina,
para saber si había disparado un arma de fuego. La parafina pondría en tela de
juicio su “heroísmo”, evidenciando que no había disparado ni una bala.
Negándose a ella, evitaba su desprestigio como líder y al mismo tiempo obligaba
al tribunal a asumir que sí lo había hecho. Honor salvado.
Así que, Raúl no participa en el conato y Fidel no se expone, pero
Ramiro Valdés, junto a José Ponce y Jesús Montané, tienen una actuación
heroica, y son los últimos en abandonar el cuartel bajo los tiros. Ramiro queda
herido levemente.
LA CÁRCEL PANÓPTICA
DE ISLA DE PINOS
La inmediata reacción de Batista y la puesta en marcha de una
investigación, culmina con la detención de Fidel y 25 de sus hombres pocos días
después. Ramiro es juzgado junto a sus compañeros por el Tribunal de Urgencia
de Santiago de Cuba, y condenado a prisión.
El 12 de octubre de 1953 el Ministro de Gobernación, Ramón Heredia,
dispone que los condenados del Moncada sean trasladados al Reclusorio Nacional
de la Isla de Pinos.
La sentencia del Tribunal ordena además que los reclusos cumplan la pena en un recinto separado de los presos comunes.
La sentencia del Tribunal ordena además que los reclusos cumplan la pena en un recinto separado de los presos comunes.
El 14 de octubre, Fidel, Raúl, Ramiro, Almeida y el resto de los
rebeldes condenados, son trasladados bajo fuerte custodia en aviones militares
DC-3, desde Oriente hasta Isla de Pinos. Al llegar al presidio panóptico, -llamado así porque la disposición circular de sus módulos permite visuales panorámicas a las celdas-, Ramiro
y sus compañeros son enviados a una sala separada de la zona de presos comunes
por una pared de ladrillos, recién terminada de levantar para ese fin. Aún el
cemento está fresco.
Durante los dos meses siguientes, Ramiro lidera o protagoniza varias protestas,
“bullas” y acciones de resistencia contra la dirección del penal, que tienen su punto
culminante el 24 de diciembre, cuando junto a sus compañeros, se niega a
consumir la cena de Navidad, en protesta por los asesinatos cometidos por el
ejército y la guardia rural durante los sucesos del Moncada. Ramiro gritará
durante toda la noche y a todo pulmón desde su celda de castigo:
“¡Métete la
cena de Navidad por el culo, Fulgencio Batista!”.
DESPIERTA EL LOCO
La fuerte tensión nerviosa y el encierro, despiertan en Ramiro otra vez
a un viejo fantasma de la infancia: los ataques esquizoides. Sufre dos seguidos
en su celda, en el segundo de los cuales agrede a su compañero y también a los
guardias que intentan reducirlo. También se rompe la cabeza por varias partes.
Ramiro es trasladado entonces al hospital del penal e internado allí como enfermo psiquiátrico. Por primera vez se le diagnostica oficialmente un trastorno psicótico severo, y es separado del resto de los rebeldes.
El 12 de febrero de 1954, Batista en persona se presenta en el penal para inaugurar una flamante planta eléctrica. Conocedor de la visita, Ramiro desde su celda entona a voz en cuello la Marcha del 26 de Julio y es secundado poco a poco por sus otros compañeros, entre ellos Fidel y Raúl.
Ramiro es trasladado entonces al hospital del penal e internado allí como enfermo psiquiátrico. Por primera vez se le diagnostica oficialmente un trastorno psicótico severo, y es separado del resto de los rebeldes.
El 12 de febrero de 1954, Batista en persona se presenta en el penal para inaugurar una flamante planta eléctrica. Conocedor de la visita, Ramiro desde su celda entona a voz en cuello la Marcha del 26 de Julio y es secundado poco a poco por sus otros compañeros, entre ellos Fidel y Raúl.
Cuentan que Batista prestó atención a la letra visiblemente molesto, y
preguntó que quiénes cantaban. Luego abandonó rápidamente la penitenciaría de
muy mal humor. Minutos más tarde, Ramiro sería severamente escarmentado con un
interrogatorio pródigo en guantazos, junto a Fidel Castro, Israel Tápanes,
Ernesto Tizol (que al final, cayó como si no se hubiera arrepentido), y Agustín
Díaz Cartaya. Me habría encantado participar.
