- Fue en el año 64, Raúl.
- ¿Y cómo fue? Digo, si no te molesta recordarlo.
- ¡Qué va! Si me encanta contárselo a la gente.
- Lula, eres tan llano y accesible…
- Nos encantas.
- A mí incluso me gustas como hombre. Eres tan masculino...
- No sé qué decir.
- ¿Te puedo llamar Lulito?
- Rauuuuuul...
- Perdona, perdona Fide.
- ¿Y entonces, qué fue lo que te pasó?
- Yo trabajaba en el turno de noche Comandante…
- ¿Eras sereno?
- No, trabajaba en una fábrica de carrocerías de automóviles.
- Es un trabajo muy sufrido.
- ¿Y te pasó un carro por encima?
- No, no Comandante. Metí la mano izquierda en una prensa hidráulica.
- Estarías comiendo mierda, ¿no?
- Un poco, sí.
- Debió ser muy doloroso.
- Qué va. Estaba borracho perdido.
- ¿Estabas borracho en el trabajo?
- Es una antigua tradición carioca; nos emborrachamos para ir a trabajar.
- Qué curioso.
- Cada pueblo tiene sus costumbres.
- La nuestra es ponernos ciegos de wiski desde por la mañanita.
- Me encanta Brasil.
- ¿Y entonces?
- La prensa me cortó el dedo, pero no sentí nada.
- El alcohol es como la anestesia.
- Menos mal
- ¿Y cuándo te diste cuenta?
- Al día siguiente, cuando me fui a sacar un moco.
- ¡Mira tú!
- Yo siempre me he sacado los mocos con el dedo meñique de la mano izquierda.
- Ya.
- Queda más fino.
- La gente se los saca con el índice, pero queda muy vulgar.
- Es verdad. Yo también me los saco con el meñique.
- Pero en tu caso es porque eres gay, Raúl. Ustedes lo hacen todo con el meñique.
- No entremos en detalles. ¿Y qué pasó?
- Entonces vi que no tenía dedo meñique.
- Qué horror.
- Y nadie en Brasil tuvo el detalle de donarme un dedo meñique izquierdo.
- Miserables..,
- Con lo que tú has sido para los brasileños.
- ¡Un padre!
- La gente del cono sur es muy malagradecida.
- Y egoísta.
- Si me pasara a mí, tengo a 10 millones de cubanos dispuestos a darme todos sus dedos. Los veinte.
- Es que el pueblo cubano es distinto, Comandante.
- Somos muy desprendidos.
- Mucho.
- Nos encanta tenerte aquí, Lula.
- Eres un hombre íntegro, yo siempre se lo digo a este; le digo, “qué íntegro es Lula”…
- Y completo.
- Bueno, casi completo.
- Tanta gente mala que anda por ahí que no se merece ni un muñón…
- Una injusticia del destino.
- Pues Raúl… yo…
- Qué pasa
- Na, que he venido a verte porque creo que la solución a mi problema, está en tus manos.
- ¿En mis manos? ¡Yo no puedo darte un dedo, Lula! Olvida eso.Tengo los dedos contados.
- Y a mí no me miren que yo tampoco puedo; me saco los mocos constantemente con todos los dedos. Los necesito los diez.
- No Comandante, jamás le pediría un dedo.
- Ni yo te lo daría.
- Pero Raúl, tú tienes un nieto…
- Sí…
- Tu escolta personal...
- Ya.
- Ese que le dicen El Cangrejo…
- Se llama Raúl Guillermo.
- Ese.
- Tiene seis dedos en cada mano, según tengo entendido.
- (…)
- (…)
- (…)
- ¡No caballero no, eso no!
- ¡Cómo que no Raúl! ¿Tú qué propones Lula?
- Les cambio un dedo del Cangrejo por una casa con piscina en Río de Janeiro.
- Es que…
- Más todo el café brasileño que quieran, forever.
- No sé, así de pronto…
- Y un palco fijo VIP gratuito en el Sambódromo, todos los años.
- Pero…
- Y todos los discos de María Bethania.
- ¡Trato!
- ¡Pero Fidel…!
- ¡He dicho que trato Raúl!
