No iba allí a ver a Fidel, porque la comunicación con su hermano mayor se había extinguido, y en su lugar se incubaba un resentimiento tan fuerte de Agapito hacia “la traidora”, que el resto de la familia Castro aconsejó a Juanita desaparecer del mapa. Al menos del de Cuba.
Era el momento de partir, así que Juanita había ido a entrevistarse con “Muso”, el apodo por el que llamaba cariñosamente a su hermano menor, Raúl Castro. Muso fue el “poli bueno” en los últimos días de Juanita en Cuba, la protegió de Fidel y de hecho, fue él quien la ayudó a escapar de la Isla.
Ya en el despacho de Raúl, y justo cuando éste se disponía a hacer una llamada para acelerar el trámite de su hermana, sonó el teléfono. Raúl descolgó. Al poco, puso mala cara y le dijo a Juanita:
– Espera un momento, Cuca se acaba de meter en la embajada mexicana y ha pedido asilo.
– ¿Qué Cuca? –preguntó Juanita.
– La hermana de Alicia Alonso. –Raúl hizo un mohín de cansancio y le dijo a Alicia, al teléfono–. Lo importante es no darle más tela que cortar a los enemigos. Dile a Cuca que salga de la embajada, que yo le voy a conseguir la salida.
(“Fidel y Raúl, mis hermanos: Memorias de Juanita Castro”)
Era el 18 de junio de 1964, el último día que Juanita vería a su hermano Raúl, y uno de los últimos en que Alicia Alonso vería a su hermana Cuca. Como las del pueblo llano, las familias de los sátrapas también sufrían fracturas afectivas irreparables por culpa de una ideología absurda y excluyente.
Pero hoy Juanita Castro no será la hermana protagonista de mi titular, sino Blanca María Martínez del Hoyo: Cuca, la hermana invisible de Alicia Alonso.
CUCA
El médico veterinario Antonio Martínez y su esposa Ernestina del Hoyo, tuvieron además de Alicia, a otros tres hijos; dos varones, Antonio y Elizardo y una hembra, Blanca María, nacida en 1918, y a la que todos llamaron desde niña cariñosamente Cuca.
Vivían en lo que hoy es municipio La Lisa y, si bien no era una familia pobre, tampoco ostentaban lujos ni riquezas. Aunque por la ascendencia española del padre, la familia viajó en una ocasión a España, los Martínez del Hoyo respondían a los patrones comunes de la clase media cubana: formación cristiana, padre profesional, madre ama de casa e hijos de ambos sexos que ocasionalmente estudiaban en escuelas privadas, por lo que recibieron una educación esmerada. El cariño, el respeto y la disciplina regían dentro de la vida hogareña del clan.
Alicia era en extremo delgada, algo que preocupa aún hoy a muchas madres criollas que consideran sinónimos salud y peso. Su salud tampoco respondía a los parámetros habituales, así que los médicos recomendaron a Ernestina que la llevara a realizar ejercicios físicos.
Según Octavio Roca, más que fiable historiador del BNC y biógrafo de referencia de la carrera de Alicia, la primera profesora de ballet a la que Ernestina del Hoyo llevó a sus dos hijas, fue Lupe Calzadilla.
Cuca asistía casi desde el principio a estas clases en calidad de “acompañante” de Alicia por deseo de Ernestina, que no quería que su hija menor se sintiera sola. Alicia y Cuca tenían 5 y 7 años respectivamente.
En la academia de Lupe, y desde el primer día de clases, Alicia ocupaba un puesto en primera fila y Cuca algunas filas más atrás. Desde siempre Cuca percibió la inevitable comparación entre ambas, y la más que manifiesta diferencia cualitativa entre las aptitudes para la danza de su hermana menor y las de ella. Pero a Cuca eso no le importaba. Sabía que Alicia estaba más y mejor dotada, y lo asumía sin complejos. La adoraba.
LAS MARTÍNEZ LLEGAN A PRO ARTE MUSICAL
Entonces apareció el milagro: la Sociedad Pro Arte Musical de La Habana abría una Academia de Baile en los salones del Teatro Auditórium (hoy Amadeo Roldán) y hacia allá se encaminó doña Ernestina con sus dos hijas, para propiciarles un acercamiento al arte. No podía saber que esa sería la profesión de ambas en la edad adulta, y mucho menos que su hija menor se convertiría en el máximo exponente de ella en el país.
El escenario del Auditórium se llenaba de niñas para su primera clase de baile. Un hombre altísimo con acento extranjero las esperaba en la puerta con un correcto “buenos días”. Cuando el reloj dio la hora del inicio, el ucraniano Nicolás Yavorsky comenzó los ejercicios.
Alicia Martínez entró rezagada al único puesto libre en el salón. Yavorsky le propinó una cariñosa nalgada y le dijo: “¡Llegó tarde, alumna!”. Cuca ya estaba junto a la barra con sus leotardos nuevos. Puede considerarse este el momento oficial en que Alicia y Cuca irrumpieron en el mundo del ballet.
Si bien Yavorsky no era un experimentado maestro de ballet, pues su formación era militar, su buen gusto y su disciplina dejaron huella en sus alumnas. Esto, junto a la educación familiar y el ambiente de cultura que se respiraba en Pro-Arte Musical, hicieron despertar en ambas niñas sus dotes para el baile, que ya habían probado de modo fortuito cuando, en un viaje a España con su familia, aprendieron algunas danzas regionales.
Pero el ballet era otra cosa: mayor rigor, más esfuerzos físicos, subir las piernas hasta la fatiga muscular extrema… y entonces subirlas un poco más. Alicia y Cuca por primera vez asociaron este descomunal esfuerzo a la gracia sutil del movimiento de una bailarina, acompañadas por la música de aquel piano mágico que dejaba escapar a Chopin, a Schumann, a Lizst, entre valses, mazurcas, adagios y tarantellas. Esa iba a ser la banda sonora de sus vidas. La ensoñación que Yavorsky y Pro-Arte habían despertado en las precoces hijas de Ernestina, no iba a apagarse jamás.
El 29 de diciembre de 1931, Yavorsky presentaba a sus alumnas en aquel mismo escenario en su primera función. Entre los números presentados estaba el Grand vals de La bella durmiente, con la orquesta dirigida por el maestro Amadeo Roldán.
Inicialmente ni Alicia ni Cuca estaban incluidas entre las intérpretes, pero Alicia se sabía tan bien la coreografía que enseñaba los pasos a las que sí la bailarían. Yavorsky, siempre pendiente del desarrollo de sus pupilas, la incluyó en el elenco. Este fue el debut de Alicia Martínez en la escena del ballet. Cuca no fue escogida por Yavorsky, pero estaba orgullosa de que su hermana lo hubiera conseguido.
Luego de esta participación, Alicia continuó su ascenso en las funciones de Yavorsky. Para 1932, en la versión íntegra de La bella durmiente, Alicia interpretó varios papeles diferentes, entre ellos su primer solo, el del Pájaro Azul en el tercer acto, donde Cuca fue una más del cuerpo de baile.
Pero para Alicia se abría un futuro prometedor. Siguieron sus apariciones en otras obras como El Circo y Ejercicios en 1933; Polka Coquete y Príncipe Igor en 1934; y para 1935 Yavorsky, que ya contaba con un alumno varón, Alberto Alonso, se decidió a presentar el ballet Coppelia, donde Alicia haría su primera Swanilda con 14 años recién cumplidos.
Ese año ingresa en la Academia Fernando Alonso, el hermano mayor de Alberto, ambos de familia bien, e hijos de la directora de Pro Arte, Laura Raynieri. Ambos hermanos conocen allí a dos hermanas bailarinas de apenas 12 y 14 años; Alicia y Cuca. Alberto y Fernando comienzan a visitar regularmente a la familia Martínez del Hoyo, porque eran amigos de Antonio, hermano de ambas.
