Por Carlos Ferrera
- ¿Qué fumas?
- Un puro Doña Dolores…
- ¿Tabaco?
- Eso.
- Yo fumo mucho también…
- ¿Cigarros?
- No no. Marihuana.
- ¡Me sorprende usted!
- Fumaba desde que vivía en Gallarta. Y después en Musques. Siempre he fumado mucho.
- Me deja sin palabras
- Soy muy marihuanera.
- Nunca me lo hubiera imaginado.
- Pues sí. Julián mi primer marido, también fumaba que te cagas.
- ¡No me diga Doña!
- Y Paco el segundo también. Teníamos plantaciones, nos daba hasta para vender.
- Qué fuerte.
- Hemos sido proveedores de marihuana en todo Vizcaya. Toda la zona de Abanto y la Ciérvana… distribuíamos por allí.
- Qué bárbaro…
- Gracias a eso pude publicar “El minero vizcaíno”, si no de qué…
- Ya.
- El mundo editorial es muy duro. Nada es gratis.
- Nada.
- Y los mineros siempre han sido muy adictos. Se les engancha y después se les vende lo que sea.
- Ya. Pero es un negocio peligroso.
- Yo no le tengo miedo a nada. ¿No has visto qué brazos tengo?
- Sí sí, se le ve fuerte.
- Estoy troncúa. Largo unas hostias...
- Qué barbaridad. Digo, ¡qué bien!
- Tú fíjate que estás ahora mismo muerto de frío con ese abrigo de pelo, y yo estoy divina, totalmente veraniega.
- Soy muy friolero.
- Pues la marihuana te calienta. Y el marxismo sin marihuana es como una paella sin pollo.
- Nunca lo había visto desde esa perspectiva.
- Marx se ponía ciego de porros, ¿lo sabías?
- Empiezo a aprender marxismo ahora…
- Se colocaba como un piojo. Por eso pudo escribir El Capital. Si no, de qué…
- Ya…
- Yo es que lo veo todo clarísimo siempre. La marihuana te aclara.
- Qué bien.
- Deberías fumarla tú también. El tabaco es una mariconada capitalista, no sé si eres consciente.
- Es que la marihuana me marea un poco. No me concentro para pronunciar mis discursos.
- Mariconadas, mariconadas. La marihuana es cosa de hombres. Por eso yo la fumo sin parar.
- Pues… se ve que le sienta bien.
- De cojones. Y en Cuba tenéis un clima estupendo, se te daría divinamente. Puedo mandarte semillas. Tengo una Xátiva que te mueres.
- Me lo pensaré Doña Dolores…
- ¡Déjate ya de Doña Dolores coño! ¡A mí llámeme Pasionaria!
- Perdone. La trato de Doña por respeto…
- ¡Qué coño respeto ni hostias! ¡El respeto es una categoría filosófica capitalista!
- Tiene razón.
- Nosotros los rojos no respetamos nada. ¡Aquí todos somos camaradas, joder!
- Sí, sí, compañera Pasionaria…
- ¡Camarada, camarada Pasionaria! ¡Es un escalón más que compañera!
- Pues eso, ¡camarada!
- Vosotros os llamáis “compañeros” porque estáis empezando en esto, pero aquí ya hay clases chaval…
- Entiendo, entiendo. Acabamos de triunfar, tenemos mucho que aprender.
- Tenéis que aprender a matar capitalistas, básicamente. A saco.
- Ya.
- Os aconsejo una campaña de exterminio. Todo lo que huela a capitalista en Cuba, paredón. Os puedo asesorar en eso. Le sé un huevo al negocio.
- No sabe lo que se lo agradeceré. Su ayuda desinteresada será importante para nosotros.
- No he dicho que sea desinteresada.
- Ah…
- Os cobraré sólo unos cuantos milloncejos de pesetas de nada.
- Vaya…
- Pero os saldrá a cuenta. Soy experta en eliminar capitalistas. Los olfateo a kilómetros. Y los mato como a ratas.
- Pues lo valoraremos, y si eso… ya la llamaré.
- Pero llámame, no me hagas como Ceausescu, que me dejó esperando.
- No no, yo la llamo, se lo prometo.
- Y recuerda, todo lo que huela a yanqui, paredón. Sin juicios ni hostias.
- Entendido camarada Pasionaria…
- Para ti desde ahora, La Pasi. Me caes bien.
- Gracias, Pasi.
- Y yo te llamaré Mi Pichón.
- Bueno…
- Cojonudo. Me encantáis los hombres de Cuba. Sois muy atractivos.
- Gracias…
- Y sexualmente, unos enfermos.
- (…)
- Unos enfermotes.
- (…)
- Tú debes ser buena cama… tienes cara de enfermote, mi pichón…
- Este… ¿quiere que le traiga algo? ¿Un vaso de agua?
