domingo, 19 de noviembre de 2017

UN REPASO AL 4 DE JULIO A LA CUBANA De Patriotas y Patrioteros

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Voy con retraso por el bloqueo, así que retomo temas del pasado reciente, si no les molesta.
Sé que esta publicación me granjeará antipatías entre algunos de mis contactos de allende los mares, pero una vez más debo ser consecuente con lo que pienso y fiel a las cosas en las que creo. Me da igual perder amigos, si eso me preserva de la hipocresía.
El 4 de julio de 1776, Estados Unidos logró su independencia de Reino Unido, aunque en realidad eso ocurrió dos días antes según una carta de John Adams a Thomas Jefferson. Pero los americanos se han cagado en la carta de Adams y celebran el 4 la primera república democrática de la historia de América, y el día más importante de la nación, su fecha patria cumbre, y el momento de máxima celebración nacional para todo norteamericano que se precie.
No hay país en el mundo que demuestre con más euforia y pasión su sentimiento nacionalista que los Estados Unidos. Así lo han hecho históricamente los norteamericanos desde 1776, y así lo hacen los inmigrantes cubanos que han llegado allí buscando una vida mejor, porque a donde fueres, haz lo que vieres.
El pasado 4 de julio recibí cerca de 40 mensajes felicitándome por la efemérides patria de los Estados Unidos. Me felicitaban muchas personas que apenas me conocen, pero también amigos que saben que soy cubano, que vivo en España desde hace 26 años, y que con USA tengo la misma relación sentimental que con los otros 192 países de la ONU exceptuando Cuba y España: ninguna.
Los Estados Unidos son un país al que admiro por un montón de cosas, entre ellas por ser una maravillosa mixtura de inmigrantes venidos de todas partes, que han conseguido construir la nación más poderosa y desarrollada del mundo a golpe de mestizaje.
El resultado es un crisol de etnias y naciones de sólida tradición democrática y grandes avances sociales, científicos y técnicos. Es pues, el motor del mundo en muchos aspectos, si bien aún debe aprender de otros países en otras materias que aquí no vienen al caso. No es un país perfecto, pero ¿qué país lo es?
En Estados Unidos tengo desde niño grandes afectos, familiares y amigos, y sigo su actualidad con atención e interés, pero sin pasión patriótica alguna. No corren por mis venas barras y estrellas, no soy deudor de ninguna dádiva a ningún gobierno norteamericano, no le debo una “nueva vida” ni ninguna “oportunidad”; en otras palabras, mi corazón no late al ritmo de Amazing Grace.
Estados Unidos no me ha salvado de la inopia del comunismo cubano ni “me ha cambiado la vida”, no me ha dado los estudios que tengo, ni el trabajo que me da de comer. Por eso la felicitación de un cubano a otro que no vive allí el día de la Independencia de aquel país donde no ha nacido ninguno de los dos, me resulta cuanto menos rara.
Pero es de bien nacidos ser agradecidos. Entiendo que quienes escogieron los Estados Unidos de América para empezar una nueva vida, agradezcan (y mucho) a aquella gran nación su acogida, sus oportunidades y sus brazos abiertos. Aplaudo que mis amigos y familiares se hayan integrado a aquella sociedad, -critico a quienes no lo hacen-, y me satisface que hayan encontrado nuevas motivaciones patrióticas en su nuevo país de adopción. En muchos casos mis seres queridos han sustituido su patriotismo de cuna, por sentimientos nacionalistas renovados surgidos al calor de una Patria nueva. Eso puede o no ser discutible, pero jamás criticable.