El impacto de los grandes ojos negros de Alicia –o Unga, como la conocían sus compañeros–, fue tan fuerte como el que causaron en ella los azules ojos de Fernando, su físico atlético y la experiencia de sus 20 años.
El amor y el ballet se mezclaron en 1936 en Claro de Luna, obra compuesta sobre la pieza homónima de Beethoven, Alicia como el Sol y Fernando como la Luna. Cuca esperaba en la pata del escenario para retocarle el maquillaje a su hermana entre las codas.
Durante algunos meses Alicia y Fernando escondieron su idilio. Solo una persona compartía el secreto y los ayudaba a ocultarlo: Cuca.
Un hecho importante ocurre en 1937: Yavorsky decide presentar su versión de El lago de los cisnes. Ya Alicia había visto en La Habana a Antonia Mercé La Argentina y los Ballets Rusos de Monte Carlo, con Toumanova, Danílova, Riabushinska y Barónova como rutilantes estrellas.
Aprovechando la presencia de esta compañía en La Habana, contrataron a uno de sus bailarines quien, bajo el nombre de Emil Laurens, acompañó a Alicia Martínez en el estreno. También Irina Barónova le dio consejos a la joven que aún no había cumplido los 17 años. Cuca para entonces ya se había resignado a ser “la otra Martínez”.
El estreno se produjo el 10 de mayo y en la platea estaba Fernando, que allí mismo decidió algo que cambiaría las vidas de Alicia, de Cuca, de su hermano Alberto, y la suya propia: se casaría con aquella niña de 16 años y se la llevaría al país donde el ballet era el futuro: Los Estados Unidos.
LOS NOVIOS ANUNCIAN BODA
Cuenta Roca en su libro que el anuncio de la boda de Fernando y Alicia fue un desastre para la familia Martínez del Hoyo, según le contó Cuca al propio Roca. Alicia tenía 16 años pero aparentaba 13; era una niña. Aun jugaba con muñecas, coleccionaba fotos de artistas de Hollywood y se meaba en la cama, un grave problema de incontinencia urinaria que arrastró toda su vida, y que llegaron a sufrir varios de sus partenaires, especialmente Jorge Esquivel.
Su padre Antonio se lo tomó muy mal y estuvo muchos días sin hablarle a Alicia. A sus ojos, estaba poniendo a su pequeña hija, apenas una niña, en las manos de un hombre adulto depredador de adolescentes.
Ernestina quiso hacer las paces entre padre e hija, pero Alicia se mostró firme en su decisión; no estaba pidiendo permiso para casarse, solo estaba informando a sus padres de su decisión irrevocable de hacerlo.
Finalmente Antonio y Ernestina cedieron, en gran parte tranquilizados por Cuca, que prometió acompañar a su hermana para cuidar de ella, y también gracias a la que sería consuegra de Ernestina, Laura Raynieri, entonces Directora de Pro Arte. Laura convenció a la familia Martínez del Hoyo de que Alicia se casaba con un hombre responsable y de buena familia, y les dijo que casualmente el marido de su mejor amiga, Natalia Aróstegui, acababa de ser nombrado cónsul de Cuba en USA, y que Natalia se iba también a vivir allí.
Alicia iba a estar protegida.
UN ENLACE NUPCIAL Y UNA HERMANA EN LA SOMBRA
En estas condiciones, Alicia Ernestina de la Caridad Martínez del Hoyo dejó La Habana para comenzar una nueva vida familiar y profesional junto a Fernando Alonso, y con Cuca como “mademoiselle de chambre”.
En los Estados Unidos, Alicia Martínez y Fernando Alonso contraen matrimonio en el Consulado cubano en Nueva York. Fungen de testigos del enlace, Alberto Alonso y Natalia Aróstegui. Hay una foto: En el fondo de la sala una discreta Cuca ni siquiera lamenta que su hermana no la escogiera como testigo. Alicia amaba a su hermana, pero a efectos prácticos Cuca era menos útil que la mujer del cónsul cubano en Estados Unidos.
Alicia siempre supo a qué árbol arrimarse.
Fernando tuvo que asumir todas las responsabilidades de la nueva familia, mientras ella esperaba su primera y única hija, Laura, que nacería en New York el 14 de marzo de 1938. Aunque estaban casados por las leyes cubanas, en Estados Unidos comenzarían a llamar a Alicia, Ms. Alonso. Blanca siguió llamándose Cuca Martínez.
Alicia se queda embarazada y da a luz a su hija Laura. El American Ballet Theatre establece contactos con la compañía de Mijaíl Mordkin y con la School of American Ballet que dirigían George Balanchine y Lincoln Kirstein, y una vez recuperada de su maternidad, Alicia comienza su preparación en Estados Unidos con cuanto maestro pudiera ampliarle el diapasón escaso que le había tributado Yavorsky: los principales, el italiano Enricco Zanfretta, la rusa Alexandra Fedórova, y la mismísima Marta Graham. Alicia incluso se da el lujo de rechazar las clases de la Graham, a pesar de que con el tiempo se harían grandes amigas.
Es entonces cuando -y aquí yo aventuro-, a mi entender Alicia mira hacia abajo y advierte que su hermana Cuca está muriendo de abulia, profesionalmente desmoralizada y huérfana de su apoyo y compañía. Lo que sí es cierto es que Alicia intercede por su hermana y consigue que la gran gloria de la danza mundial acepte a Cuca en sus clases. Cuca se convierte en pupila de Marta Graham, y lo que aprenderá con ella le servirá medio siglo más tarde para fundar su propia academia de ballet.
Para la temporada 1938-39 a Alicia se le presenta su primera oportunidad profesional en Broadway. Hará comedias musicales: Los espectáculos del famoso circuito teatral, Tres valses, Great Lady y Stars in Your Eyes serán los escogidos para el lucimiento de la ya entonces conocida como Alicia Alonso. Para todas estas actuaciones Alicia contó con su hermana Cuca como ensayadora constante y eficaz.
A su paso por Broadway y por los estudios de los maestros de ballet en Nueva York, Alicia conoce a otros jóvenes bailarines como Nora Kaye, María Karnílova, Jerome Robbins y Donald Sadlers, con quienes les unirá una gran amistad. Este grupo aplicaría para diferentes agrupaciones, como el Ballet Caravan en 1939 y con el que Alicia interpretó obras de Lew Christensen, William Dollar y Eugene Loring, cuyo Billy the Kid fue uno de sus primeros éxitos como intérprete. Cuca ya era entonces una especie de asistenta de cámara de su hermana menor.
Eran los comienzos del ballet norteamericano y ya el nombre de Alicia Alonso sonaba entre empresarios y coreógrafos de ese país. El de Cuca sin embargo, apenas era conocido en los ambientes artísticos cerrados de la danza norteamericana, y solo como “la hermana de la Alonso”, una definición que la acompañó el resto de su vida. Para cualquier bailarina hubiera sido un lastre, pero para Cuca era un honor.
Fernando Alonso recibió sus primeros aplausos en un ballet de Cuca Martínez. “Ahí hacía de esclavo, -contaba Fernando-. Recuerdo que el vestuario era con unos pantaloncitos y debíamos romper unas cadenas. Antes de comenzar la función, estaba tan nervioso que, sentado en el piso sin zapatillas, el dedo gordo del pie se me movía solo. Pero Cuca me dijo, “Dios quiere que hoy recibas tu primera ovación, estate tranquilo”. Y así fue”.
Cuca era una cristiana creyente y devota, y años después sería una opositora firme de Fidel. Ambas cosas la colocaban en las antípodas de Alicia, que siempre fue atea y más tarde comunista y casi sacerdotisa de Castro. Pero ni siquiera eso hizo que Cuca dejara de quererla.
