miércoles, 19 de septiembre de 2018

CUANDO AGAPITO SE COLGÓ DE LA CORTINA

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Por Carlos Ferrera

Cuchen, porque esta es quizás la noticia más loca que les contaré en mucho tiempo. 
Hace unos pocos años, un amigo catalán, fanático de Xavier Cugat, me enseñó las fotocopias de un libro de varios tomos que él guarda como oro. Se titula «The Motion Picture Guide», de Jay Robert Nash, y fue publicado en Nueva York en 1995.
Mi amigo me llamó la atención sobre una referencia del autor, al paso de Xavier Cugat por Hollywood, y un pasaje donde aparece un fragmento de algunas declaraciones del famoso director de orquesta sobre Fidel Castro. Me quedé lívido al leerlas.
Ya sabemos que las imágenes de archivo de Fidel han servido para documentar cine de Hollywood de alto nivel:  Alfred Hitchcock las usó en «Topaz», para ambientar su historia durante la Guerra Fría, Robert De Niro tiró de ellas en «El buen pastor», Julian Schnabel en «Antes que anochezca», y Woody Allen satirizó su universo revolucionario en «Bananas», parodiándolo como líder guerrillero y prestándose él mismo a pronunciar un discurso desternillante con una barba postiza.
Oliver Stone también las usó en «JFK» y más tarde puso a Castro en persona a protagonizarse a sí mismo en las controvertidas «Comandante» de 2002, y «Buscando a Fidel» de 2003.
Después hay una decena de películas donde aparece Castro interpretado por distintos actores, siempre como personaje secundario, y por lo general acompañando de su compinche de tropelías, El Ché, que le gana en número de veces en apariciones en la gran pantalla, algo que seguramente el sátrapa nunca pudo asumir en vida. Es quizás por eso, que fue «Comandante» de Stone, el secreto deseo finalmente cumplido del dictador, que al fin pudo ser protagonista absoluto de un largometraje. 
En el diario mexicano La Jornada, Oliver Stone –empatías ideológicas aparte– se refiere a las notables cualidades interpretativas del líder cubano: “Es un actor fácil de dirigir que jamás dice ‘stop’, corten o necesito una pausa”.
Porque Fidel Castro, antes de decidirse a amargarnos la vida convirtiéndose en dictador, QUISO SER ACTOR, y no en Cuba, sino en Hollywood. 


UNA CARRERA OCULTA

Entiendo que ahora mismo todos piensen que he vuelto a emborracharme, pero les aseguro que es rigurosamente cierto. Vamos a hacer un poco de Historia:
Las veleidades de Castro por “acercarse” a los Estados Unidos, un país al que admiraba, venían de unos años antes, en 1940, cuando le escribió aquella carta en inglés al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt a la edad de 14 años, mientras estudiaba en el Colegio de Dolores, en Santiago de Cuba. No es el tema de esta crónica pero me encanta recordar este fragmento inolvidable:

"Si le parece bien, envíeme un billete verde estadounidense de diez dólares en la carta porque nunca vi un billete verde estadounidense de diez dólares y me gustaría tener uno. Mi dirección es Colegio de Dolores, Santiago de Cuba, Oriente Cuba. Y si quiere hierro para hacer sus barcos, yo le puedo enseñar donde están las minas de hierro más grande de la tierra. Están aquí en Mayarí, Oriente, Cuba".

