Por Carlos Ferrera
Hace unos meses publiqué un hermoso poema de mi amiga la brillante poetisa Odette Alonso como acompañamiento de una versión humorística de la Protesta de Baraguá, en la que culpaba de “mamitis crónica” a Antonio Maceo.
Pronto comencé a recibir de algunos de mis lectores, la foto presunta del también presunto cuerpo incorrupto y momificado de Mariana Grajales, madre del Titán, con la noticia de su “probable” beatificación como santa. Y ha sido más de lo que puedo soportar. Debo decir a mis beatos lectores que Doña Mariana se pudrió como todo el mundo, y que de santa tenía lo que yo de cosmonauta.
Mis informantes, en su ignorancia, me remitían a un artículo apócrifo aparecido en Internet el 6 de octubre del 2011, que anunciaba con un triunfalismo ridículo y oscurantista, que “los restos de Mariana Grajales Coello fueron exhumados ayer del Cementerio Santa Ifigenia en Santiago de Cuba por decreto de la arquidiócesis de esta provincia después de dos años de trámites y gestiones entre el Vaticano y Raúl Castro”.
Para colmo me envían la supuesta foto de la momia de la señora. La foto de la momia es la del faraón Seti I, o Menmaatra Sethy, hijo de Ramsés I y Sitra, segundo faraón de la dinastía XIX que mandó en Egipto durante quince años, y que murió con 40.
Mariana-Seti es una barbaridad histórica y una falta de respeto a la inteligencia de la gente. Me habían mandado la instantánea de la momia del monarca egipcio mejor conservado de la historia, haciéndomela pasar por el cuerpo incorrupto de la madre de Maceo, y se habían quedado tan anchos.
Como las barbaridades históricas suelen ponerme de mal humor, me he tomado un Valium y he encontrado tranquilidad suficiente para explicarles, que la Grajales Coello, murió en Kingston el 27 de noviembre de 1893, y que su augusta humanidad fue repatriada a Cuba y sepultada en Santa Ifigenia el 24 de abril de 1923.
Es pues, falso que a los de 30 años de haber fallecido, su cuerpo se encontrara incorrupto. No hay -como dicen- evidencia alguna de que nadie le pidiera al entonces presidente de la república Alfredo Zayas, que intercediera con el Papa de turno para beatificarla, y por tanto, tampoco de que éste se negara, con la excusa de que 30 años sin pudrirse, no eran suficientes para considerar “milagro” que la madre de los Maceo se conservara igual que el día de sus 15.
Falso es también que la tierra del cementerio de Saint Andrews en Kingston tuviera características químicas que actuaran como conservante. Y más falso aún, que durante los posteriores 100 años en Santa Ifigenia, Mariana siguiera como acabada de salir de la peluquería de Toni Besteni.
No existe ni existió la tal Carmen Soler que diera la noticia en nombre de la Iglesia santiaguera, ni fue nunca una mujer portavoz de la Arquidiócesis de Santiago. Por tanto tampoco es verdad que, por conservarse divina durante 124 años, el caso de la Mari esté hoy aún en proceso de evaluación por el Vaticano, porque es mentira que un cuerpo incorrupto se considere un milagro por el solo hecho de haberse conservado.
Mariana Grajales Coello no será la primera santa cubana mal que les pese a muchos. Los cubanos tenemos solo dos santos: José López Piteira un señor de Jatibonico, y José Olayo Valdés, otro de Camagüey, hasta ahora los únicos cubanos reconocidos y beatificados por la Santa Madre Iglesia Católica.
Olayo cuidaba enfermos en el hospital de un convento camagüeyano del XVIII, y López Piteira fue un mártir de la Guerra Civil española. Los cuerpos de esos dos santos paisanos, no estaban incorruptos. Durante la beatificación de Olayo, lo que quedaba de él se colocó en una urna, y los restos de López Piteira, sencillamente se perdieron.
Los motivos de la beatificación de ambos se explican por sí solos; fue el martirio en el caso de López Piteira y la caridad heroica en el de Olayo Valdés. El único cubano en la cola para hacerse santo es hoy Félix Varela, cuyo proceso sí está iniciado por la Iglesia cubana y admitido por la Comisión Vaticana de Beatificación. Era blanco, por cierto.
El Vaticano siempre ha sido reacio a beatificar a los negros, menos aún a mujeres de esa raza. Aunque en algunos casos haya transigido. Se lo negaron a Sara la-Kali, “La Negra”, protectora de los gitanos y no tuvieron más remedio que aceptarlo en el caso de Bakhita, una monja africana raptada y vendida por mercaderes de esclavos en Cartum, entre alguna otra escasa excepción.
