Por Carlos Ferrera
MI LADO DERECHO
- Quedaste muy natural. El rímel corrido y una pestaña postiza
desprendida… la cara mojada y descompuesta por el dolor. ¡Qué foto Juana, qué
foto!
- Esto yo no lo hago con cualquiera, espero que te quede
claro, yénica...
- Tú no sabes lo que esto significa para mí.
- ¿Más entradas en tu muro?
- No chica. Por el valor sentimental...
- Ya.
- Vamos a ir avanzando ¿Cómo fueron tus inicios?
- ¡Pregúntame primero de mi infancia, consorte!
- Ahora no lo tenía previsto…
- Pues prevístelo.
- Juana, yo quiero que primero hables de…
- Sin mi infancia esta entrevista es una mierda, ecobio.
- Yo tenía un orden de preguntas…
- Pues desordénate. ¿Cuál es el problema?
- Es que es tan fuerte, que podría llorar.
- ¿Sí?
- Sácame fotos llorando mientras hablo de mi infancia...
- Sí, estaré atento.
- Ponte ahora por la derecha, para que cambie un poco el
mensaje.
- ¿No eres simétrica?
- Me sale un lagrimón muy natural del ojo derecho. El izquierdo es más de temblarle el párpado.
- Yo ya estoy preparado.
- ¡No te podrás quejar asere, te lo estoy dando todo hecho!
- Gracias Juana. Te escucho…
- Yo crecí huérfana. Pero huérfana huérfana.
- O sea, de los dos padres.
- Anjá.
- ¿Quiénes eran ellos, Juana?
- Mi papá era estibador en los muelles, y mi mamá era ama de
casa, aunque era muy luchadora, inventaba como nadie para darnos un plato de
jama..
- Madre solo hay una.
- Madre solo hay una.
- Tuvimos un carrito callejero para vender gandinga y esas
cosas.
- Mira tú...
- No tuve hermanos, ni tíos, ni primos, solo conocí a mi
abuela y se me partió enseguida.
- Vaya por Dios.
- Estaba solita en alma.
- Qué triste Juanita chica…
- Y entonces con seis años, se me fueron los dos viejos, uno
detrás del otro.
- Ay por Dios, qué pena Juana…
- Y cuando los puros se van, se te acaba todo. Aquí siempre
lloro…
- ¿Hay lágrima?
- Sí, espérate…
- (…)
- ¡Dale, foto!
(FLASH)
- Se te cayó el vaso de las manos pájaro. Menos mal que es de aluminio.
- Es que me he quedado un poco...
- Es que me he quedado un poco...
- Parece que hayas visto un muerto.
- Esta foto la borro, es muy dura.
- ¿Cómo salí?
- Olvídala. Sigue sigue…
- Pues eso, ecobio, que nadie quiso cargar conmigo.
- Qué indolente es la gente.
- Unos singaos.
- (…)
- Yo no podía pagar la pensión, era muy fiñe.
- ¡Qué tristeza Juana!
- Me quedé en la calle…
- ¡Qué horrible Juanita, mamita!
- Entonces llegaron las monjas.
- ¿Qué monjas?
- La Oblatas. Las del Colegio.
- Menos mal. Te salvaron.
- Eran unas hijas de puta.
- ¡Qué mala suerte chica! ¿No?
- No sabes lo que llegué a sufrir yo con las Oblatas de los
cojones.
- Me lo imagino.
- Yo era una negrita enana, gorda, fea, y analfabeta, pero muy cabezona, así que cogía cintazos de gratis.
- Yo era una negrita enana, gorda, fea, y analfabeta, pero muy cabezona, así que cogía cintazos de gratis.
- Gratis.
- Eso mismo acabo de decir: de gratis.
- Bueno sí. Pero cuánto dolor, ¿no?
- Lo pasé muy mal en aquel colegio, desde los seis años hasta
los trece. Por suerte en el 61 se fueron las 50 monjas oblatas que quedaban para casa del carajo. O sea, para Bóltimor.
- Tienes razón, Juana; se fueron a la Casa Madre de las Oblatas, que está allí en
la ciudad de Baltimore. ¿No fuiste nunca feliz con ellas, Juana, ni un solo
día?
- ¡Asere no estás atendiendo!
- Sí sí, Juana, te estoy atendiendo.
- ¿Cómo iba a ser feliz, pájaro?
- Igual pudiste un día sentir felicidad…
- ¡Me pasé 7 años encerrada allí como una Cenicienta negra, trabajando y recibiendo insultos y golpes!… Mira mira, me
acuerdo y me emociono, voy a llorar. ¡Foto, foto!
