viernes, 9 de marzo de 2018

FIDELITO, REQUIEM POR EL HIJO PRÓDIGO. (II)

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“Enviaban a sus hijos a estudiar a Moscú y a Europa del Este, y a África a luchar en Angola y Etiopía. El hijo de Fidel era el símbolo de los primeros...”

López Levy

Fidel Castro condicionó de forma absoluta el rumbo que tomó la carrera científica del más inteligente de sus hijos. Pero le hizo un favor, aunque éste tuviera fecha de caducidad.
Fidelito había emparejado sus dos últimos años en el pre, con un curso intensivo de ruso técnico para viajar a Moscú. Se le daba muy bien la lengua eslava, así que finales de agosto de 1968, hablaba ruso con bastante fluidez, y estaba preparado para pasarse unos años estudiando matemática y física en la URSS.
Uno de sus últimos guardaespaldas en Cuba, al qué llamaré "R", me visita virtualmente hace muchos años y me está leyendo ahora. Ha sido quien me ha animado a contar las cosas que me contó él, de cuando fue su custodio y su "socio". R me ha sido también  de gran ayuda en la compilación de datos que hube de investigar para escribir mi ensayo sobre Humboldt 7.
He tenido la suerte de poder confirmar también, en conversación reciente, los relacionados con la vida adolescente de Fidelito en Cuba. 
Me cuenta R, cómo un día de agosto del 68 en la Playa de Jibacoa, Fidelito le contó a él, “casi con excitación, que se marchaba a estudiar a la Unión Soviética”. Rarísimo, porque su emotividad era la de un vegetal.
"Yo tenía su edad, era mi primer año en las Fuerzas Especiales y fui su sombra durante un año y medio. Fidel padre intentaba que en algún turno, (sus custodios) fuéramos más o menos contemporáneos con él. Era para que lo lleváramos a bailar a los sitios de moda, y también lo acercáramos al mundo militar desde nuestra óptica juvenil. Para que amara y deseara, por mimetismo, ser como nosotros", me reveló R. 
Y no era ilógico suponerlo. Cientos de miles de cubanos fuimos  "Camilitos" o militares, por imitar a nuestros mayores, primos o amigos. Pero Fidel chocó contra el espíritu anti belicista de su hijo, que (en atención a su posterior intento de suicidio con un ama de fugo) "odiaba las armas; hasta el punto que Fidel tuvo que ponerse bravo, y casi ordenarle que aceptara tener un Colt en su casa, para protegerse él y a su familia, y aunque tuviera custodios", continúa R. 
"La buena noticia se la dio Fulleda, de quien se despidió con gran pena. También Fidelito se lo dijo a Jorge Raúl, el único confidente fiable que tenía en la familia, y de sus medios hermanos, al único que quiso como tal. Jorge fue una pieza importante en el camino hacia su madre, porque su padre lo envió a estudiar a allí, a la Madre Patria", abundó R. 
Pero volvamos a Fidelito en el 68,  a punto de irse a la URSS. No ha visto a su madre en 7 años, pero sabque todavía ella estaba en Cuba, esperando por él. “Siente” que también la deja atrás. Quizás piensa que su padre lo está aislando aún más de ella, enviándolo a estudiar a la cuna del comunismo, a miles de kilómetros y en un país todavía más inaccesible. 
Pero no puede pensar en eso ahora. Es su oportunidad de salir de su prisión insular. Se irá sin haberla visto. Ya ha aprendido a no tenerla.
No sabe que su madre está al corriente de su viaje, ni que ha decidido también poner fin ese mismo día, a su espera inútil por un gesto humano de su ex marido. Fidelito ya es un hombre, y ella ha luchado por él como una leona, llegando a rescatarlo de un secuestro donde arriesgó su propia vida. Ha esperado 7 largos años casi oculta en Tarará, con la esperanza de recuperarlo. Está cansada y triste, pero ha cumplido como madre.
Mirtha se había casado años atrás con Emilio Núñez, pero sin su hijo, nada la ata ya a aquella Isla maldita, ni al hombre que la gobierna. Así que también se marcha a vivir a Madrid. 
Para siempre.

