En el fondo somos tan básicos, que hemos sucumbido a nuestro cerebro primitivo, de forma casi infantil. Y hemos puesto toda nuestra inteligencia emocional en función del cumplimiento de una sola orden de lo más pedestre:
“CERCIÓRATE DE QUE ESTÁ MUERTO”
Necesitábamos su stop cardíaco y cerebral irreversible. La detención de su actividad respiratoria y la desconexión permanente de su sistema nervioso. Necesitábamos, en fin, su muerte clínica incuestionable y contrastada. Por más que ya sabíamos que a efectos prácticos, había muerto diez años atrás.
Así que su muerte física es apenas, testimonial y anecdótica. Pero para nosotros era imprescindible que se muriera de verdad, porque somos muy básicos.
Asistimos a su abdicación y fuimos testigos del final fulminante de su carrera política. Vimos como cesó de golpe cualquier influencia suya sobre nuestras vidas, cuando hasta los más optimistas todavía esperábamos un período dictatorial de “mandar desde la cama”. Nos lo ahorró, en buena lid, porque estaba ya herido de muerte, y era inofensivo. Y lo sentamos disfrazado de su propia caricatura, en un asiento de la última fila del teatro de nuestras preocupaciones.
Para nosotros, dejó de existir desde el 2006. Ya estaba muerto.
Pero hemos estado nueve días de incrédula vigilia aunque no queramos reconocerlo. Seguimos el “rewind” circense de su Caravana de la Victoria, y la urna que contenía sus restos mortales. No quitamos el ojo hasta verlo depositado para siempre en su morada última, pétrea y oriental (¡oh, dios, cuánto tiempo soñando con esto!).
Sabemos que la urna contiene solo un puñado de carbono en polvo, -alguien me dijo que media libra de azúcar prieta-, pero nos da igual, porque esas cenizas son él. Nos urgía su prueba de muerte para respirar. Y para después estallar de euforia y de triunfalismo máximo. ¡Ahora sí, coño, ahora sí se ha muerto de verdad! ¡Adiós cabrón! ¡Por fin no estás! ¡Ya no queda nada de ti!
Somos tan básicos…
Sabemos bien que no se fue, porque todos estamos hechos o deshechos por él. Hay una gota de él, en cada cubano vivo. Pero tememos admitir que somos en gran parte una invención suya. Y menos, que ha conseguido vivir en cada uno de nosotros, para siempre.
No hay mejor forma de permanecer.
No importa que te hayas hecho el propósito firme de olvidarlo, porque él ya te hará recordar que lo llevas cosido a la piel. Sale en casi todas las fotos de tu niñez y de tus años juveniles. En las diez cajas de cerveza que te vendió para celebrar tus 15 y en tu viejo uniforme rojo vino del tecnológico. En las libretas cuadriculadas del MINED que usaste en la primaria, y en el nombre de tu primer hijo, que es el de tu amigo muerto en Etiopía. Es la razón por la que odias escuchar la palabra “compañero”, y frunces el ceño ante las siglas CDR.
Él es tu abuelo muerto en el Escambray, del que te dijo que era un vulgar bandido. Es un barrio de Baracoa que lleva 24 horas a oscuras. Es tu antigua casa demolida para hacer un parque y un palacio del Vedado convertido en club social de las FAR. Es el disidente político encarcelado ayer y el último balsero que llegó vivo a Kay West. Es una dama de blanco y un campesino pobre de una cooperativa pinareña. Es Elián y es Alicia. Es Ochoa frente al paredón y es una compota de Girón. Él son tus veinte años sin ver a tu familia, y el por qué de que nunca más le hayas vuelto a hablar a tu hermana. Él es mucho más de ti de lo que admites que es.
Casi todo en nosotros lo hizo o lo destruyó él: Es La Habana en ruinas, un pinguero luchando a su cliente y la razón de que un anestesista maneje un taxi para comer. Es la ESBEC donde estudiaste y es tu primera cámara rusa con que hiciste fotos en color. Es el exilio forzado de los que nos fuimos y la prisión eterna de los que se quedaron. Él es todas nuestras lágrimas a solas en un país extraño.
Él tomó decisiones por nosotros y le puso puertas a nuestra libertad. Frustró nuestro futuro y fracturó a nuestras familias. Educó a nuestros hijos en su doctrina para hacerlos soldados de la Patria. Su Patria. Sus soldados.