(FLASH)
LA COLOCACIÓN
- Quedaste super natural, se nota que sufres por un
recuerdo.
- Ya te lo dije asere, que el lagrimón de ese lado me queda niquelao.
- Bueno sigue, ¿qué edad tenías cuando te escapaste de las Oblatas?
- 13 añitos. Fue en el 38.
- Criaturita…
- Pero ya con estaba desarrollada. A mí las tetas me
salieron enseguida. Ya se veía lo que yo iba a ser…
- ¡Artista!
- No asere; una negra fea.
- Ah…
- Yo al arte no le metí de frente hasta que me descubrió al
maestro Obdulio Morales. Mientras tanto era una negrita que limpiaba escaleras.
- Qué tristeza…
- Cuando le decía a alguien que mi sueño era ser artista, se partían.
- ¿Cómo fue que te encontraste a Obdulio, Juana?
- En Lealtad y Perseverancia, en una de mis colocaciones. En
aquella casa también conocí a Cholito el actor, que era amigo de los dueños. Fue al
primer artista que vi en persona.
- ¡Qué curioso!
- Sí pero no me echó una mano. Otro hijo de puta.
- Vaya…
- Obdulio sí me ayudó. Yo nunca había cantado en público, pero el
maestro ya era una estrella desde 1926, cuando se empató con Julio Chapotín y
su orquesta. Reventó el Payret con una obra de negros: Batamú.
- ¡Batamú! ¡Fue antológica, Juana! Por primera vez salía la
percusión afrocubana a escena en una obra teatral, los tambores, toques, cantos
y todo el ceremonial yoruba. Batamú marcó una era para el teatro negro cubano.
- ¿Me dejas terminar, Eusebio?
- Lo siento…
- Deja de andar la Habana a costilla mía asere…
- Perdona Juana, te escucho…
- Pues mira tú cómo son las cosas de la vida: En 1938, ya
Obdulio tocaba el piano en casi todas las emisoras de radio de La Habana, y
había fundado el Coro Folclórico de Cuba.
- A veces acompañaba al piano a Candita Batista o a Alfredito León.
- ¡No no, "a veces no"; era su acompañante siempre! Y acompañaba a mi amiga Xiomara Alfaro, y hasta a Celia Cruz, ¿qué te
crees tú, monina? Ya él era grande, deja la gracia con Obdulio.
- Discúlpame. ¿Y entonces?
- Él pasaba todos los días por Laguna y Perseverancia,
porque jamaba en una fonda que había allí. Yo también jamaba alguna
vez ahí, si me sobraban unos baros. ¿Me sigues?
- Atentamente.
- Y ahora te encuentras por ahí escrito, que Obdulio Morales
me descubrió un día de pronto en la calle Reina por casualidad. ¡Mentira!
- Se escribe mucha basura Juana..
- Yo soy una cara que nunca se olvida asere.
- Sí sí, tú te le quedas a uno en la retina para siempre.
- Obdulio estaba cansadísimo de verme. Estuvo 16 años
pasando por delante de mí y nunca me dijo ni cojones. Déjame contarte una cosa que casi nunca cuento.
- Dale.
CAMILO
CAMILO
- ¿Egaña? Pero si no había nacido, Juana.
- No, chama…
- Camilo Vives tampoco me cuadra por edad… Y Hernández, no
sé, me asombraría. Pero como toda esta gente se opera y nunca le dice nada a
uno…
- ¡No asere, Camilo Cienfuegos!
- (…)
- (…)
- (…)
- ¿Pasa algo?
- No no…
- Es que has puesto una cara…
- ¿A Camilo, Juana?
- Sí asere.
- ¿Camilo, el Héroe de Yaguajay?
- ¡Sí pájaro!
- ¿Conociste a Camilo Cienfuegos Gorriarán?
- ¿Oye, te subió el Yoniguarque o qué?
- Es que no imaginé nunca que ustedes dos hubieran
coincidido en el mismo sitio.
- Eres muy difícil consorte, te lo tengo que decir.
- No Juana…
- Te sale el racismo por los poros.
- Juana, no te estoy discriminando.
- ¿Y por qué no puedo haber conocido a Camilo, a ver?
- Por supuesto, no hay ninguna razón Juana…
- ¡Él aprendía el oficio de sastre en una
sastrería al lado de una escalera que limpiaba yo!
- ¿Cuántos años tenían?
- Yo tendría unos 25 y él unos 18.
- Qué cosas tiene la vida, ¿no?
- A mí me gusta cantar cuando baldeo. Es cuando más me luzco. “La gloria eres tú” a cubazos de agua, es maravillosa de cantar…
- ¡Nunca lo hubiera imaginado!
