domingo, 19 de noviembre de 2017

LA GRAN ESPERANZA BLANCA (Y NEGRA)

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Fidel reconoció en petit comité, en un avión durante un viaje a la antigua URSS, que durante muchos años un animal había ocupado el centro de sus preocupaciones agropecuarias: La vaca norteamericana Linda Arleen, número 1 en el Guinness World Records por su producción de leche. 
Linda Arleen

Superarla con una vaca cubana mejor se convirtió en una batalla personal de Fidel Castro contra su archienemigo del norte, pero ninguna estaba a la altura de Linda Arleen. 
Ubre Blanca
Hasta que una hija de Rosafé llamada Ubre Blanca y nacida en Nueva Gerona, Isla de Pinos, colmó los deseos del comandante loco. 
Ubre Blanca, produjo 109,5 litros de leche en un solo día de enero de 1982. La cifra representaba más de cuatro veces la producción de una vaca corriente de cualquier parte del mundo. Ubre Blanca consiguió producir 24.268,9 litros de leche en 305 días, a finales de febrero de 1982. Ambas hazañas fueron reconocidas por el Libro Guinness de los récords como récords mundiales. Era un cruce entre un toro Holstein canadiense y una vaca cebú cubana nacida en La Isla de la Juventud. Era la F1 soñada por el sátrapa: Ubre Blanca. 
"A este animal no le puede dar ni catarro", sentenció Fidel Castro en su primera visita a la granja de Gerona. Y así tuvo que ser.

Ubre Blanca empezó a ser ordeñada cuatro veces al día, rodeada de óptimas condiciones de alimentación, confort e higiene y vigilada por un atento equipo médico que no la perdía de vista. Pastaba con la cabeza dentro de una escafandra plástica con aire acondicionado. y escuchaba música clásica cuidadosamente seleccionada; siempre Bach. La instalación fue bautizada erróneamente por el Comandante como “Hipotálamo” en un discurso cantinflesco que aún se recuerda en los ambientes agropecuarios.
Sus cuidados incluían darle a probar primero su comida a otro animal, previendo un sabotaje por envenenamiento del enemigo del Norte. Los trabajadores de la vaquería vivían prácticamente acuartelados para que la vaca tuviera 24 horas diarias de atención, siempre monitoreada en vídeo. "Ella bien, nosotros éramos los que estábamos hechos mierda", refiere décadas después uno de aquellos cuidadores. 
Fidel visitó a la vaca en numerosas ocasiones, incluso con algunos dignatarios extranjeros, a los que presentaba con orgullo el animal como un ejemplo del avance científico cubano. Era cariñoso con ella como no lo fue jamás con sus propios hijos, la acariciaba y le hablaba al oído. Conmovedor.
El doctor Jorge A. Hernández Blanco, veterinario del animal, lo recordaba en un artículo publicado hace años en Juventud Rebelde.

“Ella era singular no solo por la cantidad de leche que proporcionaba. A la hora exacta en que sabía que le tocaba comer, iba hasta el comedero y se paraba a mirar fijamente hacia el cuartito donde se guardaba el alimento, para que se lo sirvieran. Además, no se comía el forraje y la miel de caña por separado, sino que agarraba un puñado con la boca y lo arrojaba dentro del recipiente con la pulpa, como si fuera una ensalada“.
El día que Ubre Blanca rompió el récord de Linda Arleen, Fidel dio una recepción en su casa de Punto Cero a la que asistieron sus amigos Frei Betto, Gabriel García Márquez, y Alicia Alonso entre otras personalidades. Se cuenta que había un pastel con una cifra escrita: 109, 5. Era la marca récord conseguida por Ubre Blanca en litros diarios. Adiós, Linda Arleen, bienvenida Ubre Blanca.
Hoy la marca de Ubre Blanca ya no es noticia, porque ha sido superado por la vaca LA-Foster Blackstar Lucy en 1998, y referenciado en el LA-Foster Dairy de Cleveland, Carolina del Norte. Pero en su momento, Ubre Blanca fue la punta de lanza de la propaganda comunista cubana, y Fidel la mencionaba constantemente en todos sus discursos, como evidencia palpable de que la revolución conseguía resultados épicos en la cría de ganado.
Nada más lejos de la realidad.
De la noche a la mañana, el pacífico animal se convirtió en un símbolo de la victoria del comunismo frente al capitalismo. Fidel la celebraba constantemente publicando sus astronómicas marcas de producción lechera. Mientras estuvo produciendo, sus logros lácteos fueron la noticia principal en los medios de comunicación controlados por el Gobierno cubano. 
Igual que en tiempos del éxodo del Mariel, cuando Granma mostraba en un recuadro de su portada cada día el número de “elementos antisociales” que abandonaban el país por Las Cuatro Ruedas, en los días de Ubre Blanca se publicaba religiosamente en ese diario el número de litros que había conseguido producir la vaca el día anterior. ¿Surrealista? Como una pesadilla de Dalí.
Tan contento estaba Fidel con su vaca, que ordenó el embotellar su leche en una serie limitada de frascos de lujo, etiquetados con la imagen de la bestia y con toda la información relacionada con ella.
Solía regalar las botellas a sus invitados extranjeros, y dicen que el resto de su producción jamás llegó al pueblo llano. Me encantaría ver al menos una foto de aquellos litros de leche divina.
Para muchos cubanos, Ubre Blanca evoca recuerdos del oscuro "período especial" y del colapso económico posterior a la desaparición de la Unión Soviética, que era entonces el principal benefactor de la maltrecha economía cubana. 
Yo personalmente viví aquellos días de macrocelebración de la leche con muy mala folla, alucinando ante el triunfalismo estúpido del comandante con su caprichoso e inútil experimento privado. Toda la leche estaba en el periódico, en las mesas cubanas seguía brillando por su ausencia.
Rodeada de fotógrafos y periodistas, con la presión de un deportista de alto rendimiento, Ubre Blanca enfermó de cáncer de piel. Su rápido deterioro apunta a una excesiva explotación y a todo el estrés al que estuvo sometida en los últimos años de su vida. 