Carta de Fidel a Roosevelt
Desternillante. Pero avancemos. Recordemos que dos años después de escribir esa carta, Fidel llegó a La Habana desde Birán en 1942, para ingresar en el Colegio de Belén de la capital, y estuvo allí hasta 1945. Pero resulta que en 1944, le entró el nervio por triunfar en el cine, una querencia que concuerda a la perfección con su temperamento ególatra, exhibicionista y autosuficiente. 
Por eso en el verano de 1944 viajó a Estados Unidos para presentarse a un casting de la Metro. Intentaba que lo aceptaran en el elenco de una de esas películas que se filmaban en USA, pero que, por su temática tropical, requerían de extras y personajes caribeños.
Fidel a los 20 años, cuando hizo su entrada en Hollywood
En todas las biografías oficiales de Fidel se dice que su primer viaje fuera de Cuba había sido en 1948. Fue aquel viaje patrocinado por el general Juan Domingo Perón a Caracas y a Panamá como delegado de la FEU en la Conferencia Interamericana de Estudiantes, que se realizaría en Bogotá, en oposición a la IX Conferencia Panamericana. Allí se citaría con el candidato a presidente Jorge Eliécer Gaitán la misma tarde en que éste fue asesinado, durante el tristemente conocido «Bogotazo».
Fidel y Ramiro en  el Bogotazo
Pero no es verdad que fuera ésta su primera salida de Cuba. Fidel fue dos veces a los Estados Unidos, una aun siendo estudiante de Belén en 1944, y otra ya como estudiante universitario de Derecho en 1946 por un motivo bastante frívolo y poco recomendable para añadir a la biografía de quien sería después un líder político de su talla. De hecho, jamás se han mencionado estos viajes en su historia oficial.
Incluso si atendemos a sus biógrafos afines, se ha publicado y reconocido muchas veces que, desde septiembre de 1945, -fecha en la que se matriculó en la Facultad de Derecho-, hasta el 48 (y cito a Ecured) “su vida académica estuvo caracterizada por su ausencia casi total de las aulas”. 
Sabemos ya que esta fue su etapa de pistolero y pandillero, y que tenía muchísimo tiempo libre. Llama la atención esa extraña “compulsión por estudiar” que lo llevó después a matricularse en tres carreras al mismo tiempo (Derecho, Derecho Diplomático y Ciencias Sociales) con la intención de obtener una beca para estudiar en Europa o Estados Unidos. Pero en realidad, fueron tres años lejos de los libros, y de los que se habla poco o nada en los relatos comunistas acerca de su vida. Y esta debe ser la causa.
Buscando un escalón para iniciar una carrera en la gran pantalla, el futuro dictador frecuentó varios castings a lo largo de este período, hasta que fue aceptado –al menos– en tres películas de MGM, -porque Fox, a donde también fue, no le dio bola-, eso sí, con apariciones muy discretas en pantalla.
En 1944, con 20 años, Fidel viaja a Estados Unidos para hacer un personaje menor en el largometraje “Escuela de sirenas” (“Bathing beauty”), una superproducción en Technicolor de Metro Goldwin Mayer, dirigida por George Sidney y protagonizada por Esther Williams, que tuvo allí su primer papel estelar.
La música del filme corrió a cargo de Xavier Cugat, que conoció al líder político directamente en esa oportunidad, sin saber en lo que se convertiría años después. Pero el músico lo recordó el tiempo suficiente como para contarlo después en el libro de Jay Robert Nash. 
El filme fue el tercer éxito de taquilla del estudio, (tras el “Ben-Hur” en 1925 y “Lo que el viento se llevó” en 1939), e inauguró un gran subgénero de cine musical, cuyo escenario era la piscina.
En “Escuela de Sirenas” Fidel interpretaba a un estudiante cubano veinteañero que se preparaba para un concurso de preguntas y respuestas, pero lamentablemente –para él, y para nosotros–  la única escena en la que aparecía en pantalla, se eliminó en el montaje final.
Sin embargo, aun el aspirante a actor devenido asesino, no sabía que su “personajito” sería víctima de las tijeras de Sidney, así que lo imagino regresando eufórico a la isla, vanagloriándose de haber conocido en persona a Esther Williams y a Xavier Cugat. 
Volvió a La Habana y finalizó el bachillerato en junio de 1945, junto al que sería su cuñado, Rafael Díaz-Balart, su mejor amigo de entonces y después enemigo acérrimo. Tengo seguidores de la familia Díaz-Balart, y me encantaría conocer más detalles sobre este segmento de la vida del dictador. ¿Será posible?
Pero continuemos, porque el comandante quería más.
Fidel ingresa en la Universidad de La Habana el 4 de septiembre de 1945, y como dije antes, lejos del arbitrio paterno y libre como el viento, se tiró tres años sin aparecer apenas en el campus universitario. ​Dicen los relatores amables de su vida, que “fue durante este período que tuvo acceso a algunas obras literarias que le permitieron alcanzar una cierta madurez política”. Puede ser, pero esa avidez lectora la combinó con su cada vez mayor aspiración a brillar en el cine americano, muy crecido ya por su primera incursión en Hollywood.
Al mismo tiempo da sus primeros pasos en la política, y su condición de gángster universitario le posibilita ser electo delegado de curso, “llegando a recibir amenazas de muerte al enfrentarse a un candidato de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) apoyado por el Gobierno de Ramón Grau San Martín”, dice la historia oficial.