Ramiro Valdés es confinado entonces durante dos meses al Pabellón No. 2
reservado a los enfermos mentales, pero antes pasa 15 días en una oscura celda
de castigo de 2 x 1.5 m, donde apenas puede ponerse de pie muy encorvado.
Cuando cumple su penitencia, regresa con sus compañeros al panóptico, magullado
y flaco. Fidel lo recibe con un abrazo, que ya es de hermano, no de amigo.
EL ELEGIDO
A excepción de Sor Mercedes, la Madre Superiora del Convento habanero de la Inmaculada que veló por el grupo de rebeldes durante los dos años de encarcelamiento, y que era el contacto de Castro con su mujer Mirtha Díaz-Balart y su hijo Fidelito, solo Ramiro estaba al corriente de su vida personal, e incluso de sus amoríos con la otra mujer que ocupaba su corazón: Natalia Revuelta. Por alguna razón Fidel confió sus secretos más íntimos a un campesino desconocido.
A excepción de Sor Mercedes, la Madre Superiora del Convento habanero de la Inmaculada que veló por el grupo de rebeldes durante los dos años de encarcelamiento, y que era el contacto de Castro con su mujer Mirtha Díaz-Balart y su hijo Fidelito, solo Ramiro estaba al corriente de su vida personal, e incluso de sus amoríos con la otra mujer que ocupaba su corazón: Natalia Revuelta. Por alguna razón Fidel confió sus secretos más íntimos a un campesino desconocido.
También era Ramiro quien único sabía los planes que Castro barruntaba
para cuando saliera en libertad. Tanta confianza del Rey depositada en él sobre asuntos a los que no tenían acceso oficiales de más antigüedad y graduación,
incluido su propio hermano, permiten afirmar que en la cárcel pinera, Fidel
Castro y Ramiro Valdés sellaron una alianza poderosa (y peligrosa) que duraría toda la vida.
La de Ramiro fue quizás la única amistad del todo incondicional y
sincera que tuvo Fidel a lo largo de su existencia, y una de las más
prolongadas en el tiempo. Tanto así, que el artemiseño es la única persona que
ha osado levantarle la voz al monstruo, sin morir después. Pero aún no ha
llegado ese momento.
AMNISTÍA NO ES PERDÓN
A finales del 54 cobró fuerza en Cuba un movimiento nacional, transversal a todas las fuerzas vivas del país, que reclamaba una amnistía general para todos los presos políticos, que incluyese a los asaltantes del Moncada.
El 10 de marzo de 1955, en plenas fiestas conmemorativas del tercer
aniversario del golpe de estado batistiano, se presentan dos proyectos de
amnistía general en ambas cámaras del Congreso, y son aprobadas. El 6 de mayo
Batista firma la Ley de amnistía que pone en libertad a todos los presos
políticos, incluidos los asaltantes del Moncada.
La amnistía del 55 le abre pues, las puertas a la libertad a Fidel y el
resto de los rebeldes. Se escapa así también con ellos cualquier intento de hacer verdadera justicia con la banda durante el próximo medio siglo. Pero el Ramiro eufórico de la foto que abandona
sonriente el Presidio Modelo junto a Castro, ya no es el jovencito bravucón que
llegó a Santiago tres años atrás buscando a su ídolo. Ahora es su cancerbero, su mano derecha, sus oídos y sus ojos. Es en la práctica, su verdadero
guardaespaldas. Y así será el resto de su vida.
Pero es pronto para conocer al Ramiro más temible. Se acerca ahora el ajetreado exilio mexicano, los preparativos
del Granma en tierra azteca, el desembarco, la Sierra, el triunfo y toda la
rumba posterior.
Se acerca también el Ramiro mujeriego, cabaretero e infiel, su vida
privada tras los muros de su casa, sus hijos, sus tristezas, sus grandes crímenes, sus manías,
sus placeres, sus mujeres... y sus enemigos.
Lo trillaremos todo en el próximo capítulo.
Fascinante, como siempre...
ResponderEliminarBueno, muy bueno. Como siempre, y como ya estamos acostumbrados: REAL!
ResponderEliminarEste es uno de los personajes que más me ha llamado la atención siempre. Apenas mencionado por la historia oficialista, pero protagónico como solo sabes desenmascararlo. Todavía hace un año andaba cazando búfalos por "la guabina" en Pinar del Río (y llevándolo en su coche para consumo personal).....