El hijo de mi amiga Fátima nació en Mantilla pero hoy es capitán de la marina norteamericana. Tuvo mejor suerte que los dos sobrinos de mi amigo Esteban, ambos muertos, uno en Irak y otro en Siria con pocos años de diferencia. Eran huérfanos de madre, así que Esteban se fue con sus sobrinos a New York y trabajó como un mulo para darles de comer, proporcionarles una carrera y hacerlos hombres de bien. Eran gemelos y habían nacido en Santa Clara treinta años atrás, pero murieron defendiendo la bandera del país en que se hicieron adultos. Mi amiga Zenaida es de El Cobre, pero vive en Boston desde los 70 y administra un comedor para niños pobres. A mis ojos, TODOS ELLOS SON PATRIOTAS AMERICANOS. Y ninguno hace gala de eso en las redes sociales.
Por eso me parece extraño que alguien nacido en Guanabacoa de pronto tenga taquicardias a la sola vista del estandarte americano. He de entender que hay gente capaz de desarrollar un sentimiento de arraigo hacia una tierra que no lo vio nacer, pero que le dio acogida, trabajo, una vida nueva y quizás hijos y nietos que sí llevan ese espíritu patrio en la sangre, pero ¿son esos suficientes motivos para “sentirse americano”? Quizás. Pero el resto del mundo no funciona así.
¿Por qué los cubanos que no vivimos en USA, vemos extraña tanta pasión patriótica en alguien que nació en Güira de Melena, apenas lleva algunos años viviendo en Estados Unidos y todavía necesita de Google para traducir una publicación en inglés?
Es un fenómeno que desde el resto del planeta no entendemos, porque ninguno de los cubanos de la diáspora que conozco, y que se han ido a vivir a otros sitios del mundo, se sienten alemanes, españoles, rusos o franceses, habiendo recibido las mismas dádivas y oportunidades de esos países cuando se establecieron en ellos. Está claro que el patrioterismo americano a la cubana tiene un gran componente de novelería y superficialidad.
Nosotros, los que no vivimos en USA, somos simplemente cubanos viviendo fuera de nuestra tierra, que cumplimos con las leyes del país que nos acoge, pagamos nuestros impuestos, y llegado el momento, empuñaríamos un arma para luchar por él, o ejerceríamos nuestra libertad de no hacerlo.
Pero hasta ahí, porque la Patria es otra cosa.
Cuidado, porque se incurre en una gran contradicción cuando se es nacido en Guanabacoa y se aplaude la quema de la bandera cubana –como pasa hoy en Venezuela–, pero se llora con pucheros cuando no se respeta la de los Estados Unidos. ¿Patriotismo o patrioterismo trasnochado? Yo creo que lo segundo.
Muchos de nosotros han caído en la trampa comunista de identificar los símbolos patrios con la revolución castrista, y en esa confusión se han dejado usurpar sus señales de identidad por alguien que se ha apropiado de ellas tiñéndolas de verde olivo. Ya la Patria que sienten en su corazón no es Cuba, sino Estados Unidos de América, y eso no está bien ni mal, es simplemente una opción patriótica más, pero que puede ser un patinazo al ridículo más estrepitoso cuando todavía no se sabe a derechas la historia del país de acogida, ni se habla inglés, y sobre todo, NO SE HA HECHO NADA POR ESA PATRIA NUEVA, sino simplemente se ha vivido de ella.
Hace unos días he leído en el muro de un amigo una pregunta que pretende ser retórica, pero a la que no encuentro sentido: “¿Cómo pueden querer tanto a Cuba habiendo allí una dictadura?”.
El planteamiento además de frívolo, es absolutista y conceptualmente erróneo en su origen, seguramente nacido del odio ciego a la dictadura comunista que la mayoría rechazamos, aunque no lo digamos todos los días.
Agapito y su combo han conseguido en algunas mentes débiles que al fin “Cuba”, “dictadura castrista”, “comunismo” y “pueblo cubano” sean la misma cosa para algunos. Ya muchos cubanos somos incapaces de distinguir el lugar en que nacimos, de los hombres que lo desgobiernan, y lo que es aún más triste, de la gente que todavía sigue viviendo allí, que no son la dictadura, sino sus víctimas. Para ellos todo eso es lo mismo, porque es más fácil absolutizar que reconocer la realidad.
