«El
bailarín que aquí ves,
tiene una rara torpeza,
destruye con la cabeza
lo
que hace con los pies».
Nicolas
Guillén,
(otro
que bien bailaba)
No firmo esta crónica, porque los datos –y los hechos– que
me han servido para escribirla, provienen de un cóctel de textos resumidos del
libro de Isis Wirth y Jean-François Bouthors "La Bailarina y El Comandante",
algunos pasajes de "La Historia Secreta del Ballet de Cuba" de
François Bourin, y varios testimonios personales de ex bailarines de la
compañía del BNC, amigos cercanos desde hace muchos años, cuyas identidades no
debo revelar, más aún, siendo esto totalmente innecesario.
Isis Wirth escribió otro libro que me conmovió, y a la vez me
llenó de indignación, “Después de Giselle”. Tenía la fuerza de su testimonio
personal, porque la escritora se movió a lo largo de una década en el corazón de la parroquia misteriosa de la compañía cubana de ballet, en cuyos camerinos se podían confundir a los
tramoyistas que iban en camiseta, con los bailarines que iban en maillots, y estos a su vez con los "paisanos" que iban en guayaberas y no bailaban, pero vigilaban.
Había “segurosos” en todas partes del Gran Teatro García Lorca, y todo el mundo sabía quiénes eran.
Había “segurosos” en todas partes del Gran Teatro García Lorca, y todo el mundo sabía quiénes eran.
EL CHEQUE
Pocos meses después de su entrada en La Habana, Fidel Castro se presentó por
sorpresa en la casa que Alicia compartía con Fernando Alonso, se sentó en
la sala y les puso delante un cheque en blanco. Terminaron siendo 200.000 pesos
según afirma Wirth.
Alicia y Fernando junto a la maitre Ramona de Saa |
A cambio de eso, Alicia accedió a que
su agrupación, llamada hasta entonces “Ballet Alicia Alonso”, fuera a partir de ese momento el “Ballet Nacional de
Cuba”. También su amigo Castro le había entregado en usufructo el Gran Teatro
García Lorca como sede, le asignó un abultado presupuesto anual para su
proyecto, y le dio la potestad de abrir escuelas de ballet para formar y nutrir
a la nueva compañía, bajo su auspicio. La institución daría lustre y prestigio
cultural a la naciente revolución, y ella sería su directora general y
comisaria política.
Mucha gente me pregunta –por la repetida presencia de la
imagen de Alicia en mi muro de Facebook y en este blog–, que qué me mueve a amarla y a odiarla a la vez
con tanta pasión, y cómo puedo mantenerme en ese limbo sentimental sin volverme
loco.
Lo he conseguido separando a la artista de la mujer, a sus actos profesionales de los políticos, y a su moralidad de su talento. No es fácil, me ha
costado años, pero lo he logrado.
Alicia, como todos nosotros, no está hecha de una sola
pieza, aunque quizás en su caso, los dos materiales mágicos –o diabólicos–
opuestos que componen su identidad moral y artística, son más extremos y reactivos
que en el resto de los seres humanos que conozco.
Por devoción ideológica o por conveniencia al hilo de sus
propias ambiciones, la ‘Cobra Negra’ -como la llamaban sus compañeros del
American Ballet-, fundó un emporio de ballet a cambio de ser fiel a los principios
fundadores de Fidel, y convertirse en su sicaria cultural.
Episodios como la
celebración de la “epopeya castrista y la victoria del pueblo” con el estreno
de “Despertar” (24 febrero 1960) o el homenaje a Tania la Guerrillera (1968)
son solo ejemplo de su larga historia de connivencia con el poder comunista.
Pero a lo largo del más de medio siglo de coexistencia entre
Alonso y los hermanos Castro, también hubo fricciones y situaciones delicadas entre ellos.
Hoy traigo una anécdota que ejemplifica de manera clara la postura ética de Alicia Alonso con respecto a un asunto peliagudo: la homosexualidad.
Hoy traigo una anécdota que ejemplifica de manera clara la postura ética de Alicia Alonso con respecto a un asunto peliagudo: la homosexualidad.
LOS PÁJAROS DE LA PRIMA BALLERINA ASSOLUTA
Alicia velaba por sus bailarines como si fueran la niña de sus
ojos. La compañía era su bien, su capital —aun cuando nunca lo haya admitido
públicamente—, y desde que Fidel la puso al frente de su gestión, para ella
siempre fue necesario protegerla de todo lo que podría ponerla en peligro.