DIONÉ: CUCA VUELVE A ESCENA
El 4 de marzo de 1940 subió al escenario del Teatro Auditorium de La Habana (hoy Amadeo Roldán) por primera vez un ballet con música de un autor cubano: Dioné.
Era una pieza protagonizada por Alicia en calidad de invitada, con música de Eduardo Sánchez de Fuentes. La primera función contó con el Maestro Fernando Alonso, quien asumió el papel del príncipe Girom, junto a Newcomb Rice y Antonio Martínez, hermano de Alicia. Y también bailó la hermana en la sombra, Cuca Martínez.
La coreografía era del búlgaro George Milenoff y la interpretación, de la Orquesta Sinfónica de La Habana, dirigida por Gonzalo Roig, quien recibió las felicitaciones de Sánchez de Fuentes por su magistral desempeño.
El libreto original de Dioné se perdió. La pieza estaba concebida por su autor originalmente como una representación de las raíces aborígenes del pueblo cubano, pero las implacables críticas a Sánchez de Fuentes y la estética del coreógrafo determinaron la adaptación de la música a una nueva trama.
Lamentablemente este ballet también pasó sin penas ni glorias. Aunque algunos han querido llamarlo “el primer ballet cubano”, por llevar música de Sánchez de Fuentes y los diseños de Fico Villalba, y que los intérpretes principales eran cubanos también, el montaje no tenía nada de cubano. La coreografía de Milenoff era apenas un insulso cuento de hadas.
Hubo un solo detalle que vale la pena recordar en Dioné, y estaba en su programa de mano: En él Alicia, que ya usaba oficialmente el apellido Alonso al estilo norteamericano después de su matrimonio con Fernando, aparecía con el nombre de Unga Alonso, el apodo que le pusieron sus padres de niña.
En febrero de 1941, Alberto Alonso, casado hacía pocos meses con Patricia Meyers, -conocida en el Original Ballet Russe como Alexandra Denisova-, regresó con ella a La Habana, huyéndole a la terrible conflagración bélica que azotaba Europa.
También llegó de vuelta el otro matrimonio Alonso, formado por Fernando y Alicia, en licencia del Ballet Theatre, compañía a la que se habían unido en el otoño de 1940. Alicia venía a intentar solucionar su grave problema en la vista, de la que acababa de operarse en New York dos veces con el Dr. Castroviejo.
En el aeropuerto la esperaba Cuca, que había viajado unos días antes a la Isla para preparar la estancia post operatoria de su hermana en casa.
La vista de Alicia no hacía otra cosa que empeorar. Ya había perdido casi totalmente la visión de un ojo y comenzaba a padecer trastornos en la retina del otro. Por eso había sido intervenida en los Estados Unidos por José R.Castroviejo. Castroviejo le recomendó reposo absoluto, y Alicia y Fernando decidieron pasar el tiempo de la recuperación en su tierra.
Una vez en La Habana, Alicia se puso en manos del conocido oftalmólogo cubano Dr. Gustavo Alamilla, que recomendó una nueva intervención quirúrgica y reposo total. Al contrario de lo que se cuenta una y otra vez erróneamente, Alicia no estuvo un año de reposo en Cuba después de operada sino apenas tres meses, al cabo de los cuales Cuca la encontró en “attitude” utilizando como barra el cabecero de la cama de su cuarto.
Lo confirmó Denisova, cuando confesó que se asustaba cada vez que estaba tomando su clase en Pro Arte y aparecía Alicia recién operada con la mano en el hombro de Cuca, se cambiaba y se ponía junto a ella para hacer una hora de barra. De hecho, aunque Pat temía que los ejercicios precipitaran otro desprendimiento de las retinas de Alicia, fue acusada injustamente de animarla a hacerlo. Pero Alicia no necesitaba animadora alguna, ni existía nadie en el mundo que le dijera lo que tenía que hacer..
En septiembre de 1941, Milenoff se despidió de La Habana para fundar su propio estudio de ballet en la Florida, y la dirección de la Escuela de Pro Árte pasó al matrimonio Alonso-Denisova. Comenzaba la verdadera época de oro del ballet cubano.
Alumnos y público gozaron de una rica temporada anual de grandes coreografías de Michel Fokine, y ocurrió el nacimiento del primer coreógrafo cubano importante, Alberto Alonso, entonces un joven bien entrenado en Europa, sobre la base ya fabricada por Yvorsky. Una nueva generación de alumnos arribó a la institución, y la escuela continuó funcionando sin problemas. Alicia solo hacía recupeeración con ejercicios, y no había vuelto a bailar.
En octubre de 1942, Alicia y Fernando aún no se habían reintegrado al Ballet Theatre, pero sus inquietudes artísticas los incitaron a crear un programa que Pro Arte presentaría a sus asociados, titulado “La Silva”.
“La Silva” reivindicaba el arte no comercial, combinando danza con arte dramático. Los bailarines eran, por supuesto, Alicia y Fernando. Se les unieron Alejo Carpentier, Ana Leontieva, los actores Ernesto Galindo, Rubén Rojo y Muñeza Sánchez, que hacía carrera en el cine mexicano con el nombre de Carmen Montejo.
Y Alicia, un poco por compromiso y otro poco por agradecimiento, agregó al elenco a Cuca Martínez. Todos estaban dirigidos artísticamente por Francisco Martínez Allende, que además estaba a cargo del montaje y escribiría los textos hablados. Paco Martínez era un director español que huía de Franco y se había escondido en Cuba.
En el mes de junio del 43, Pro Arte, contribuye monetariamente al Fondo Cubano-Americano de Socorro a los Aliados, anunciando la candidatura al título de Miss Victoria, de una alumna de la Escuela de Pro-Arte, Josefina de Cárdenas.
Josefina era hija de Dulce María Blanco de Cárdenas, en ese momento tesorera de Pro Arte, que ofrecería al Fondo la recaudación completa de la función. Fina, como era amistosamente llamada, bailó la “Danza de las Horas”, y “Las Sílfides” de Fokine. Cerraron la noche “Los Preludios” de Alberto, recién estrenado por la escuela en el mes de marzo y esa función marcó el regreso de Alicia a las tablas, interpretando el preludio de ese ballet de Alberto. Ya pueden imaginar quién fue la ensayadora.
Ya desde marzo del año anterior, ambos matrimonios Alonso, y sus padres residían todos en La Habana en Calzada 504, una casa de dos pisos propiedad de Matías y Laura, famosos en el barrio porque tenían una gran perra danesa. Cuca, soltera y fuera de la cuádriga de los Alonso, se estableció en el apartamento del Vedado que sería su hogar hasta que abandonó Cuba años más tarde.
Una mañana de fuerte viento de cuaresma, una ráfaga sacudió una mampara de madera y cristal que había sido desmontada de su base para reparar el marco, y estaba apoyada contra la pared, y la tiró sobre la cabeza de Alicia, rompiendo el cristal en mil pedazos.
Fernando, horrorizado, corrió con ella al oculista. El Dr. Alamilla, después de examinarla, dijo jocosamente que "esta vez se necesitaba un chichón más grande para desprender la retina", y acto seguido le dio permiso para retomar su carrera. Ni corta ni perezosa, Alicia partió con Fernando hacia Nueva York, para incorporarse al American Ballet Theatre. Y con ella partió, por supuesto, su hermana Cuca.
EL BALLET THEATER DE NEW YORK
De regreso a los Estados Unidos, Alicia se incorpora al recién creado Ballet Theatre of New York, compañía en la cual brilló –con breves interrupciones– hasta 1960, aunque después realizaría actuaciones especiales como artista invitada.
No cabe dudas de que esa compañía representó para Alicia su universidad en el ballet: allí trabajó con coreógrafos como George Balanchine, Mijail Fokin, Bronislava Nijinska, Leonide Massine, Anthony Tudor, y los nacientes coreógrafos norteamericanos Michael Kidd, John Taras, Jerome Robbins y Agnes de Mille. Ese año vería a Alicia Márkova y Antón Dolin en Giselle, ballet que la marcaría para siempre. No podía saber entonces que poco más tarde ella misma se convertiría en leyenda bailando esa obra.