Quienes como yo, se consideran ciudadanos del mundo y no tienen pruritos que lo aten a ninguna tierra del planeta, entenderán que me resulte extraño que un natural de Güines no más ayer, hoy se sienta más americano que el pastel de manzanas, sin conocer a derechas muy bien el país donde vive, ni poder nombrar de corrido diez estados de la Unión. A los ojos de cualquiera, el ridículo es brutal.
Todos los días me parto la caja viendo esos papelazos a lo largo y ancho del territorio norteamericano, y este último 4 de julio el ridículo daba al pecho. Mucho guajiro de Manzanillo, mucho negro de La Víbora y mucho mulato de Marianao envueltos en la bandera americana sin tener ni idea de quién fue Betsy Ross. ¿Qué coño de patriotas son? ¿Dónde puñetas sienten los colores de la Patria Americana? ¿Ahora tenemos que tragarnos que son americanos?
Su patriotismo en la mayor parte de los casos empieza en el Versalles y termina en un bar de la calle 8. Algunos incluso ni siquiera saben la lengua de su nueva Patria, que no es un síntoma de patriotismo, pero sí de voluntad de integración, que es un primer paso para “sentir la patria”.
Mis negrones de Cocosolo no necesitan saber quiénes fueron John Adams, Franklin, Jefferson, Livingston ni Roger Sherman. Les basta haberse mudado a Miami para emborracharse el 4 de julio y ponerse la mano en el pecho al escuchar Amazing Grace, porque cantarla, como que no. Pantomima.
No señores, no me van a hacer tragar en un solo día ese patriotismo comprado en Wallmart como una camiseta, si me enseñan los otros 364 días del año que son totalmente ignorantes de la historia, la actualidad y la cultura del país donde viven.
Tampoco hay que generalizar. Seguramente este post lo leerán muchos amigos cubanos que realmente aman la Patria nueva que los ha adoptado y conocen y creen en la democracia que les ha dado asilo. Pero por cada uno de ellos, hay cien a los que su nuevo país les resulta tan desconocido como Pakistán, y resumen su espíritu patrio en el día de Thanksgiving y el 4 de julio, porque pueden emborracharse bajo la excusa de un sentimiento nacional, que en el fondo ni les va ni les viene.
No hay patriota más sospechoso que el que se ha inventado un sentimiento nacionalista en un país al que no pertenece, solo "por estarle agradecido”. Además de ser un papelazo clamoroso, es una clara muestra de falta de carácter y de identidad propia.
SIEMPRE CELEBRAMOS EL 4 DE JULIO EN CUBA
La propensión cubana a celebrar la festividad de Norteamérica, es casi tan antigua como la relación agónica de Cuba con los Estados Unidos. Ni siquiera era entonces necesario haber vivido en USA para celebrar el fasto. Nuestra historia republicana fue pródiga en celebraciones del 4 de julio en territorio cubano durante casi todos los gobiernos anteriores al 59. Eso no significa que los cubanos se sintieran americanos, quiero pensar.
Dejo en el tercer comentario de este post, un documento muy ilustrativo de una parada por el 4 de julio en la Habana, fastuosa, a todo trapo, casi como la celebración de nuestro 20 de Mayo.
No entenderé jamás aquel guiño exagerado a la nación vecina, que correspondería a un país ocupado o colonizado por otro. No tiene absolutamente ningún sentido que un país independiente, celebre a bombo y platillo la independencia de otro, si no hay obligaciones políticas o económicas de por medio. Está claro que en nuestro caso, las había.
La independencia de cualquier país es un acontecimiento de raigambre nacional, solo exclusiva de la nación que se ha independizado, y desde luego, en nada atañe a ningún ciudadano de otra nación que no viva allí.
Es pues, una festividad que nace de un sentimiento de pertenencia que dudo que tengan quienes apenas son capaces de recitar de memoria el nombre de los presidentes norteamericanos de Roosevelt para acá. ¿Novelería o absurdo mimetismo nacionalista? Ambas cosas, en mi opinión.