Por eso estaba dispuesta a emplear a fondo toda su influencia, utilizando su mejor armamento: su amistad estrecha con el líder. Así consiguió convertir el Ballet Nacional, en una suerte de burbuja privilegiada, inmune a los rigores del régimen.
Por eso estaba dispuesta a emplear a fondo toda su influencia, utilizando su mejor armamento: su amistad estrecha con el líder. Así consiguió convertir el Ballet Nacional, en una suerte de burbuja privilegiada, inmune a los rigores del régimen.
"RESISTENCIA" AL LLAMADO DE LA REVOLUCIÓN
La foto que encabeza esta crónica, muestra a Alicia Alonso y Fernando Alonso, cuando fueron recibidos en Ciudad Libertad por los oficiales de las FAR, Risquet y Corrales, para asistir a una reunión delicada; iban a negociar la situación de los bailarines varones del BNC, con respecto a sus obligaciones de cumplir el servicio militar.
Cuenta Isis Wirth en su magnífico libro “La Bailarina y El
Comandante” que, el viento del Este del que Alicia quería preservar al ballet,
no soplaba solamente en lo estético. Era también una forma de control de la
sociedad, que podía comprometer sus propios proyectos.
En 1963, Fidel Castro había instituido el servicio militar
obligatorio de tres años. Todos los jóvenes cuya edad se comprendía entre los
16 y los 27 años deberían inscribirse, y eran convocados a interrogatorios y
exámenes médicos. El primer llamado tuvo lugar en 1964.
Alicia entonces intervino para que sus bailarines fuesen
eximidos, explicando que tenían algo mejor que hacer que estar uniformados, porque
se encontraban en la edad idónea para bailar. Era lamentable –dijo– arruinar, durante esos años de
"servicio", los frutos de la larga y difícil formación de los bailarines
clásicos. Y lo obtuvo; el Ballet Nacional de Cuba fue en esto, también, la
excepción de la regla.
Pero Fidel Castro tenía otra cosa en la cabeza: en un
discurso sobre el servicio militar obligatorio, amenazó con enviar a
trabajar a todos los que habían obtenido una visa para Estados Unidos y una
autorización de salida del país que todavía no hubieran utilizado, y "no
en empleos cómodos, sino en la agricultura". Se trataba de encontrar los
medios para re-incorporar a los "desviados" en el camino recto del
socialismo.
En un viaje a Bulgaria, a principios de 1965, su hermano
Raúl, ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, quedó particularmente
impresionado por el hecho de que Sofía y otras ciudades del país estuvieran
limpias de "desechos sociales", cuya presencia en las calles de
La Habana constituían una ofensa a la revolución.
En esa época, el régimen búlgaro era reputado por sus
"experimentos" destinados a reconducir a los homosexuales a un
comportamiento "normal". Además, un grupo de especialistas soviéticos
en el control de la prostitución y la homosexualidad, arribó poco después a
Cuba, para que se conocieran los métodos en vigor en la patria de Lenin.
La revolución pretendía ser "moral y puritana". Tenía
eso mucho que ver entonces con cierto poso remanente de la formación jesuita de
los hermanos Castro, y los vestigios de su educación católica. El poder no
soportaba el inconformismo comprendido en la cuestión de la moral, y encontraba
en este punto, un modo más de desmarcarse de la "depravación" del
imperialismo que denunciaba.
BNC Y UMAP,
SIGLAS INCOMPATIBLES
Al regreso de Raúl de Bulgaria, Cuba instauró inmediatamente
sus propios campos de “reeducación por medio del trabajo”. Pero a diferencia
del Gulag soviético, estos fueron colocados bajo el control del ejército, es
decir, de Raúl Castro.
En 1965 se fundaron las Unidades de Militares de Apoyo a la
Producción (UMAP), donde debían ser regenerados, corregidos y convertidos a la
norma ideológica castrista, los “parásitos” que ultrajaban a la revolución.
Sesión de hormonoterapia a homosexuales de las UMAP, 1967. (Cortesía de la doctora María Elena Solé) |
Y
eran muchos los que entraban en esta categoría: Llevar el cabello demasiado
largo o un vestuario que no se ajustara al gusto del poder, escuchar música “capitalista”,
haber querido salir del país debido a razones "sospechosas", o
simplemente mostrar de manera clara, hostilidad a la revolución, podía indicar
que se había cedido a la "penetración ideológica" del imperialismo. Y
era suficiente para ser encerrado en las UMAP.
Se definieron dos "grupos”: los "creyentes"
de todo tipo —curas o seminaristas católicos, protestantes, testigos de Jehová,
adeptos de la santería e incluso masones— y los homosexuales.