Para entrar en la compañía, Alicia no fue sometida a las acostumbradas audiciones. Inmediatamente su repertorio pasó del cuerpo de baile a roles solistas e incluso de primera figura. Se le asignaron protagónicos en Las Sílfides, Jardín de Lilas, Pedro y el Lobo, Goyescas, Pas de Quatre, Gala Performance, Capricho Español, Baile de Graduados, Barba Azul, Aleko, Petroushka, On Stage, Undertow, y diferentes personajes en Giselle, El lago de los Cisnes, Coppelia, La fille mal gardée, Las bodas de Aurora y los pas de deux de Don Quijote y Cascanueces, entre otros.
Cuca fue aceptada como bailarina de tercer nivel, que ya era mucho para una bailarina del American Ballet Theatre, donde reinaba la fulgurante Márkova, escoltada por una segunda línea de grandes figuras de la talla de Hightower, Kaye y ahora la propia Alonso.
No hay dudas que una de las principales leyendas de Alicia está ligada a su debut en Giselle en 1943 en el American Ballet Theater. Pero también en Giselle, Cuca fue responsable de un mérito casi nunca mencionado ni reconocido después.
GISELLE, ALICIA Y CUCA
Desde sus primeros días en el Ballet Theatre los más humildes personajes de campesina o de willi de Giselle atraparon a la cubana, que pronto asumió los roles de las amigas y de dos willis. Pero en la temporada de 1943 la famosa ballerina inglesa Alicia Márkova, gran estrella de la compañía, era la única que interpretaba este ballet cumbre y símbolo del ballet romántico.
Desde inicios de la temporada, la Márkova había tenido problemas de salud y algunos de sus ballets fueron asignados a las jóvenes solistas Nora Kaye, Rosella Hightower y Alicia Alonso. Sin embargo, Giselle seguía reservado para cuando la Márkova se restableciera.
Casi en la fecha de su actuación, la bailarina rusa tuvo que ser intervenida quirúrgicamente de urgencia. Solo entonces preguntaron a las tres solistas, que quién se atrevía a asumir esa Giselle. Faltaban solo cinco días para el estreno.
Contaba la crítica Ann Barzel que Alicia le referiría personalmente más tarde, cómo fue que vivió aquellos días: “Nora y Rosella dijeron que era una utopía aprenderse un ballet entero en menos de una semana -contó Alicia-. Y lo era. Pero yo me lo sabía, así que acepté el reto. Había visto muchas veces a Márkova bailarlo, y lo tenía grabado en mi mente. Mi hermana Cuca se encerró conmigo tres días seguidos en el teatro, apenas durmiendo unas horas, y me ensayó todo el ballet con rigor. Nos sobraron 48 horas”.
Entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre hubo sólo ocho horas de ensayos más con Antón Dolin en medio de las funciones. Y llegó el gran debut.
La Alonso visitó a la Márkova en el hospital. La diva le prestó su adorno de cabeza para el último acto y le escribió una nota que la instaba a brillar: “Baila maravillosamente”. Alicia se llegó a poner el tocado, pero se lo quitó antes de salir a escena porque una bailarina del cuerpo de baile la alertó de que ese adorno se le enganchaba a Markova en las mangas de su partenaire. ¿Una jugada sucia de la rusa?
Daba igual. Esa noche en el viejo Metropolitan Opera House de Nueva York nació la leyenda Alonso-Giselle. Atrás había quedado, “todo un año de ensayo en postración” en sus palabras. Alicia le arrebató Giselle a la Markova y la hizo suya. New York aplaudía a la nueva princesa que había desafiado a la reina, haciendo estremecer el lunetario del teatro. Cuca también aplaudía y lloraba de pie emocionada en una pata del escenario. Por alguna razón la hermana mayor sabía que a partir de esa noche, cambiaría la vida de su hermana pequeña.
PRO ARTE RECLAMA A ALICIA ALONSO
Gracias a Pro Arte, el talento y la creciente fama de Alicia eran seguidos en Cuba. La primera gran temporada de ballet de Pro-Arte, tuvo lugar en la primavera de 1943.
Se estrenaron tres obras originales de Alberto: “Concerto”, con música de Bach, “La Hija del General”, sobre música de Strauss, y “Forma”, con música de otro español, José Ardévol. La partitura incluía un coro que fue la magnífica Coral de La Habana, dirigida por María Muñoz de Quevedo.
Alicia Alonso, hizo la coreografía de “Icaro”, cuyo acompañamiento eran ritmos originales de Harold Gratmages y “Escuela de Danza” fue una encantadora pieza para las niñas pequeñas de la escuela, sobre la música de Mozart, y coreografía de Pat (Denisova).
Dos pequeñas estrellas merecerían la atención del público: Lydia Díaz Cruz y Leonela González. También subiría a escena “Príncipe Igor” de Borodin y coreografía de Fokine. Cuca se encargó de las niñas de la escuela, y empezó a labrarse una carrera como maitre, viendo que los escenarios se alejaban cada vez más de ella.
Eran de Alicia.
“Concerto”, la mejor obra Alberto, fue creada especialmente para las maravillosas facultades de la dulce Pat, quien también aparecería en el ballet de Strauss. Alicia bailaría su propia coreografía en “Icaro” y también la de Alberto en “La Hija del General”, y sería la figura central de “Igor”, al que acompañaría Valrene Tweedie (con el nombre teatral de Irina Lavrova). Valrene era australiana, había pertenecido a las huestes del Ballet Ruso Original de De Basil, y se había radicado en Cuba al casarse con Luis Trápaga, que habia sido miembro del Ballet Russe y el Original.
“Forma”, basado en un poema de José Lezama Lima, con diseños de los arquitectos Emilio del Junco y Eddie Montoulieu, tuvo en los roles centrales a los dos hermanos Alonso y sus respectivas esposas. También estaban Eduardo Parera, junto a Ruth Cambó y cómo no, Cuca Martínez.
Esta obra, a pesar de las expectativas despertadas, no volvió a presentarse más y queedó en el olvido. La temporada repitió “Las Bodas de Aurora”, “Las Sílfides”,y “Petrouchka”, donde los roles centrales serían compartidos por los hermanos Alonso y sus mujeres, junto a los alumnos. Cuca volvía a caer en la rutina de ensayar a otros bailarines.
En el mes de julio, la escuela hizo una pequeña gira a Pro Arte de Oriente, en Santiago de Cuba, al Teatro Infante de Holguín y por último a la SIBA de Camagüey, donde presentarían tres obras: “Las Sílfides”, “Concerto” y “La Hija del General”. En noviembre de ese año subieron a escena dos obras originales de Alberto: “Sinfonía”, de Mozart, y “Rascacielos” de John A. Carpenter. Pat y Valrene serían las solistas, junto a Luis Trápaga bajo el seudónimo de Igor Trefiloff.
En marzo de 1944, la escuela se presentó en el Instituto Cívico-Militar de Ceiba del Agua, junto a la soprano cubana Carolina Segrera. Subieron a escena “Chopiniana” y una Danza Rusa. En mayo de ese año, el éxito de la escuela mereció que se presentara en una función pública, con “Concerto”, “Petrouchka” y “Príncipe Igor”. Cuca fungía de directora de ensayos.
La escuela, provisionalmente bajo la dirección de Luis Trápaga y la bailarina australiana Valrene Tweedie (conocida teatralmente como Irina Lavrova), presentó en 1945 por primera vez, el ballet «Giselle», que Fernando fue a montar expresamente a Cuba, y en el que Alicia consolidó el estrellato que dos años antes había obtenido en Nueva York.