En realidad, fue al revés. Fidel en ese período medró entre los estudiantes, pistola en mano junto a otros pandilleros como Fructuoso Rodríguez y Juan Pedro Carbó Serviá, y apenas tres años más tarde fue acusado de ser uno de los autores intelectuales del asesinato frente al cine Resumen (hoy Cinecito) del expresidente de la FEU y Director Nacional de Deportes, Manolo Castro, quien militaba en el Movimiento Socialista Revolucionario (MRS), rival de la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR), a la cual pertenecía Fidel. 
Manolo fue una de sus primeras víctimas documentadas como pandillero, junto a Oscar Fernández Caralt, sargento de la policía universitaria.
Pero volvamos a 1946. En primavera, Agapito suelta la pistola y vuelve a hacer las maletas para irse al norte revuelto, y allí otra vez hace castings y consigue presencia en dos filmes. 
El primero de ellos fue “Que siga la boda” (“Easy to wed”), otro largo de MGM, dirigido por una terna de grandes realizadores: Edward Buzzell, el gran Buster Keaton, y –otra vez–  George Sidney. 
En “Que siga la boda” se reencontró con Esther Williams y se codeó con Van Johnson y Lucille Ball; aparece en una escena durante la que admira el bañador de Esther, sentado junto a la imprescindible piscina de todas las películas de la diva. Pero por desgracia, Fidel volvió a ser víctima de las tijeras de Sidney, que cortó otra vez su breve aparición.
Pero tuvo suerte, porque acto seguido y sin tener que regresar a Cuba, lo contrataron para una aparición en “Holiday in Mexico” (“Vacaciones en México”o “Festival en México”) hasta hoy, que se sepa, su cameo más importante. 
Era otra producción de la Metro dirigida también por George Sidney (¿tendría palanca Fidel con este director?) donde se le puede ver detrás del protagonista, con camisa de chorreras, interpretando a uno de los bailarines que se mueven al ritmo de la música de la orquesta del gran Xavier Cugat, que otra vez puso la banda sonora. Y por suerte, de esta aparición cinematográfica sí que hay constancia visual. 
Fotograma de "Vacaciones en México". Fidel Castro detrás, circulado en rojo
La cinta fue prohibida en Cuba durante casi 40 años, y las autoridades del ICAIC decían desconocer la información cada vez que se les preguntaba sobre el tema.
Según la revista Variety, el personaje de Castro tenía una línea de texto en la película; decía, en inglés: "Sí yanqui, La Habana tiene a las mujeres más bonitas y de sangre más caliente del mundo; te gustará esto". Sin embargo, su escena con texto también fue recortada posteriormente por los editores. Me imagino el encabronamiento de Agapito, con su ego destrozado.
Otro fotograma del filme, los invito a identificar a Castro.
Fidel regresó a Cuba –quién sabe pensando en cuántas maravillas le depararía Hollywood en el futuro–, y un par de meses más tarde se hizo con la presidencia del Comité Pro Democracia Dominicana de la FEU. Fue cuando instigó las acciones para intentar destituir al dictador dominicano Rafael Trujillo. En esos días tuvo lugar aquella anécdota que nunca se cuenta en profundidad; la Invasión de Cayo Confites y el momento en que es interceptado en alta mar, en la bahía de Nipe, mientras intentaba llegar a República Dominicana, es obligado a tirarse al mar, y casi se ahoga braceando antes de llegar al holguinero Cayo Saetía.
Pero el hijo revoltoso de Ángel y Lina no se dio por vencido en sus intentos de trascender en el celuloide, y en 1948, ya en La Habana, participa como extra en un par de escenas rodadas allí de la película “We were strangers” (“Rompiendo las cadenas” o “Éramos desconocidos”, estrenada en 1949), dirigida por John Huston y protagonizada por Jennifer Jones, John Garfield y Pedro Armendáriz. 
Lo cuenta el crítico y escritor argentino Diego Curubeto, que narra con detalles la aparición de Castro en esta pretendida –y pretenciosa– crónica real de un grupo de insurgentes que intentaban derrocar al dictador Gerardo Machado y Morales.
Y hay más. Existen referencias de que Castro participó en al menos dos producciones mexicanas, un dato que confirma Juan Carlos Garrido, director del Sindicato de Trabajadores Técnicos y Manuales de la Producción Cinematográfica de México. Eran, según Garrido, largometrajes de Juan Orol, promotor del llamado “cine de rumberas” de la época de oro de la cinematografía azteca. No he conseguido identificar las películas en cuestión, pero estoy convencido de que en algún momento saldrán a la luz, porque ya hay muchos especialistas mexicanos y cubanos entregados a su búsqueda. De momento, sería “We were strangers” el último paso que se permitió el futuro mandatario por el celuloide hollywoodense más frívolo, al menos, documentado.
Así fue la corta y pachanguera filmografía de la rutilante carrera en el cine de nuestro Torturador en Jefe, que después de eso, seguramente decepcionado, se centró en preparar su nefasto plan para hacernos la vida imposible a 10 millones de cubanos una década más tarde.
Fidel no regresaría a Estados Unidos hasta dos años después de su última aventura fílmica allí. Inmediatamente después del rodaje de “We are strangers” en 1948, contrajo matrimonio con Mirta Díaz-Balart, y se fueron juntos a pasar la luna de miel al país del que después el hijo ilustre de Birán se declararía enemigo.

