Por Carlos Ferrera
La niña vio que su casa estaba siendo pasto de las llamas. Entonces,
-aunque solo era una niña-, cogió su celular y llamó a los bomberos.
Los bomberos respondieron rápidamente al teléfono. La niña les explicó
que se estaba quemando la casa en que vivía con su familia, varios de sus
parientes ya habían muerto de asfixia, o abrazados por el fuego, y otros
podrían morir en breve, si no venían deprisa a sofocar el incendio.
A continuación, les dio correctamente la dirección de su casa, su
nombre y su número de teléfono.
Primero los bomberos se quedaron sorprendidos, con razón. Resultaba
raro que una niña tan pequeña los llamara para que acudieran a sofocar un
incendio, estando, según ella, acompañada de adultos que podían efectuar la llamada.
Además, era cuanto menos sospechoso que alguien de su edad, pudiera dar una
dirección postal con tanta corrección y detalles.
Pero, lo que más molestó a los bomberos, -con razón-, fueron las
formas agresivas y autoritarias de la niña, y así se lo hicieron saber:
"¿No
eres un poquito joven para atreverte a decirnos a unos bomberos adultos, a
dónde tenemos que ir, y qué tenemos que hacer, niña?”- la reprendieron.
Otros bomberos expresaron su temor -legítimo- de que tal vez aquella
idea de llamar por teléfono, no fuera de la niña. La inquirieron entonces, aún
más escépticos: “¿Quién te pidió que nos llamaras?” “¿Por qué tienes
nuestro teléfono?”
Planteándose el asunto más detenidamente, saltaba a la vista que no era
normal que una niña efectuara una llamada telefónica al Servicio de Extinción
de Incendios, desde su domicilio, un martes lectivo a las 11 de la mañana. Era
día de clases; a esa hora los niños deben estar en el colegio.
Más bomberos de la brigada se adhirieron a la sospecha, muy fundada.
Surgió entonces la duda -más que razonable- de que la niña llamara por
teléfono, justo en ese momento, para desviar la atención de las autoridades de
algún delito que estaría cometiéndose, o que podría cometerse en las próximas
horas. No sería la primera vez que una niña era manipulada por terroristas inescrupulosos,
confabulados con sus progenitores, que también estarían implicados...
Saltaron las alarmas.
La llamada de la niña comenzó a emitirse en directo al mundo entero,
dada su peligrosa relevancia. Millones de bomberos del planeta alzaron su voz
contra la niña, y exigieron conocerlo todo sobre su vida y la de sus interesados y peseteros padres.
Finalmente, un bombero aventuró que, quizás, -aún no se tenía
certeza-, podría estarse quemando parte del edificio donde vivía la niña. Pero
solo una de las habitaciones, no toda la casa, como ella exageraba, quién sabe
con qué aviesas intenciones.
La niña, que llevaba media hora pidiendo auxilio por teléfono, levantó
la voz, entonces, con autoridad de adulta y llamó a la cordura:
¡Dejad de criticarme por ser niña y venid a apagar el fuego,
irresponsables!
¡Horror!
¡Una niña tan pequeña expresándose así de sus mayores!
Fue demasiado para los bomberos. Le dijeron a la niña que poniéndose como un demonio, nada conseguiría, por más que se le hinchara la vena del cuello. “Así no se piden los favores, niña”. La conminaron a que hablara con educación, sin tanta acritud, y que bajara el tonito, o le tendrían que colgar. Y desde luego, le avisaron de que la iban a investigar después muy bien, a ella y a sus padres, los culpables de dejarla ponerse a jugar con el teléfono, cuando tendrían que controlar que estuviera en la escuela estudiando, los muy sinvergüenzas.
Fue demasiado para los bomberos. Le dijeron a la niña que poniéndose como un demonio, nada conseguiría, por más que se le hinchara la vena del cuello. “Así no se piden los favores, niña”. La conminaron a que hablara con educación, sin tanta acritud, y que bajara el tonito, o le tendrían que colgar. Y desde luego, le avisaron de que la iban a investigar después muy bien, a ella y a sus padres, los culpables de dejarla ponerse a jugar con el teléfono, cuando tendrían que controlar que estuviera en la escuela estudiando, los muy sinvergüenzas.
Finalmente le sugirieron -con punzante, pero bien merecido sarcasmo-
que, “para la próxima, en vez de llamar para que te ayuden a apagar un fuego, ten algo
de iniciativa, -sin tan lista eres-, y prueba a apagarlo por ti misma.
Así, al menos haces algo útil para la sociedad, y dejas de ir por ahí, alarmando a la gente y molestando a todos con tus paranoias catastrofistas, sabelotodo insoportable, puta niña psicótica de mierda, ojalá que te encierren en un frenopático, que hasta miedo da verte… #NiñaDelExorcista, #VeteAestudiarLoca #TanChiquiticaYtanFresca #SomosContinuidad #MarielaCastroPresidenta #YosuamTeAmo #LaCoyunturaRestaurante #AquiNoSeRindeNadie, #LiberenDeAduanaMedicinasDeAliciaAlonso”
Así, al menos haces algo útil para la sociedad, y dejas de ir por ahí, alarmando a la gente y molestando a todos con tus paranoias catastrofistas, sabelotodo insoportable, puta niña psicótica de mierda, ojalá que te encierren en un frenopático, que hasta miedo da verte… #NiñaDelExorcista, #VeteAestudiarLoca #TanChiquiticaYtanFresca #SomosContinuidad #MarielaCastroPresidenta #YosuamTeAmo #LaCoyunturaRestaurante #AquiNoSeRindeNadie, #LiberenDeAduanaMedicinasDeAliciaAlonso”
FIN
Carlos Ferrera Torres, 26 de septiembre de 2019
Lo mas jodio es que al final se va quemar la casa. En estos días de la cultura del envase es más importante el envoltorio que el contenido, el mensajero que el mensaje. A su ritmo y atemperado a su realidad, todos somos continuidad. No hay punto de inflexion que muestre un cambio, lo que siempre a sido será. La URSS se cayó a los 70 cuando generacionalmente no habia conexion con la historia. Tendremos que esperar 10 años más los cubanos? Dejo de divagar y sigo. Por fin la chama que? se le quemo el gao?
ResponderEliminarGreta...
ResponderEliminarLa niña es la Tumbelina.
ResponderEliminarEscuché que te volvieron a suspender. Qué pena me da. Malos que son estos de Facebook. Jajajajajajajajajajajajajajajaja
ResponderEliminarY tan fácil que se resolvería todo piendo perdón. La altanería es mala consejera.
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