En 1946 Cuca Martínez y Marianela Bonet ingresan como profesoras en el Conjunto de Aficionados de la Universidad de La Habana, y allí Cuca estrecha sus lazos políticos con los grupos estudiantiles de la FEU, poniendo los cimientos de una gran amistad con quien muy pronto sería el presidente de los estudiantes, Manolo Castro, un joven sin vínculo sanguíneo con Fidel, a pesar de su apellido.
CUCA SE CASA Y SE DIVORCIA
En el mes de junio, Alicia y Fernando regresaron a Cuba para sus acostumbradas vacaciones de verano, trayendo con ellos a dos bailarines compañeros del ABT: John Kriza y Maria Karnilova. Karnilova era el candor hecho bailarina, y Kriza era un divertido “yanqui”, que gozaba del clima y el ambiente tropical a plenitud, y en Cuba se sentía como pez en el agua.
Entonces Cuca da a todos la sorpresa: Se casa con Raúl Chibás, el hermano de Eduardo, un político que más tarde se daría un tiro en público.
En aquellos días se celebraron elecciones presidenciales en Cuba y toda la familia Alonso se traslada a la Isla. Grau San Martín consigue la presidencia de la república. Kriza y Karnilova alucinan al ver la alegría popular por el resultado de la elección de Grau. Más aun al ver a Eduardo Chibás subido a un poste, gritando “¡se soltó el loco!”. Reconocieron a Eddy porque ambos bailarines estaban hospedados en “El Castillito” de la familia Chibás en H y 17, en el Vedado, por gentileza de Raúl Chibás, hermano de Eduardo.
A Cuca le encantaba ayudar a los bailarines que visitaban Cuba, pero su matrimonio estaba a punto de irse al traste, porque encontraría a Chibás en su propia cama engañándola con Elvira, su mejor amiga. Hasta ahí duró su felicidad y los hospedajes de bailarines en El Castillito.
Tiempo después Cuca se hizo amante de un tal Dr. Gómez (ella lo llamaba simplemente Gómez). Fue muy criticada en la alta sociedad de la época, por estar con un hombre casado. Los hijos de Gómez iban al coleegio St George, y allí la esposa oficial solía hablar horrores de Cuca con las otras madres. La consideraba una vampiresa robamaridos que intentaba arrebatarle a su esposo.
Aunque Cuca fue la principal confidente y consejera de su hermana cuando ésta se enamoró de Fernando, nunca la hizo partícipe a ella de su angustiosa vida sentimental. Era extraordinariamente reservada con sus asuntos personales.
Sobre Alicia Alonso se cuentan mil leyendas urbanas asociadas a su largo paso por la vida, y hay mucho mito enroscado en sus múltiples biografías, pero no puede negarse que tanto en el arte como en la vida, Alicia mezclaba en proporciones inimaginables la fantasía con la realidad. Y tenía múltiples fuentes de inspiración para conseguirlo.
Con solo 21 años revivió a Mlle. Grisi en el Pas de Quatre de Lester y Dolin; con 26 el Pabellón de Armida de Anatole Oboukoff; con 27 Tema y variaciones de George Balanchine y con 28 el rol de Lizzie Borden en Fall River Legend de Agnes de Mille, todos en sus estrenos mundiales.
En la pieza de Milles, no estaba previsto que Alicia interpretara ese rol, demasiado norteamericano y complejo dramáticamente; era para su compañera Nora Kaye. Pero solo unos días antes del estreno, la Kaye enfermó y, en plena temporada, Alicia se aprendió la obra con la ayuda de Cuca, y la estrenó mundialmente el 22 de abril de 1948. A la sazón, el crítico Cecil Smith escribiría: “Alicia Alonso como Lizzie Borden, ofreció una de las interpretaciones más finas de su notable carrera”.
Cuca compraba toda la prensa escrita que hablara de su hermana, y es por ella que hoy Alicia conserva su histórica colección de periódicos y revistas de aquella época, con centenares de programas de mano, entrevistas y artículos que la mencionaban, y que Cuca organizó y guardó meticulosamente para Alicia y Fernando.
Cuando el matrimonio regresó al American Ballet, Alberto Alonso y Denisova decidieron explorar otros medios artísticos en Estados Unidos. Ya pueden imaginar con quién se fue Cuca.
Alberto regresó a La Habana después de su divorcio de Denisova, que lo había dejado por un cantante y nunca más volvió a visitar Cuba. Allí volvió a encontrase con Alicia y con Fernando y tomó de nuevo la dirección de la escuela. Meses después contrajo matrimonio con Elena del Cueto, una ex alumna que había ingresado como profesora auxiliar en 1946.
Ese año el ABT incluyó un kindergarten de ballet, y clases de baile español, a cargo, respectivamente, de la ex-alumna, Finita Suárez Moré, y de la bailarina española, Adelina Durán. Y también reclutó como maitre a otra antigua alumna: Cuca Martínez.
Al año siguiente la temporada de conciertos cerró con funciones de ópera; “Aida”, en la que Alicia, ya restablecida (solo “al parecer”) de su dolencia en ambos ojos, montó los bailables; para la Danza de las Horas de “Gioconda”, Pat (Denisova) hizo la coreografía, con las solistas Marianela Bonet, Leonor Albarrán, Gloria González Negreira y Josefina de Cárdenas como Las Horas. Cuca fue ensayadora, como siempre.
EL ASESINATO DE MANOLO CASTRO
Un acontecimiento terrible para Cuca y muy poco conocido para los cubanos de hoy, marcó el inicio de la escalada de odio de la hermana de Alicia hacia Fidel Castro.
Fidel había ingresado en la Universidad en la Facultad de Derecho y se postulaba para las elecciones de la FEU, pero fue derrotado ampliamente. Lleno de rencor, comienza a participar en protestas callejeras, se une a una pandilla llamado "Gatillo Alegre", que peleaba contra otras pandillas por el control de la Universidad, y despues se une a Emilio Tró y organiza la pandilla 'Insurreccional Revolicionaria', abiertamente gangsteril.
En esa etapa de tiroteos entre pandillas surge lo que se llamó la Invasión de "Cayo Confite" con el proposito de derrocar al dictador de República Dominicana, el General Trujillo. Este plan estaba organizado por Manolo Castro, ya entonces líder de la FEU, y Rolando Masferrer, jefe militar de operación.
Fidel Castro era consciente de que no lo querían en el grupo, pero habla con Juan Bosh presidente de la junta Dominicana y Bosh convence a Manolo y a Rolando Masferrer para autorizar su fichaje.
Ya en Cayo Confite, y delante de cientos de soldados, Fidel se enfrenta a Rolando por discrepancias en la planificación de la revuelta, ofendiéndolo con palabras gruesas, y delante de los reunidos le propina un bofetón. Como consecuencia inmediata, la invación es suspendida.
Cuento todo esto porque es el preludio de lo que vendría después. Los grupos gangsteriles recrudecen sus acciones en La Habana, y el Jefe de la pandilla de Fidel, Emilio Tró, cae abatido por las balas en Marianao.
Y entonces, el 22 de febrero de1948, Agapito comete con sus propias manos el primer asesinato documentado, del que se tiene referencia.
Era un domingo de Carnaval en La Habana y mientras el pueblo se divertía en las calles, Fidel Castro y algunos de sus secuaces se trasladaron a las inmediaciones de la sala de cine infantil El Cinecito, donde se proyectaba el filme “Fantasía” de Disney.
La pandilla preparaba premeditadamente la muerte del líder estudiantil Manolo Castro, porque Manolo se había convertido en una molesta piedra en el zapato para los intereses de Fidel, ansioso por controlar la facción estudiantil de la que Manolo era líder.
Tras semanas de vigilancia, Fidel y otros tres pandilleros le hacen una encerrona a Manolo en la esquina de El Cinecito. Fidel le mete personalmente tres tiros por la espalda en la nuca, terminando con su vida.