FIDEL, AVA, MARITA, Y LAS ESTRELLAS ROJAS

Ya en plena revolución, Fidel fue llamado “el cineasta menos conocido del mundo” por su amigo, aplaudidor, escritor y Nobel de Literatura colombiano Gabriel García Márquez, que disfrutó de un largo y fructífero comadreo con el líder cubano.
Aunque nunca dijo una palabra sobre sus pinitos ante las cámaras, Agapito hablaba abiertamente de su devoción por el Séptimo Arte, con quien se sintiera a confort. Y como se frustró en sus ambiciones artísticas y tuvo que cambiar los platós por la lucha armada, cuando se adueñó de Cuba, desde su posición de poder y aprovechando las simpatías que inspiraba en muchos artistas y directores norteamericanos de izquierda, se las arregló para que las estrellas fueran a verlo a la Isla.
Se confesaba admirador ferviente de la actriz francesa Brigitte Bardot, de Sean Penn, Jack Nicholson y Kevin Kostner, -a los que invitó personalmente a la Isla-, y de su amigo Gerard Depardieu, a quien llevó repetidas veces a Punto Cero para que le cocinara langosta a la francesa en su cocina.
Fidel decía conocer todos los largometrajes de Charles Chaplin, y haber visto “tres o cuatro veces” todas las películas del cómico mexicano Mario Moreno, “Cantinflas”. También admitía adorar la poderosa imagen de la italiana Sofía Loren, y no paró hasta conocer en persona a Gina Lollobrígida y a Jane Fonda, actrices con las que se le han especulado sendos romances.

