miércoles, 8 de agosto de 2018

MORIR COMO CAFUNGA

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Tenía medio hecho este cotilleo histórico en mi portapapeles, pero en vista de los últimos acontecimientos -y para relajar tensiones sin dejar de hacer un guiño al tema-, he decidido concluirlo y publicarlo para ustedes.
La cosa viene por ese aforismo tan nuestro que hacía furor cuando apenas yo era un jovencito, aunque que ya venía andando desde el siglo pasado; “MURIÓ COMO CAFUNGA”.
Curioso, porque sobre su génesis hay dos versiones, ambas aportadas por Don Fernando Ortiz, autoridad incontestable de nuestro historicismo vernáculo y costumbrista, y antropólogo eximio al que siempre acudo en casos como este.
Los aforismos son breves sentencias doctrinales, casi siempre de raigambre popular, que se proponen como regla en una ciencia o arte; frases concisas que expresan una idea de modo concluyente. El que nos ocupa, se utiliza en Cuba cuando una persona fracasa o falla en una acción arriesgada o temeraria. Según Ortiz, se debe a una de dos razones que ni él mismo pudo concretar.

UN GIRO DE LA LENGUA LUCUMÍ

La primera probable razón de su existencia es lingüística y semántica: la palabra CAFUNGA proviene de un vocablo africano traído a la Isla por los traficantes de esclavos a mediados del XIX. En lengua lucumí, dialecto que abundaba entre los esclavos importados del continente negro -especialmente de Guinea-, CAFFUNYO significa “compañero”, CAFFO “convocar una asamblea” y CAFFU, “muchedumbre”. Con frecuencia se dice erróneamente que estas son voces mandingas, pero no, son de origen lucumí.
Ortiz cree que la expresión fue modificada a lo largo del tiempo, porque en las prolongadas travesías de las naves que se dedicaban a la trata negrera, era común la expresión: “CAFFUNYO”, que quería decir “murió un compañero”.
Está documentado que los africanos usaban un vocabulario de voces “cortas” para expresar las ideas más precisas entre ellos, y no poner sobreaviso a sus mayorales. La frase lucumí se transmitía como mensaje encriptado entre los negros, primero en los barcos y luego en las plantaciones de café y caña, donde a veces se vetaba la comunicación entre ellos, so pena de castigos corporales terribles. Así que CAFUNGA no llegó a nosotros como un nombre propio, como casi todos los cubanos creemos, sino como una expresión.
Fernando Ortiz, sin embargo, pone su propia especulación en duda, porque según sus investigaciones, también CAFUNGA podía venir de alterar la palabra KAKANFÓ, una “figura de rango” asociada al título de aquel héroe o guerrero lucumí que demostrara un valor excepcional en la guerra o en la cacería.
En el folclor afrocubano KAKANFÓ quedó para designar a un jefe o guardián del reino lucumí. El KAKANFÓ no podía volver la espalda y huir en las batallas, debía vencer o morir con heroicidad y valor. CACANFÚ debió ser la forma original del afronegrismo que, por deformación fonética, según Ortiz, pudo llegar a convertirse en CAFUNGA, lo que cuadra con la leyenda del valor de un KAKANFÓ, y el hecho de morir cumpliendo.
En El Congo actual se utiliza la palabra KAFUHA, para “pegar” o “golpear” y NKAFUNGA para “taciturno”, “terco” o “malhumorado”. De modo que puede suponerse que cuando en Cuba se comenzó a usar la frase “Murió como Cafunga”, era una forma de afirmar que alguien se había enfrentado a su fin de forma valiente, terca y obstinada.
Sin embargo, a pesar de las indagaciones de Fernando Ortiz –rigurosas y lógicas sin dudas– su segunda teoría es la que caló más fuerte en el imaginario popular de los cubanos.