Los campos se instalaron en la provincia de Camagüey, una
región de vastas llanuras, lejos de todas las miradas. Las condiciones de vida
eran lamentables; a la promiscuidad se agregaban el hambre, la sed y los
maltratos. Se cometían atrocidades como recalentar planchas de zinc al sol y sentar sobre ellas a los presos para escuchar por megafonía un interminable discurso de Fidel; se les castigaba alimentándolos solo con una mínima porción de arroz y un vaso de agua con tierra al día, o sufrían maltratos y violaciones.
Los que rompían el reglamento o no cumplían las normas de producción eran sometidos a castigos y torturas diversos. No hubo ninguna tentativa de revuelta, ya que la represión era despiadada, y aún estaba fresco el recuerdo de las ejecuciones tras la caída de Batista.
Los que rompían el reglamento o no cumplían las normas de producción eran sometidos a castigos y torturas diversos. No hubo ninguna tentativa de revuelta, ya que la represión era despiadada, y aún estaba fresco el recuerdo de las ejecuciones tras la caída de Batista.
Todo intento de evasión estaba condenado al fracaso. Los
detenidos eran contados en varias ocasiones, y si alguno lograba escapar a la
vigilancia de los guardianes, enseguida era perseguido por los milicianos de la
"Lucha contra Bandidos". Como no podían fugarse, algunos se mutilaban
con tal de encontrar en el hospital condiciones de vida más clementes. Allí, un
médico simpático podía aceptarlos por un día o dos, antes de reenviarlos al
trabajo. Los detenidos buscaban entonces prolongar su estancia en el hospital,
provocándose infecciones o agravando sus propias heridas.
La primera recogida ocurrió en 1965, y los elementos
"antisociales" detenidos fueron agrupados en Villa Marista. En junio
de 1966, tuvo lugar un segunda "convocatoria". Quienes continuaban
frecuentando las iglesias, los templos y otros sitios de culto, los marginales
y los homosexuales, fueron llamados a llenar formularios militares que los
presentaban oficialmente como soldados del ejército.
Inevitablemente, algunos bailarines se arriesgaban a ser
contemplados en esas convocatorias.
Alicia Alonso intervino para pedir que sus bailarines fueran liberados del servicio militar, argumentando que existían pocos bailarines clásicos en la Isla y que no era fácil reemplazarlos, dado que una nueva generación estaba aún formándose en la Escuela Nacional de Ballet.
También había insistido en el hecho de que esa escuela les inculcaba a sus alumnos los "nuevos valores" para crear no solamente el "hombre nuevo" sino también el "bailarín nuevo", viril y liberado de las "plagas del pasado". Dicho de otra manera, un bailarín heterosexual y machista.
EL BAILARÍN NUEVO
Alicia Alonso intervino para pedir que sus bailarines fueran liberados del servicio militar, argumentando que existían pocos bailarines clásicos en la Isla y que no era fácil reemplazarlos, dado que una nueva generación estaba aún formándose en la Escuela Nacional de Ballet.
También había insistido en el hecho de que esa escuela les inculcaba a sus alumnos los "nuevos valores" para crear no solamente el "hombre nuevo" sino también el "bailarín nuevo", viril y liberado de las "plagas del pasado". Dicho de otra manera, un bailarín heterosexual y machista.
Sin embargo, esto no fue suficiente para resguardar a dos
bailarines de los bailarines de la compañía, de las redadas que conducía el régimen contra aquellos que muchos
llamaban despectivamente "pájaros".
Uno de ellos fue Julio Medina. Cuando vinieron a buscarlo a su apartamento, a las tres de la mañana, su pareja tuvo que saltar de la cama y esconderse en un armario. Conminaron a Medina a vestirse y seguirlos. El bailarín les pidió permiso para ir al baño. Al pasar por el armario, logró introducir un trozo de papel con el número telefónico de la persona a quien el amigo debía llamar, en caso de urgencia: Alicia Alonso.
Uno de ellos fue Julio Medina. Cuando vinieron a buscarlo a su apartamento, a las tres de la mañana, su pareja tuvo que saltar de la cama y esconderse en un armario. Conminaron a Medina a vestirse y seguirlos. El bailarín les pidió permiso para ir al baño. Al pasar por el armario, logró introducir un trozo de papel con el número telefónico de la persona a quien el amigo debía llamar, en caso de urgencia: Alicia Alonso.
Medina no se hacía ilusiones, sabía que lo habían prendido
para conducirlo a las UMAP. Lo hicieron montar en un carro de la policía. Pero el
vehículo no se dirigió, a la estación de policía. Se tomaron el
tiempo de recoger a otros "sospechosos", drogadictos y ladrones entre
ellos.