- ¡Qué agua ni qué hostias! Tráeme un vaso de oporto.
- ¿Lleno?
- ¿Me lo vas a traer vacío, cojones? ¡Claro que lleno! Hasta el borde.
- ¿Bebe usted mucho?
- Como una cosaca. Aprendí a beber en Gallarta. Y después en Musques. Los vascos bebemos mucho.
- Supongo… por el frío.
- Ni frío ni cojones. Bebemos por beber.
- Ah…
- Julián bebía que era un primor. Y Santiago Carrillo también.
- No me diga
- Santiago es un cachondo. Es una lástima que ya no salgamos como antes.
- ¿Y eso?
- Se ha puesto viejo. Pero antes lo pasábamos muy bien.
- Me imagino. Mucho tiempo trabajando juntos para el Partido…
- ¡No no! ¡Lo nuestro era joder! ¡Beber y joder!
- Vaya por Dios…
- Y nos encantaban los juegos de rol.
- ¿Sí?
- ¿Os gustan en Cuba los juegos de rol?
- No. Tenga en cuenta que estamos en 1963…
- Es cierto. Os queda aún mucho por aprender.
- Estamos aprendiendo…
- Pues yo me tiro días jugando juegos de rol con Santiago. El hace de Hitler y yo de Mussolini, y nos lo pasamos de escándalo matando judíos juntos. A veces llamamos a Ho Chi Minh, y entonces ya es la hostia. ¡Unas risas! Y mucha marihuana.
- ¿Ho Chi Minh también es marihuanero?
- Claro hijo, el Jochi es como el Bob Marley de Hanoi. Gracias a eso manda en Viet Nam. Si no de qué…
- No sabía…
- Eres muy ingenuo para ser comunista. Tienes que espabilar.
- Lo intento…
- La marihuana vietnamita es de alta calidad y te aguza los sentidos.
- ¿Sí?
- Si quieres puedo hablar con el Jochi para que nos traiga unos esquejes. Y así de paso os presento, fumamos un poco y vamos haciendo pandi.
- Si insiste... . será divertido fumar unas caladas.
- Mucho. Bueno... ¿me traes ese oporto, mi pichón?
- Voy. Es que no se me enciende el puro.
- Deja esa mierda y hazte un porro. Tengo un poco aquí.
- Bueno…
- Verás que guay, mi pichón.
- Un puro Doña Dolores…
- ¿Tabaco?
- Eso.
- Yo fumo mucho también…
- ¿Cigarros?
- No no. Marihuana.
- ¡Me sorprende usted!
- Fumaba desde que vivía en Gallarta. Y después en Musques. Siempre he fumado mucho.
- Me deja sin palabras
- Soy muy marihuanera.
- Nunca me lo hubiera imaginado.
- Pues sí. Julián mi primer marido, también fumaba que te cagas.
- ¡No me diga Doña!
- Y Paco el segundo también. Teníamos plantaciones, nos daba hasta para vender.
- Qué fuerte.
- Hemos sido proveedores de marihuana en todo Vizcaya. Toda la zona de Abanto y la Ciérvana… distribuíamos por allí.
- Qué bárbaro…
- Gracias a eso pude publicar “El minero vizcaíno”, si no de qué…
- Ya.
- El mundo editorial es muy duro. Nada es gratis.
- Nada.
- Y los mineros siempre han sido muy adictos. Se les engancha y después se les vende lo que sea.
- Ya. Pero es un negocio peligroso.
- Yo no le tengo miedo a nada. ¿No has visto qué brazos tengo?
- Sí sí, se le ve fuerte.
- Estoy troncúa. Largo unas hostias...
- Qué barbaridad. Digo, ¡qué bien!
- Tú fíjate que estás ahora mismo muerto de frío con ese abrigo de pelo, y yo estoy divina, totalmente veraniega.
- Soy muy friolero.
- Pues la marihuana te calienta. Y el marxismo sin marihuana es como una paella sin pollo.
- Nunca lo había visto desde esa perspectiva.
- Marx se ponía ciego de porros, ¿lo sabías?
- Empiezo a aprender marxismo ahora…
- Se colocaba como un piojo. Por eso pudo escribir El Capital. Si no, de qué…
- Ya…
- Yo es que lo veo todo clarísimo siempre. La marihuana te aclara.
- Qué bien.
- Deberías fumarla tú también. El tabaco es una mariconada capitalista, no sé si eres consciente.
- Es que la marihuana me marea un poco. No me concentro para pronunciar mis discursos.
- Mariconadas, mariconadas. La marihuana es cosa de hombres. Por eso yo la fumo sin parar.
- Pues… se ve que le sienta bien.