Fidel y Gina
A Stone le confesó durante el rodaje de "Comandante” que no pudo ver mucho cine después de la caída de la Unión Soviética, en 1991, “por falta de tiempo”, pero que se bebió, “Gladiator” y “Titanic” en formato de videocasete, sentado en su sillón de mimbre de Punto Cero.
Fidel Castro y Oliver Stone durante el rodaje de "Comandante"
En 2002 el director Steven Spielberg aceptó una propuesta de Castro para visitarlo, camuflada bajo una supuesta invitación del ICAIC, para asistir al Festival de Cine Latinoamericano de La Habana, que presentaba el trabajo del realizador.
Jack Nicholson también visitó la isla en 1998 y fue seguido por la inteligencia cubana. Cuenta Delfín Fernández, un agente de la DGI que desertó en 1999, que fue designado como “escucha” de las habitaciones de Jack Nicholson y Leonardo DiCaprio durante las visitas de ambos a La Habana. Lo mismo le ocurrió a Almodovar y a Bibi Andersen cuando aparecieron por allí.
Kevin Costner viajó a Cuba en 2001 para ver su película "13 Days" en una proyección privada para Castro: "Fue una experiencia única en la vida estar sentado a pocos metros de él y verlo revivir una experiencia que vivió como un joven", declaró entonces. 
Fidel Castro y Kevin Costner
También Jack Lemmon fue alabado por Castro cuando el actor falleció en 2001 “por ser un amigo de Cuba", mientras Oliver Stone era ampliamente criticado en USA por su documental "Comandante", que le permitió al dictador contar su historia a su manera. Stone calificó a Castro como "muy desinteresado y moral, y uno de los hombres más sabios del mundo".
Robert Redford se encontró con Fidel Castro más de una vez. En 2005 estuvo en Cuba para una proyección privada de "The Motorcycle Diaries" para la viuda e hijos el Ché, y contó su encuentro con el dictador en el Hotel Nacional: “Él vino a mí, parecía gozar de buena salud, buen humor, buen espíritu", dijo. Redford vio por última vez a Castro en 1988 y lo acompañó a bucear a Cayo Piedra. A su regreso a USA, fue interrogado por funcionarios estadounidenses sobre su viaje.
Fidel Castro con Robert Redford
Otras figuras de Hollywood han sido seducidas por los cantos de sirena del viejo. Chevy Chase ha dicho que "a veces el socialismo funciona, y Cuba podría demostrar eso". También el veterano activista de izquierda Harry Belafonte ha respaldado las políticas de Castro con sus declaraciones: "Si crees en la libertad, si crees en la justicia, si crees en la democracia, ¡no tienes más remedio que apoyar a Fidel Castro!". "Los dos tenemos barba", dijo una vez el oscarizado Francis Ford Coppola, y añadió: "Ambos tenemos el poder y queremos usarlo para buenos propósitos". 
Otras celebridades que se rindieron a sus pies fueron Danny Glover, Ed Asner y Woody Harrelson, y me viene a la mente una anécdota curiosa relacionada con otra grande del cine, que implica a Castro, y que tuvo lugar en 1960.
Ava Gardner
Por pura casualidad, Ava Gardner –otra estrella que Castro adoraba–, y la amante alemana del dictador, Marita Lorenz, -por entonces su invitada y ya embarazada de su hijo Andrés- coincidieron en el ascensor del Hotel Riviera de La Habana. 
Cuenta Diane Ducret en el libro “Mujeres de dictadores”, que, conociendo ya previamente la identidad de la teutona, Ava estalló de ira y –cito a Ducret–, “tambaleándose sobre Marita, le soltó una frase que parecía sacada de alguna de sus películas: “Así que tú eres la perra que está con Fidel y te lo quieres quedar para ti sola…” y remató la faena con una bofetada mientras las puertas se abrían para dejar anonadada a Marita en el hall del hotel. 
Marita Lorenz
Eran los primeros años de la revolución, y la Gardner se pasaba manifiesto comunista por el forro, paseándose desnuda por la piscina que Ernst Hemingway tenía en la capital, sabedora que los ojos del régimen estaban puestos en ella. Y eso, al parecer, encendía la bestia que llevaba dentro”, afirma Ducret.
La importancia del cine en la vida de Fidel Castro se explica, porque, apartando sus ambiciones artísticas, el dictador entendió y se aprovechó rápidamente de su potencial propagandístico. “Igual que Hollywood impuso al mundo en sus películas, el “american way of life”, Fidel justificó su dictadura -al menos de cara a un sector ideológico progresista- impulsando el rodaje de filmes y documentales que contaran la maravillas del proceso revolucionario, creando la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y el Festival Internacional de Cine de La Habana, para gloria del celuloide patrio, al que acudieron estrellas de todo el planeta.
Lamentablemente, y como hizo con otras tantas parcelas de la vida cultural cubana, Castro convirtió el cine en otra de sus batallas políticas, y legitimó la censura como arma para “defender” a la revolución. 
En 1961, en su tristemente conocido discurso “Palabras a los Intelectuales” compulsó el “derecho” de su Gobierno a “regular, revisar y fiscalizar” películas por su “influencia en el pueblo” como una “responsabilidad ineludible en la lucha revolucionaria”.
Con sus aventuras fílmicas ocultas y su inclinación inconfesable hacia los platós cinematográficos, Castro cayó en la misma frivolidad que sus némesis estadounidenses, John F. Kennedy, un compulsivo adorador de las estrellas de cine, y Ronald Reagan, un actor reciclado en presidente. 
 