Quienes vivieron aquellos días, recordarán la nota de prensa que recogió los hechos el 5 de Julio de 1948 y que yo incluyo en este artículo. Los periódicos se hacian eco del hecho y el "El Crisol", destacaba las palabras de Oscar Fernández Coral (Guardia de Seguridad de la Universidad de La Habana), quien vio a Fidel Castro en las inmediaciones de lugar en que asesinaron al Presidente de la FEU Manolo Castro.
Fidel y su pandilla son apresados por la policía sospechosos del asesinato, pero no le pueden probar la autoría del crimen. Se sabrá años después cuando lo revele Armando Galis, uno de los miembros del grupo ejecutor.
Aquella noche Fidel Castro dejó viuda a Mariana (Nena) Bray de Castro (prima de la escritora Zoe Valdés) y sin padre a los hijos de Manolo y Mariana: Manolito y Mariana (Manana). Según Zoe, hoy en Miami están enterrados los restos de la viuda y de su hijo Manolito, y Manana todavía reside en Coral Gables.
Pero si alguien fuera de la familia de Manolo sufrió con los hechos, fue Cuca Martínez del Hoyo, colaboradora estrecha de Manolo en la FEU. Manolo ya era un gran amigo de Cuca, y la triste noticia sembró en ella la primera semilla de odio hacia Fidel.
LA COMPAÑÍA “ALICIA ALONSO”
Cuando sucedió la estampida de bailarines del American Ballet Theatre por las crudas discusiones contractuales de Alicia Alonso con la entidad, Alicia ya era conocida como La Cobra Cubana por su celebérrimo comportamiento sibilino con sus compañeras.
Alicia y Fernando abandonaron el ABT con un puñado de bailarines descontentos, y fundaron en Cuba el Ballet Alicia Alonso en 1948.
Cuca como era de esperar, también acompañó a su hermana en esta aventura, y al cabo de un par de años fue ascendida por fin en el 54 al puesto de subdirectora artística de la nueva compañía de su hermana. De alguna forma Alicia intentaba premiar tantos años de sacrificio, servicio y ciega fidelidad de Cuca. Aporto aquí (en PDF) en el primer comentario del post, un programa de mano de la compañía Alicia Alonso que tiene varias curiosidades: la publicidad comercial que Alicia dispensó a sus exponsors, el cast de los ballets y el staff de dirección, en el que se encuentra Cuca como subdirectora.
Alicia ya había bailado una vez para Batista y volvió a hacerlo, apremiada por la urgencia de agradar al presidente y cuidar la subvención estatal de 40.000 pesos que ya recibía su compañía desde la presidencia de Carlos Prío Socarrás.
Así que la segunda aparición de la bailarina ante Fulgencio, fue a todo boato como invitada especial para a bailar “La Muerte del Cisne” en el Salón de los Espejos del Palacio Presidencial. Alicia bailó acompañada por la orquesta que dirigía Enrique González Mántici.
La función fue ampliamente cubierta por el diario Información en crónica escrita por el periodista José Saínz de la Peña, a cargo de la sección social de ese periódico. También El País cubrió el acto, publicando un retrato de Alicia recostada en un pilar de mármol de la escalera que subía al mencionado salón.
Pero la interesada maniobra de Alicia no gustó ni un poquito a su hermana Cuca ni a su madre Ernestina del Hoyo, que ese día se quejaba amargamente de que su hija hubiera aceptado “la invitación de un asesino".
El rechazo a Batista de Cuca y Ernestina se debía a que el padre, Antonio Martínez Arredondo, teniente veterinario del ejército del presidente Machado, había pertenecido al grupo de militares refugiados en el Hotel Nacional, por oponerse al tristemente célebre "cuartelazo” del 4 de septiembre. Martínez Arredondo había salido ileso del bombardeo de que fuera víctima el hotel, pero fue encarcelado por Batista.
No es ocioso apuntar que Alicia jamás tuvo a menos bailar si había dinero. La Cervecería Polar le patrocinó una función de Giselle en el stadium universitario, el 22 de julio de 1955, cuando la compañía había cambiado su nombre por Ballet de Cuba. Se suponía que sería una función benéfica para la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), una gestión que había hecho Cuca para los estudiantes. Alicia puso como condición que se permitiera a Cerveza Polar colocar a ambos lados del escenario, dos enormes botellas de cerveza de la marca. También la imagen de una cerveza se imprimió en el programa, del que incluyo aquí una copia.
Pero Alicia había quedado con Batista en programar mensualmente al menos una función gratuita de alguno de los ballets de su repertorio para el pueblo llano. Nunca dio ni una sola función de ese tipo. Entonces el Dr. Guillermo de Zéndegui, director del Instituto Nacional de Cultura, instruido por Fulgencio, le suprimió la subvención a la compañía Alicia Alonso en agosto de 1956.
Aun así, cuando Zéndegui la requirió por el incumplimiento del contrato -contaba después Zéndegui-, Alicia contestó de modo altanero: "Mire, yo hago más con mis pies que Ud. y todos esos señores con sus títulos".
Alicia Alonso siempre utilizó la política en beneficio de su carrera y de su compañía. No hay que creer, por tanto, en el peso de sus declaraciones políticas. En el 58 la bailarina afirmaba a la prensa que Batista, Grau, Prío y Fidel Castro eran lo mismo. Y a continuación aseguraba no haber votado jamás.
CUCA, ALICIA Y LA REVOLUCIÓN
Cuando triunfó la Revolución, la compañía Alicia Alonso estaba transitando por un delicado momento financiero. Sin el dinero que había estado recibiendo de Batista la compañía se asfixiaba.
Pero Alicia ya es experta en nadar entre dos aguas. En marzo del 1959 pide una entrevista con Fidel, Agapito la recibe y le extiende un cheque en blanco. No es una forma de hablar, se lo puso delante en la mesa de su despacho con tres condiciones:
Debía cambiar el nombre de la Compañía “Ballet de Cuba” antes “Alicia Alonso” por “Ballet Nacional de Cuba”, institucionalizar la agrupación acorde a la nueva ideología del Gobierno, y responder a las necesidades prácticas que había previsto Agapito para el ballet; sería el nuevo estandarte artístico de la Revolución y su arma cultural más importante.
Alicia no le responde enseguida, se lo piensa. Tanto, que Fidel una mañana aparece en la casa que comparte con Fernando en Siboney, sin avisar. Trae un cheque de 200.000 pesos. La bailarina acepta.
Alicia no le responde enseguida, se lo piensa. Tanto, que Fidel una mañana aparece en la casa que comparte con Fernando en Siboney, sin avisar. Trae un cheque de 200.000 pesos. La bailarina acepta.
Alicia es nombrada Directora General del Ballet Nacional de Cuba. A cambio actuará de “comisaria política” de la compañía, escogerá a sus integrantes según criterios ideológicos, e impulsará la difusión y desarrollo de la Escuela Cubana de Ballet como máxima autoridad de la agrupación.
Fidel le entregó a Alicia el Teatro Nacional en usufructo permanente, y financió desde entonces todos sus montajes, festivales y giras internacionales.
Pero en el plano familiar, las cosas no iban bien para la familia Martínez del Hoyo. No todos los miembros del clan respaldaban a la Revolución. Alicia y Cuca no hablaban de política públicamente. Se amaban a pesar de estar en las antípodas ideológicas, pero Cuca en privado confesaba su tristeza por el camino político que había escogido su hermana menor.
Lo que cuento lo revela Octavio Roca en su libro “Cuban Ballet” aclarando que había prometido a Cuca personalmente “que esto no lo contaría hasta que ella muriera”. Cuca fue mucho más políticamente activa que sus hermanas desde los días en que llevaba comida y cartas a su padre, prisionero político de Batista en una cárcel habanera, mientras Alicia se mantenía distanciada de la tragedia familiar centrándose en el ballet.