POR FIN LA LIBERTAD, 
PERO BAJO VIGILANCIA

Fidelito había viajado todo el campo socialista siendo niño y adolescente. Ya había estado de visita en Moscú y le gustaba el clima, los abrigos de piel, el arte iconográfico ortodoxo, y por supuesto la tosca y mastodóntica, pero entonces próspera tecnología soviética.
Su hermano Jorge Ángel también becado en Europa, no podrá a ser, como él, testigo “in situ” de la apasionante carrera espacial soviética, que ya entonces despegaba en los primeros Sputniks. 
Fidelito disfrutará de todo eso por largo tiempo, y gratis. Solo debe vencer el durísimo plan de estudios del exigente Instituto Lomonosov, y demostrar a su padre que sirve para algo.

SILENCIO, ESPIAS Y MANZANOS

Me gusta imaginar cómo le habría sentado la faraónica Universidad Lomonosov, al temperamento melancólico de Fidelito, y su romántica visión del mundo. “José Raúl” debió quedar aplastado por su nueva Alma Mater. 


Los jardines de la Lomonósov eran como un gran fresco urbano constructivista, la gran "joya" de la arquitectura educativa del soviet de principios del siglo XX. 
El campus estaba rodeado de manzanos y álamos añejos,  4 largas veredas de ellos, en rectángulo, bordeadas de rosales e inspiradores jardines, que en primavera se sombreaban de olmos de espesa fronda. Una inmensa fuente-lago central presidía el parque, poblado de ocas y ánades.
Y también había en la Lomonósov, un silencio "imperial" que no había en otros campus del Soviet. Era la paz. Lo que Fidelito no encontró nunca en Cuba.
La cancillería cubana, en tanto, también hace su trabajo por órdenes de arriba. La Habana asigna un funcionario de su embajada en Moscú “para que lo atienda”. Será el hombre que se ocupe personalmente “de las necesidades cotidianas del compañero Fernández”; otro “Fulleda” en su vida de huérfano con padres. Pero aquél lo cuidaba, y éste lo vigilará sin quitarle ojo.
Tendrá, además, siempre detrás, un oficial del MININT, subordinado servil de otro gran amigo de papá, Ramiro Valdés. Es una “posta rotativa” que le cambiarán con frecuencia, no tanto para evitar que él los reconozca a ellos, como para burlar a la contra inteligencia norteamericana, que también está al corriente de su presencia. 
Otro secuestro del hijo mayor de Fidel Castro en la URSS en 1968, se habría convertido en una crisis de Estado tan grave como la de los Misiles del 62. Castro está obligado a invertir en el control y la seguridad de su hijo, que al final es su propia seguridad.
Es la razón de que el oficial de turno que vigila a Fidelito, viva en Moscú solo para eso y durante pocos meses. Saben lo que hace, con quién y a dónde va cada segundo. Sin embargo, el casi recién nacido G2 cubano de los 70s, en Moscú es solo un modesto equipo visitante. Su verdadera seguridad la asume el siniestro y poderoso equipo residente; la KGB, que lo controla, “para garantizar su seguridad”.
Fidelito está más vigilado que un banco.
Pero incluso así ahora es mil veces más feliz. Vive solo en un apartamento muy confortable de un barrio céntrico de la capital moscovita.
Ya domina bien el ruso y dispone de varias tarjetas de crédito, además de un jugoso estipendio mensual de la universidad. No va al teatro, pero compra libros. Le va bien en los estudios y su padre está contento.
Entonces se enamora.

LAS MATRIOSKAS CASTRO SMIRNOV:
NATASHA LA RUSA

Natasha -y no Olga- (Natalia) Smirnova, conocida como “La Rusa” en la corte castrista, cayó rendida a los pies de Fidelito en Moscú, cuando él cursaba el segundo año de sus licenciaturas en Física y Matemática. Solo hasta bastante más tarde conocería la verdadera identidad de su marido.
Sobre Natasha se ha dicho poco y se sabe menos; fue una mujer muy discreta como esposa del hijo del líder, y lo sigue siendo hoy como princesa consorte separada, en su actual retiro parisino. No hay fotos. 
Comienzan los 70s en Cuba, y con ellos, la celebérrima y malograda Zafra de los 10 Millones ideada por Fidel Castro, que hunde la economía. 