EL DESCUBRIDOR DEL SECRETO

Fue Julio Lista, un aficionado uruguayo del cine norteamericano, quien descubrió en 1998 el nombre de Fidel en el libro ‘The Best of MGM‘ (The Golden Years 1928-1959), de J.R. Parish & G.W. Mank.
Lista le pasó la información en 1999 al crítico de cine, también uruguayo, Álvaro Sanjurjo, que, puesto a investigar, a su vez encontró la pista de Xavier Cugat, en «The Motion Picture Guide».
Sanjurjo –como yo, después– se quedó ojiplático al ver que Cugat hablaba de su encuentro con Castro en Hollywood con gran certeza, describiéndolo como «el típico latinamerican boy» y contando de forma muy prolija y detallada sus encuentros con él en plató. Según San Jurjo, Cugat y los “bailarines” que hacían de extras, se relacionaron bastante durante el rodaje de “Vacaciones en México” y Fidel habló con el músico español en varias ocasiones.


HECHOS COMPROBADOS

En el verano de 1999, y con el propósito de documentar correctamente el hallazgo de Lista, Álvaro San Jurjo se tiró varias semanas en los archivos de MGM, rastreando fichas técnicas del cine hollywoodense de la década de 1940 y revisando los listados de los extras de las películas en cuestión. 
Finalmente encontró el nombre del Monstruo de Birán en las tres convocatorias de rodaje de los filmes antes mencionados: Fidel Alejandro Castro. Tres años antes, al cumplir los 17, Agapito se había cambiado su segundo nombre, Hipólito, que odiaba, por el de Alejandro, el de su personaje histórico fetiche.   
No me había decidido a publicar esta crónica –a pesar de que su contenido rueda hace muchos años por la red–, hasta verla debidamente contrastada en la IMDb (Internet Movie Data Base) la biblia documental del cine mundial, que, –como la “testiga” de Jehová que hizo Chus Lampreave en “Mujeres al borde de un ataque de nervios” –, tiene prohibido mentir.
Todo lo que aparece en la IMDb es rigurosamente cierto, así que, los incrédulos que a estas alturas del relato, todavía duden de mis palabras, pueden encontrar aquí los detalles técnicos de esas apariciones de Fidel en el cine. La red está repleta de referencias a este tema, fácilmente googleable, por eso les dejaré solo este comentario del bloguero y cinéfilo mexicano Markovich con relación al tema.
Y finalmente les muestro el fragmento de la escena de “Vacaciones en México” donde sale Agapito, para que vean de refilón a ese saco de piltrafa moviéndose al compás de la música de Cugat, sin barba y como comparsa del protagonista. Lo encontrarán fugazmente a partir del minuto 2.
 Fragmento de "Vacaciones en México" en el que aparece Fidel Castro.
Quizás si hubiera tenido un poco más de recorrido en la gran pantalla, habría tenido suerte y nos hubiéramos ahorrado medio siglo de terror. Pero Hollywood nos lo devolvió igualito que se lo mandamos, y quizás peor, porque debe haber regresado frustrado y resentido. George Sidney debió tener un pálpito.
Y todavía la gente tiene la mala folla de criticarme a mí por haber sido comparsero de la FEU.
Qué valor.  