Aunque Ernestina apoyaba a su hija menor, porque su marido había sido preso del batistato, Cuca pronto se dio cuenta la naturaleza comunista del nuevo Gobierno. De haber sido una ferviente activista de la FEU y colaboradora de José Antonio Echeverría y Manolo Castro, Cuca se convirtió en una opositora firme de Fidel, que iba contra todo en lo que ella creía: la religión, la libertad de expresión y el derecho a entrar y salir libremente de la Isla.
Alicia se había ubicado en la postura opuesta a Cuca por propia voluntad, pero ambas evitaban de momento hablar de política porque se querían. O dicho mejor, porque Cuca quería mucho a Alicia.
No pongo en tela de juicio los sentimientos de La Prima por su hermana, simplemente digo que el amor de Cuca por Alicia era mayor que a la inversa, y que Alicia intentaba no crear conflictos familiares para cuidar su propio estatus como reina de la danza cubana. Cuca no había abandonado Cuba por ruego expreso de Alicia, pero fue una decisión a la larga equivocada.
Cuca por entonces enseñaba danza moderna en la Universidad de La Habana, pero su desencanto como el gobierno de Fidel crecía por momentos. Ya a finales de 1959, Cuca estaba convencida de que ella y Fidel eran agua y aceite.
Así que comenzó, primero sutilmente y después a toda mecha, a contribuir a la resistencia contra la revolución organizando mítines clandestinos, distribuyendo panfletos contra Castro y ayudando al movimiento ideológico cubano contestatario a la revolución. Nunca le perdonó a Fidel el asesinato de Manolo Castro. Así llegaron los años 60 para la familia Martínez del Hoyo.
CUCA, LAURA Y RICKY
Rafael Diaz Hanscom conocido como Ricky, fue primera pareja sentimental de la hija de Alicia, Laura Alonso y sobrino político de Cuca. Ambos trabajaron juntos en la resistencia contra Fidel.
Laura y Ricky se casaron en la iglesia de Santa Rita en Miramar. Uno de mis seguidores que ahora estará leyendo esta crónica, y a quien debo parte de los testimonios que aquí describo, siendo aún un niño, fue a esa boda, porque está emparentado con la familia Alonso.
Me dice mi confidente que “aunque los niños no iban a bodas, Cuca quiso que yo fuera. Fui a la Iglesia y después me llevaron a casa con mi Tata. Ricky se divorcia de Laura en el 61 para no comprometer a su esposa con sus actividades contra la revolución, y pocos días después de la invasión a Bahía de Cochinos, es arrestado y “ajusticiado” por Fidel”.
Cuando esto sucede, Alicia estaba bailando en Hungría. Al enterarse del asesinato de Ricky, Cuca fue en persona a reclamar el cuerpo a la Cabaña y desde entonces fue más temeraria y activa contra la Revolución, tal vez sin saber que la familia Alonso estaba siendo sigilosamente vigilada por el G2.
Ya desde entonces Cuca habla abiertamente contra el Gobierno de Agapito, pero siempre dejaba claro que su hermana no tenía nada que ver con estas actividades. Alicia siempre defendió que Cuca no había formado parte de la contrarrevolución, pero no por defenderla, sino para limpiar el nombre de su familia y salvarse a sí misma. Era proverbial su destreza para salir indemne de los potajes políticos que armaba Cuca en la familia.
Cuca continuaba su labor en el ballet, aunque ya no con la ilusión de antaño. Había coreografiado para Alicia “La Niña de Guatemala” basado en el poema homónimo de Martí en el ballet “Versos y Bailes” y seguía siendo ensayadora de la compañía, pero también había intensificado su actividad subversiva.
LAS COSAS SE PONEN PEOR
Cuca ocultaba a dos personas de la resistencia en su apartamento del Vedado, sin saber que estaba siendo vigilada por el G2. Un día llega la policía a hacer un registro en su domicilio, pero los dos hombres escapan por la ventana. Cuca es arrestada y, al estilo de la mejor película de espionaje, se mete en la boca y se traga las páginas comprometedoras de su agenda telefónica sentada en el
asiento trasero de la patrulla que la llevaba detenida, con la excusa de masticar un chicle. Tenía miedo de que le pasara lo mismo a la gente que tenía anotada allí.
Alicia siempre dijo que Cuca era inocente y le decía a sus amigos íntimos para quitarle hierro al asunto: “Hay cosas peores que caer presa”. Pero en aquel momento Alicia también estaba bajo sospecha.
Cuca finalmente es liberada gracias a las influencias de su hermana, pero la mantienen bajo vigilancia en su casa del Vedado, aunque había prometido a Alicia no armar más líos.
Sin embargo, el sentimiento anticomunista de Cuca es más fuerte. Una vez liberada, vuelve a reincidir ayudando a la impresión de pasquines en una imprenta clandestina de Miramar, y vuelve a entrar en la cárcel. Entonces Alicia la saca de allí por última vez y le dice que se tiene que marchar de Cuba, porque está haciendo daño a la familia y a ella misma.
Cuca era sospechosa de trabajar para la CIA. Eso no era cierto, pero solo la sospecha le aseguraba una sentencia de muerte en La Habana. No tenía donde ir porque las embajadas europeas le dieron la espalda, y el gobierno cubano le había prohibido viajar fuera de Cuba con las giras de la compañía.
Entonces en un último acto de desesperación, Cuca fue a ver al embajador mexicano en La Habana, y en el mismo instante éste le dio asilo para evitar su arresto inminente.
Aquí se enlazan los hechos con el principio de esta crónica. Es el momento en que Juanita Castro está en el Palacio de la Revolución intentando recuperar su pasaporte por intermedio de su hermano Raúl, también con la intención de abandonar la Isla. Es la tarde del 18 de junio de 1964.
En las primeras horas, Cuca, sabiendo que su hermana estaba siendo vigilada, guarda silencio ante Alicia. Pero al ser alertada por el embajador mexicano de que tampoco era seguro que pudiera salir de allí, al menos con la celeridad que esperaba, decide llamar a Alicia para decirle lo que había hecho. Entonces Alicia llama a Raúl Castro para intentar encontrar una solución al problema.
Muchos cubanos acudían al recurso de meterse en las embajadas durante aquellos años para salir de Cuba. La magnitud del escándalo del exilio de la hermana de Alicia particularmente después de que su yerno fuera ejecutado, complicó la situación. Había cámaras de televisión haciendo guardia en el aeropuerto de México, esperando a Cuca.
Entonces Alicia da el gran paso: habla con Fidel. Tras una larga reprimenda de Agapito, Alicia consigue un trato para salvar a su familia. Cuca se podría marchar mientras Alicia no hablara nada en público con la prensa. Pacto de silencio. “Se desvaneció el tema, eres un peligro para la revolución, eso es lo que piensa Fidel de ti, pero los dos tienen que confiar en mí”, le dice Alicia a su hermana por teléfono cuando Cuca vuelve a llamarla desde la sede diplomática azteca.
Pero Cuca no confiaba ni creía en las promesas de Fidel.
Sin embargo, confía en su hermana y deja la embajada voluntariamente. Es conducida hasta su casa de El Vedado por la policía, y recluida allí bajo vigilancia. Alicia la visita inmediatamente y le pide que que se tranquilice y baje el tono. Cuca le hace caso.
EL ADIÓS
Al cabo de una semana y sin ninguna explicación, una mañana Alicia vuelve a la casa de Cuca y le dice, “ahora debes irte y no volver aquí nunca más”. Alicia estaba por partir a un tour por China y Corea con su compañía, y tenía razones para pensar que su hermana iba a ser asesinada como Ricky cuando ella no estuviera.
Finalmente en septiembre de 1964, Cuca deja Cuba para siempre con su perro y muy pocas pertenencias. Estuvo dos meses en México y por su cuenta llegó a USA en diciembre, a tiempo para celebrar las navidades en Miami.