Fidelito no siente sus efectos en la URSS, pero la naturaleza va haciendo su trabajo genético: ya se parece tanto a su padre, que hasta sus compañeros rusos bromean sobre eso.
Cada vez se siente menos cómodo con el ambiente que se crea a su llegada en los lugares públicos, sobre todo donde hay cubanos. Por eso evita asistir a las frecuentes fiestas a las que lo invita la embajada, siempre llena de paisanos de la Isla residentes en la URSS. Potenciales testigos que podrían reconocerlo.
Se vuelve bastante paranoico por el temor a ser descubierto; usa grandes espejuelos y se deja melena. Cuida más de actuar convincentemente como José Raúl, aunque su pasaporte y toda su documentación legal soviética lo corrobora.
Tanto celo en ocultar su verdadera identidad, le costaría años después tener que iniciar un prolongado proceso legal ante el Registro de la Propiedad Intelectual en España, para probar que José Raúl Fernández era Fidel Castro Díaz-Balart, cuando necesitó  registrar la autoría de las publicaciones que había escrito, firmado y publicado con ese nombre por aquellos años.
Fidelito llegó a “ser” José Raúl, incluso cuando estaba solo. Años después comprobó que su neurastenia no tenía fundamento, y que eran solo bromas pasajeras, quizás asombro por el peculiar parecido que tenía con su padre, nunca sospechas reales.
Pero entonces aún le aterraba ser descubierto, y a su novia rusa le dijo lo mismo: se llamaba José Raúl Fernández. A ella le gustó el nombre, incluso después de saber con quién se había casado, y se lo puso al tercero de los hijos que tendrían con él.

Los tres nacieron en la residencia que Fidel le dio a su hijo en la Habana, como regalo de novios. Es una vivienda de lujo en Avenida 17ª entre 164 y 174, Playa.
Esa casa era la patria chica de la familia Castro Smirnov, y durante un tiempo, el hogar feliz de Fidelito, Natasha y sus retoños. Hoy la ocupa solo su hijo Fidel Antonio, con su familia. Y Fidel Antonio nunca está. 
Me permitiré, pues, un corto salto adelante en el tiempo, para conocer brevemente a la familia cubano-rusa más importante de Cuba.


MIRTHA MARÍA, 

NIÑA DE ABUELA         


El nacimiento de Mirtha María contribuyó a dar más sentido a los ya permitidos encuentros entre Fidelito y su madre, que el sátrapa había por fin bendecido. Desde muy niña pudo conocer y frecuentar a su abuela paterna, en Cuba o fuera de allí. 
Es la única fémina Castro Smirnova, y la primogénita, por eso siempre fue la niña mimada de su padre y es aún el ojito derecho de su abuela. Mirtha María lleva su nombre, y quizás también por eso, vive en España, cerca de ella. Estudió en Rusia como su padre Fidelito, y terminó un doctorado en matemáticas en Sevilla, becada, cómo no, también por el ICI español. La Doctora en Matemáticas,  es también  desde hace años Profesora Asistente de matemáticas en la Universidad de Sevilla. 
Allí vive en el barrio de La Macarena con su marido, Rafael "Rafa" Espinosa García, otro profesor de matemáticas sevillano, y con el que ha tenido tres hijos.  
Mirtha estudió en Rusia como su padre Fidelito, y terminó un doctorado en matemáticas en Sevilla, becada, cómo no, también por el ICI español. 
Rafael "Rafa" Espinosa García
Allí vive en el barrio de La Macarena con su marido, Rafael "Rafa" Espinosa García, otro profesor de matemáticas sevillano, y con el que ha tenido tres hijos.  Mirtha y su marido conservan su apartamento en La Habana en el antiguo “edificio de Raúl Castro” en 26, al lado del apartamento de su hermano pequeño, José Raúl. 
Walter Van Assche, Mirta Castro Smirnova, Beatriz Polo y Lance Littlejohn
Pero él tampoco vive allí. Allí solo vive el mayor de los varones con su clan:

FIDEL ANTONIO CASTRO SMIRNOV

El encefalograma más plano de los Castro 
Leí, en un diario español que, “contactado por teléfono en La Habana, Fidel Antonio Castro Smirnov dijo que no haría declaraciones (sobre el suicidio de su padre) a la prensa, y pidió respeto a la privacidad de la familia en este momento”.