Arribaron finalmente a una vieja casona colonial, donde ya
se encontraban encerradas centenares de personas. Se disponían a traer camiones
para transportarlos a los campos. Medina tuvo suerte: era domingo y los
camiones debían esperar hasta el lunes para poder partir. Mientras tanto, su
amigo había conseguido avisar a Alicia Alonso.
Ella vino tan pronto pudo, en un gran carro acompañada por su
marido, según contó luego Julio Medina en el documental "Conducta Impropia" de
Néstor Almendros y Orlando Jiménez-Leal. Alicia no podía ver a Medina, pero él
sí a ella: discutía con los oficiales. Sus argumentos debieron tener el peso
suficiente, pues le respondieron que el bailarín sería liberado, pero, no
obstante, debía presentarse frente a una "comisión" interrogadora.
Alicia también pudo arrebatar de las garras de las UMAP a
Lorenzo Monreal, quien había sido durante un tiempo, a pesar de su homosexualidad,
el segundo marido de su hija Laura, con quien tuvo, en 1959, un hijo nombrado
Iván.
Durante su arresto, Monreal y Medina fueron rapados al cero.
Una vez de vuelta al ballet, tuvieron que ponerse una peluca para bailar en
escena, lo que provocó risas entre el público. Entre los que reían, se encontraban con probabilidad muchos homosexuales, que sabían que también ellos podían ser arrestados en cualquier momento, y enviados
a los campos de Camagüey.
Al final, ningún miembro del Ballet conoció la reeducación
por medio del trabajo. No fue el caso de muchas otras personalidades
artísticas, como el teatrista Armando Suárez del Villar, el dramaturgo Héctor
Santiago, o el poeta José Mario, por solo mencionar algunos.
La policía no había venido, ciertamente, a arrestar a los
"desviados" en los locales de la compañía. Alicia lo había dicho con
claridad: "Mis bailarines están hechos para bailar y no para cortar
caña".
Alicia Alonso y Pedro Simón |
Pero lo que motivaba a la Prima Ballerina Assoluta a "salvar" a sus "pájaros", no era la
compasión por las víctimas de un régimen machista. La homofobia no era su
asunto predilecto; nunca se sintió cómoda hablando de eso, mi dentro ni fuera de la compañía, quizás porque en su
vida privada -y también en la de su hija- ambas tuvieron (y ella aun tiene) a homosexuales declarados compartiendo sus camas. Curioso.
Años más tarde, Pedro Simón, su marido, la pondría en una muy delicada
situación que afectó seriamente su credibilidad y poder al frente de la institución.
Las orgías organizadas por Simón en su propio domicilio con jóvenes bailarines,
aspirantes a serlo, y cadetes del ejército, provocaron un cataclismo en el seno
del BNC, y Alicia fue relevada de la dirección política de la agrupación,
aunque conservó su cargo de Directora General para los asuntos netamente
artísticos.
Alicia Alonso y Pedro Simón |
Por otra parte, la estancia de Alicia en los Estados Unidos,
y sobre todo su amistad con Jerome Robbins, la habían persuadido de la inanidad
de albergar prejuicios contra los homosexuales.
Alicia y su madre un día de playa en 1958 con miembros de su compañía, algunos de ellos homosexuales como Richard Thomas, Salvador Juarez y Royes Fernandez. |
En el American Ballet Theatre
había visto vivir en pareja a Antony Tudor y Hugh Laing, y vivido en primera
persona los romances entre muchos varones de su elenco. Posteriormente en Cuba todos sus partenaires importantes eran gays.
Pero ella pensaba, antes todo, en el interés de su compañía. Su actitud estaba guiada por un pragmatismo sólido: necesitaba de sus bailarines. Se propuso defenderlos, aunque solo fuera por pura conveniencia, mientras no afectaran su estatus ante Fidel. Y esa no fue una garantía suficiente para los bailarines homosexuales de su elenco.
Pero ella pensaba, antes todo, en el interés de su compañía. Su actitud estaba guiada por un pragmatismo sólido: necesitaba de sus bailarines. Se propuso defenderlos, aunque solo fuera por pura conveniencia, mientras no afectaran su estatus ante Fidel. Y esa no fue una garantía suficiente para los bailarines homosexuales de su elenco.