Cuca mantuvo su palabra y nunca habló más de Alicia ni de política en público en los Estados Unidos mientras vivió. Alicia no habló tampoco más de Cuca, aunque hablaban entre sí por teléfono casi diariamente. Pero fortaleció sus vínculos con Castro y borró a su hermana de sus conversaciones con cualquier otra persona ajena a la familia. Ambas sabían que aquellas llamadas estaban siendo monitoreadas por el G2.
Cuca decía con frecuencia a sus íntimos; “Mi hermana es muy inocente acerca de la política, Fernando no, él sabe lo que hace, en cambio Alicia es surreal, vive en un mundo de fantasía romántica, de ilusión, en su pequeña nube de la danza. Tiene que ser así para crear su arte, pero yo la quiero mucho”. Pero Cuca estaba completamente equivocada.
Por un tiempo Alicia no se acostumbró a estar lejos de su hermana mayor, ni Cuca de su hermana pequeña. Eventualmente se llamaban por teléfono, pero el tiempo pasó, la compañía creció y Alicia estuvo muy ocupada, así que las llamadas fueron disminuyendo.
La temporada 65 - 66 fue excepcional para el BNC y para Alicia Alonso. Se le concede el por primera vez el Gran Premio de la Ciudad de París (volvería a conseguirlo en el 71) y el Premio Anna Pavlova de la Universidad de Danza de esa ciudad.
Pasaron los años y aumentó la brecha entre ambas hermanas. Cuca abre una academia de ballet en Miami para niñas ricas (mi confidente me cuenta que matriculó en ella a su hija).
Cuca, que había sido alumna de Martha Graham y tuvo tantos años de experiencia como maitre en el American Ballet, en el Ballet Alicia Alonso y luego en el BNC, se entrega plenamente a la enseñanza, que es lo que sabe hacer mejor.
Cuca en su academia (Fotos de la colección de Manny Alonso) |
En 1974, Alicia fue invitada por el American Ballet a los Estados Unidos y vuelve a ver a Cuca después de diez años. Jackie Onassis da una cena en su apartamento de New York en honor a la diva cubana del ballet, y mi confidente con su esposa asisten a ella invitados junto a Cuca y otros familiares del clan Martínez del Hoyo que residían en Estados Unidos.
Ya en Cuba, tras obtener el divorcio de su primer marido Fernando, por haberle sido infiel con la también bailarina Aida Viloch, Alicia Alonso hace uso de su poder, “destierra” a su ex marido a la naciente compañía de Ballet de Camagüey, y se casa en 1975 con el crítico de danza Pedro Simón Martínez, al que aún sigue sentimentalmente unida a pesar de haberle proporcionado muchos momentos desagradables por su conocida bisexualidad.
El 3 de abril de 1986, Alicia Alonso consigue materializar sus sueños y nace así el, Gran Teatro de La Habana, con tres salas de teatro: la histórica García Lorca, la Alejo Carpentier, de 600 localidades, y la Antonin Artaud, dedicada al teatro experimental.
La vida de la bailarina se vuelca más que nunca en el arte. Dedica su escaso tiempo libre a disfrutar de la compañía de sus animales y, en particular, de su querida gata Ondina. Sólo a veces deja de estar con sus animales para salir de compras, otra de sus más conocidas pasiones.
En el Gran Teatro, Alonso consigue contar con una galería de arte, la Imago; una sala de conferencias, la José Lezama Lima; una sala de conciertos, la Ernesto Lecuona; una sala de vídeo, la Luis Buñuel, y cinco salones para la enseñanza de la danza. Mientras tanto Cuca vive en la soledad del exilio los éxitos de su hermana con un agridulce sentimiento de pérdida.
Rematando esta imponente institución cultural, Alicia incorpora al gran teatro una orquesta sinfónica y un coro, y revive dentro del antiguo Palacio del Centro Gallego el célebre café del Louvre. Con esta infraestructura, el gran complejo artístico amplía su proyección y, de ser una agrupación artística subvencionada por el Estado, se convierte en una lucrativa empresa con autonomía financiera. Giras por el extranjero, Cubaballet (periódicos programas didácticos), programas especializados en enseñanza de la danza clásica cubana y asesoría y colaboraciones con diversas compañías en el extranjero se traducen en breve plazo en decenas de miles de dólares.
En Miami la vida de Cuca no es demasiado feliz. Después de haberse separado en Cuba de Eddy Chibás y de la controvertida relación con el Dr. Gómez, nunca más volvió a tener otra relación sentimental, y solo se dedicó a su academia.
Antonio Martínez el hermano de Cuca y Alicia, también había emigrado a Puerto Rico, después se había mudado a Estados Unidos con su mujer Albina, y ambos vivían con Cuca en Coral Gables, Miami. Cuando Antonio murió, su viuda se quedó viviendo con su cuñada Cuca, que poco a poco empezó a empeorar de salud hasta que tuvo que cerrar la academia. La demencia senil la asechaba.
Cuca adoraba a los hijos de sus hermanos, especialmente a Yara Simón, su sobrina nieta, hija de su hermano Antonio, que hoy es actriz y trabaja en la serie de Netflix “Jane the Virgin”. Recibe eventualmente sus visitas y las de otros familiares y amigos en su casa de Coral Gables, pero nunca más vuelve a ver a su hermana pequeña. Vive sus últimos días en compañía de Albina y una sirvienta. La senilidad ya la hacía delirar.
Me cuenta mi confidente, a quien Cuca también quiso mucho y que la visitaba a menudo, que la última vez que fue a verla, mientras estaban hablando de ballet, Cuca miró hacia el jardín y le dijo: "Mira a papá por allá afuera con los caballos". A él le dio tanta tristeza que se despidió y se fue de allí totalmente descorazonado. Nunca más la volvió a ver.
Blanca María Martínez del Hoyo, Cuca para los íntimos, murió totalmente sola en una residencia de ancianos en Miami, desvariando y sin conocer a nadie. No había sido una gran figura de la danza en los escenarios, lo fue su hermana menor, pero no creo que Alicia lo hubiera conseguido sin su ayuda, su entrega y su amor incondicional.
A día de hoy, pocos saben de la existencia de esta mujer excepcional, valiente, discreta y silenciosa que sacrificó su carrera por la de su hermana. Ella lo tenía claro cuando le preguntaban por qué lo hizo; invariablemente respondía: "A las dos nos valía la pena"
Así era Cuca Martínez del Hoyo, la hermana invisible de Alicia Alonso.
Bibliografía
“Alianzas de Alicia Alonso” – Villalón Celia P.
“Cuban Ballet” – Roca Octavio
“Alicia Alonso en Carmen, Mito y Leyenda” – Bustamante Mayda
Como acostubras haces que esta historia quede en uno. Gracias nuevamente.
ResponderEliminarY Gracias a ti también
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEy, yo no he eliminado ningún comentario ruiz-castellano, puede ser un error, si quieres publícalo otra vez
EliminarExcelente narrativa. Demuestra que no hay triunfo sin víctimas.
ResponderEliminarGracias Ruiz :)
EliminarEres un verdadero escritor y tu dedicación a narrar la Historia de Cuba que casi nadie conoce te hace Único y Grande. Un abrazo inmenso
ResponderEliminarConmovedor relato,gracias.
ResponderEliminarCuca fué la Coordinadora de la sección femenina del Directorio Revolucionario Estudiantil en los años 60.
ResponderEliminarGosto de ler todas estas narrativas, encantam-me. Cheguei agora ao seu blog, sou de lingua portuguesa, mas de Cuba tudo me interessa. Nada sabia desta historia de Cuca, hermana de Alicia Alonso......como é triste o que viveram muitas familias cubanas em 63 anos. Quanto mais tempo continuarão estas feridas? Um abraço
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