- Yo creo que deberíamos pensarlo mejor…
- ¡No hay nada que pensar! Lula tiene nueve dedos y mi sobrino nieto tiene doce. ¡Las matemáticas nos están pidiendo a gritos que hagamos justicia!
- Pero es que mi nieto…
- ¡Tu nieto hará lo que la Revolución le mande!
- Pobrecito chico, está muy apegado a sus doce dedos…
- Es un despilfarro de dedos Raúl.
- Ya…
- Además, a ti también te conviene.
- ¿Por qué?
- Se burlan de ti cada vez que te escolta, y le ven las manos.
- Es verdad.
- Y entre nosotros, da una imagen un poco anormal de la Revolución.
- Bueno, todavía le quedarían 11. Tampoco se vería muy normal que digamos…
- Lula, escucha; te dejamos el otro dedo del Cangrejo por otra casa, si puede ser, en Brasilia.
- ¡Pero mi hermano…!
- ¡Cállate Raúl! ¿Qué me dices Lula?
- Yo es que sólo necesito uno.
- ¡Mierda! ¿Ni de repuesto lo quieres?
- No pienso volver a meter la mano en una prensa.
- Eso nunca puedes asegurarlo. Hay prensas en todas partes.
- No, de verdad Comandante, con uno me apaño.
- Mira que los dedos están muy escasos.
- Que no, de verdad, les agradezco el ofrecimiento…
- Lula, me los quitan de las manos… digo, se los quitan de las manos al Cangrejo.
- No no, yo con uno ya me doy por servido. El meñique de la mano izquierda.
- Después no digas que no fuimos generosos…
- Dios me libre Comandante. Nunca olvidaré este gesto.
- ¿Cerramos trato entonces?
- ¡Por supuesto! ¡Cerramos trato!
- ¡Choca esos cinco!
- Dirás esos cuatro.
- Eso.
- Qué grande eres, Fidel.
- Yo no tengo nada mío Lula. Doy hasta lo que no me pertenece.
- Nunca olvidaré esto. Cada vez que me saque un moco con el dedo de El Cangrejo, pensaré en la Revolución cubana.
- Cuba siempre está al lado de sus hermanos proletarios, Lula.
- Ustedes son un ejemplo para el mundo.
- Mañana mismo le cortamos el dedo a El Cangrejo y te lo pegamos a ti en el CIMEQ.
- ¡Muito bom!
- Aguanta aguanta Fidel… Habrá que preguntarle a Raulito, ¿no?
- No hay que preguntarle nada. Ya está decidido.
- ¡Es que los dedos son suyos mi hermano….!
- ¡Los dedos de Raulito y los de toda la familia Castro son un medio básico de la Revolución!
- Es que sé que se pondrá muy triste cuando sepa que ya no tendrá con qué aliviarse.
- ¿Aliviarse de qué?
- De la picazón, Lula.
- ¿La picazón?
- Es que siempre tiene oxiuros.
- Vaya…
- Le pica el ano sin parar.
- ¿Sí?
- Se rasca de forma rabiosa.
- No me digas…
- Y utiliza el dedo meñique de la mano izquierda para eso.
- No jodas…
- Algunos nos sacamos los mocos. Él se rasca el culo.
- ¡Qué asco!
- Cada persona es un mundo.
- Bueno Lula, esos son detalles sin importancia. Mañana a las ocho en el CIMEQ. Raúl, tú te encargas de traer a tu nieto.
- Bueno…
- Y tú Lula, vas arreglando los papeles de la casa y cuadrando lo del café, el palco VIP y los discos de María Bethania…
- No sé… ahora no sé Comandante.
- ¿Que no sabes qué?
- Que ahora no me hace mucha ilusión…
- ¿Cómo?
- Me da cosa meterme en la nariz el mismo dedo con el que El Cangrejo se rasca el ano.
- ¡Pero chico…!
- Déjalo Comandante. Prefiero quedarme con mis nueve dedos.
- ¡Lula no me hagas esto!
- Lo siento. No hay trato.
(SILENCIO ESPESO)
- Raúl…
- ¿Qué?
- Me cago en el coño de tu madre. Aunque sea la mía.
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