sábado, 18 de noviembre de 2017

BETTY DAVIS, LA REINA SIN CORONA DEL FUNKY

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Se me hace que hoy también es un buen día para desempolvar a Betty Davis, en buena lid, la mejor voz femenina de funky que hubo y probablemente habrá jamás en la historia de la música. 
Nacida Betty Mabry en Pensilvania en 1945, esta Betty nada tiene que ver con Bette la actriz, pero pudo llegar a ser al funky lo que la otra al cine, de haber tenido dos dedos de frente, un poco menos de fuego uterino, y un carácter más atemperado y menos indomable. 

Y también (ha de reconocerse), si hubiera recibido un tratamiento menos pacato y moralista por parte de la industria de la música de su tiempo. Betty fue, resumiendo, una cantante fuera de liga, pero bruta como un arado para vivir su vida, que al final se convirtió en víctima fácil de una sociedad machista, intolerante e hipócrita.


Pionera y reina única e indiscutible del género mientras estuvo en el bombo, cuando Betty llegó al funky, ya mandaba allí George Clinton y su charangón Funkadelic. Ella era un desastre de chica que había tirado tiempo atrás los convencionalismos a la basura junto a sus sujetadores, ("tetas libres, mujer libre", arengaba), pero también una vocalista insólita y superdotada, una compositora brillante, un animal de la escena y un impagable show visual en sí misma. 

Betty fue una Amy Winehouse de los 70, con paralelismos muy curiosos con la inglesa de Camden.
Lo consiguió todo con su envidiable voz rota, su talante transgresor, y su funk primitivo y ácido, que siempre consideró "el verdadero funky, y no las mariconadas melódicas de Chic y Daft Punk". Betty ya nació como artista siendo grande, desde su debut apoteósico con los músicos que le prestó Santana, hasta el día en que dijo adiós a los escenarios, harta de pelearse con el mundo de la música, que para ser sinceros, también empezaba a ignorarla.
Se casó con Miles Davis, del que adoptó el apellido, y que se enamoró de ella hasta los huesos poniendo el mundo a sus pies, a pesar de que ella lo engañó con su amigo Jimmy Hendrix, aunque jamás lo reconoció (él sí tuvo que contárselo a su mujer). 
Pero en los albores de los 70s, cuando recién los negros empezaban a estar un poco mejor considerados, su proyección calenturienta y brutalmente sexual en el escenario fue demasiado fuerte para la moralina de los Estados Unidos.
Betty era una mujer negra que se autoproclamó libre para hacer lo que le viniera en gana con su vida y con su cuerpo, cuando ni siquiera las blancas podían hacerlo. Era demasiado sucia para los negros y demasiado negra para los blancos. "Interpretaba" sus canciones de contenido erótico -y con frecuencia pornográfico-, con una gestualidad tan explícita que haría palidecer hoy de vergüenza ajena a la más descarada estrella del porno.
Su vida guarda grandes paralelismos con la de Amy Winehouse, aunque fue lo suficientemente lista como para no terminar como ella.
No había lugar para las chicas malas a comienzos de los años setenta, pero Betty ponía el sexo por delante: maullaba, gruñía y reclamaba tomar el mando, que era patrimonio masculino. Escribía letra y música de todas sus canciones (como Amy) extraídas de sus miserias personales (como Amy) pero era demasiado feroz para un tiempo en que las compositoras debían ser tiernas universitarias (como Joni Mitchell) y no panteras de habitaciones de hotel, o autodestructivas muñecas rotas (como Janis Joplin), ni dominantes y agresivas tigresas devorahombres (como Betty). Betty había llegado al showbussines medio siglo antes, y pagó carísimo ese desfase en el tiempo.
Offical TSSD Trailer from Betty Dee on Vimeo.
Nunca se quedó callada ante un ataque hostil, aunque viniera del dueño de Motown, al que le sugirió que se metiera su disquera por el ano, o de la Primera Dama de los Estados Unidos, "esa blanca mal follada", dijo de ella un día, cuando aquélla la calificó de mujer liviana. Y si la prensa arremetía contra ella, vomitaba un disco entero "Dedicated to the press", que no escatimaba en calificativos terribles para sus detractores en los medios.
Betty ha llegado a los 73 años después de grandes coqueteos con las drogas y siendo portadora del HIV. Vive escondida de esa prensa en su Pensilvania natal, a donde regresó después de jurar que jamás volvería a cantar. En su último concierto dijo: "parece que Mick (Jagger) puede tocarse las pelotas en escena y eso lo convierte en un machote, pero yo no puedo hacerlo con mi vagina sin que me llamen puta. No puedo trabajar en un mundo tan estúpido".

Su carrera malograda, fue básicamente la historia de su errático y rebelde paso por la vida. No le importó entonces, ni le importó después limpiar su honra denostada de mujer, porque la de cantante y artista inigualable, la conservaba intacta. 
Quizás si hubiera nacido medio siglo después, hoy Betty sería ese híbrido explosivo de Madonna y Prince que aventuró Miles Davis.
Y estaría en lo más alto, sin dudas. ¿O no? Quizás seguimos siendo tan hipócritas como en los 70s.

Escúchen a Betty. Y juzguen.

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Author: verified_user

2 comentarios:

  1. Este como que se me habìa escapado, no me canso de leerte, me robas!

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    1. ¿Cómo así, si tú estás siempre a la que se cae con lo que publico? Jajajajaja

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