Fidel Antonio, también conocido en la familia real como Fidel Tercero, nació en 1980, y se le puede ver en muchas fotos junto a su abuelo, como oficial de su escolta cuando era jovencito. El segundo de los hijos de Fidelito, -y el primero de los nietos de Fidel que lleva su nombre-, es Nanobiotecnólogo, y Doctor en Ciencias y Tecnología Nuclear, muy  vinculado a un proyecto del Centro de Investigación en Nanociencia y Nanotecnología del CSIC y del Instituto Catalán de Nanotecnología. No parce  una bicoca.
En ausencia de Fidelito, hora Fidelitín es el cabeza de la familia Castro Smirnov, porque su única hermana mayor, Mirtha, ya no vive en Cuba.
Fidel Antonio estudió en España gracias a una milagrosa beca de la Fundación Botín, que le permitió recibirse en San Sebastián, y egresar Doctor en 2009, para gloria de su abuelo y “orgullo” de su padre.
Entrecomillo “orgullo", porque todos los títulos de Fidelitín, me indignan. Se supone que se tiró dos años en Cantabria estudiando una disciplina científica de gran complejidad, para ser profesor universitario, merecer un Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba, y el título de Investigador Titular, que dedicó a su abuelo. 
Fidel III es otro producto vergonzante de la decadencia y la mediocridad de la educación en la Isla, del nepotismo descarado de su dictadura, y de la ineficacia de sus organizaciones públicas. Fidel III ejemplifica el nivel de cutrez y precariedad de la ciencia cubana de hoy, y el ridículo institucional del Gobierno comunista que controla esa familia.
A Fidel III se le recordaba en Cuba como un chiste, ya desde que su abuelo era un viejo decrépito flagelado por el Alzheimer, incapaz de escribir ni una letra de aquellas “Reflexiones de Fidel Castro”, aunque siguieran saliendo publicadas impecables cada mes. Por esos días Fidel III publicó un “artículo” en las redes, donde contaba sobre su abuelo: “Lo visito con frecuencia, porque me escogió como colaborador para su próximo proyecto científico”.
Pero lo que quedará en los anales, será su discurso institucional en el homenaje a Agapito al cumplirse un año de su muerte, en la Universidad de Oriente. Bien vale la pena colar aquí unos pasajes, sin perder de vista que, quien habla, es un científico de alto nivel formado en el extranjero:
“Visito casi mensualmente Santiago de Cuba para pasar muchas horas cerca de la Piedra Rebelde que guarda las cenizas de mi abuelo. El hecho de colaborar con el Centro de Biofísica Médica de la Universidad de Oriente y con su Cátedra Honorífica para el Estudio del Pensamiento y la Obra de Fidel, me permite estas visitas constantes al Cementerio de Santa Ifigenia…”
No me digan que no es de ingreso. Pero se pone peor, cuchen:
“No puedo, ni debo ni quiero decir que Fidel no está físicamente. Puede no estar presente el calor de Fidel. Pero sí está presente la energía de Fidel, el trabajo de Fidel, el impulso de Fidel, la fuerza de Fidel (más fuerte que las fuerzas nucleares), la dinámica de Fidel, la onda de Fidel, la luz de Fidel (la más bella e intensa), el movimiento de Fidel, el magnetismo de Fidel, el tiempo de Fidel, la obra y la conciencia de Fidel, están muy presentes y perdurarán. Y la energía, el trabajo, el impulso, la fuerza, la luz, el movimiento (también interpretado como cambio, siendo el más integral el movimiento social Fidelista), todo ello es Física, por tanto Fidel sí está presente físicamente”.
Cautivador, sobre todo “el movimiento de Fidel”.  Y sigue:
“Amo a Fidel. Su ADN está presente en millones de revolucionarios dentro y fuera de Cuba, en nuestra América, en el mundo, así que Fidel está presente biológicamente. La química de Fidel une a millones, incluso a quienes no piensan como él, pero lo respetan, lo admiran y lo quieren, así que Fidel está presente químicamente. La ciencia toda, nos brinda la tan añorada y querida presencia de Fidel entre nosotros. Yo soy Fidel. Mi padre es Fidel. Mi abuelo es y será siempre el eterno e invicto Fidel. Mi nombre es Fidel, y mi vida se llama Fidel. Mis pensamientos, mis sueños, mis anhelos, se llaman también Fidel”.
Y tan ancho.
Fidel Antonio no heredó ni una fracción de la retórica de su abuelo, ni una onza de la inteligencia de su padre cubano, ni una micra de la sabiduría de su madre rusa. Tiene casi 40 años y es un perfecto ñame con corbata titulado. Pero se le dan bien los negocios con millonarios “quimbaos”, amparado en la ciencia.

