EL CALESERO

Calesero cubano del siglo XIX

Por Carlos Ferrera

A la memoria de Bernabé Lombillo, 

calesero de los Duques de Montilla.

Los caleseros eran una clase aparte entre los esclavos y criados cubanos del XIX. Fungían de silentes cómplices en las correrías de sus amos y debían ser discretos, sumisos, diligentes y limpios. Y mientras más negros, mejor. El negro resultaba ser un fondo ideal para el lujoso atuendo que gastaban y que los distinguía del resto del servicio doméstico. 

Por la vestimenta de un calesero podía adivinarse el rango de su amo, de modo que cada propietario supervisaba hasta el menor detalle la ropa del suyo, que luego el pobre negro debía cuidar con su vida. Los Duques de Monte Villena eran famosos por premiar con un peso de plata a sus caleseros cada domingo, si terminaban el paseo con la ropa impoluta y los galones brillantes, o en su defecto, con una sesión de cincuenta latigazos rociados con la orina del propio calesero, cuando el traje sufría una rotura o se manchaba de fango. 

El traje de un calesero se componía generalmente de levita blanca, roja o verde con botonadura frontal doble y galones de oro o plata, pantalón blanco y sombrero de fieltro también galonado a juego. La prenda principal y de más vista era el calzado, unas lustradas botas negras de postillón hechas de piel de toro, ceñidas hasta media pierna, ensanchadas sobre la rodilla y decoradas con grandes hebillas de plata y agudas espuelas, que reposaban en un pesado estribo del mismo metal. A la cintura, enfundado en un ancho cinturón de cuero negro, el sable recto o machete que jamás debía desenfundar.

Un calesero conocido por el nombre de Bernabé Lombillo, famoso por su pericia en la montura, que había servido fielmente durante veinte años a los Duques de Montilla, se tiró de la silla a los pies del caballo de una volanta rival, al comprobar que había perdido uno de los galones de oro de su levita después de salir de una curva. 

Prefirió morir aplastado por la bestia antes de enfrentarse a la furia de sus amos. 

(Selecciones del libro "El Guayabal" 1999)