ZAPATILLAS EN FUGA
Lo sucedido a Julio Medina y Lorenzo Monreal conmocionó a
varios de los miembros de la compañía. Como contó más tarde Jorge García, si
Alicia había obtenido su liberación en el espacio de veinticuatro horas,
incluso antes de que pudiesen ser confinados en los campos, los homosexuales
del Ballet, notaron que esa no fue la suerte de los actores de Teatro Estudio,
ni de los bailarines de Ramiro Guerra o del Teatro Lírico.
La protección que podía ofrecerles la jefa les parecía
bastante frágil, si no aleatoria, a pesar de los lazos personales que ella tenía
con Fidel y Raúl, así como con Alfredo Guevara, quien entonces reinaba en el
cine cubano, y con Antonio Núñez Jiménez, presidente de la Academia de
Ciencias. Lo que había hecho por dos, ¿podía volver a hacerlo por otros? Y si
no hubiese sido prevenida a tiempo, ¿qué habría ocurrido con ellos?
Entonces el miedo se instaló entre los miembros de la
agrupación. "Todos nosotros, que no entrábamos en los cánones del Partido,
podíamos ser enviados a las UMAP. Esta máquina siniestra continuaba proyectando
su sombra amenazante sobre nosotros", explicaría Jorge García. "El
único medio que teníamos de salvarnos para no finalizar en los campos, era
irnos de Cuba". Eso determinó a varios bailarines de la compañía, a
aprovechar la primera ocasión en que viajaran al extranjero, para darse a la fuga.
El Concurso Internacional de Ballet Varna’65 fue el despegue
del Ballet Nacional de Cuba a escala planetaria. Cuando los bailarines cubanos
salieron a escena, la crítica quedó fascinada. Cuba no era conocida aún por su
ballet en la escena internacional, y los especialistas se interesaron
inmediatamente por aquella escuela desconocida, cuyas bailarinas “acariciaban”
la música con variaciones y codas de una técnica depurada, con un nivel similar
al de las soviéticas y sin embargo claramente diferente a ellas en estilo. Las
cubanas arrasaron en el concurso; Loipa Araújo, oro, Mirta Pla, plata, y
Josefina Méndez bronce. Terminaba el largo dominio de las europeas en el ballet
mundial; habían llegado las cubanas.
Para la siguiente edición en París, a Cuba se le puso una
alfombra roja. Alicia fue invitada de honor con su propia Giselle, que
interpretó como nunca y Aurora Bosh hizo una Reina de las Willis que aún se
recuerda, con una ejecución fuera de serie.
Desde ahí en adelante, todo fue bonanza; la crítica se rindió a la calidad de las bailarinas de la Isla, que ya se codeaban con las soviéticas, hasta entonces las mejores del mundo.
Desde ahí en adelante, todo fue bonanza; la crítica se rindió a la calidad de las bailarinas de la Isla, que ya se codeaban con las soviéticas, hasta entonces las mejores del mundo.
Pero en octubre de 1966, el Ballet Nacional es invitado al
Festival de Danza de París, creado por Jean Robin en 1963, según la voluntad
del primer ministro Georges Pompidou, y su ministro de Cultura, André Malraux. Y
ahí, la cosa se pudre.
LA FUGA DE “LOS DIEZ”
Los cubanos debían abrir el festival, que se celebraba en el
teatro de los Campos Elíseos. Presentarían dos espectáculos, "Giselle", con
Alicia Alonso, y "Espacio y Movimiento", de Alberto Alonso sobre música de Igor
Stravinsky.
Esta invitación revestía una gran importancia para Alicia.
No se la había vuelto a ver después de varios años en los grandes
escenarios occidentales, y algunos se preguntaban si no estaba
"enterrada" en Cuba. Se sabía que el Ballet se presentaba con
frecuencia en las "democracias populares", pero su presencia en
París, que era todavía la capital de las artes, permitiría eliminar toda duda
acerca de la permanencia del talento de la Prima Ballerina Assoluta.
La solicitud hecha a los cubanos, se inscribía en la voluntad
del general De Gaulle de mostrar que él estaba por encima de la lógica de los
"bloques". Poco tiempo antes, había visitado la URSS. En cada una de
las etapas de su viaje —Moscú, Leningrado y Novossibirsk— había visto
espectáculos de ballet, lo que le posibilitó al Ballet de Novossibirsk, menos
conocido que los del Bolshoi o el Kírov, presentarse el año siguiente en París.
Y el presidente francés también quería reanudar el contacto con La Habana, tras
la larga tensión que había seguido a la crisis de los misiles de 1962.