Richard Branson y Fidel Antonio
Pocos días antes de su patético discurso, el multimillonario británico Richard Branson difundió en las redes una foto con él, mientras lo acompañaba en un paseo por La Habana en una limusina rusa. Fidel Tercero contó que se tiró en paracaídas a 4 km de altura envuelto en una bandera con la imagen de su abuelo, para homenajearlo. Y que había viajado varias veces con su padre Fidelito a los Estados Unidos “para una serie de charlas académicas”. Y cerró:
“Admiro a mi abuelo y nunca me he despedido de él para mantenerlo vivo y feliz. Fidel, mi abuelo, me motiva, me inspira, me da fuerzas, me impulsa, me guía, me impresiona, cada día. Lo quiero, lo admiro, lo extraño, ni más ni menos que hace un año, ni más ni menos que dentro de 1 año, de 2, de 5, de 10, de 20 o los que me toquen vivir antes de ir a buscarlo donde esté, más allá de la ciencia y el marxismo”.
Como un bolero soviético cantado por un disléxico.
Fidelito III va camino de convertirse en otro experimento fallido de su abuelo: iba para dueño del negocio nanotecnológico del futuro, pero desde antes de morir su padre, ya Raúl había puesto en otras manos la nanotecnología cubana. Bye.
Quizás por cosas como esta, su hermano pequeño, mucho más inteligente, -y también el menos entregado a bailar la rumba de la familia-, puso tierra por medio en cuanto pudo.
José Raúl Castro Smirnov
UN “JOSÉ RAÚL” DE CARNE Y HUESO
José Raúl Castro Smirnov nació el 29 de abril de 1985 y recibió como nombre, el alias de su padre de toda la vida que tanto gustó a Natasha.
Estudió dos años en España, pero sigue allí, aunque vive “oficialmente” también en el sexto piso del edificio de su tío abuelo, en la calle 26 de Nuevo Vedado.  
Una tercera y milagrosa beca, otra vez del ICI del Gobierno español, le abrió las puertas a un flamante doctorado en el Centro de Investigaciones Científicas Isla de la Cartuja, de Sevilla. Desde 2009 cobra del gobierno español 1,600 euros para viajes y 1,200 para viáticos, 16.000 eurazos al año. 
En julio de 2010, recibió otra beca de la Secretaría de Estado de investigación para ayudas pre doctorales. .
Todos los hijos de Fidelito nacieron en Cuba. Todos cursaron estudios en el extranjero gracias a las becas. Todos conservan sus propias viviendas de lujo en la Isla. Fidel Antonio raras veces da clases en la UCI, porque viaja mucho, y Mirtha y José Raúl prefieren España, a unas horas en tren de la casa de su madre.
Natasha está instalada hace tiempo en París. Siempre fue reacia al comunismo cubano y no se adaptó nunca a su conflictiva familia política. Permanecía en Cuba al lado de Fidelito por amor, y porque, ¿qué reina madre no se preocupa por colocar en la corte a sus hijos, manteniéndose siempre al lado del Rey? Todo para Natasha La Rusa, era más o menos soportable, y valía el esfuerzo. Iba bien. Hasta que Fidelito Segundo el Científico, la engañó con María Victoria Barreiro. La Hija del General.

(CONTINUARÁ)

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Cubano de nacimiento y catalán de adopción

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