Tras su tercer parto, la ubre de Ubre Blanca alcanzó un perímetro de dos metros (casi su longitud corporal) y se descolgó de su cuerpo. Se decidió trasladarla al Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria de Mayabeque, donde fue sometida a un tratamiento hormonal para obtener óvulos que fueron congelados para ser empleados en estudios futuros. El proceso exacerbó un tumor cutáneo típico de la raza Holstein surgido como consecuencia de la exposición al sol. Ni los miles de litros de leches producidos, ni las portadas en prensa, ni el cariño aparente de Agapito salvaron al pobre animal.
Fue sacrificada un día de 1985 a la edad de 13 años, y su muerte fue conmemorada por el periódico Granma con una necrológica a página completa, como si fuera una persona. El diario oficialista le dedicó un obituario a página completa, y el perito agrónomo del Centro Nacional de Salud del Ganado de Cuba, Pastor Ponce, escribió en esta sentida despedida: “Ella dio todo por el pueblo”.
El régimen se encargó de preservar los tejidos del animal en el Centro para la Ingeniería Genética y la Biotecnología de Cuba con la idea de clonarlo. Según el diario español “El País”, Castro ordenó llevar esto a cabo en el 2002, pero sin éxito. En la web cubana Ecured aseguran que el proyecto sigue vivo.
El 21 de mayo de 2002 el Wall Street Journal publicó un artículo sobre los intentos de Cuba para clonar a Ubre Blanca, en el que se informaba de que su padre era un toro canadiense, y que su anormal capacidad productiva tenía mucho que ver con fármacos artificiales que se le administraban para aumentar su rendimiento. Alguna vez escuché comentar que la calidad de la leche de Ubre Blanca dejaba bastante que desear, por más que su cantidad en litros fuera excepcional.
Se encomendó a un equipo de taxidermistas cubanos, disecar su cuerpo y colocarlo en una urna de cristal con la temperatura controlada en una vitrina del Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA) de la Habana.
La hija pródiga de Rosafé fue condecorada post mortem en su ciudad natal Nueva Gerona, que erigió una estatua de mármol en su memoria. En su sentido poema “Ganadería”, el poeta cubano exiliado Ricardo Pau-Llosa narra la historia de Ubre Blanca, como una alegoría de la subida de Castro al poder. Dice Ricardo:
“They were educated men,
how could they not know what was coming?
How could they not save Ubre Blanca
from the endless speeches, the cameras, and the fist?”
Recomiendo el impagable documental que Enrique Colina “La vaca de mármol” que repasa los días felices en que todo el futuro del país dependía del ordeño de unas ubres prodigiosas.
Sin embargo la muerte de su mascota lechera no mermó un ápice la obsesión de Fidel en sus intentos por revolucionar la industria vacuna que había destruido.
Una noche en su casa de Punto Cero, poco después de enterrar a su vaca mártir, Fidel vio un documental norteamericano sobre el uso de vacas enanas en la producción de leche y carne en el medio oeste de los Estados Unidos. Fue toda una revelación.
A la mañana siguiente, ya sabía cuál sería su próxima misión.
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