Diez bailarines del Ballet Nacional de Cuba, todos
homosexuales, estaban resueltos a liberarse definitivamente de la amenaza de
ser enviados a los temidos campos de trabajo forzado. Toda la voluntad de
Alicia Alonso de protegerlos no les parecía garantía suficiente, y el viento
podía cambiar. Estimaban que lanzarse a una aventura penosa e inusitada, era
mucho mejor que regresar a la Isla.
El Ballet había venido fuertemente vigilado por agentes de
Seguridad del Estado, cuya función era justamente prevenir e impedir cualquier
tentativa de fuga. Los bailarines se sabían vigilados. Como
"acompañantes" del Ballet figuraban "administradores" y
"organizadores", -contaría Julio Medina-, que en realidad estaban
pagados por el Gobierno, para controlar a los miembros de la compañía.
Dos franceses estaban al corriente del plan de los
bailarines. Uno de ellos vivía en la rue de Lille, no lejos del hotel de Orsay
donde se alojaba el Ballet. Según Jorge García, el plan inicial era esperar a
la última función para poner en marcha la estampida. Mientras tanto, transferían
poco a poco sus guardarropas al apartamento de la Rue de Lille. Con el pretexto
de que el frío había llegado a París, salían del hotel enfundados en varias
capas de ropa, y regresaban al hotel más ligeros. Parecía que el plan iba a
funcionar, cuando uno de ellos sorprendió a todos: Eduardo Recalt no quiso
arriesgarse a esperar, y el día de la primera función de Giselle, pidió asilo
político en la embajada norteamericana.
La Seguridad del Estado se puso en alerta. A Medina se le
ocurrió entonces llenar una maleta con sus efectos personales y lanzarla por la
ventana de su habitación del hotel. Dos amigos la esperarían en los bajos. El
ruido de la maleta lanzada fue tal que los policías cubanos fueron a tocar a
las puertas de los cuartos de los bailarines para preguntar qué había pasado.
Medina tuvo el reflejo de meterse, completamente vestido, bajo las frazadas de
la cama para aparentar que el ruido lo había despertado. Le dijo al agente que
había oído un ruido terrible, pero no sabía de qué se trataba. El otro no
insistió más.
Los bailarines que habían decidido escapar, comprendieron
que no podían demorar la fuga. No importaba si a la función del 4 de noviembre
debían asistir Georges Pompidou y el ministro de Defensa, Pierre Mesmer.
Ninguno de ellos se presentó en la tarde al ensayo general. En ese momento, se
encontraban en un buró del Ministerio del Interior, depositando un pedido de asilo.
Su caso era complicado, porque Cuba no figuraba en la lista de países que podían
solicitar asilo. Los funcionarios franceses necesitaban luz verde.
En la espera, los nueve fugitivos ya habían decidido que si
París los abandonaba a su suerte, tratarían de entrar por la fuerza en la
embajada norteamericana. Finalmente, su demanda fue aceptada, pero su situación
no se regularizó hasta el 15 de diciembre, con la publicación de una circular
oficial que resolvió definitivamente el asunto.
Los agentes cubanos trataban desesperadamente de atrapar a
los tránsfugas. Alicia Alonso se había derrumbado. Lorenzo Monreal, el padre de
su único nieto, Iván, formaba parte de los traidores a la revolución. Junto a
él, Julio Medina, Jorge García, Jaime Gil, Ricardo Nuñez, Héctor Núñez,
Maximiliano Ramos, Jorge Luis Lago y Manuel Nasco.
Alicia y su marido Fernando, el director del Ballet, tenían que apurarse para encontrar soluciones. Había que modificar el reparto de los roles, adaptar la coreografía para llenar los huecos. El mismo Fernando Alonso volvió a bailar, así como el director de escena. En el colmo del ridículo, dos agentes de la Seguridad fueron alistados como figurantes, vestidos de bailarines y sacados a escena.
Alicia y su marido Fernando, el director del Ballet, tenían que apurarse para encontrar soluciones. Había que modificar el reparto de los roles, adaptar la coreografía para llenar los huecos. El mismo Fernando Alonso volvió a bailar, así como el director de escena. En el colmo del ridículo, dos agentes de la Seguridad fueron alistados como figurantes, vestidos de bailarines y sacados a escena.
Como pudo leerse al día siguiente en un artículo firmado por
el corresponsal en París del periódico conservador español ABC, otro ballet,
aún más extraño, se desplegó en los pasillos, las escaleras y los bastidores
del teatro de los Campos Elíseos: a pesar de todos los esfuerzos de los
organizadores por salvar las apariencias, como si nada hubiese ocurrido, los
agentes de la Seguridad cubana se posicionaban por todas partes, para evitar
que otros miembros del Ballet siguieran el ejemplo de “Los Diez".