ResponderEliminarSi hay que enseñar y debe hacerse, cómo de la mediocridad, de lo "no saberse buscar la vida", "del que nace pa'peseta no sabe llegar al peso", "del aprendiz de todo y maestro de nada", pero con la habilidad de percibir que "a río revuelto ganancia de pescadores" y poder "olfatear su río revuelto", se pueden llenar las ambiciones insatisfechas del poder absoluto, jugar con él (el poder) casi a su antojo, sin escrúpulos, se debe usar entonces este ensayo histórico como texto imprescindible!!!!
ResponderEliminarEsperamos ansioso su continuación que le auguro más brillo aún!!!!
Fascinante relato que me habria gustado saber 25 años atras cuando apenas con 17 conoci a Mario Chanes de Armas, uno de los que esta en la foto junto a Fidel saliendo del Penal. Mario paso 30 años preso en Cuba. Me conto cosas de la epoca, pero he olvidado muchas. A esa edad no ponia mucha atencion a la historia, mas bien al futuro. Futuro que nunca llego y que muy probablemente nunca llegara
ResponderEliminar¿Mario Chanes? Harías bien en contarme cosas de esa familia... los CHANES DE ARMAS.
EliminarSammy tambien yo pase por lo mismo. No ponia atencion y solo miraba al futuro que solo me llego con 44 años al irme de Cuba.
EliminarVoy a tratar de buscar informacion. Yo lo conoci cuando salio de la prision. Estaba bien viejito y bastante malito, imaginate 30 años porque nunca acepto ni que lo mandaran a correccional ni libertad condicional. No recuerdo bien porque fue su causa, pero si se que fue todo fabricado por Agapito porque Mario le reprocho haber engañado a todos con el comunismo. Poco despues se fue a Miami, alla vi una vez un video de el. Y segun tengo entendido ya murio. Pero voy a indagar a ver que te consigo
ResponderEliminarthanks a lot babe...
EliminarEsto es genial ... Cómo hecha luz a los huecos oscuros de la involución cubana... Me falta entender que pasó en el 30, espero que un día lo expliques Carlitos. �������� Y soy yasmani.
ResponderEliminarno entiendo lo del 30 papucho
EliminarHay algunas semejanzas entre este personaje y Fouché en la Francia de Napoleón. El déspota nunca lo consideró un amigo pero sabia la importancia de tenerlo de su lado. Supongo que el sátrapa de Birán ya sabía esa lección.
ResponderEliminarsiempre ha sido llamado EL FOUCHÉ CUBANO
EliminarOye Charlie cuando vuelves al facebú?
ResponderEliminarEl 22
EliminarWow ...Interesante de veras...desde el punto de vista medico...su mirada siempre fue de temer...ya si veía yo que tenia mirada penetrante, terrorífica...uno dice dictadura, pero la magnitud de estos terroristas asesinos se desconoce realmente....con inquietud espero el siguiente capitulo como quien ve The Vampires Diaries, cuando crees que ya conociste al malo, aparece otro peor...
ResponderEliminarGracias amorrr
EliminarEsto es como la novela de sector 40,,jaja espectacular,no me quedan uńas!! Esperando el proximo capitulo.
ResponderEliminarJajajajajajaja...y se pone peor...
EliminarLlego y me doy banquete. Poco que agregar. Espero continuación. Un abrazo siempre Carlos.
ResponderEliminaryo encantao
EliminarAhora viene lo bueno. Gracias, Carli! Es maravilloso...
ResponderEliminarCarlos, cuando tengas tiempo mira una breve nota que acerca de este tema te puse en el Mensajero de tu facebook. Saludos y gracias, por la importante labor que desarrollas. Saludos
ResponderEliminarPAPUCHO CUÁNDO LA II PARTE....POR FAVOR MI VIDA.
ResponderEliminarCuando se publicará el segundo capitulo?
ResponderEliminarRecien participo de estas narraciones, nunca es tarde, son historias muy reales, mejor que la de los libros de historia escolares. Gracias por compartir. En espera de la 2da parte
ResponderEliminarAlguien que me ayude a leer la segunda parte...no la encuentro. Pueden enviarla a mi Messenger: Marlon Garcel Su. Muchas gracias....
ResponderEliminarDónde puedo leer la 2 da parte?
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