Él vive eternamente en cada libro que nos prohibió leer y en cada película que no quiso que viéramos. Él son diez huevos semanales y un cuarto de pollo cada mes y medio. Fue la leche de 0 a 7 cuando tu hijo tenía 10, y era la vecina que te delató cuando te echaste un novio francés.
No son simples “cosas que uno ha vivido”. Son marcas profundas de un cuchillo en nuestra piel. Y hay malas noticias: nada de eso se fue con sus cenizas.
Se irá cuando muera la última abuela que ve en los ojos de su nieto, los de aquel hijo que el mar le arrebató por ir en busca de un futuro digno para los tres. Se irá cuando desaparezca el último cubano que guardaba una foto de un rincón de África, en la que sonreía la única persona a quien amó, pero que nunca volvió de aquella guerra que no era suya.
Se irá cuando no quede nadie como mi amigo Paco, que tiene los cojones de despertarse cada día y ver sin llorar la enorme cicatriz en su costado, que es un amargo recordatorio escrito con queloide del día en que casi lo matan sus esbirros. Para Paco él es cada patada que recibió su cuerpo hasta vomitar sangre. Es una paliza “de advertencia” como aperitivo de un interrogatorio monstruoso. Es la orden que aun tuvo que cumplir, cuando salió sangrando de aquella sala de torturas, reventado por dentro y arrastrándose a tumbos por una calle oscura de Miramar: “Y cállate”.
No es una historia de los 60s; es de 2009. Paco sana rápido y controla las secuelas de aquel encuentro cercano con la muerte. Pero no puedo pedirle que cure igual de pronto las heridas en su dignidad. Le asiste todo el derecho del mundo a odiar su memoria y a guardarle todo el rencor que quepa en su corazón.
Al resto nos toca aprender a convivir con su presencia silenciosa e invisible, hasta que desaparezca el último objeto que lo recuerde, y deje de escucharse la última canción que lo ensalzaba. Hasta que el último hijo se reencuentre con la última de las madres, después de años de estar lejos por su culpa. Hasta que desaparezca el último de sus chivatos, y se silencie al último de sus aplaudidores.
La nuestra es la especie más imperfecta y simple, en su más rudimentaria esencia. Nuestro raciocinio es tan selectivo, que nos aterra saber de qué estamos hechos cuando se nos ofrece la posibilidad. Sin embargo, aceptamos 250 gramos de ceniza como la cura milagrosa e inmediata a un mal que nos ha durado medio siglo.
No había ya nada de él en esa urna sellada para toda su muerte, porque todo se quedó en nosotros. Hace años que ya había encontrado su puerta a la inmortalidad, cuando nos fabricó con partes de sí mismo. Ni siquiera necesitará que lo recordemos por su nombre; a mí no me ha hecho falta escribirlo aquí ni una sola vez.
Y ahora, liberados ya para siempre de su presencia física perturbadora, fingiremos que nos valen sus restos mortales para decretar el fin de su mala influencia, y poder vivir felices sin él. Pero ni bajo tortura reconoceremos que todos lo tenemos escondido.
Es que somos muy básicos.
(Dedicado a mi amigo Paco Cano)
Acabo de releer Restos mortales, y me ha vuelto a sacar las lágrimas como la primera vez. He visto mi vida escrita en esas palabras, las de mis amigos, mi familia, la de cada minuto que he vivido y vivo en mi país. El recuerdo de todas las angustias y sinrazones, hasta de lo que compartíamos como ¨buenos momentos¨ que venía lastrado con su presencia, impronta limitante siempre de muchas maneras. No le falta ni le sobra una palabra. Bueno, de faltarle quizás.... porque se pudiera estar hablando de lo mismo hasta el infinito. Ese artículo me deja sin aire.
ResponderEliminarentonces lo has entendido
EliminarMagistral.