Alicia y Fernando lo encararon del mejor modo; habían
aprendido en Estados Unidos que, en cualquier circunstancia, “the show must go
on”. A eso se añadía una buena dosis de "espíritu combativo y
revolucionario" para enfrentar las dificultades causadas por los
"traidores" a la revolución.
El Ballet, de alguna manera, mantuvo su nivel. El público se mostró encantado, la crítica fue más que clemente, y Alicia Alonso obtuvo a título personal el Grand Prix de la Ville de París, así como el premio Anna Pavlova concedido por la Universidad de la Danza.
El Ballet, de alguna manera, mantuvo su nivel. El público se mostró encantado, la crítica fue más que clemente, y Alicia Alonso obtuvo a título personal el Grand Prix de la Ville de París, así como el premio Anna Pavlova concedido por la Universidad de la Danza.
Al día siguiente, el Ballet partió de la Ciudad Luz para
continuar una gira por países socialistas —Hungría, Polonia y Rumania— en los que nadie se
arriesgaría a fugarse. En definitiva, el choque provocado por la huida de “Los Diez", no eclipsaba el éxito de la primera estrella del Ballet Nacional de Cuba y de
su compañía. Esta extraña paradoja revelaba que el objetivo buscado por Fidel
Castro, cuando le propuso a Fernando y a Alicia reorganizar la compañía en
1959, se había alcanzado en parte; incluso cuando era herido en su mismo
corazón, el BNC podía restaurar el prestigio de la revolución.
Antes de abandonar París, Alicia Alonso posó para una foto
en la explanada de Trocadero, rodeada por las intérpretes francesas más
célebres de Giselle. Hacía frío y había hecho recoger con una cinta su viejo
abrigo de piel, para que pareciera a la moda. Se imponía disimular la pobreza
comunista y honrar su estatus de diva "glamour". Es la famosa foto de todas las "Giselle" vivas en aquel momento.
Pero el detalle más
fino en la bailarina no era el vestuario. Alicia se esmeró sobre todo, en que no se notaran sus ojos aún
hinchados por las lágrimas de la noche anterior, por el golpe de haber sido
abandonada por sus bailarines.
CULPABLE POR OMISIÓN
Parte de la información que he recogido en este artículo,
que cuenta la huida de los “Los Diez de París”, -la más grande deserción en
masa de bailarines de la compañía en su historia-, salió publicada en Diario de
Cuba el 31 de marzo de 2013.
Seis días antes, el 25 de marzo, siete bailarines del Ballet Nacional de Cuba se habían quedado en México, y 6 de ellos se trasladaron a Estados Unidos, porque uno quiso permanecer en territorio mexicano.
La noticia de la deserción salió publicada el 2 de abril; era la segunda mayor fuga de bailarines del BNC, después de la de “Los Diez”. Hasta ese día, 190 bailarines de la compañía habían desertado de ella en distintos momentos de la revolución.
Seis días antes, el 25 de marzo, siete bailarines del Ballet Nacional de Cuba se habían quedado en México, y 6 de ellos se trasladaron a Estados Unidos, porque uno quiso permanecer en territorio mexicano.
La noticia de la deserción salió publicada el 2 de abril; era la segunda mayor fuga de bailarines del BNC, después de la de “Los Diez”. Hasta ese día, 190 bailarines de la compañía habían desertado de ella en distintos momentos de la revolución.
Debo recordar que yo mismo presencié en los años 80s, cómo
la PNR parqueaba furgones policiales en la entrada de los teatros cubanos que presentaban
funciones de ballet, y a la salida se producían detenciones masivas de
homosexuales que eran conducidos a las estaciones de policía cercanas.
Allí quedaban retenidos al menos 24 horas, y solo eran puestos en libertad, previo pago de una multa por escándalo público. Sucedió infinidad de veces y nunca vi a Alicia pronunciarse públicamente contra estos desmanes.
Allí quedaban retenidos al menos 24 horas, y solo eran puestos en libertad, previo pago de una multa por escándalo público. Sucedió infinidad de veces y nunca vi a Alicia pronunciarse públicamente contra estos desmanes.
También recuerdo que hubo épocas en que en las escuelas de
arte se reclutaban alumnos que no eran gays y estudiaban otras carreras, pero
que “tenían aptitudes para bailar”, con el fin de obligarlos a estudiar ballet
para “masculinizar” la compañía.
¿Dónde estaba Alicia Alonso?
Que vició de leer y leer tus escritos. Muy interesante ! Alicia es un gran enigma, cuántas cosas oscuras guardará. Gracias!