- Y a veces Camilo salía a estirar las piernas y a fumarse un
cigarro, porque estaba todo el día dándole al pedal de maquinita Singer. Cosía
bello, también te lo tengo que decir. Hacía muy bien la ropa de jeva. Yo
pensaba que era cherna.
- ¡Qué interesante Juanita!
- Pero yo sé que lo de descansar era una excusa, porque él
salía para oírme cantar.
- Qué lindo, tú.
- Y para verme y tener algo conmigo...
- (...)
- (...)
- Y para verme y tener algo conmigo...
- (...)
- (...)
- ¿Cómo era Camilo, Juana?
- Igualito que en la foto que te di. No le había salido ni la barba. Era un flaco to despingao, pero a mí me encantaba ese blanco. ¡Ño! ¡Me enfermaba toda!
- Igualito que en la foto que te di. No le había salido ni la barba. Era un flaco to despingao, pero a mí me encantaba ese blanco. ¡Ño! ¡Me enfermaba toda!
- Me estás dejando a cuadros. ¡Juana Bacallao y Camilo
Cienfuegos!
- Oye esteniño ¿qué te pasa?
- ¿Por qué?
- ¿Te da envidia mi romance con Camilo, ecobio?
- Qué va Juana...
- ¿O es que no me crees?
- Te creo te creo… ¿Y cómo terminó aquello?
- Qué va Juana...
- ¿O es que no me crees?
- Te creo te creo… ¿Y cómo terminó aquello?
- Se notaba que él estaba en algo, porque trabajaba mucho.
Hasta lo contrataban como tendero los fines de semana en la tienda de ropa que había enfrente.
- No le tenía miedo al trabajo...
- Después fue que supe que estaba reuniendo el baro para partir para el Yuma.
- Cierto... hasta pidió dinero prestado.
- Entonces lo dejé de ver hasta que Cara e Coco y sus esbirros entraron en La Habana. Y estaba en el tanque aquel asere, con su sombrero, su barba y su aguaje... y me gustaba todavía más.
- No le tenía miedo al trabajo...
- Después fue que supe que estaba reuniendo el baro para partir para el Yuma.
- Cierto... hasta pidió dinero prestado.
- Entonces lo dejé de ver hasta que Cara e Coco y sus esbirros entraron en La Habana. Y estaba en el tanque aquel asere, con su sombrero, su barba y su aguaje... y me gustaba todavía más.
- (…)
- (…)
- (…)
- ¿Qué pasa consorte? No me gusta que me miren fijo.
- Lo volviste a decir.
- Qué.
- Lo de los esbirros.
- ¿Yo?
- Sí. Dijiste que “Cara e Coco y sus esbirros”.
- Na. ¿Sí?
- Lo oí perfectamente Juana.
- Pues no sé… no había vuelto a decir eso.
- Hay muchas versiones de esa historia… me encantaría que
contaras la verdad a mis seguidores.
- Te dije que la gente es muy envidiosa, monina. Inventan por
inventar. De mí se dijo que era un mono. Hasta llegaron a clasificarme en
una especie.
- ¡Qué poco respeto!
- ¿Quieres que te cuente la historia de los esbirros de
verdad? ¡Pero la auténtica!
- ¡Dale!
- Ahora mismo, asere, que estoy inspirada.
(Nota: Las fotos del Colegio de las Oblatas referidas, no pertenecen al Colegio de la Habana, sino al de Camagüey)
Charlie que del III me brinca al V y esto no se puede sobrellevar..... No quiero brincarme el IV..... puedes ver qué pasa? Exquisitamente sabroso hasta ahora ....
ResponderEliminar- En esa colocación fue que conocí a Camilo.
ResponderEliminar- ¿Egaña? Pero si no había nacido, Juana.
- No, chama…
- Camilo Vives tampoco me cuadra por edad… Y Hernández, no sé, me asombraría. Pero como toda esta gente se opera y nunca le dice nada a uno…jjjjjj
y sigo....-" Ahora mismo, asere, que estoy inspirada"......jjjjjjjjj
ResponderEliminarCharlie, vas a martarme de risa. Me parece verlos en una entrevista. Segun leo lo voy pintando en mi mente. GRACIAS!
ResponderEliminarMe encanta que te haya gustao... yénica
Eliminarsimplemente encantador como todo lo que escribes
ResponderEliminarEstoy en la consulta y no paro de reirme...solo leo y me imagino a Juana hablando con ese tono de vendedora de aguacate jajajaj
ResponderEliminarEres un genio Carlitos
Lo mejor, como siempre lo estoy disfrutando muchísimo! Pero salta del III al V! Qué sin vivir!
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