- De cojones. Y en Cuba tenéis un clima estupendo, se te daría divinamente. Puedo mandarte semillas. Tengo una Xátiva que te mueres.
- Me lo pensaré Doña Dolores…
- ¡Déjate ya de Doña Dolores coño! ¡A mí llámeme Pasionaria!
- Perdone. La trato de Doña por respeto…
- ¡Qué coño respeto ni hostias! ¡El respeto es una categoría filosófica capitalista!
- Tiene razón.
- Nosotros los rojos no respetamos nada. ¡Aquí todos somos camaradas, joder!
- Sí, sí, compañera Pasionaria…
- ¡Camarada, camarada Pasionaria! ¡Es un escalón más que compañera!
- Pues eso, ¡camarada!
- Vosotros os llamáis “compañeros” porque estáis empezando en esto, pero aquí ya hay clases chaval…
- Entiendo, entiendo. Acabamos de triunfar, tenemos mucho que aprender.
- Tenéis que aprender a matar capitalistas, básicamente. A saco.
- Ya.
- Os aconsejo una campaña de exterminio. Todo lo que huela a capitalista en Cuba, paredón. Os puedo asesorar en eso. Le sé un huevo al negocio.
- No sabe lo que se lo agradeceré. Su ayuda desinteresada será importante para nosotros.
- No he dicho que sea desinteresada.
- Ah…
- Os cobraré sólo unos cuantos milloncejos de pesetas de nada.
- Vaya…
- Pero os saldrá a cuenta. Soy experta en eliminar capitalistas. Los olfateo a kilómetros. Y los mato como a ratas.
- Pues lo valoraremos, y si eso… ya la llamaré.
- Pero llámame, no me hagas como Ceausescu, que me dejó esperando.
- No no, yo la llamo, se lo prometo.
- Y recuerda, todo lo que huela a yanqui, paredón. Sin juicios ni hostias.
- Entendido camarada Pasionaria…
- Para ti desde ahora, La Pasi. Me caes bien.
- Gracias, Pasi.
- Y yo te llamaré Mi Pichón.
- Bueno…
- Cojonudo. Me encantáis los hombres de Cuba. Sois muy atractivos.
- Gracias…
- Y sexualmente, unos enfermos.
- (…)
- Unos enfermotes.
- (…)
- Tú debes ser buena cama… tienes cara de enfermote, mi pichón…
- Este… ¿quiere que le traiga algo? ¿Un vaso de agua?
- ¡Qué agua ni qué hostias! Tráeme un vaso de oporto.
- ¿Lleno?
- ¿Me lo vas a traer vacío, cojones? ¡Claro que lleno! Hasta el borde.
- ¿Bebe usted mucho?
- Como una cosaca. Aprendí a beber en Gallarta. Y después en Musques. Los vascos bebemos mucho.
- Supongo… por el frío.
- Ni frío ni cojones. Bebemos por beber.
- Ah…
- Julián bebía que era un primor. Y Santiago Carrillo también.
- No me diga
- Santiago es un cachondo. Es una lástima que ya no salgamos como antes.
- ¿Y eso?
- Se ha puesto viejo. Pero antes lo pasábamos muy bien.
- Me imagino. Mucho tiempo trabajando juntos para el Partido…
- ¡No no! ¡Lo nuestro era joder! ¡Beber y joder!
- Vaya por Dios…
- Y nos encantaban los juegos de rol.
- ¿Sí?
- ¿Os gustan en Cuba los juegos de rol?
- No. Tenga en cuenta que estamos en 1963…
- Es cierto. Os queda aún mucho por aprender.
- Estamos aprendiendo…
- Pues yo me tiro días jugando juegos de rol con Santiago. El hace de Hitler y yo de Mussolini, y nos lo pasamos de escándalo matando judíos juntos. A veces llamamos a Ho Chi Minh, y entonces ya es la hostia. ¡Unas risas! Y mucha marihuana.
- ¿Ho Chi Minh también es marihuanero?
- Claro hijo, el Jochi es como el Bob Marley de Hanoi. Gracias a eso manda en Viet Nam. Si no de qué…
- No sabía…
- Eres muy ingenuo para ser comunista. Tienes que espabilar.
- Lo intento…
- La marihuana vietnamita es de alta calidad y te aguza los sentidos.
- ¿Sí?
- Si quieres puedo hablar con el Jochi para que nos traiga unos esquejes. Y así de paso os presento, fumamos un poco y vamos haciendo pandi.
- Si insiste... . será divertido fumar unas caladas.
- Mucho. Bueno... ¿me traes ese oporto, mi pichón?
- Voy. Es que no se me enciende el puro.
- Deja esa mierda y hazte un porro. Tengo un poco aquí.
- Bueno…
- Verás que guay, mi pichón.
Jjjkk...
ResponderEliminarGenial!
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