ResponderEliminar:)
Eliminar“También recuerdo que hubo épocas en que en las escuelas de arte se reclutaban alumnos que no eran gays y estudiaban otras carreras, pero que “tenían aptitudes para bailar”, con el fin de obligarlos a estudiar ballet para “masculinizar” la compañía.” igual hicieron con la captación de alumnos de la ENA Y POSTERIORMENTE el ISA ( me consta,fui interrogado en mi primer año de actuación ( 1982) porque una lesbiana trato de atraer a la carnada lésbica a las órdenes de la UJC ..EN FIN ....tediosos interrogatorios con esos aparatos de grabar con cintas grandes porque según ellos EL ARTE ERA VEHÍCULO IDEOLÓGICO ( ya me dirás que tiene el pan con pan y el estofado de carne con ser revoluciónario ? ) en fin yo descubro mi claves al principio de cada artículo en este caso “ los pájaros de Alicia” bajo la protección de una “cobra venenosa “hecha toda una” sicaria cultural “ tan temprano como los 60,s .los demás lo ley de mil maravillas y chapó! .a mi eso de pájaros no me parece despectivo al final los maricones VOLARON Y LEJOS .te leo y me muero de gusto con tu estilo .gracias ,cubano de colección
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCarlos de dónde conoces a este Reynaldo????? Este tipo tiene algo contra ti y es persomal.
ResponderEliminarEs una gorda mal templada, no le hagas caso. Me sirve para entretener a la gente aquí. Es muy difícil conseguir a una payasa gratis a tiempo completo y yo la tengo.. Es un poco bruta, pero ya me vale, soy afortunado
EliminarPero se me está haciendo la loca y no viene a a vernos casi nunca. Cuando me aburra, la soplo. De momento no quiero borrar sus comentarios porque se retrata en cada palabra que escribe y me encanta que lo lean los demás. yo los colecciono. Ya te lo dije, es un ñame, no hay espacio ni pa un derrame en esa cabeza.
EliminarLo dicho! No tiene lo que hace falta pa’dar la cara, puro jarabe de baba. Que paseeee el desgraciado. Lo estamos esperando!
EliminarMe encanta que la gente vea lo que escribe :)
ResponderEliminarEs que es burra, se va a tirar toda su vida bloqueada en FB, y aquí, cuando me canse de leerla
ResponderEliminarEs un ignotante con sus 5 minutos de fama.
EliminarYa termine de leer este articulo....lo tuve que leer por partes pues tiempo me falta en estos días.
ResponderEliminarUna vez mas, gracias maestro.
Una curiosidad, por qué escribes de Isis Wirth (Armenteros Chàvez) "en pasado"? Hace rato que el grupo de Historia del Arte que cursò estudios con ella, estamos tratando de tener sus noticias y ni a traves de la familia de Pompeyo Pino lo hemos logrado. Su familia no tiene contacto con ella desde el 2012, se nos ha perdido del mapa..
ResponderEliminarNo tengo el gusto de estar en su círculo de amigos, también hace tiempo que no sé de ella
EliminarHola Carlos me metí aquí porque no me da espacio para comentar, nos e poque. Yo viví muy de cerca esa fuga de los diez, porque Maximiliano Ramos vivia al lado de mi casa, en una cuartería,. El había tráido a sus tres hermanas guajiritas a vivir a La Habana, y cuando la fuga, ellas renegaron de él cortaron lazos familiares, Así es la vida.Me acuerdo de todas esas recogidas, que después se extendieron a los pelúos ya a cuanto tipo creyeran que no era afecto a su ideología, Esto que haces de poner en texto todas nuestras vivencias es la obra del futuro, La memoria histórica nuestra Prohibido Olvidar. La memoria falla, pero las letras quedan.Y hablando como los locos, no encuentro el capítulo VI de Humbolt 7. Hoy lo estaba releyendo (me gusta de vez en cuando volver a leer) y no encontré ese.
EliminarMuy bueno. Da pesar ese ataque a la dignidad de las personas y a la cultura nacional, persiguiendo a sus hacedores y a parte de su público. Gracias otra vez, Carlos.
ResponderEliminarCharles, acabo de leer este artículo y el de la visita de tu tocayo y Camila a la Habana.
ResponderEliminarLos he disfrutado muchísimo, como siempre. Si todo eso se reuniera en un libro de historia, sería una sensación!!!!
Sabia algo de Alicia Alonso, mas este seu texto trouxe-me mais informação. Encontrei-o através de El Canal de las Emociones. Saudações.
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