ResponderEliminarfenomenal
ResponderEliminarUno de tus mejores artículos.Gracias Carlitos ❤️❤️
ResponderEliminarGracias María :)
EliminarMagistral este escrito, querido y censurado Carlos. Podía ser un manifiesto que cada cubano, del bando que sea, podría hacer suyo desde la primera hasta la última palabra. Y hablando de Quientúsabes, gracias a él y a cómo nos enseñó a desconfiar de los demás, yo no logró creerme que esté metido en esa piedra donde dicen que está. Y cada vez que veo a alguien visitándole allí y rindiéndole honores, pienso que el muy cabrón sigue desde el Más Allá burlándose de nosotros. Un abrazo
ResponderEliminarY no ha hecho falta escribir su maldecido nombre para que todos estemos conscientes de quien se trata, y en tu articulo, esta resumida la historia sino de todos, al meno sde la mayori de cada uno de nosotros.....como siempre Carlos genial!
ResponderEliminarSomos tan básicos como básico es saber lo que destruyo y aún hecho talco no pago ante un tribunal internacional de justicia , Eso existe para Cuba ? No creo . Buen escrito excelente ilustración
ResponderEliminarDe principio a fin he leudo con un nudo en mi garganta y con la absoluta conviccion de Cuan Basica Soy! pk aun con evidencias de su deceso todavia siento su maquiavelica presencia que profanan las heridas sangrantes de un exilio obligado!
ResponderEliminarBravo Carlos, y mi agradecimiento por los que ya no estan para decirte Gracias!!
AliceIn Worderland
Tan lúcido que penetra en el corazón... Gracias!
ResponderEliminarMe has recordado Informe contra....Y la mejor prueba de cada cita, cada miseria mencionada es que según las mencionabas le iba poniendo rostro. Así pasará a tantos que te lean. Bravo Carlos por recordarnos que aunque demos la espalda los fantasmas van por dentro. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerido Carlos, aquí becada en el cuartel. Estoy castigada de nuevo, pero no importa en qué hago el viaje hacia tí, lo importante es llegar., y poder seguir leyéndote. He vuelto a leer esta publicación, deja a uno con el pecho apretado. Fenomenal!! Eres grande. Gracias.
ResponderEliminarTe he visto hoy en el vídeo, pero no me permiten comentar. El gusto de verte es otra cosa!! Cuídate ! Te deseo lo mejor en esa intervención la próxima semana, mis mejores vibras te acompañan. Apapacho para tí campeón de campeones. Las guerras son muchas batallas, tenemos que librarlas. Te quiero , ASÍ DE GRANDITOTOTE!
Te sigo los pasos por mi casa... registra hasta la cocina, ni querer aunque ya sé que vuelves a ser libre en FB
EliminarQué buen artículo! Espero regrese pronto a las redes. Y que esté bien de salud y de ánimos!
ResponderEliminarCada vez que lo leo termino llorando. Increíble lo que hemos tenido que sacrificar al salir de Cuba. Eres un genio Charlie. Cuídate mucho y trata de hacer todo lo que te digan los doctores. Te quiero.
ResponderEliminarPues yo acabé llorando también! Carlos genial, besitos desde Palamos!!
ResponderEliminarY no pongo en dudas tu capacidad de sorprenderme. Eres capaz de decir lo que pienso sin tener que verme. Escribes cosas que bien pude decirlas o pensarlas pero no soy capaz de hilvanar las oraciones. Ahí estas tú y lo logras . Bendita la educación que tu madre te dio. Como siempre, insuperable
ResponderEliminarEstoy descubriendo este Blog y los ojos desmesuradamente abiertos con la cara de Whats, no se me quita. Decía yo "Excelente", "Sublime", "Único", "Extraordinario", "Excelso"....ya se me agotaron las palabras y no hallo forma de que alguna o todas en su conjunto reflejen lo que pienso cuando leo estas memorables líneas. Este Autor está fuera de liga. El otro día decía un amigo: "Después de Fernando Ortiz y Lidia Cabrera, Carlos Ferrera"....Yo, la verdad, ya ni sé dónde poner estos artículos.
ResponderEliminarEstoy descubriendo este Blog y los ojos desmesuradamente abiertos con la cara de Whats, no se me quita. Decía yo "Excelente", "Sublime", "Único", "Extraordinario", "Excelso"....ya se me agotaron las palabras y no hallo forma de que alguna o todas en su conjunto reflejen lo que pienso cuando leo estas memorables líneas. Este Autor está fuera de liga. El otro día decía un amigo: "Después de Fernando Ortiz y Lidia Cabrera, Carlos Ferrera"....Yo, la verdad, ya ni sé dónde poner estos artículos.
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