Hasta la catalana Virgen de Montserrat, la popular Moreneta, resulta que no era negra. La Abadía Benedictina se sentía tan incómoda con su color, que ordenó al Servicio de Restauración de Bienes Muebles de la Dirección General del Patrimonio Cultural de la Generalitat Catalana, que sometiera a la escultura que la representa, a un minucioso examen de sus capas de pintura, hasta que dieron con el esmalte original. Entonces respiraron tranquilos: era blanca.
Mariana Grajales Coello, fue de todo menos santa. Habría que preguntarle a su primer marido, Fructuoso Regüeiferos, qué tal le sentaría la noticia de la (falsa) beatificación de la mujer que lo abandonó, porque el hombre siempre se quejó de su carácter "difícil", y de su lenguaje "fuerte" según Jorge Mañach. Me habría gustado mucho entrevistar a Regüeiferos; sospecho que nos llevaríamos varias sorpresas sobre el carácter de la madre del Titán de Bronce.
No hay pues, ninguna noticia sobre la exhumación reciente de su cuerpo en Santa Ifigenia, no hay presuntas “gestiones” de la Iglesia Cubana ante Raúl Castro para exhumarla, y mucho menos se ha puesto en marcha su beatificación por la curia vaticana.
La incorrupción de un cadáver no implica su beatificación. Tampoco cuentan los años o siglos que haya estado muerto.
Me indigna que siga considerándose un ejemplo de amor maternal, enviar a los hijos a morir por la Patria, como no es tampoco nada ejemplarizante el "amor paternal" de Carlos Manuel de Céspedes, al negarse a deponer las armas antes de salvar a su hijo prisionero de las tropas españolas. Ambas actitudes filiales son exactamente lo contrario al amor.
La incorrupción de un cadáver no implica su beatificación. Tampoco cuentan los años o siglos que haya estado muerto.
Me indigna que siga considerándose un ejemplo de amor maternal, enviar a los hijos a morir por la Patria, como no es tampoco nada ejemplarizante el "amor paternal" de Carlos Manuel de Céspedes, al negarse a deponer las armas antes de salvar a su hijo prisionero de las tropas españolas. Ambas actitudes filiales son exactamente lo contrario al amor.
Me cuestiono incluso la presunta fe cristiana de Mariana, y aquella escena en la que hace jurar a sus hijos ante el crucifijo; creo que es un mito, en mi opinión. Pero ni eso bastaría para que tengamos hoy una Santa Mariana. Hacen falta milagros que no veo por ningún sitio.
Su propia biznieta, Panchita Viloa, al ser preguntada sobre el asunto, respondió con sencillez: "Mi bisabuela era una mujer normal, solo era valiente"
Dijo Martí, cuando Mariana se lanzaba al campo de batalla bajo la balacera española, para rescatar a su hijo Antonio, herido por el fuego español: “Fáciles son los héroes con tales mujeres”. Yo añado que también es muy difícil vivir con ellas.
Gracias.Instructivo y de buen humor, para mì. Gracias de nuevo.
ResponderEliminarGracias, tu lengua : un látigo. Me encantó. El nombre de la Mary : original.
ResponderEliminarLo lei hoy por segunda vez, nada mejor que llegar cansada del trabajo y leer algo inteligente y locuaz, gracias por estos regalos.
ResponderEliminarVuelvo a leer y río con ganas. Gracias.
ResponderEliminarHay algo más por ahí de lo que escribió Mañach? Y sí que era cristiana, lo que muy a su manera y antojo! Ya te contaré cómo tuve acceso a casi todas las partidas bautismales de esa familia, incluyéndola a ella. Me ha encantado este trabajo tuyo!
ResponderEliminarEse "a su manera" es lo que a mi juicio no la hace ejemplo de fe. Dios dice que hay que amar a los hijos, no mandarlos a la muerte. Cero en cristiandad. Pero si tienes esos archivos me encantaría comentarlos contigo. Gracias por pasar por aqui Carlos San... Feliz de que te haya gustado.
EliminarEl beato olayo nació en la Habana 12 DE FEBRERO DE 1820 HIJO DE PADRES DESCONOCIDO, no en Camagüey como asegura su escrito ,fue santificado en la diócesis de Camagüey,por atribuirsele el milagro de la cura de una niña de 3 años llamada,DANIELA CABRERA RAMOS EL 15 DE MARZO DEL 2008
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