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Cubano de nacimiento y catalán de adopción

16 comentarios:

  1. Por Dioooo! Aún no puedo cerrar la boca; estoy “enfainecida” como dice una querida amiga. Increíble historia, estupenda narración. Impresionante que esa cosa haya tenido vocación por el séptimo arte , jamas lo hubiese imaginado, que locura. Aparentemente fue tan maluci como actor, que nadie se fijó en él, y como bien dices, algunos locos se atreven a criticar tu divina comparsa. Felicidades! Gracias por tanta historia y tanta risa.

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  2. Carli, como decimos en mi familia, me he quedado “anónima”, que sería la mejor combinación de anonadada y atónita. Todo eso junto y más. Y pensar que yo vivo a 20 minutos de Hollywood...

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  3. Realmente una gran desgracia que este tipejo no haya insistido en su vocacion por ser actor,nos habriamos salvado de tanta maldad,buenisima historia bien oculta hasta que llegaste tu para destapar la olla y ponerle sazon,gracias miles por tanto que das mi querer.

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  4. Increible que pena que no haya triunfado, que diferente seria todo

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  5. El, junto con Juana Bacallao, hubieran hecho un largometraje buenisimo de la serie "Tarzan". Estupendo trabajo Carli y que lastima que no llego el desgraciado al arte mayor.

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  6. hay dos videos que encontre en youtube que muestran la misma pelicula donde aparece agapito, con diferentes nombres y señalan a dos personas diferentes la del link que pones y esta otra https://www.youtube.com/watch?v=0WKm5SaPO-Q

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    1. Sí, lo vi, por eso no cogí el otro, puse este porque es la misma persona que aparece señálada en el libro de Nash. Hay mil fotos por ahí equivocadas

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  7. Que maldad que no pudieron descubrir a tiempo sus cualidades histrionics. Cuan diferente hubiera sido todo!!

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  8. Excelente Carlos, nos entregas más datos interesantes de La Bestia. Muchas gracias!

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  9. Coñoooooo! Esto está bárbaro! Sin desperdicio! Pero, curiosamente, lo qur más ha llamado mi atencióne ha sido la carta a Roosvelt pidiéndole un billete verdr de 10 dólares "porque nunca había tenido uno" !!!! Y no nos libramos ni nosotros ni el mundo de esa lacra!!!

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  10. Carlos, te vuelvo a leer con mucho gusto. Me acuerdo que en 1959 un diario brasileño tituló “ Fidel Castro es un gran actor “ ( te debo el portugués) , durante una visita de él a ese país... todavía me daba escozor que le dijeran eso! Nada más exacto: dotes histrionicas grandes que tuvo el Desleal, como le llama Serge Raffy en creo la más completa biografía de él . Ahí leí por primera vez de sus incursiones en la pantalla hollywoodense. Releerte es un privilegio. Gracias!

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  11. Me he quedado en una sola pieza leyendo mas sobre nuestra desgracia eterna. Como Hitler, rechazado ppr el arte desarrollò un odio construido contra la vida con una estrategia mortal. Interesante este nuevo hallazgo. Y que nunca se sentara en un banquillo como acusado de sus crímenes. De veras, lo recordare como el perpretador del crimen perfecto, el burlador anónimo. Un abrazo Carlitos y Gracias.

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  12. Muy buen trabajo, nunca te había leído, agradezco el hallazgo.

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  13. Ni para el séptimo arte ni para gobernar....cada uno lleva su cruz Carlos, UDs con Agapito y nosotros con el "che". Saludos amigo

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  14. Estoy que me "caigo de culo" y perdón por la expresión. Gracias Carlos 🤦🏽😅

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