Por Carlos Ferrera
Recupero hoy el recuerdo de una habanera famosa y cayohuesera ilustre de los años 30, que conmocionó a los cubanos de la época, al ser la principal protagonista de uno de los más famosos crímenes de nuestra era republicana.
Maria Elena Grant Lamingueiro, a quien toda la Habana conocía como Nena Capitolio por su voluminosa complexión y rotunda figura, era famosa en todos los cabarets, bares y serrallos de La Habana, cuando era una ciudad elegante y un no parar de diversión.
Nena nació en Cayo Hueso y heredó de sus padres una cuantiosa fortuna, pero jamás se compró una casa. Vivía permanentemente en una casa de huéspedes en San Rafael entre Oquendo y Marqués González, a pocas calles de la casa natal del autor de esta crónica.
Nena Capitolio era una mujer de mundo, y sabía qué hacer para ser el centro de atención allí donde fuera. Le encantaba “comer carne fresca” y sus muchos amantes apenas rebasaban los veinte años cuando ella ya casi era cuarentona. Su cuerpazo de escándalo volvía locos a los hombres, y ella lo sabía, así que ya bien entrada en los 40 años, se hacía acompañar de bellos mancebos. Nena era muy creativa en cuestiones de sexo, y el personal masculino disponible en la noche habanera, estaba al tanto.
Cuentan que un día durante la celebración de los carnavales de 1932, Nena Capitolio fue a tomarse su high ball vespertino al bar del Bristol, y se quedó prendada de un joven estudiante que había comenzado a trabajar allí a media jornada como empleado del hotel. Santiago González, que así se llamaba el chico, apenas tenía 18 años, pero tenía fama de estar muy bien dotado para las cosas de cama, y tampoco le faltaban mujeres detrás.
Pero Nena era mucha Nena, y esa misma noche consiguió llevarse al efebo superdotado a su habitación de la casa de huéspedes. Durante varios meses Nena vivió un calenturiento idilio con su mancebo, pero Santiago siempre que podía, le ponía los cuernos con alguna cabaretera de la zona. Nena iba a todas partes con su amante, y la pareja mostraba su amor en público ante el estupor de las damas finas, que la consideraban una puta lasciva con dinero.
Un día Nena cogió a Santiago fuera de base, al enterarse de que frecuentaba a una bailarina de Sans Soucí, con la que se veía en una casa de citas de la calle Hospital. Ciega de celos, le metió un escándalo, y esa noche le vació el cargador de su revolver entre pecho y espalda, dejándolo sin vida sobre la cama matrimonial de la casa de huéspedes donde habían vivido juntos.
Era normal durante los primeros años del siglo pasado, que las mujeres fueran las víctimas en los crímenes pasionales, pero no era frecuente que un hombre muriera a manos de su amante. Eran ellos casi siempre los violentos, así que Nena Capitolio intentó engañar a las autoridades autoagrediéndose con un cuchillo de cocina. Primero declaró a los investigadores que había sido un acto suicida, y después les contó una historia rocambolesca en la que ella había tenido que matar a Santiago en defensa propia.
Pero la policía no le creyó y abrió una concienzuda investigación criminal, que resultó ser una de las más brillantes de las llevadas a cabo por el cuerpo policial cubano en la primera mitad del siglo XX.
Se abrió un proceso judicial, que fue seguido por toda Cuba por la gran popularidad de “La Capitolio”. Toda La Habana comentaba en sus mentideros los detalles del caso, que fue instruido brillantemente por los doctores Israel Castellanos, Director del Gabinete Nacional de Identificación en el Departamento de Policía de La Habana y Manuel Barroso, una figura eminente de la medicina legal cubana.
Al finalizar la instrucción, se celebró un juicio en el que fue ampliamente acreditada la culpabilidad de Nena Capitolio, que fue sentenciada a 12 años de cárcel. Muchas figuras prominentes de la sociedad habanera intentaron interceder por Nena, incluso ante el presidente de la República, pero la justicia fue inflexible, y Nena terminó en la cárcel.
El caso de Nena Capitolio sirvió de inspiración al realizador Luis Pavón para rodar la película “La Dama del Capitolio”, que recomiendo a todos, porque se utilizaron locaciones reales de la tragedia para filmar la ficción de la historia.
Al mismo tiempo, la prensa del momento destripó el caso, exponiendo todos los detalles morbosos y sentimentales de la tragedia de amor entre la dama y el estudiante. Tanto se dijo, que se llegó a desvirtuar completamente la historia verdadera añadiéndole condimentos mundanos y oscuros como el alcohol, las drogas y el sexo en grupo.
Vale recordar que el Dr. Israel Castellanos, también formó parte del equipo policial que investigó el secuestro y asesinato del bebé Lindbergh, hijo del famoso aviador norteamericano Charles Lindbergh, ocurrido en New Jersey en 1932. En 1936 se llevó a cabo otra investigación con el fin de comprobar si parte de los billetes del dinero pagado por el rescate del niño –que habían sido previamente marcados–, se habían vendido en Cuba, extremo que resultó ser cierto y permitió detener al presunto secuestrador y asesino, que fue luego sentenciado a muerte. El crimen fue tan sonado, que incitó al Congreso de los Estados Unidos a aprobar la Ley de Secuestro Federal, conocida también como "Ley de Lindbergh", que establece que el transporte de una víctima de secuestro a otros estados se considera un crimen federal.
Y volviendo a Nena Capitolio, su tumba sigue intacta en el sector norte del cementerio de Colón, y fue durante mucho tiempo lugar de peregrinación de putas y presidiarias, que la consideraban todavía en los 50 la santa de cabecera de las mujeres de mal vivir.
Ya nadie se acuerda en Cuba de María Elena Grant Lamingueiro, Nena Capitolio, la asesina. Por eso hoy yo he querido revivir su espíritu, e imaginarla caminando como el carro de la carne por la calle San Rafael, buscando un semental que llevarse a la boca.
Dicen, que un célebre travesti de la época, outsider como ella, la imitaba a la perfección y salía por las calles de La Habana a comerse el mundo. Se hacía llamar como ella; Nena Capitolio.
Dicen, que un célebre travesti de la época, outsider como ella, la imitaba a la perfección y salía por las calles de La Habana a comerse el mundo. Se hacía llamar como ella; Nena Capitolio.
Que en gloria estén las dos.
Otra película interesante por hacer (de nuevo)
ResponderEliminarTodos los artículos son tan interesantes como instructivos, tus temas son horizontes sin fin, puedes ir desde lo más burlesco a la denuncia y exposición de hechos históricos irrefutables, te admiro mucho y te deseo mucho y bueno de todo, éxitos, salud, amor, vida y aguda pluma, (por favor no confundir me refiero a la de escribir...)
ResponderEliminarComo siempre Ferrera logra fascinar con las historias que recrea con su estilo ameno, coloquial y lleno de gracia que nos atrapa hasta el final!!
ResponderEliminar¡Cómo disfruto tus crónicas, Carlos Ferrera!
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