La Patria es un sentimiento intangible que existe en nosotros independientemente de nuestra voluntad. Nada tiene que ver con la política ni con la ideología, porque nace de lo que se mamó y se quedó para siempre en nuestra identidad, y del mayor o menor grado de afecto e importancia que cada uno le da a esos recuerdos.
No soy un nostálgico de mi Patria, porque ella va conmigo a donde voy. No echo de menos los frijoles ni las playas ni el clima ni la música; he encontrado todo eso y mejor, fuera de aquella Isla sufrida. Sin embargo me acompaña siempre un fuerte sentimiento de arraigo al sitio donde nací, y una profunda tristeza al constatar la mierda en la que el comunismo lo ha convertido. Y eso que duele, es la Patria.
La Patria para un cubano es mover los hombros inconscientemente cuando se escucha de refilón una clave cubana bien tocada en un país extraño, algo que no me ocurrirá jamás cuando oigo una sardana catalana, aunque me tire un siglo viviendo en Cataluña, y que tampoco le ocurrirá a un cubano de Miami al escuchar un tema country de Dolly Parton. No hay color.
La Patria es identificar por el olfato cuando un vecino ha hecho casquitos de guayaba, o que se te active el radar cuando escuchas a alguien llamarle a otro “mijito”. Patria es lo que se te mueve dentro cuando ves una foto de la casa en que naciste, o cuando pides el café fuerte y amargo en taza pequeña en una cafetería de París. Patria es recordar el olor del mar que respirabas en Guanabo, o esa sensación extraña que tienes cuando encuentras una goma de borrar “PIONERO” en el fondo de un cajón.
Ahora bien, usted es libre de sentir o no esos síntomas de patriotismo sentimental. No significa nada, ni lo hace peor cubano que los demás. También es libre de emocionarse con Amazing Grace y darse golpes en el pecho si se le habla mal de Donald Trump. Solo debe entender que hay otras sensibilidades, y que otros sienten la Patria de otra forma, o simplemente no la sienten, aunque hayan recorrido el mismo camino del exilio. Pero sobre todo debe entender que para casi todo el planeta, el 4 de julio es solo un día más del calendario.
Si usted es cubano, pero se siente americano, nada le impide cagarse en la bandera de su país y envolverse en la de su nueva Patria si le da la gana, pero no puede exigir al resto del mundo que actúe de la misma forma. Sí, queridos hermanos cubanos en USA, existe vida fuera de los Estados Unidos, y puede ser una vida tan feliz como la de ustedes en Norteamérica, sin que por ello tengamos que sentirnos abanderados de la nueva Patria que nos ha acogido. Así funcionan todos los inmigrantes en todas partes del mundo, menos en los Estados Unidos.
El Apóstol, que también vivió en el “Monstruo”, sin querer o queriendo, nos dejó un concepto rotundo e incontestable sobre qué es ser patriota, o mejor, que es no serlo: “El amor madre a la Patria, no es el amor ridículo a la tierra ni a la hierba que pisan nuestras plantas”. El agua es menos clara.
Para Martí, ser patriota era un sentimiento nacido al calor de la pertenencia a un lugar, por nacimiento o adopción, y no “fabricado” artificialmente como consecuencia de una circunstancia de vida como lo es el exilio, ya sea forzoso o voluntario, por la política o por la ideología. Uno es de donde vive, pero por más que intente evitarlo, también es de donde viene.
Y yo felicito a mis amigos cubanos en USA por haber encontrado una festividad nueva en la que hacer gala de nuevos sentimientos patrióticos, felicito el 4 de julio a todos mis paisanos que lo han hecho suyo, pero por favor, déjenme a mí seguir con mi 20 de mayo, que es el día que me tocó homenajear a la Patria que llevo dentro. La de ustedes ya no es la mía.
Y Amazing Grace me emociona tanto como Despacito.




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