CAFUNGA EL OBRERO DEL PALMICHE

Dice Ortiz que fue alrededor de 1850, cuando un mal día, frente a la finca El Espino, en Alicante, término municipal de Sancti Spiritus, estaba un negro despalmichador de palmas de nombre Cafunga ejerciendo su profesión, cuando encontró la muerte.
El dato se lo pasó a Ortiz su amigo y vecino don Manuel Bernal y Jiménez, que tenía 84 años de edad, cuando le contó la historia en 1922. Cito a Ortiz textual, de su “Glosario de Afronegrismos”:
“Me dijo Don Manuel que Cafunga era un moreno criollo, de treinta y tantos años o cuarentón, desmochador de palmas, y un día por la mañana, siendo dicho Don Manuel de 12 a 13 años de edad, lo mandó su padre Don Antonio Abad Bernal y Ramos, para que fuera con Cafunga, a ayudarlo desmochar palmiche en la finca de Don Francisco Cancio y Oropesa, frente a la finca El Espino, del mismo Don Antonio, en Alicante, del término municipal de Sancti Spíritus, para los dos, Don Francisco y Don Antonio, según estos convinieran, y él (Manuel niño) iba a servir para atar abajo la soga por donde corrieran los racimos de palmiche, con el objeto de que no se desgranaran”.
“Cafunga desmochó el palmiche de varias palmas, y habiendo dos palmas reales, casi unidas por el pie, Cafunga, desmochó el de una de ellas, y cuando subía a la otra, estando el niño Manuel limpiando un tronco donde iba amarrar la soga, oyó un ruido grande, miró por la palma y viendo las trepaderas solas a mucha altura de la palma, le dio miedo y corrió para las casas, donde avisó a Don Francisco lo que había oído y visto. Corrió también de parte de éste a dar aviso a su padre Don Antonio que era entonces cabo de ronda, el cual dio parte al capitán pedáneo de Iguará, que era Don Camilo Padrón y Veloso, que se hallaba donde residía en su finca, mucho menos de un cuarto de legua de las dos fincas antes expresadas”.
“Acudieron todos al lugar del hecho, yendo también el escribiente de dicho capitán, de apellido Cagida, y encontraron en el suelo cerca de la palma el cadáver de Cafunga, con la cabeza y cuello hundidos en el tronco del cuerpo y las trepaderas atadas en la palma a mucha altura del suelo, algo antes de llegar a los racimos, con el anillo derecho donde se mete la pierna hasta el muslo, zafado o reventado; por lo cual Cafunga cayó de cabeza al suelo y murió como queda dicho”.
“Un viejo de apellido Bombino subió a la palma, con las trepaderas de él, y desató las trepaderas de Cafunga, por orden del Juez del Partido que instruyó el sumario, siendo trasladado el cadáver a la ciudad de Sancti Spíritus, donde primero se ubicó en una casona en construcción, La Quinta Santa Elena, propiedad del acaudalado arquitecto andaluz Joaquín Jiménez Delgado, entonces Contador de Rentas de Sancti Spiritus. 
Después el cuerpo de Cafunga se trasladó al hospital de la ciudad para practicarle la autopsia. Fue velado en la Logia Masónica "Obreros de Yayabo" de Sancti Spiritus y enterrado en el cementerio de la ciudad”.
Así termina Ortiz con la anécdota trágica, a partir de la cual se sospecha que los cienfuegueros y después todos los cubanos, acuñaron la frase en tono admonitorio, "vas a morir como Cafunga", cuando alguien corría el riesgo de perecer aplastado física o moralmente. En los años 60 y 70 en Cuba, el dicho adoptó una variante más populachera: “explotar como Cafunga”.

CAFUNGA PARA COMER

Ya al margen de este hecho histórico en Cuba, la palabra CAFUNGA se utiliza hoy en Venezuela para designar un plato que allí se considera suculento, un dulce que también hace honor a sus raíces africanas, la CAFUNGA BARLOVENTEÑA, que nada tiene que ver con el palmiche ni con el Cafunga cienfueguero.
La cafunga barloventeña son unos bollitos dulces típicos de Barlovento, hechos a base de cambur (manzano y/o titiaro no muy maduro), harina de trigo, pulpa rallada de coco y clavo de especia, envueltos en hoja de plátanos y luego horneados. También se le puede agregar canela, anís dulce y a veces mantequilla y queso; el manjar en su versión más gourmet.
Así que quien quiera comer cafunga, que atienda a Gregoria Madrid, una campesina, venezolana y bertovelteña de raza, que explica todo el proceso culinario de su preparación en el video que dejo en el primer comentario de este post.
Y si lo hacen (cuchen) cómanselo en honor a otro de mis “negros” de hoy, uno que se cayó del árbol azul de Facebook y se descojonó contra el suelo rojo del Partido Comunista de Miami.
Para mí, hoy el falso Brian Martínez, un oscuro troll de las redes, explotó como Cafunga en mi muro de Facebook.
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Fuente: Glosario de Afronegrismos / Fernando Ortiz. — La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1991.
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Author: verified_user

Cubano de nacimiento y catalán de adopción

5 comentarios:

  1. El puntillazo al final, para darle el toque rotundo. Como todp lo que escribes. Muy bueno e instructivo

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  2. eres un salvaje, el final, impredecible e inmejorable. como diriria Liet en aquel spot de Tv "Doble Excelente"

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  3. Esteniño tu te la comes mijito,ya tengo mejor idea de la frase murió como Cafunga ,esteniño sigue como siempre divinoooooooo

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  4. Magnífico, muy instructivo, más al ser espirituano,para sorpresa propia no sabia gracias carlos

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